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Al-Sumayl b. Hatim

Biografía

Al-Ṣumayl b. Ḥātim. Siria, p. s. VIII – Córdoba, 142 H./759 C. Gobernador de al-Andalus.

Al-Ṣumayl b. Ḥātim b. ‛Amr b. Ŷuḏ‛ b. Ḥamir b. Ḏī l-Ŷawšan al-Ḍibābī al-Kilābī [al-Kalbī en Iḥāḍa], noble de origen iraqí que penetró en al-Andalus con las tropas de Balŷ [s.v.]. Consta que su antepasado Ḥamir estaba en Kūfa, cuando el levantamiento de al-Ḥusayn, al que combatió, y fue quien llevó la cabeza del prestigioso rebelde al califa Yazīd. Naturalmente, aquello provocó la inquina de los ‛alíes y, cuando al-Mujtār se apoderó de Kūfa, ejecutó al que se había atrevido a matar al nieto del Profeta. Huyendo de aquellas represalias, Ḥātim se refugió en Siria, estableciéndose en el distrito de Qinnasrīn. Allí fue donde su hijo al-Ṣumayl se enroló en el Ejército enviado al Magrib por el califa Hišām para reducir la gran rebelión bereber del 122/739. Habiendo sobrevivido a la derrota del río Sebu, acompañó a Balŷ en su paso a la Península. La actuación de al-Ṣumayl se solapa parcialmente con la de Abū l-Jaḍḍār, Ṯuwāba, Yūsuf b. ‛Abd al-Raḥmān y la del primer emir andalusí, ‛Abd al-Raḥmān b. Mu‛āwiya al-Dājil.

Las diversas semblanzas, que de al-Ṣumayl nos han llegado, coinciden en presentarlo como “hombre valiente, esforzado, liberal, noble, defensor de los suyos, atrevido en derrocar dinastías y maquinar guerras. Analfabeto que no sabía leer ni escribir, pero elocuente y excelente poeta. Se erigió en jefe de los Muḍaríes frente a Abū l-Jaḍḍār, y fue quien realmente ejercía el poder en época de Yūsuf”. El Mugrib lo da como “el ‛Antara de al-Andalus”, y sabemos que su ‘casa solariega’ estaba en Lajšabal de Jódar de la provincia de Jaén, donde dejó descendencia. Sus buenas maneras no excluían el mayor desprecio hacia quien no fuera de pura raza árabe y no parece haber llegado a conocer el Corán. Su desmedida generosidad ostentosa era tal (había jurado regalarle cuanto llevara encima cada vez que le viera) que obligó al poeta Abū l-Aŷrab a no visitarle más que dos veces al año para no arruinarle. Su odio feroz contra todos los Yamāníes le llevó a matarlos siempre que pudo hallar un pretexto (y medio) para ello, siendo directamente responsable de la matanza de Secunda y diversos asesinatos encubiertos.

El protagonismo histórico de al-Ṣumayl se inicia con el episodio de la parcialidad (quizás recordando antiguas vejaciones qaysíes) de Abū l-Jaḍḍār a favor de un Kinānī. Incidente que dio pie a la airada protesta de aquel, que no vacila en erigirse en defensor “que no consiente el agravio a uno de los suyos y protector del rango de su clan”. Habiendo llegado a reprender duramente al gobernador, se verá zarandeado y expulsado, desordenado el tocado. Aprovechó aquel desaire para presentarlo como una afrenta colectiva infligida a todos los miembros de su grupo, y recaba su respaldo armado para lavar su honra. La consecuencia objetiva será que, so color de proteger a un contríbulo y defender el honor de su grupo, consiguió hacerse con la supremacía. Un motivo, inicialmente altruista, fue utilizado para conseguir fines de medro personal y, sobre todo, de hegemonía política de su grupo. El mismo al-Ṣumayl reconocía su propósito: “lo que yo quiero es arrebatarle a este beduino [Abū l-Jaḍḍār] el poder, tal y como lo he planeado”. Para lograr su objetivo de derrocar al gobernador, no duda en recabar la alianza de los Lajmíes y Ŷuḏāmíes, entregando el mando de la coalición a Ṯuwāba [s.v.]. “Pero todo el poder pertenecía a al-Ṣumayl”. El fallecimiento de Ṯuwāba inicia un periodo de cuatro meses de fuertes disensiones, y autonomía andalusí, durante los cuales un Lajmí es designado juez. Finalmente, las tropas llegan al compromiso de “repartir el mando entre Muḍaríes y Yamāníes, turnándose cada partido en el mando al cabo de un año”. Yūsuf al-Fihrī (Muḍarí) —noble qurayší que no es sino una respetable pantalla entrada en años— ejerce el primer turno, mientras Yaḥyà b. Ḥurayṯ (Ŷuḏāmí) obtiene la concesión de la provincia de Málaga. Entonces, al-Ṣumayl, sintiéndose ya lo bastante fuerte, logra la artera destitución de al-Ḥurayṯ, nuevo jefe de los Ŷuḏāmíes. Éste, indignado, se une a Abū l-Jaḍḍār para intentar hacerse con el poder y convertirse en gobernador de al-Andalus.

