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José María Toral Velázquez

Biografía

Toral Velázquez, José María. Mazarrón (Murcia), 13.VIII.1832 – Madrid, 9.VII.1904. General de división, último gobernador militar de Santiago de Cuba.

Hijo de Francisco Toral Delgado y de Juana Velázquez de Saura. El padre, alférez de Caballería retirado, solicitó su ingreso en el Colegio General Militar de Toledo cuando cumplió quince años. Filiado como cadete el 24 de enero de 1849, fue promovido a subteniente de Infantería el 30 de diciembre de 1851 y destinado al Regimiento de Infantería Gerona n.º 22, de guarnición en Madrid, del que pasó al de la Reina n.º 2 al año siguiente.

El 9 de marzo de 1854 solicitó ser trasladado a Cuba, lo que llevaba aparejado su ascenso a teniente, y a su llegada a la isla fue destinado al Regimiento de Infantería del Rey n.º 1, en Puerto Príncipe. Al año siguiente recibió su bautismo de sangre durante un pequeño levantamiento en la provincia de Oriente. En 1857 pasó al Regimiento de Infantería Cuba n.º 14, en Pinar del Río, y en 1858 al de Zaragoza n.º 8, en Matanzas.

En 1860 solicitó destino al Tercio de la Guardia Civil de Cuba, estando primero al frente de la guarnición de Coliseo, después en la de Unión de Reyes, y por último en la de Colón, donde, el 15 de marzo de 1864, fue arrestado y encarcelado en el castillo de la Cabaña, en La Habana, y poco después procesado por su presunta implicación en un asunto de trata de negros. En julio del mismo año, tras serle denegado el ascenso a capitán, fue puesto a disposición del Tribunal Supremo de Justicia y trasladado a la Cárcel de Corte en Madrid.

En noviembre de 1866 causó baja en el Ejército de Cuba, en mayo de 1868 se decretó su libertad provisional, y el 5 de marzo de 1869 fue absuelto de los cargos que se le imputaban, lo que le valió ascender a capitán, con efectos retroactivos, al tiempo que se le concedía el grado de comandante, por aplicación de la gracia general concedida a todos los militares con motivo de la Revolución de Septiembre de 1868, quedando en situación de reemplazo en Madrid, donde, en el mes de julio, contrajo matrimonio con Felisa Costa Vicente.

En enero de 1871, fue nombrado ayudante de órdenes del director general de Caballería, y al año siguiente fue destinado al Batallón de Reserva de Salamanca. Desde allí, volvió a solicitar el traslado al Ejército de Cuba, donde se había iniciado la Guerra de los Diez Años. Al mando de una compañía del Batallón de Cazadores San Quintín n.º 4, combatió la insurrección en la provincia de Oriente, siendo recompensado con la Cruz roja del Mérito Militar.

A finales de 1872, fue nombrado ayudante de campo del brigadier Francisco Méndez Berregassi, comandante general de Holguín. Tras fallecer éste, continuó en el mismo puesto con su sustituto, Adolfo Morales de los Ríos, quien le puso al frente del Batallón de Cazadores de Reus cuando, en el verano de 1873, se comenzó a operar en Tunas. A finales de septiembre, causó baja en el Ejército de Cuba y, a su llegada a la Península, pasó a las órdenes del brigadier Cipriano Carmona, quien combatía contra los cantonalistas de Cartagena. El 14 de enero de 1874, al mando de la vanguardia, asaltó y tomó el castillo de la Atalaya, lo que le valió el ascenso a comandante.

Su antiguo general, el ya mariscal de campo Morales de los Ríos, le reclamó para el Ejército del Norte, al que se incorporó cuando Serrano inició las operaciones conducentes a levantar el sitio de Bilbao, cercado por las tropas carlistas. Su intervención en el combate de San Pedro de Abanto, en marzo de 1874, fue recompensada con el grado de teniente coronel, y por el conjunto de operaciones en Navarra, a lo largo de aquel año, con otra Cruz roja del Mérito Militar.

Al cesar Morales en febrero de 1875, se le confió el mando del Batallón Provincial de Jaén n.º 1, con el que combatió a las facciones carlistas en la cabecera del Tajo, copando una importante partida en Olmeda de Cobeta, acción que le valió el ascenso a teniente coronel y la vuelta al Ejército del Norte, al que se había vuelto a incorporar el mariscal Morales. A sus órdenes, participó en las operaciones emprendidas en el País Vasco durante el verano y otoño de 1875, por las que se le concedió el grado de coronel y una tercera Cruz roja del Mérito Militar.

