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José María Cagigal Gutiérrez

Biografía

Cagigal Gutiérrez, José María. Deusto (Vizcaya), 10.II.1928 – Barajas (Madrid), 7.XII.1983. Jesuita (SI), pedagogo y tratadista del deporte.

Nació en el seno de una familia cristiana de clase media. De los nueve hermanos, José María era el cuarto hijo. Su padre, de Santander, autodidacta, era funcionario del Cuerpo Técnico de Aduanas que llegó a ser gobernador civil de Logroño (1938-1944). La madre, de Deusto, era ama de casa de refinada educación, religiosa, muy aficionada a la música —tocaba el piano y el violín—, de carácter fuerte y fue la responsable directa de la educación de sus cuatro hijos y cinco hijas. José María se crió en un ambiente muy familiar, de talante tradicional conservador y rodeado de sus hermanos; allí aprendió a gozar de la música, pues tenía buen sentido musical (de oído), cantaba muy bien y tuvo una gran afición por todas las artes musicales. Por razones de salud del padre, que era asmático y fumador, la familia Cagigal Gutiérrez se instaló en Logroño el 1 de diciembre de 1932. José María realizó los estudios primarios y el bachillerato en el colegio de los Hermanos Maristas de la capital riojana. Desde muy temprana edad, los juegos, el deporte y las actividades recreativas entusiasmaron a José María y a su hermano Fernando, aunque estas aficiones no eran compartidas por sus hermanos mayores y mucho menos por sus progenitores. Practicó la pelota vasca, el fútbol y el atletismo.

Después de la dimisión del padre como gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Logroño, la familia se trasladó a Madrid en otoño de 1945.

José María, que acababa de finalizar el bachillerato, planteó a su familia su deseo de ingresar en el seminario de Loyola de la Compañía de Jesús. Después de un año de reflexión, durante el curso 1945-1946, en el que inició los estudios de la carrera de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, ingresó en la Compañía de Jesús. Allí pasó quince años (1946-1961), la etapa que más le marcó y que mejor definió su trayectoria futura. Se impregnó de un profundo sentido místico de la vida, aprendió idiomas, estudió técnicas de expresión y se preparó como educador. Se convirtió en un humanista convencido y dispuesto a formar a las nuevas elites que debían cambiar el orbe. Dejó la Compañía en la última fase de su formación, el escolasticado de Teología que estaba realizando en Fráncfort, unos meses antes de su ordenación sacerdotal. Durante su periplo ignaciano destaca su estancia de tres años (1954-1957) como jesuita en prácticas (“maestrillo”) en el colegio San José de Valladolid, donde ejerció como profesor de Humanidades (Latín, Literatura y Filosofía) y de director responsable de deportes. Durante este trienio, Cagigal escribió su primer libro, Hombres y deporte, de 374 páginas, publicado por la editorial Taurus de Madrid el 11 de junio de 1957, una obra fundamental en su producción intelectual. Esta obra insólita en el espacio bibliográfico del momento, con un enfoque del deporte humanista y original, obtuvo un rotundo éxito en la España de la época y se le distinguió con el Premio Nacional de Literatura Deportiva por la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes. Desde la publicación de esta obra y hasta su definitiva salida de la Compañía de Jesús, el hermano Cagigal mantuvo una intensa implicación con las estructuras oficiales del deporte encuadrados en la Delegación Nacional de Deportes. Entre las distintas actividades que desplegó en esta época, descuellan la fundación y dirección con el historiador Miguel Piernavieja del Pozo de la prestigiosa revista de estudios deportivos Citius, Altius, Fortius (1959-1976) hasta su desaparición, editada por la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes, que gozó de un gran reconocimiento internacional, y su actividad docente y conferenciante sobre el tema deportivo.

En el verano de 1961, José María Cagigal se exclaustró de la Compañía de Jesús. Aunque su bagaje profesional en torno al deporte era excelente, dudó entre emplearse profesionalmente al canto como barítono bajo (para lo que poseía excelentes condiciones) o dedicarse en serio al deporte desde la perspectiva intelectual e institucional. Por recomendación directa de su padre entró en la Delegación Nacional de Deportes, dirigida por José Antonio Elola-Olaso (1956-1966), en calidad de secretario técnico y enseguida se le encargó participar como asesor de la Ley de Educación Física que preparaba este departamento adscrito a la Secretaría General del Movimiento. La histórica función de los jesuitas de fundar centros educativos estratégicos para formar a futuras elites resultó ser una de las ideas fundamentales que recogió Cagigal de su paso por la Compañía de Jesús, y en la Ley de Educación Física tuvo ocasión de plasmar su gran proyecto: la creación de un centro de formación superior para educadores físicos.

