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Diego Nicolás de Heredia Barnuevo

Biografía

Heredia Barnuevo, Diego Nicolás de. Zújar (Granada), 14.III.1700 – Lorca (Murcia), 12.XI.1760. Canónigo del Sacromonte, burócrata eclesiástico influyente, académico y abad de la iglesia colegial de Lorca.

Diego Nicolás de Heredia Barnuevo o Barrionuevo era natural de Zújar, en el obispado de Guadix, donde nació el 14 de marzo de 1700 y fue bautizado el 27 de dicho mes. Fue colegial en el Colegio de San Dionisio Areopagita, capellán y, luego, canónigo del Sacromonte, desde el día 7 de julio de 1729 (por nombramiento de 28 de diciembre del año anterior).

Desempeñó repetidamente el cargo de rector del colegio. Ejerció el de teólogo de la Nunciatura y examinador de ella. Leyó en la fundación sacromontana las cátedras de Filosofía Moral y Teología Escolástica de Vísperas y Prima y fue misionero apostólico en muchas ocasiones “con grande aprovechamiento por el fervor y espíritu de su predicación”. En 1736 fue nombrado examinador sinodal por el obispo de Guadix.

Gozó de la amistad, aprecio y protección de Juan Francisco de la Cueva, presidente de la Real Chancillería de Granada y, luego, desde 1738, miembro del Consejo de Castilla, a quien dedicaría el Mystico ramillete.

Esta amistad y la inclinación del presidente por el Sacromonte tuvo frutos tangibles: de una parte, la construcción del camino de coches a la abadía del Sacromonte, que costeó de su pecunio particular, y, de otra, la obligación, por escritura otorgada el día 26 de abril de 1738, de “promover todas las causas pendientes en Roma que tenía este Sacromonte en orden a el negocio principal de sus libros y su prohibición”.

Heredia Barnuevo estuvo muy implicado con el ambiente cultural granadino, del que fue parte activa a través de la Academia del Trípode, fundada en 1738, estrechamente vinculada a la abadía del Sacromonte desde sus orígenes. Esta Academia estuvo tutelada por Alonso Verdugo y Castilla, III conde de Torrepalma, y entre sus componentes contó con otros sacromontanos, el más ilustre, el poeta y polígrafo José Antonio Porcel y Salablanca. En ella participó el canónigo Heredia bajo el seudónimo de El Caballero del Yelmo de Plata.

En diciembre de 1741 pasó Heredia Barnuevo a la Corte, por invitación de Juan Francisco de la Cueva, quien lo alojó en su casa y lo dio a conocer en aquellos medios literarios. En 1742, declinó “con razones bien eficaces” formar parte de la Real Junta de la Concepción, para la que había sido preconizado por su protector.

Ese mismo año fue nombrado miembro de la Real Academia de la Historia, a cuyas sesiones asistió.

También en 1742, el inquisidor general y arzobispo de Santiago, Manuel Isidro Orozco Manrique de Lara, le concedió licencia para leer y examinar libros prohibidos, sin reserva, ni limitación o excepción alguna, y en 1743 le hizo calificador del Santo Oficio.

Tras una estancia en Granada, 1750-1754, dedicado a sus antiguas cátedras, en las que había sido repuesto, volvió a Madrid como confesor de la duquesa viuda de Arco. En 1755, pasó a serlo del arzobispo de Farsalia, Manuel Quintana Bonifaz; y en diciembre de ese año fue promovido por el Rey a la máxima dignidad de la abadía, “con canongía y capellanía”, aneja a la iglesia colegial de Lorca, con 24.000 reales de renta, a cuya aceptación hubo de ser obligado, pues prefería su lugar sacromontano. Ese mismo año fue nombrado canónigo honorario del Sacromonte. Murió en Lorca el 2 de noviembre de 1760.

