Muḥammad III: Abū ‘Abd al-Raḥmān Muḥammad b. ‘Abd al-Raḥmān b. ‘Ubayd Allāh b. ‘Abd al-Raḥmān al-Nāşir. al-Mustakfī bi-llāh. Córdoba, 977 – Uclés (Cuenca), 12.VI.1025. Octavo califa omeya de Córdoba.
Este príncipe omeya, bisnieto de ‘Abd al-Raḥmān III, fue proclamado califa por la guardia palatina y por la multitud tras la destitución de ‘Abd al-Raḥmān V al-Mustaẓhir, primo suyo. Éste a su vez había sido elegido entre una terna, en la que estaban sus primos Ibn al-‘Irāqī y Sulaymān al-Murtaḍà. Al llegar al poder encarceló a los jeques de Córdoba que se habían mostrado partidarios de Sulaymān, con lo cual selló su perdición, pues éstos conspiraron desde la cárcel para deponerlo. Contaron con el zalmedina y con la ayuda de los cordobeses, que se rebelaron por temor a una vuelta de los beréberes, temor despertado por la llegada de un grupo de éstos al que el Califa hospedó en el alcázar. Sacaron a los encarcelados de prisión y el alcázar fue asaltado, sucumbiendo los beréberes, mientras al-Mustaẓhir se ocultaba en la leñera de los baños. Allí fue capturado y llevado a presencia del nuevo Califa que, como primera medida de gobierno, ordenó la ejecución de su antecesor.
Muḥammad III reinó dos veces, aunque en total su gobierno sólo duró dieciséis meses (del 8 de enero de 1024 hasta que fue depuesto el 26 de mayo de 1025). Era hijo de ‘Abd al-Raḥmān b. ‘Ubayd Allāh, el crucificado el 18 de enero de 979 en la puerta de la Azuda de Córdoba por haber conspirado contra el califa Hišām II, y de una esclava de nombre Ḥawrā’ o Ŷawrā. Muḥammad es descrito como “rechoncho, rubio, zarco, de nariz fina y proporcionada, de cara y barba redondas, grueso de rostro y cuerpo, de gran vientre, amigo de comer, beber, copular y demorarse” (La caída del Califato, trad. F. Maíllo, pág. 125). La gente lo llamaba “el Miedosillo” y también Abū Zukayra o “el tío del odre” (“el odrecillo”), tal vez en alusión a su afición al vino.
Fue investido con el nombre de al-Mustakfī bi-llāh (“el que pone su confianza en Dios”), a imitación del califa ‘abbāsí que reinó en Oriente de 944 a 946. Citan las fuentes varias coincidencias más entre ambos califas, aparte del nombre: sus abundantes defectos y algunas circunstancias personales, como el hecho de que ambos se rebelaran contra un primo, la duración de su reinado y de su vida (cincuenta y dos años), su temprana orfandad, etc. Hacen hincapié en sus caracteres indolentes y perezosos, el libertinaje al que se entregaron y su inclinación a la bebida. Se dice del andalusí que Dios lo envió como castigo y maldición.
Al-Mustakfi es calificado por las fuentes de inepto, ignorante y carente de toda virtud. Las críticas se extienden al terreno político, en el que no se destaca ningún logro durante su gobierno. Es más, los cordobeses, cansados de él, decidieron apartarlo del poder y sustituirlo por su primo al-‘Irāqī, pero Al-Mustakfi consiguió echar abajo la conjura y le dieron la oportunidad de un segundo reinado. Él, por el contrario, no dio más oportunidades a al-‘Irāqī, al que estranguló.
Muchos gobernantes en tan poco tiempo y muchas luchas habían arruinado el Estado, pero Muḥammad al-Mustakfi no contribuyó a paliar la desastrosa situación económica. También en su tiempo se destruyeron los palacios omeyas y se acabó con lo poco que quedaba de al-Zāhira, la ciudad de los ‘āmiríes. Muhammad se casó con una mujer de baja condición, hija de un tal al-Aslamī, que por el nombre que llevaba, debía de ser cristiano o judío. No se sabe si esta mujer es la llamada Bint Sakrà al-Mawrūriyya (o Murūziyya o Marwazīya), por la que sintió un amor apasionado y que dominó su voluntad. Fue padre de la famosa poetisa Wallāda, pero no tuvo descendencia masculina, por lo que nombró heredero a su primo Sulaymān b. Hišām b. ‘Ubayd Allāh b. al-Nāşir, que nunca llegó a reinar.