La Ley se aprobó el 23 de diciembre de 1961 y en ella se reconoció la Educación Física como parte indisoluble de la educación integral de todo individuo y se creó el Instituto Nacional de Educación Física (INEF) “para la formación y perfeccionamiento del profesorado de educación física [...]”. El 20 de febrero de 1963, Cagigal fue nombrado subdelegado nacional de Educación Física y Deportes, cargo en el que cesó en 1966 para ser nombrado director del INEF de Madrid. Pocos meses antes, el 22 de mayo de 1965, Cagigal se casó con Isabel de Gregorio Hidalgo, nacida en Salamanca en 1938; había recibido una esmerada educación y se dedicó a las artes pictóricas siendo su especialidad el retrato. Tuvieron cinco hijos: Virginia (1966), Macarena (1967), Sofía (1969), Tobías (1972) y Francisco de Asís (1979).

El 3 de noviembre de 1967 se inició oficialmente el primer curso académico del INEF en Madrid con Cagigal de director (1967-1977). Con la apertura académica del INEF se abrió la etapa más importante en la vida personal y profesional de Cagigal. La nueva institución llenó su vida, ya que su actuación personal, profesional e institucional estuvieron determinadas por su doble condición de profesor y director del Instituto.

Al analizar la contribución profesional del personaje se distingue un doble itinerario: el intelectual teórico y el hombre de acción. En cuanto a su pensamiento se diferencian tres claves que lo configuran y explican: la humanista (“nos interesa el deporte como suceso de la persona”), la pedagógica (“el deporte está cargado de valores formativos”) o (“la educación física es ante todo educación”) y la científica (“es necesario un estudio multidisciplinar del deporte”). Con base en estas tres claves intelectuales construyó su esquema ideológico sobre un sólido triángulo en cuyos vértices se encontraban: el hombre, la educación y el deporte. Para Cagigal, el hombre es la razón última de todas las cosas en la Tierra, pero es preciso educarlo adecuadamente para que alcance su dimensión más perfecta, en un mundo tecnológico, dinámico y cambiante que afecta a la propia identidad del individuo. La educación tradicional ha quedado desfasada en la resolución educativa del hombre en el mundo moderno, y el deporte (o también la educación física, cuyo contenido esencial es el deporte) debe liderar la reforma educativa y constituirse en el centro educacional de la persona.

Cagigal se adentró en la naturaleza educativa, social y cultural del fenómeno deporte y ayudó a clasificarlo: deporte-espectáculo y deporte-praxis; reivindicando para la gran masa poblacional el segundo camino.

Desde el principio de su andadura realizó un urgente llamamiento a toda la intelectualidad para que empezaran a tratar el primer fenómeno social de nuestro siglo, el deporte, como objeto de debate intelectual y de estudio de sus respectivas disciplinas científicas, ya que consideró que el deporte traspasaba los límites de un análisis unidireccional, reclamando para él un tratamiento plural e interdisciplinar.

Como hombre de acción, destaca su participación en la Ley de Educación Física y la fundación y dirección del Instituto Nacional de Educación Física y Deportes. En el seno del INEF de Madrid, pudo desarrollar parte de su gran sueño, es decir, la transformación de la Educación Física y el deporte en nuestro país, creando un centro superior de formación de educadores físicos a imagen y semejanza de los más modernos de Europa (que conoció bien durante su estancia jesuita en Alemania y en posteriores visitas durante su etapa en la Delegación Nacional de Deportes). Bajo la dirección de Cagigal se organizaron departamentos de traducción de gran prestigio de lenguas extranjeras poco usuales, se habilitó un centro de investigación, se organizaron congresos internacionales de gran magnitud, cursos, seminarios, jornadas y demás actividades culturales; se auspició la publicación de documentos técnicos al servicio de los nuevos profesionales; se creó una gran biblioteca deportiva y se generaron intensos intercambios institucionales a nivel nacional e internacional. En suma, como hombre de confianza del sistema político al frente del INEF de Madrid, intentó una reforma de la educación física desde dentro, utilizando su emblemático centro y el aval de su gran prestigio mundial, favorecido por la presencia constante y muy activa de su director en los foros nacionales e internacionales más importantes del momento.