En marzo de 1876, al término de la Guerra Carlista, fue trasladado al Regimiento de Infantería Córdoba n.º 10, de guarnición en Valencia, donde permaneció dos años. Tras estar otros dos al mando del Batallón de Depósito de Zafra n.º 89, pasó destinado al Regimiento de Infantería Sevilla n.º 33, en Madrid, y dos años después, en marzo de 1883, fue trasladado a Barcelona, para mandar el Batallón de Cazadores Barcelona n.º 3. Con esta unidad acudió a restaurar el orden público en Figueras, servicio recompensado con el ascenso a coronel, el 19 de mayo de 1884.

El 20 de julio de 1885, tras mandar las cajas de reclutas de Burgos, Soria y Bilbao, fue puesto al frente del Regimiento de Infantería Navarra n.º 25, de guarnición en Figueras. Al año marchó con su unidad a Melilla, y después a Tarragona, donde, el 20 de noviembre de 1889, con cincuenta y siete años, le llegó el ascenso a general de brigada, siendo nombrado gobernador militar de Jaca.

En 1891 pasó a desempeñar el Gobierno Militar de Huesca y, en octubre de 1893, el de Málaga, donde dirigió el embarque del material y municiones destinadas al cuerpo de ejército que operaba en Melilla. Al término de la campaña melillense, fue nombrado jefe de la brigada que guarnecía la plaza de Badajoz, y en octubre de 1895 solicitó el traslado al Ejército de Cuba, asolada por la insurrección iniciada en febrero de aquel año.

A su llegada, el capitán general Martínez Campos le envió a mandar la brigada estacionada en Victoria de las Tunas, con la que participó en numerosos combates contra los insurrectos de Oriente. En mayo de 1896, el nuevo capitán general, Valeriano Weyler, le nombró gobernador militar y jefe de la brigada de Santiago de Cuba, a cuyo frente sostuvo continuos encuentros con los rebeldes en las estribaciones de Sierra Maestra. En abril de 1897 fue trasladado a la Brigada de Guantánamo, con la que participó en la acción de Pozo Azul, siendo recompensado con el ascenso a general de división.

Nombrado de nuevo gobernador militar y jefe de la brigada que guarnecía Santiago, volvió a verse implicado en diarios encuentros con la partida de Calixto García, que actuaba en la zona de Sierra Maestra, por los que el general Arsenio Linares, jefe de la División de Cuba, le concedió la Gran Cruz roja del Mérito Militar.

El 18 de mayo de 1898, a la semana de recibir dicha condecoración, la flota estadounidense bloqueó la bahía de Santiago, donde se hallaban fondeados los barcos del almirante Cervera, y comenzó a bombardear los fuertes que protegían la bocana. Un mes después, el 22 de junio, el general Shafter, al frente de 16.887 oficiales y soldados del V Cuerpo de Ejército, desembarcó en las playas de Daiquirí y Siboney, al este de Santiago.

A los tres días, el 25 de junio, el capitán general Ramón Blanco decidió reorganizar la guarnición de la isla, creando el IV Cuerpo de Ejército, bajo el mando de Linares, lo que conllevaba el nombramiento de Toral como jefe de la División de Cuba. El mismo día, las tropas de Shafter, tras decidir Linares replegar todas las suyas a las inmediaciones de Santiago, instalaban su base de operaciones a unos diez kilómetros de la ciudad.

 Al amanecer del 1 de julio, cinco mil soldados estadounidenses, apoyados por cuatro piezas de artillería, atacaron la aldea de El Caney, posición avanzada defendida por cuatrocientos hombres mandados por el general Vara de Rey. Su enconada resistencia pospuso hasta el mediodía el asalto por otros ocho mil soldados de la posición de las Lomas de San Juan, a menos de un kilómetro del linde urbano y defendida por otros quinientos españoles. Hacia las 14:00, cayó San Juan y a las 15:00 lo hacía El Caney. Poco después, Linares fue herido y tuvo que abandonar su puesto de mando, ubicado en Canosa, 700 metros a retaguardia de San Juan y unos pasos por delante de la tapia que circundaba la ciudad.

Toral, que permanecía en la sede del Gobierno Militar, se hizo cargo del mando y recayó sobre él la responsabilidad de la defensa de la asediada plaza. Por la tarde, los atacantes no lograron avanzar, ni tampoco al día siguiente, pero sí consiguieron apoderarse del embalse que abastecía de aguas a la ciudad, situado cinco kilómetros al norte. El día 3, Cervera recibió orden de zarpar y todos sus barcos fueron hundidos a la salida de la bahía.

