Espinosa, Juan de. Medina de Rioseco (Valladolid), c. 1514 – Huaytará, Castrovirreina (Perú), VI.1536. Hombre de negocios.
Hijo del licenciado Gaspar de Espinosa. Miembro de una familia de comerciantes y banqueros, con varios conversos entre sus miembros, cuya actividad consistía en dirigir el comercio entre Flandes y Castilla desde Medina del Campo. Instalados en Sevilla, el comercio con las Indias permitió a los Espinosa incrementar su fortuna. Fundadores de una banca que pronto se convirtió en el punto de referencia para la actividad comercial que se realizaba en el resto de Europa y también en el Nuevo Mundo, hasta la quiebra en 1576. Por eso no es extraño que su padre proporcionara los fondos —veinte mil pesos— para financiar la compañía formada por Francisco Pizarro, Diego de Almagro y Hernando Luque para la conquista de Perú. Juan de Espinosa participó en la conquista como abastecedor de Pizarro, ya que con un navío propio le llevó soldados, armas y víveres desde Panamá.
Guillermo Lohmann Villena destaca cómo Juan de Espinosa tuvo alma de comerciante y en Panamá fue una ayuda muy valiosa para su padre, a pesar de su juventud. Gaspar de Espinosa envió a su hijo a la isla Española en 1533 para comprar caballos, armas y víveres y revenderlos luego en Perú. De vuelta a Panamá bien aprovisionado, el 4 de abril de 1534 Juan de Espinosa zarpó en dos navíos recién construidos —un bergantín y una carabela cargados de esclavos negros y de caballos— propiedad de su padre y se dirigió a Buricá, para hacer la aguada, y cargar forraje y madera, desde allí atinaron hacia el sur. Hicieron escala en Río de San Juan, donde, desorientados, permanecieron cuarenta días y —al constatar que los víveres ya no eran suficientes para abastecer las necesidades de Perú— Juan de Espinosa dio la orden de regresar a Panamá. Habían perdido un año en una expedición que fue un verdadero fracaso y en la que, además, se desmanteló uno de los navíos. Su padre no desistió de su empeño comercial en Perú, y el joven Espinosa se hizo a la mar de nuevo en los dos barcos, con ciento cincuenta hombres, esta vez con rumbo directo a la bahía de San Mateo. Llegaron a buen puerto a mediados de 1535.
El 20 de octubre, en Lima, Juan de Espinosa, como representante de su padre, y Francisco Pizarro sellaron un acto de transacción: se liquidaron las sumas que correspondían a Hernando de Luque, ya fallecido —Gaspar de Espinosa era su testamentario— y que parece que Almagro y Pizarro, como sus socios en la compañía, habían tasado en unos trece mil pesos que éste entregó a Juan de Espinosa. Durante su estancia en la Ciudad de los Reyes trabajó incansablemente —de hecho otorgó un poder para que García de Briones pudiera ayudarle en sus negocios— y se dedicó a vender productos y otorgar créditos como atestiguan las actas notariales: a Rodrigo Orgóñez (u Ordóñez), Gonzalo y Juan Romero, a Luis Batalla, Diego Pizarro, Rodrigo Villagómez, etc. Además, redistribuyó a través de Briones, que viajaba mientras él permanecía en Lima, un nuevo cargamento de víveres y productos de primera necesidad que su padre le envió vía Paita-El Callao en un barco propiedad de Pascual de Andagoya, el San Juan, que en el primer puerto se transbordó al Santiago. En cifras, Espinosa el Joven se manejaba entre los cuarenta y cinco pesos que prestó a Ordóñez y los novecientos cuatro a Batalla.
Mientras tanto, Francisco Pizarro había entronizado a Manco Inca, quien adoptó el nombre de Manco Cápac II, evocando el nombre del mítico fundador del Tahuantinsuyo. Sin embargo, los abusos cometidos por los españoles contra los indios provocaron la sublevación de Manco Cápac II en 1536. El cerco de Cuzco se hizo efectivo a fines de abril o principios de mayo y, según algunas exageradas fuentes, las tropas incaicas alcanzaban la astronómica suma de unas doscientas mil personas. Desde Lima, Francisco Pizarro envió varias expediciones a Cuzco donde resistía, sitiado, su hermano Hernando conteniendo a las tropas de Cahuide. Juan de Espinosa decidió engancharse en un destacamento a las órdenes de Gonzalo de Tapia; pensaba —dice Lohmann Villena— que podría vender sus mercancías a precios muy ventajosos una vez que el asedio terminara. La tropa tomó la ruta de Pisco. En el ascenso anterior a Vilcashuaman, Tapia y sus tropas se toparon con las fuerzas del Inca cerca del río Pampas, en Huaytará (Castrovirreina), donde se libró una sangrienta batalla con la derrota total de los españoles. Juan de Espinosa murió en el enfrentamiento, en el que además fueron incautadas por los rebeldes las mercancías que llevaba para vender en Cuzco, valoradas en unos diez mil pesos, sin contar los documentos de reconocimiento como acreedores de todos aquéllos a quienes había concedido crédito, de forma que para su padre, además del doloroso trance de la muerte de su hijo y ayudante, el incidente de Huaytará fue un revés económico muy serio.
Bibl.: M. Maticorena, “El Contrato de Panamá, 1526, para el Descubrimiento del Perú”, en Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien Actes du Colloque sur Littérature et Histoire du Pérou, 7 (1966), págs. 55-78; G. Lohmann Villena, Les Espinosa, une famille d’hommes d’affaire en Espagne et aux Indes a l’epoque de la colonisation, Paris, SEVPEN, 1968; E. Lorenzo Sanz, Cuatro mil vallisoletanos y cien poblaciones en América y Filipinas, Valladolid, Diputación Provincial, 1995, págs. 182-183.
Adelaida Sagarra Gamazo