Muűammad III fue depuesto el 16 de mayo de 1025, se dice que en el curso de un convite que había organizado con el propósito de matar a los notables cordobeses que anteriormente conspiraron contra él. Con esa intención había introducido en el salón hombres armados. Comenzó reprochándoles su espíritu levantisco, reproches a los que respondió uno de la plebe, reprobando su conducta y otros, levantándose contra él y expulsándolo. Decidió entonces huir de Córdoba y lo hizo disfrazado de mujer y escoltado por dos de ellas. Pocos días después, el 12 de junio de 1025, fue asesinado en Uclés por alguno de sus hombres, codicioso de las alhajas y riquezas que llevaba.
También se dice que el suceso tuvo lugar en una alquería cercana a Medinaceli llamada Šammunat, y que fue ‘Abd al-Raḥmān b. Muḥammad b. al-Salīm quien, cansado de acompañarlo, cogió una planta venenosa que abundaba en la región y la escondió en una gallina, de suerte que cuando al-Mustakfī la probó, cayó fulminado. Fue enterrado allí mismo. Tenía cuarenta y ocho años lunares, aunque también se afirma que cincuenta y dos.
Bibl.: Ibn al-Jaṭīb, Histoire de l’Espagne musulmane: extrait du Kitāb A‘māl al-a‘lām, ed. E. Lévi-Provençal, Rabat, Moncho, 1934, págs. 158-159; E. Lévi-Provençal, España musulmana hasta la caída del Califato de Córdoba (711-1031 de J. C.), en Historia de España de Menéndez Pidal, t. IV, Madrid, Espasa Calpe, 1947, págs. 482-484; E. Terés, “Linajes árabes en al-Andalus según la ‘Ŷamhara’ de Ibn Ḥazm”, en Al-Andalus, XXII, 1 (1957), pág. 79; Ibn al-Abbār, Kitāb al-Ḥulla al siyarā’ ed. Ḥ. Mu’nis, vol. II, El Cairo, Al-Šarika al-‘Arabiyya li-l-Ţibā‘a wa-l-Našr, 1963, pág. 12, n.º 113 (biog. de al-Mustaẓhir); Ibn Sa‘īd, Al-Mugrib fī Ḥulà l-Magrib, ed. Šawqī Ḍayf, vol. I, El Cairo, Dār al-Ma‘ārif, 1964, n.º 5, págs. 54-55; Ibn ‘Iḏārī al-Marrākušī, Kitāb al-Bayān al-Mugrib fī ajbār al-Andalus wa-l-Magrib = Histoire de l’Afrique du Nord et de l’Espagne musulmane, ed. G. S. Colin y E. Lévi-Provençal, vol. III, Beirut, Dār al-Ṯaqāfa, 1967, págs. 140-143; Al-Maqqarī, Nafḥ al-ṭīb min gusn al-Andalus al-raṭīb, ed. I. ‘Abbās, vol. I, Beirut, Dār Şādir, 1968, págs. 437-438; Ibn Ḥazm, Naqţ al-‘Arūš, trad. L. Seco de Lucena, texto árabe C. F. Seybol, índices M.ª M. Cárcel Ortí, Valencia, Anubar, 1974, pág. 66; Ibn Bassām al-Šantarānī, Al-Ḏajīra fī maḥāsin ahl al-Ŷazīra, ed. I. ‘Abbās, vol. I, Beirut, Dār al-Ṯaqāfa, 1979, págs. 48, 53-55 y 433-437; Una descripción anónima de al-Andalus = Dikr bilad al-Andalus, ed. y trad. L. Molina, Madrid, Instituto Miguel Asín, 1983, t. I, págs. 209 y 210-212 (texto árabe), y t. II, págs. 219 y 221-222 (trad. española); Ibn Jaldūn, Kitāb al-‘Ibar, Beirut, Dār al-‘Ilm li-l-Ŷamī‘, s. f., IV, pág. 152; Al-Ḥumaydī, Ŷaḏwat al-muqtabis fī ta’rīj ‘ulamā’ al-Andalus, ed. de I. al-Abyārī, vol. I, Beirut, Dār al-Kitāb al-Lubnānī, 1983, pág. 58; A. Uzquiza Bartolomé, “La familia omeya en al-Andalus”, en M. Marín et al. (eds.), Estudios Onomástico-biográficos de al-Andalus, t. V, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ICMA, 1992, n.º 233, pág. 410; J. Vallvé Bermejo, El Califato de Córdoba, Madrid, Mapfre, 1992, pág. 263; Ibn ‘Iḏārī al-Marrāušī, La caída del Califato de Córdoba y los reyes de taifas (al-Bayān al-Mugrib), est., trad. y notas de F. Maíllo Salgado, Salamanca, Universidad, 1993, págs. 123-125; M. Marín, Mujeres en al-Andalus, en M. Marín et al. (eds.), Estudios Onomástico-biográficos de al-Andalus, vol. XI, Madrid, CSIC, Departamento de Estudios Árabes, 2000, págs. 102, 424 y 684.
María Luisa Ávila Navarro