A nivel internacional, y paralelamente a su quehacer profesional, acumuló cargos, responsabilidades y un sólido y prolongado prestigio. Sus artículos, ponencias y trabajos se tradujeron y publicaron en diversas lenguas de los cinco continentes. Su representatividad como director de un centro líder, su conocimiento de las lenguas modernas (francés, alemán, inglés e italiano), su formación humanista, su capacidad intelectual, su competencia organizativa, su carisma personal y su mensaje fundamentado en el humanismo pedagógico, le facilitaron la vía para acceder a los órganos de dirección y decisión de las organizaciones internacionales de la educación física y el deporte más importantes de la época. De las más de ochenta organizaciones internacionales de educación física y deporte que existían en su época, Cagigal perteneció de manera directa y con responsabilidad a doce de ellas.

Destaca su participación y dirección en cinco de gran renombre: el Consejo Internacional de Educación Física y Deportes de la Unesco (Cieps), la Sociedad Internacional de Psicología del Deporte (ISSP), la Federación Internacional de Educación Física (FIEP), la Academia Olímpica Internacional (AOI) y la Asociación Internacional de Escuelas Superiores de Educación Física (Aiesep); esta última fue la más representativa en su quehacer directivo, ya que estuvo quince años como presidente hasta su trágica muerte (1968- 1983). Entre las distinciones conseguidas podemos destacar la obtención en 1971 del prestigioso galardón Philip Noel Baker Research Award por su contribución como filósofo del deporte. En general, estuvo considerado por la práctica totalidad de la comunidad científica y profesional en el ámbito de la educación física y el deporte, como uno de los expertos pensadores y organizadores de eventos internacionales más carismáticos.

Sin embargo, a nivel nacional, sus grandes ambiciones de equiparación completa de los estudios de Educación Física con los de segundo y tercer ciclo universitario y la integración de los INEF en la universidad fueron sus grandes frustraciones corporativas, que le llevaron a pedir la dimisión como director del INEF de Madrid, el 10 de octubre de 1977.

A raíz de la misma, siempre despreocupado por las cuestiones materiales y administrativas, desprovisto del apoyo político que había gozado, pasó graves dificultades económicas para él y su familia.

La Ley de Cultura Física y del Deporte de 1980 fue uno de sus grandes desencantos al no ver reflejada en ella las grandes ambiciones que siempre había soñado.

Fue tal su decepción que decidió denunciarla por la vía de la crítica periodística, lo que supuso su defenestración política en un momento muy comprometido para él, ya que era asesor personal del ministro de Cultura de la Unión de Centro Democrático (UCD), Ricardo de la Cierva. Después de su salida como director del INEF y marginado como profesor, quedó huérfano de responsabilidades institucionales. La presidencia del Consejo Superior de Deportes (CSD), a finales de 1979, fue su última oportunidad de acceder a un cargo público relevante (responsabilidad que finalmente concederían a Jesús Hermida el 25 de enero de 1980). Ya no se le presentaría ninguna oportunidad más. El 3 de noviembre de 1980, Cagigal mandaba una propuesta al nuevo presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), José Antonio Samaranch (1980-2001), con quien había coincidido y trabajado en buena sintonía durante la etapa de éste como Delegado Nacional de Educación Física y Deportes (1966- 1970), en el que le ofrecía la idea de crear un Instituto Internacional de Estudios del Deporte (IISS) bajo el patronazgo del COI con la finalidad de convertirlo más adelante en una Facultad de Educación Física y Estudios Deportivos Olímpicos incorporada a una Universidad de Suiza o a la Universidad Internacional de la Unesco. No obtuvo respuesta.

Henchido de proyectos y deseoso de recuperar en su país una posición institucional relevante no logró sus propósitos; tuvo algunos ofrecimientos que no acabaron de concretarse o que él mismo declinó, como la dirección del Instituto Vasco de Educación Física (IVEF). Sufrió con gran quebranto económico y moral la Ley de Incompatibilidades —pertenecía al INEF y al Ministerio de Cultura— y su último nombramiento fue el de asesor técnico del Ministerio de Cultura (7 de julio de 1983). Pocos meses más tarde le llegaba la muerte.