Radicalizadas las posiciones, “cada uno se apartaba de su vecino, para unirse a su clan propio. Esta fue la primera guerra que hubo en el Islam entre estos dos partidos [Yamān y Muḍar], pues nunca antes se había luchado por este motivo. Tal fue la gran contienda que hizo temer se perdiera el Islam en al-Andalus; siendo de un encarnizamiento tal como no se había visto otro igual en Oriente y Occidente”. El choque tuvo lugar en Secunda y la lucha fue larga y enconada, estando muy igualada. Al atardecer, viendo que los Yamāníes estaban consiguiendo una ligera ventaja, al-Ṣumayl recurrió a “las gentes del zoco de Córdoba”. La intervención de estos “cuatrocientos hombres, armados de palos, chuzos y cuchillos de carnicero”, atacando a unas tropas agotadas de cansancio, decidió la batalla, con gran matanza de Yamāníes y de sus jefes. Al-Ṣumayl, instigador y responsable directo del enfrentamiento, aprovechó para ejecutar a setenta prisioneros, y habría seguido de no haberse interpuesto el jefe de los Gaṭafān. Estamos en 130/747.

“Tras el encuentro de Secunda, Yūsuf gobernó con el asentimiento de las tropas de Muḍar, Yamān y Siria, siguiéndole la gente de al-Andalus”. Eso es lo aparente, pero la primacía la tenía al-Ṣumayl, “cuyo poder creció y ejercía realmente el gobierno, mientras los demás sólo tenían el nombre. Situación que empezó a pesarle al gobernador que se inquietó y concibió recelos, decidiendo alejar a al-Ṣumayl, confiriéndole parte de su poder. Así que, el año 132/749, le dio el gobierno de Zaragoza y su territorio”. La incorporación de al-Ṣumayl a la zona aragonesa coincidió con el inicio de una hambruna generalizada que duró varios años. Grave consecuencia de los manejos de al-Ṣumayl fue que todos los recursos se habían volcado en la lucha por hacerse con el poder en Córdoba, y ello ha conllevado una total desatención de las fronteras norteñas. Aprovechando aquello “Las gentes de Ŷillīqiya se sublevaron contra los musulmanes, creciendo su poder hasta adueñarse de la cora de Asturias. Los musulmanes de Ŷillīqiya y Astorga los combatieron mucho tiempo, hasta que ocurrió la guerra civil entre Abū l-Jaḍḍār y Ṯuwāba. Así, durante el año 133, los cristianos derrotaron y expulsaron a los musulmanes de toda Ŷillīqiya, tornáronse cristianos aquellos de fe vacilante y disminuyeron los ingresos de la tributación. De los musulmanes restantes, unos fueron muertos mientras otros huyeron tras la cordillera, hacia Astorga, Coria y Mérida”.

Estando al-Ṣumayl en Zaragoza, un noble qurayší ‛Āmir al-‛Abdarī, considerándose postergado por Yūsuf, recaba un nombramiento del Califa ‛abbāsí para iniciar un levantamiento en Córdoba. Pero, no sintiéndose seguro ante la perspectiva de terminar asesinado por el gobernador, huye a la zona aragonesa (de mayoría yamāní), donde se alía con otro rebelde, al-Zuhrī. Juntos, asedian a al-Ṣumayl que, reducido a la última necesidad, solicita la ayuda de Yūsuf. Al no lograr (o no querer) éste reunir tropas, al-Ṣumayl envía una desesperada demanda de auxilio a los Qaysíes de las divisiones de Qinnasrīn y Damasco, que consiguen alistar algunos efectivos. Pese a lo reducido de su número, la llegada de esa pequeña columna de socorro (donde iban treinta clientes omeyas) basta para que los asediantes levanten el cerco. El encubierto propósito de estos clientes no era otro que sondear la posición que al-Ṣumayl adoptaría ante el establecimiento de ‛Abd al-Raḥmān b. Mu‛āwiya en al-Andalus.