El mismo día, Shafter, al tiempo que solicitaba permiso de Washington para replegarse, conminó a Toral a rendirse, amenazándole con bombardear la ciudad con una artillería de la que carecía. Éste, desconocedor de dicha circunstancia, pero sin agua ni posibilidades de ser auxiliado, y con víveres sólo para diez días, aceptó el envite, suspendió las hostilidades y negoció la capitulación.

Su principal error fue incluir en sus términos la totalidad de las tropas pertenecientes a la División de Cuba —estacionadas en Baracoa, El Cristo, Guantánamo, Palma Soriano, Sagua de Sámano, San Luis y Songo—, así como las de la División de Manzanillo, segunda del IV Cuerpo de Ejército, ninguna de las cuales había participado en los combates. El 13 de julio, el capitán general le autorizó a firmar la capitulación de su división, pero vetó la de la de Manzanillo, y el día 17 se rubricó solemnemente el documento, arriándose la bandera de España en Santiago.

El 31 de agosto embarcó hacia la Península, quedando en situación de cuartel en Madrid. Procesado por el Consejo Supremo de Guerra y Marina, junto con los restantes mandos de la División de Cuba, se le declaró libre de culpa en agosto de 1899, y solicitó fijar su residencia en Murcia. Aquejado de una grave depresión por el desairado papel que había jugado en el Desastre, fue internado en la planta psiquiátrica del Hospital Militar de Carabanchel, donde falleció un mes antes de cumplir setenta y dos años.

 

Obras de ~: con R. González Tablas, Diario de las Operaciones Militares de la Revolución española, con documentos interesantes sobre la Batalla de Alcolea. Comprende desde el 18 de Septiembre al 8 de Octubre de 1868, Madrid, Imprenta y Librería de Miguel Guijarro, 1869.

 

Bibl.: J. Muller y Teijeiro, Combates y capitulación de Santiago de Cuba, Madrid, Imprenta de Felipe Márquez, 1898; J. Suárez Inclán, Defensa del General Toral ante el Consejo Supremo de Guerra y Marina, reunido y constituido en Sala de Justicia, Madrid, Imprenta de Joaquín Baquedano, 1899; S. Gómez Núñez, La Guerra hispano-americana. Santiago de Cuba, Madrid, Imprenta del Cuerpo de Artillería, 1901; A. M. T. E. Wester, El combate de “El Caney”, Madrid, Est. Tipográfico El Trabajo, 1906; M. Kunz, Ejercicios tácticos de las guerras de los tiempos modernos. La Guerra Hispano-Americana, Barcelona, Imprenta Viuda de Casanovas, 1909; A. M. T. E. Wester, El combate de “San Juan”, Madrid, Publicaciones de la Revista Técnica de Infantería y Caballería, 1909; P. de Azcárate, La guerra del 98, Madrid, Alianza, 1968; P. S. Foner, La Guerra Hispano-cubano-americana y el nacimiento del imperialismo norteamericano, Madrid, Akal, 1972; D. B. Chidsey, La guerra hispano americana, 1896- 1898, Barcelona, Grijalbo, 1973; J. Barón Fernández, La guerra hispano-norteamericana de 1898, La Coruña, Edicións do Castro, 1993; G. G. Calleja Leal, “La Guerra Hispanocubano- norteamericana: los combates terrestres en el escenario oriental”, en Revista de Historia Militar, 83 (1997), págs. 91- 160; J. A. Plaza, El maldito verano del 98: los 112 días de la Guerra con los Estados Unidos, Madrid, Temas de Hoy, 1997; F. Puell de la Villa, “La insurrección en Cuba y Filipinas”, en Revista Española de Defensa, 132 (1998), págs. 38-45; A. Mas Chao, “Guantánamo. La primera batalla terrestre de la guerra hispanoamericana en Cuba”, en Revista de Historia Militar, 86 (1999), págs. 139-158; J. “Sentencia recaída contra el Excelentísimo Señor General de División D. José Toral y Velázquez y otros por la capitulación al enemigo de fuerzas del Ejército en Santiago de Cuba (1899)”, en Revista de Historia Militar, 90 (2001), págs. 255-274; A. Gómez Vizcaíno, “José Toral Velázquez”, en Memorial de Infantería, 49 (2004), págs. 47-50; El Desastre de Cuba, 1898. Las Guásimas, El Caney y las Lomas de San Juan, Madrid, Almena, 2005.

 

Fernando Puell de la Villa

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