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Diego Jaraba Bruna

Biografía

Jaraba Bruna, Diego. Daroca (Zaragoza), c. 1650 – Madrid, 23.IV.1716. Organista, clavecinista y compositor.

Su tío, el célebre organista Pablo Bruna, fue el encargado de introducirle en el arte de la música. A los diecinueve años, el Cabildo de la colegiata de Daroca le otorgó la futura sucesión en el órgano de la colegiata de Santa María o de los Corporales de Daroca.

En 1674 aparece como uno de los integrantes de la cámara del Rey, Juan de Austria, vicario general y gobernador de Aragón. Tras el fallecimiento del organista del Pilar, Joseph Muniesa, acaecido el 2 de junio de 1674, se ofreció la plaza a Diego Jaraba, recomendado por el maestro de capilla Diego de Cáseda, a lo cual accedió don Juan de Austria siempre que no abandonara su servicio como músico de cámara.

Diego Jaraba desempeñaba ambos cargos cuando firmó la aprobación de Instruccción de música sobre la guitarra española de Gaspar Sanz (1674). Su estancia en el Pilar finalizó el 1 de mayo de 1677, ya que fue contratado para servir como organista en la Real Capilla sin oposición previa, con gajes de dos plazas ordinarias de la casa de Borgoña y dos distribuciones, más 200 ducados de aumento.

Desde fecha desconocida Diego era también “maestro de clavicordio de la reina reinante”. Seguramente por su intermediación, su hermano Francisco fue admitido como organista en la Real Capilla en 1687.

Tal como cita en un artículo Luis Antonio González, el salario de Diego Jaraba experimentó varios aumentos: en 1679 (300 ducados), en 1685 (“en atención al tiempo que ha que sirve, la habilidad que tiene y al mérito que hace en servicio de la Reina nuestra Señora”) y en 1692 (400 ducados); en 1695 solicitó, junto a otros músicos, que “se les jure en las plazas de músicos de la Real Cámara”, a la que pertenecía oficialmente, según rezan sus aprobaciones de los Fragmentos músicos de Pablo Nassarre (1700) y las Reglas generales de acompañar de José de Torres (1702).

Cuando entró en vigor la reforma de la planta de la Real Capilla en 1701, se fijó como retribución para los dos organistas principales una renta de 1.000 ducados al año. Diego Jaraba, primer organista, conservó su renta de 1.500 ducados, que disfrutaba desde tiempos de Carlos II, así como otros privilegios en reconocimiento a su valía.

Junto a Francisco Larraz, tenor de la Real Capilla, Jaraba fue nombrado el 9 de enero de 1705 maestro de música de la reina María Luisa Gabriela de Saboya, aunque en 1706 se le retiraron sus emolumentos (10 doblones) por sospecharse sus simpatías austracistas.

Un año antes de su muerte, Diego Jaraba presentó un memorial al rey Felipe V, donde solicitaba que le fuera devuelta dicha merced, alegando ser “el organista más antiguo de la Real Capilla de Vuestra Majestad, puesto a sus reales pies, que de treinta y ocho años que está sirviendo en la Real Capilla de Vuestra Majestad ha logrado por habilidad la honra de ser maestro de clavicordio de tres Majestades”. Tras comprobarse la fidelidad del organista, el Rey concedió de nuevo a Jaraba los 10 doblones mensuales.

Asimismo, obtuvo el puesto de “maestro de Su Alteza el Príncipe” (el futuro Luis I, nacido en 1707), que retuvo hasta su muerte en 1716. Las tres Reinas que recibieron lecciones de música de Jaraba debieron de ser María Luisa de Orleans, Mariana de Neoburgo y María Luisa Gabriela de Saboya.

A la muerte de Jaraba, José de Torres le sucedió como primer organista principal de la Real Capilla.

Quizá existió entre ambos una cierta rivalidad, provocada por razones económicas y de prestigio. No es extraño por ello los escasos elogios que provocó en el organista zaragozano la aprobación del tratado de acompañamiento de José de Torres.

