Escobar López, Luis. Villalgordo del Júcar (Albacete), 28.VI.1887 – Albacete, 1963. Fotógrafo.
Nació en el seno de una familia humilde en Villalgordo del Júcar, un pueblo de cierto carácter situado en la linde entre Albacete y Cuenca. Como tantos niños de su tiempo, apenas tuvo oportunidad de acudir a la escuela, sólo lo justo para aprender las cuatro reglas y a escribir. En 1903 viajó a Valencia para incorporarse como voluntario al regimiento de Alcántara, en el que permaneció por espacio de cuatro años, antes de desempeñarse en diversos oficios, como cajista de imprenta, representante y vendedor de productos de farmacia. Su futuro acabó de decidirse cuando un golpe de azar le llevó a ingresar como auxiliar en el estudio de Daniel Tregón. Escobar inició entonces un largo meritoriaje profesional, que le acercó a la magia del revelado, el secreto del retoque, el montaje y la iluminación con pinturas de anilina y pastel. Cuando tuvo bien aprendido el oficio, estableció en 1915 su primer estudio de ampliaciones fotográficas, en el que permaneció por espacio de cinco años. En 1920 decidió mudarse a Albacete para abrir un modesto estudio llamado: Fotografía Valenciana.
Albacete era entonces un ancho y desmochado lugarón cuyos habitantes apenas superaban el número de 20.000. Más que un Nueva York progresado y vertical, tal como la definió Azorín, parecía un aduar con vocación de capital. La Primera Guerra Mundial impulsó definitivamente el desarrollo de la ciudad, que vivió entonces la fascinación por la modernidad. Pero, a pesar de su vivacidad y del enjambre de visitantes atraídos por el reclamo de sus comercios, el número de obstáculos que encontró el fotógrafo no debió ser pequeño, a juzgar por la magra contabilidad de su negocio. Pronto supo que su futuro no estaba en el limitado ámbito de su estudio, sino en el nomadeo profesional por los pueblos de la comarca. En los primeros días de la primavera de 1921 realizó su primera incursión como fotógrafo ambulante, iniciando una labor sacrificada y perseverante que nos ha dejado miles de fotografías de más de cien pueblos distintos y distantes, cuya imagen pretérita se conoció gracias al trabajo de este honesto profesional, sin duda el mejor fotógrafo popular español de su tiempo, dotado de un asombroso instinto fotográfico y de una conmovedora cercanía con las gentes que retrató.
Su condición de fotógrafo ambulante situó a Escobar en una ventajosa situación para dedicarse al periodismo gráfico, como corresponsal de diversas publicaciones ilustradas de su tiempo. La Guerra Civil truncó bruscamente su trabajo, especialmente el realizado en el estudio. No obstante, de aquellos años terribles nos ha dejado el fotógrafo una docena de imágenes extraordinarias. El final de la guerra supuso para él y su familia una sucesión de infortunios, desde el mismo día 29 de marzo de 1939 en que las tropas rebeldes tomaron la ciudad. Condenado por rebelión militar por su actividad profesional durante la contienda, permaneció en la Prisión Provincial de Albacete hasta marzo de 1941. Acongojado por las desgarraduras de la derrota, aún tuvo aliento para volver a la incertidumbre de los caminos, iniciando una nueva etapa de fotógrafo ambulante, hasta el umbral de los años cincuenta. En 1963 murió en su casa de Hermanos Villar, pasando a la memoria de Albacete como uno de sus ciudadanos más populares y queridos.
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Publio López Mondéjar y Lucía López Salvá