En el pensamiento y en la obra intelectual y fundacional de Cagigal hemos considerado tres etapas: la religioso-pedagógica (1957-1966); la de transición o filosófico-científica (1966-1977); y la filosófico-sociológica (1977-1983). Al final de su vida había decidido dejar de escribir sobre el deporte, quería dedicarse a escribir sobre el hombre, su verdadera pasión; se iniciaba una cuarta etapa intelectual que apenas pudo desarrollar: la filosófico-educativa (1983).

En cuanto a las contribuciones de José María Cagigal en el campo del saber, analiza el deporte y la educación física desde la pluridisciplinariedad de las ciencias sociales o humanas: la filosofía, la psicología, la psicopedagogía, la sociología, la prospectiva y la epistemología. A pesar de ser considerado como un filósofo y un pedagogo, Cagigal no puede ser encasillado profesionalmente en ninguna de las disciplinas consignadas, ni perteneció a ninguna corriente o tendencia ideológica ni política declarada. Ante todo, fue un humanista que se valió de las distintas ciencias humanas y las aplicó al deporte y a la educación física, a través de la interpretación filosófica. Fue, en definitiva, un prolífico pensador en el área del deporte y la educación física. Pionero y hombre decisivo en la nueva orientación del deporte y la educación física en España, contribuyó a su dignificación y consolidación social e institucional. Promovió el humanismo deportivo como una teoría para comprender al hombre contemporáneo.

Además, fue un hombre intensamente público; se le reclamaba constantemente para desarrollar diversas actividades intelectuales o realizar declaraciones de prensa. Durante su vida, se entregó de lleno a desarrollar sus dos grandes pasiones profesionales en el ámbito nacional e internacional: la escritura y la difusión pedagógica de su mensaje. Defendió su tesis doctoral en la Universidad Karlova de Praga el 1 de octubre de 1977, publicó nueve libros, colaboró con diversos autores en ocho capítulos de obra, leyó 64 ponencias y lecciones inaugurales (o de clausura), escribió 147 artículos, impartió 171 conferencias... y dejó 17 trabajos inéditos de distinta índole (entre ellos una obra inacabada).

El 7 de diciembre de 1983, cuando se trasladaba en avión hacia Roma en calidad de presidente de la AIESEP para exponer la ponencia inaugural del Congreso Internacional sobre el valor del juego como actividad física fundamental, falleció en un terrible accidente aéreo en el aeropuerto de Barajas. Del prestigio y reconocimiento de Cagigal en su época constituyen una buena muestra las reacciones que se produjeron a su muerte, que procedieron de todos los sectores nacionales e internacionales del mundo de la educación física y el deporte, de la prensa escrita, de políticos y de hombres del mundo de la cultura. Como muestra, basten estos dos titulares de diarios: “Ha muerto José María Cagigal, el filósofo del deporte”, o, “José María Cagigal: el hombre que sabía demasiado. Fundador del INEF, era una eminencia en el deporte mundial”.

Se le dispensaron a título póstumo, entre otras muchas condecoraciones, premios y reconocimientos el Collar de Plata de la Orden del Comité Olímpico Internacional, la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo que otorga Su Majestad el Rey o la Denominación de la estrella Centaurus Ra 12h 58 m 18 sd. -54º 8’ con el nombre José María Cagigal (de 8º magnitud) concedido por The International Star Registry, quedando registrado en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América.

 

Obras de ~: Hombres y deporte, Madrid, 1957; Deporte, pedagogía y humanismo, Madrid, 1966; Deporte, pulso de nuestro tiempo, Madrid, 1972; El deporte en la sociedad actual, Madrid, 1975; Deporte y agresión, Madrid, 1976; Las Escuelas de Educación Física en el mundo, Madrid, 1977; Pour une théorie de l’education physique: Une approche du sport contemporain, tesis doctoral, Praga (República Checa), 1 de octubre de 1977; Cultura intelectual y cultura física, Buenos Aires, 1979; Deporte, espectáculo y acción, Barcelona, 1981; ¡Oh deporte! (Anatomía de un gigante), Valladolid, 1981; Educación S.O.S., c. 1983 (inéd.); José María Cagigal. Obras selectas, Madrid, 1996, 3 vols.