En 137/755, durante la preparación de la campaña convocada por Yūsuf para reducir a los rebeldes de la zona aragonesa, los clientes omeyas vuelven a tantear a al-Ṣumayl que, tras una promesa de apoyo, se retracta y opta por oponerse. Defraudadas sus esperanzas, los clientes se quedan rezagados para preparar encubiertamente el desembarco de ‛Abd al-Raḥmān el Emigrado (y fundador de la dinastía omeya cordobesa). La llegada de Yūsuf y al-Ṣumayl a Zaragoza hace que los rebeldes opten por entregar a sus jefes (con implícita promesa de amnistía). Pese al insistente empeño de al-Ṣumayl en que sean ejecutados, la calurosa defensa de los dos jefes de los Kalbíes (y de los qurayšíes) consigue salvarles. Con el fin de eliminar esta oposición que estorba sus sangrientos propósitos, al-Ṣumayl envía (con fuerzas marcadamente insuficientes) a ambos jefes a reprimir un levantamiento de los vascones de Pamplona. Para, tan pronto como tiene noticia de su derrota y desaparición en combate, hacer ejecutar a los rebeldes. Hechos que provocaron profundo malestar en las tropas y que el propio Yūsuf viese en el desembarco e inicio del triunfo de ‛Abd al-Raḥmān “el castigo divino por aquellas muertes”.

Al-Ṣumayl reacciona ante la noticia, proponiendo un ataque inmediato, suspendido por la deserción de las tropas y lo avanzado de la estación. Yūsuf (con engañosos propósitos según Bayān) envía emisarios al Emigrado con la proposición de “entregarle dinero, darle a su hija en matrimonio, y establecerle al frente de las provincias ocupadas por las divisiones de Damasco y Jordania”. Oferta que es rechazada, “por no ser fiable, ya que su visir y regidor de su voluntad es al-Ṣumayl, que no es de creer”. La victoria de las tropas de ‛Abd al-Raḥmān en al-Muṣāra (a las puertas de Córdoba) vio la derrota y fuga de Yūsuf (hacia Toledo) y la de al-Ṣumayl (a Jaén), así como el saqueo de los palacios de ambos. La fecha de esta batalla: 10 ḏū l-ḥiŷŷa 138/14 mayo 756 marca el principio del emirato omeya andalusí, coincidiendo con el fin del gobierno de Yūsuf/al-Ṣumayl.

Tras su derrota, ambos trataron militarmente de recobrar el poder, sometiéndose finalmente a los dos meses, en la vega de Granada. Según los términos concertados, “ambos gozarían de una amnistía total y conservaban sus propiedades, habiendo de residir en Córdoba y presentarse diariamente a palacio”. Durante algo más de un año, el asunto parecía zanjado cuando, “grandes familias que, bajo el gobierno de Yūsuf, habían gozado de consideración y concesiones territoriales, dejaron de disfrutarlas. Por lo que le incitaron a rebelarse y volverse atrás de lo acordado, no cejando hasta que le hicieron escribir a la gente principal. Los Sirios, al-Ṣumayl y los Qaysíes se negaron a ello por lo que se dirigió a los baladíes, a las gentes de Mérida y Fuente de Cantos, quienes si aceptaron [secundarle]”. ‛Abd al-Raḥmān, informado de la huida de Yūsuf a Mérida, acusó a al-Ṣumayl de complicidad, o cuando menos de encubrimiento, encarcelándole. Tras la derrota de Yūsuf en Sevilla y su posterior muerte cerca de Toledo, al-Ṣumayl fue envenenado o estrangulado en su celda.

El ‘gobierno’ de al-Ṣumayl habría abarcado desde 127/745 (derrota de Abū l-Jaḍḍār) al 142/759.

 

Bibl.: E. Lafuente Alcántara (ed. y trad.), Ajbār maŷmū‘a, Madrid, M. Rivadeneyra, 1867; Ibn Al-Aṯīr, Al-Kāmil fī l-tārīj, Leiden, E. Brill, 1871; Ibn ‘Abd Al-Ḥakam, Futūh Miṣr, New Haven, Yale Oriental Research Series, 1922; Ibn Al-Qūṭiyya, Tārīj iftitāḥ, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, 1926; Al-Maqqarī, Nafḥ al-ṭīb, El Cairo, Ed. M. Hajji, 1949; Ibn ‘Iḏārī, Al-Bayān al-mugrib, Leiden, E. Brill, 1950; Al-Mugrib fī ḥulà l-Magrib, El Cairo, 1953; Ibn Al-Jaṭīb, A‘māl, ed. de E. Lévi-Provençal, Beirut, Dār al-Ṣādir, 1956 (Iḥāṭa, El Cairo, 1975); Ibn Al-‘Abbār, Ḥulla al-Siyāra, ed. de H. Munis, El Cairo, 1963; Ibn Ḥazm, Ŷamhara, El Cairo, 1971;  R. Ximénez de Rada, Historia Arabum, Sevilla, Universidad, 1974; J. E. López Pereira (ed. y trad.), Crónica del 754, Zaragoza, Anúbar, 1980; Ibn Jaldūn, Kitāb al-‘Ibar, Beirut, Dār al-Kutub al-‘Ilmiyya, 1988; Anónimo, Fatḥ al-Andalus, ed. de L. Molina, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1994; P. Chalmeta, Invasión e islamización, Jaén, Universidad, 2003.

 

Pedro Chalmeta Gendrón

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