En 1741 publicó a su costa el Mystico ramillete, historico, chronologyco, panegirico, texido de las tres fragrantes flores del nobilissimo aintiguo Origen, exemplarissima Vida, y meritissima Fama posthuma del Ambrosio de Granada, segundo Isidoro de Sevilla, y segundo Ildefonso de España, Espejo de Jueces Seculares, exemplar de Eclesiasticos Pastores, el Illmo. y V. Sr. Don Pedro de Castro, Vaca y Quiñones [...], obra de gran trascendencia en toda la cuestión sacromontana, tanto más por llevar aparejado un incidente tan sonado como el enfrentamiento con el gran polígrafo valenciano Gregorio Mayans y Siscar. Historiográficamente, concretado el volumen en tres partes, las “tres flores” a las que alude el título, resulta improcedente, pues tanto la primera, como la tercera, son añadidos heterogéneos a la central, la segunda, esto es, la Synopsis chronologica, y avthentica de la vida del Illustrissimo, y Reverendissimo Sr. Don Pedro de Castro Cabeza de Vaca, y Quiñones..., que es la verdadera aportación del canónigo. Estas otras partes nada traen al fondo de la cuestión y por el contrario contribuyen a su oscurecimiento.

La primera, la Vaccaeis, del humanistaGabriel Calvete de Estrella, es un largo e indigesto poema latino (de 3.208 versos falecios) sobre las hazañas del padre del fundador, Cristóbal Vaca de Castro, escrito con la única finalidad de halagar a éste, muy dolido del trato dado a su progenitor por la actuación depredadora como capitán general y gobernador en Perú, cuya reivindicación fue su obsesión; la tercera es un Sermon panegyrico historial, de un predicador digno émulo de fray Gerundio de Campazas, el jesuita Nicolás Calderón, escrito de circunstancias que responde perfectamente a su título, y que sirve para marcar el exaltado clima martirial del momento, a propósito del traslado de los restos del fundador a su nueva tumba. Es decir, que la obra en sus tres flores es un producto artificioso, historiográficamente dudoso, cuyas partes son difícilmente encajables en un todo medianamente coherente, aun bajo el común denominador del panegírico desmedido.

Esto fue lo que percibió el erudito mayansiano Francisco Cerdá y Rico cuando calificó al Mystico ramillete de “tomo majadero”, “más fanfarrón que quantos pone Menckenio en su Charlatanería”. Puede que Cerdá escriba desde el desagrado de ver decepcionado su fervor por Calvete de Estrella una de cuyas obras, el Vaccaeis, veía editada en forma que le parecía impertinente, y por la irritación que debía producirle un producto historiográfico nada acorde con las líneas renovadoras en que estaba empeñada la erudición de su tiempo (como ha señalado el latinista José López de Toro). Pero, sin duda, la causa profunda de la irritación de Cerdá tuvo que ver con el episodio que protagonizó el canónigo granadino frente a su maestro y paisano Mayáns.

Sucedió —así se relata por el canónigo sacromontano, y máximo exponente falsario, Luis Francisco de Viana; a este relato aluden los entrecomillados— que en diciembre de 1742 publicó el gran erudito valenciano la edición de la obra póstuma de Nicolás Antonio Censura de historia fabulosas, y “por preludio a esta obra compuso dicho don Gregorio su synopsis de la vida del dicho don Nicolás, en que escriuió muchas cosas en deshonor de la Nación, de sus monarchas y Consejos de Inquisición, de Estado, Cámara y de Castilla, y de las religiones y iglesias de Andalucía señaladamente, y de sus arzobispos y obispos, y lo que más es, ofendiendo al piedad y el culto debido a las santas reliquias de este Sacro Monte y de su venerable e ilustrísimo fundador” (el subrayado es nuestro). Tras las consultas a grandes personalidades de la Iglesia y otros académicos, fue Heredia Barnuevo quien, como agente sacromontano, mediante “un docto memorial”, denunció la publicación a la Cámara de Castilla, que decretó, el 18 de marzo de 1743, la prohibición de la obra, y “se mandó prender toda la impresión del dicho libro, y en efecto, se prendió en Madrid y en Valencia, sin reservar el original de dicho author”.