De su actividad como compositor sólo se ha conservado una mínima muestra: por lo que se refiere a la música instrumental, sólo han llegado hasta hoy dos obras, ambas recopiladas en colecciones misceláneas (las de Antonio Martín y Coll y el llamado Manuscrito de Jaca, que contiene música para tecla, arpa y conjuntos instrumentales de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII), junto a obras de Cabanilles y otros autores de gran prestigio. Se trata de Obra en lleno de 3.º tono e Ydea buena por A la mi re, que “ofrece un carácter novedoso en el panorama de la música española de tecla por el uso del cromatismo, por la abundancia de alteraciones accidentales, por la explotación recurrente de procedimientos como la secuencia (que Jaraba utiliza de un modo similar al impuesto casi un siglo antes por Sweelinck) y por el carácter decididamente virtuosísimo de la escritura: pasajes en terceras y largas tiradas de semicorchea.

Posiblemente, un buen número de piezas anónimas de la colección de Martín y Coll puedan atribuirse, por similitudes estilísticas, a Jaraba”, afirma Luis Antonio González.

También son dos las composiciones vocales conocidas de Jaraba: Lamentación 2.ª del Jueves Santo, para soprano, bajón obligado y acompañamiento de arpa o clave, que rememora la tradición barroca de las lamentaciones a solo del siglo XVII en aspectos como las citas de los tonos de recitación (tanto el hispano como el romano) o la inclusión de largas vocalizaciones en las letras hebreas; Según el musicólogo Luis Antonio González, “se aprecia un uso retórico del lenguaje musical, siempre con la ‘representación’ del texto como meta, en un estilo declamatorio salpicado de pasajes de agilidad (que parece vincularse tanto a la tradición francesa como a la española) donde el bajón dialoga con la voz en imitaciones, a menudo glosadas y cargadas de intencionalidad semántica”. Por su parte, el dúo al Santísimo Lágrimas del alma, concebido para dos sopranos y acompañamiento, presenta la forma tradicional del villancico (estribillo-coplas); de nuevo la retórica de los afectos parece ser el principal objetivo estético, lo que conlleva consigo exigencias vocales poco frecuentes en la música española de la época además del uso de técnicas propias de las obras instrumentales.

El espíritu reformista de Diego Jaraba se manifiesta también en la censura de la Instrucción de música de Gaspar Sanz (1674): sus frases (“estrañeza de falsas...

hallarán muchas novedades, y piezas tan estrañas, y de buen gusto, que los más entendidos quedarán más satisfechos”) muestran un espíritu nada conservador, sino más bien abierto a las influencias foráneas.

 

Obras de ~: Lamentaciones: Lamed. Matribus suis dixerunt (editado en P. Calahorra, Obras de los maestros de la capilla de música de la colegial de Daroca (Zaragoza) en los siglos XVII y XVIII, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1985).

Villancicos al Santísimo: Lágrimas del alma (Biblioteca de Catalunya).

Música instrumental: Obra en lleno de 3.º tono (recopilado en: Flores de música, obras y versos de varios organistas escriptas por fray Antonio Martín Coll organista de San Diego de Alcalá. Año de 1706); Ydea buena por A la mi re (Biblioteca Nacional de Madrid).

 

Bibl.: A. Lozano González, La música popular, religiosa y dramática en Zaragoza desde el siglo XVI hasta nuestros días, Zaragoza, Tipografía de Julián Sanz y Navarro, 1895; F. Pedrell, Catalech de la Biblioteca Musical de la Diputació de Barcelona, Barcelona, 1908-1909; P. Calahorra Martínez, La música en Zaragoza en los siglos XVI y XVII, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1977-1978; A. Martín Moreno, Historia de la música española. 4. Siglo XVIII, Madrid, Alianza, 1985; B. Lolo, La música en la Real Capilla de Madrid: José de Torres y Martínez-Bravo (h. 1670-1738), Madrid, Universidad Autónoma, 1988; L. Jambou, “Documentos relativos a los músicos de la segunda mitad del siglo XVII de las Capillas Reales y Villa y Corte de Madrid, sacados de su Archivo de Protocolos”, en Revista de Musicología, XII, 2 (1989), págs. 469- 514; L. A. González Marín, “Jaraba Bruna, Diego”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, t. II, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999.

 

Paulino Capdepón Verdú

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