Álvarez, Gabriel. ¿Zaragoza?, s. m. s. xv – Zaragoza, 1528-1529. Bordador.
Fue Gabriel Álvarez el iniciador de una importante dinastía de bordadores de Zaragoza, sin duda la más importante del arte del bordado en esta ciudad. Él mismo tuvo una trayectoria profesional muy destacada y realizó obras de bordado para diferentes instituciones aragonesas. Fue uno de los máximos representantes de la pujanza alcanzada por el arte del bordado en la segunda mitad del siglo xv en Zaragoza, preludio del gran esplendor de esta manifestación artística en la capital aragonesa, logrado en el siglo xvi.
Sin duda fue ésta la época dorada del bordado zaragozano y los grandes protagonistas de esta edad de oro fueron Gabriel Álvarez y sus hijos y nietos.
Casado con Magdalena López y de Sos, tuvo con ella cuatro hijos: Gabriel, Agustín, Juan y Francisca.
Dos de ellos, Juan y Agustín, continuaron ejerciendo el oficio paterno y, en concreto Agustín, que llegó a convertirse en el bordador zaragozano más importante de la centuria. Su hija Francisca también siguió vinculada a la profesión de su padre, al contraer matrimonio con el también bordador Mateo Sobrino.
Gabriel Álvarez trabajó para las principales iglesias e instituciones eclesiásticas aragonesas. En 1514 vendió a mosén Antón Alamán, canónigo de la catedral de Jaca (Huesca), una cenefa y capillo de una capa bordados con las imágenes de los apóstoles, profetas y la Adoración de los Reyes Magos, todo bordado en oro y sedas. En 1518, bordó una capa para la iglesia de Cariñena (Zaragoza), según el modelo de la capa de Martín García, obispo de Barcelona, que se encontraba en la catedral de Zaragoza.
Sin embargo, destaca sobre todo la continua vinculación de Gabriel Álvarez con la catedral de San Salvador de Zaragoza y la entonces iglesia colegial de Nuestra Señora del Pilar de la misma ciudad. En la documentación de la catedral zaragozana figura este artífice como bordador de la misma. Este cargo implicaba que el artista debía ocuparse del cuidado y reparación de los ornamentos dañados y de la hechura y ornamentación de aquellos que se consideraran necesarios para el culto divino. Estas tareas suponían para un bordador un sueldo fijo anual y la seguridad de que cualquier obra que se hiciese para la principal iglesia aragonesa saldría de su taller. El hecho de que Gabriel Álvarez fuese escogido por la catedral de Zaragoza, entre todos los bordadores de la ciudad, permite afirmar que fue el artista de la aguja más importante de su época. Sus trabajos en la sede cesaraugustana le acarrearon una notable fama, un buen número de encargos y el mérito de ser el autor de los más delicados y ricos bordados del momento en Aragón. Pero Gabriel Álvarez no sólo ejerció estos trabajos en la catedral de Zaragoza, sino que hizo lo propio en la segunda iglesia más importante de la ciudad, la de Nuestra Señora del Pilar. En la misma trabajó durante más de treinta años, revisando los ornamentos dañados y realizando muchos otros nuevos.
Ambas iglesias quedaron totalmente satisfechas de su labor y maestría, prueba de ello es que, tras el fallecimiento de Gabriel Álvarez, sus hijos Agustín y Juan fueron nombrados bordadores de San Salvador y Nuestra Señora del Pilar, respectivamente.
Obras de ~: cenefa y capillo de una capa con las imágenes de los apóstoles, profetas y la Adoración de los Reyes Magos para la catedral, Jaca, 1514; capa para la iglesia de Cariñena (Zaragoza), 1518.
Bibl.: A. M.ª Ágreda Pino, Los ornamentos en las iglesias zaragozanas. Siglos xvi-xviii. Aportaciones al estudio de los talleres de bordado y de las artes textiles en Aragón en la Edad Moderna, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2001.
Ana María Ágreda Pino