Así fue en sus líneas generales el suceso, al margen del sesgo y del énfasis que se pone en la magnitud de las ofensas al Sacromonte y a su fundador (vid. A. Mestre).

El episodio, lleno de violencia, causó fuerte tribulación en el polígrafo de Oliva —su casa fue registrada en presencia de su familia, y sus papeles secuestrados sin miramientos— y graves inconvenientes en el futuro inmediato de su trabajo. En tal contexto, el nombramiento del canónigo sacromontano como académico de la Real Academia de la Historia (1742) venía a reforzar (a la vez que se amparaba en) la enemiga que la docta institución profesaba a Mayans por sus críticas historiográficas que atentaban al cómodo conservadurismo de la institución respecto de aspectos capitales de la historia de España, concretada en una durísima descalificación de la España primitiva, engendro falsario del académico Francisco Javier de la Huerta y Vega (1738), que había defendido la Real Academia de la Historia (también la de la Lengua).

Además de la cuestión de fondo del rechazo radical de las invenciones plúmbeas, que asociaba a los falsos cronicones, para él lacra inadmisible, Mayans había ridiculizado concretamente el Mystico ramillete a su aparición pública en 1741.

La edición de 1863, de sólo la segunda flor, es decir, de la Synopsis cronologica —aunque mantiene el título original del libro de 1741—, la escrita por Heredia Barnuevo, desactiva en mucho el carácter de “centón” deleznable que imprimió a su compilación el entusiasmo del canónigo al purgar el volumen de los elementos que arrastraron a las críticas más severas de la edición de 1741. Esta Synopsis chronologica no desmiente en nada la motivación apologética del autor, pero posee virtudes historiográficas que lo alejan de lo meramente retórico y hueco, para constituirse en “la fuente principal de todo lo que se ha escrito hasta nuestros días sobre los orígenes del Sacromonte” (J. Martín Palma), o evidenciar que “a pesar de sus evidentes defectos es una fuente importante para la vida del arzobispo y la historia de los hallazgos” (R. Taylor). En efecto, el trabajo de Heredia Barnuevo en su Synopsis chronologica es por muchos conceptos útil, más por la faltade la gran biografía moderna del fundador y de una historia integrada de la institución abacial por él fundada: cuanto dice, en rigurosa sucesión de anales, ha sido documentado con cuidado; el texto está repleto de notas y de documentos íntegros, en castellano y en latín, tomados a la letra; él mismo procuró que se incluyera certificación del canónigo secretario de la Colegial sacromontana de que esos documentos aducidos le habían sido prestados por la institución para su uso y cotejo.

Con su Mystico ramillete, Heredia Barnuevo quiso reforzar la veracidad del “hecho sacromontano” en la figura del fundador Pedro de Castro; y, a pesar del planteamiento publicístico erróneo, lo consiguió; pues fue bien acogida por el público predispuesto a la devoción martirial y en los diversos medios de la Corte, donde el autor tenía buenos apoyos; incluso varios ejemplares fueron remitidos a Roma para fundamentar el conocimiento de la materia sacromontana.

Acaso ideada en principio como un “defensorio” más de la causa irredenta, el clima renuente de la Santa Sede hacia esta literatura demasiado áspera y apasionada llevó al autor a escribir la parte central, su Synopsis chronologica, en forma de una biografía del fundador en anales, con elusión de la controversia plúmbea. Nada logró en orden a la revisión de la condena inocentiana de 1682, como tampoco lo consiguieron los defensorios propiamente dichos (de Diego de la Serna, Pastor de los Cobos y Viana-Laboraría), pero contribuyó a fortalecer el espíritu sacromontano y la permanencia de su legado con la santificación del fundador, prodigios y milagros incluidos, en la más acendrada tradición hagiográfica. En paralelo, Heredia Barnuevo, canónigo extrovertido y siempre activo fuera de los muros de la Abadía del Sacromonte, siguió ocupándose hasta su muerte en la tarea imposible de la revisión de la causa laminaria por la Santa Sede.