Bibl.: “Ha muerto José María Cagigal, el filósofo del deporte”, en El País (Madrid), 8 de diciembre de 1983; “José María Cagigal: el hombre que sabía demasiado. Fundador del INEF, era una eminencia en el deporte mundial”, en El Mundo Deportivo (Barcelona), 8 de diciembre de 1983; VV. AA., “In memoriam: José María Cagigal”, en Bulletin de la Federation International de l’Education Physique (FIEP) (marzo de 1984), págs. 8-16; F. González Landete, “El maestro Cagigal”, en Deporte Municipal, 78 (1984), págs. 27 y ss.; M. García Ferrando, “El significado del deporte en Cagigal”, en YA, 1984, págs. 23 y ss.; J. Olivera Betrán (coord.), “José María Cagigal, tercer any d’una pèrdua”, en Apunts d’Educació Física, 6 (1986), págs. 3-50; M. Vicente Pedraz, Teoría Pedagógica de la Actividad Física, Madrid, Gymnos, 1988; J. Rodríguez López (coord.), “La epistemología de la Educación Física en José María Cagigal”, en Motricidad, 2 (1988), págs. 7-17, B. Vázquez Gómez, La educación física en la educación básica, Madrid, Gymnos, 1989; Cl. Bayer, Épistémologie des activités physiques et sportives, Paris, PUF, 1990; M. García Ferrando, Aspectos sociales del deporte. Una reflexión sociológica, Madrid, Alianza Editorial, 1990; J. I. Barbero, Deporte, “Escuela” y Sociedad (Discursos y prácticas que configuraron el deporte moderno en la Inglaterra victoriana), tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 1990; J. A. Cecchini, Reflexión histórica, antropofilosófica y epistemológica como base para una teoría sistémicocibernética de la educación física, tesis doctoral, Oviedo, Universidad, 1992; J. Rodríguez López, Teoría del deporte y teoría de la educación en José María Cagigal, Acto de homenaje a José María Cagigal, Granada, Universidad, Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, 1993; S. Coca Fernández, El hombre deportivo, Madrid, Alianza Editorial, 1993; Charra Cagigal [seudónimo de I. de Gregorio Hidalgo), Jirones, Madrid, 1993; J. Palacios Aguilar, “José María Cagigal: Toda una vida empleada, es una larga vida”, en Cuadernos Técnico Pedagóxicos, 11 (1994); J. A. Serrano Sánchez, La educación física dentro de la filosofía de José María Cagigal. Análisis evolutivo de la idea de educación física en su obra literaria y en qué modo afectó a la sociedad española, I Premio Colegio Oficial de profesores y Licenciados de Educación Física (COPLEF), Barcelona, 1996; C. González González de Mesa, La dimensión filosófica, científica y pedagógica de la obra de José María Cagigal, tesis doctoral, Oviedo, Universidad, 1996; J. Olivera Betrán, José María Cagigal Gutiérrez (1928-1983). Vida, obra y pensamiento en torno a la educación física y el deporte, tesis doctoral, Barcelona, Universidad, 1996; “La educación física en el pensamiento de José María Cagigal (1928-1983): aportaciones y vigencia actual”, en Investigaciones en Ciencias del Deporte, 16 (1997), págs. 37-65; “Análisis cronológico de la vida de José María Cagigal y su contexto histórico (1928-1983). Ensayo de una historia inmediata de la educación física y el deporte”, en Apunts. Educación Física y Deportes, 50 (1997), págs. 84- 99; “El Olimpismo en la obra y el pensamiento de José María Cagigal (1957-1983)”, en S. García Blanco (coord.), VIII Simposium de Historia de la Educación Física, Salamanca, Universidad, 2001; J. Olivera Betrán, “La contribución de José María Cagigal a las ciencias humanas aplicadas al deporte (y a la educación física)”, en Apunts. Educación Física y Deportes, 64 (2001), págs. 86-100; José María Cagigal. El humanismo deportivo: una teoría sobre el hombre, Málaga, Instituto Andaluz del Deporte-Junta de Andalucía, 2003, 2 vols.

 

Javier Olivera Betrán

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