 

Obras de ~: Mystico ramillete, historico, chronologyco, panegirico, texido de las tres fragrantes flores del nobilissimo aintiguo Origen, exemplarissima Vida, y meritissima Fama posthuma del Ambrosio de Granada, segundo Isidoro de Sevilla, y segundo Ildefonso de España, Espejo de Jueces Seculares, exemplar de Eclesiasticos Pastores, el Illmo. y V. Sr. Don Pedro de Castro, Vaca y Quiñones, Presidente Integerrimo de las dos Chancillerías de España, dignisimo Arzobispo de Granada, y Sevilla, y Fundador Magnifico de la Insigne Iglesia Colegial del Sacro Monte Illipulitano, dalo a la luz publica el Doct. Don Diego Nicolas de Heredia Barnuevo, Canonigo Presidente de dicha Insigne Iglesia Colegial, Cathedratico de Prima en sus EscuelasTheologo, y Examinador de la Nunciatura de España, y Juez Examinador del Obispado de Guadix [...], impresso en Granada en la Imprenta Real, año de 1741 [Granada, Imprenta de Sanz, 1863; reprod. con el tít., Místico ramillete. Vida de D. Pedro de Castro, fundador del Sacromonte, intr. y álbum iconogr. de M. Barrios Aguilera, Granada, Universidad (col. Archivum), 1998].

 

Fuentes y bibl: Archivo de la Abadía del Sacromonte de Granada, Libro de entradas de los Canónigos y Abades del Sacromonte (ms.; no aparece catalogado); Ymbentario (sic) de todas las láminas de cobre, libros, ynstrumentos, documentos, bullas, escripturas, y demás presiocidades (sic), que a el presente, en este año de mil cetesientos (sic) sesenta y cinco, se hallan en el archivo secreto de quatro llabes que previenen nuestras apostólicas constituciones aya en este Sacromonte, según el título veinte y seis de ellas, 1765-1770 (por el canónigo Joseph Miguel Moreno y Rivera) (ms. C.26/Hagerty, primera parte, fols. 157r.-162v.).

J. de Ramos López, El Sacromonte de Granada, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1883; A. Mestre Sanchís, Ilustración y reforma de la Iglesia. Pensamiento político-religioso de don Gregorio Mayáns y Siscar, Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1968; M. J. Hagerty, “Catálogo de manuscritos”, en J. Martín Palma et al., La Abadía del Sacromonte, Granada, Universidad, 1974, págs. 73-82; M. Barrios Aguilera, “Don Pedro de Castro y el Sacromonte de Granada en el Místico ramillete de Heredia Barnuevo (1741)”, ensayo introductorio a la ed. facs. del Místico ramillete (ed. de 1863), op. cit.; A. Mestre Sanchís, Don Gregorio Mayáns y Siscar. Entre la erudición y la política, Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 1999; M. Barrios Aguilera, “Granada en escorzo. Luis Francisco de Viana y la historiografía del Sacromonte”, en Demófilo, 35 (2000), págs. 45-80; Los falsos cronicones contra la historia (o Granada, corona martirial), Granada, Universidad, 2004; “Pedro de Castro y los Plomos del Sacromonte. Invención y paradoja. Una aproximación crítica” y R. Benítez Sánchez-Blanco, “El Discurso del licenciado Gonzalo de Valcárcel sobre las reliquias del Sacromonte”, en M. Barrios Aguilera y M. García-Arenal (eds.), Los Plomos del Sacromonte. Invención y tesoro, Valencia, Universidad, 2006, págs. 17-50 y págs. 173-199, respect.

 

Manuel Barrios Aguilera

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