Ava. Condesa de Castilla. ?, p. t. s. X – p. s. XI. Miembro de la familia condal de Ribagorza y esposa del conde castellano García Fernández (970-995).
Quinta hija de Raimundo II, conde de Ribagorza, y de Garsenda de Fezensac (Gascuña). Esposa del conde castellano García Fernández (970-995), con el que debió casarse en vida de su padre y quizá por influencia de Toda de Pamplona. Engendró una numerosa prole, compuesta al parecer por siete infantes (dos varones y cinco mujeres): Sancho García, que sería conde castellano de 995 a 1017; Gonzalo; Mayor, esposa de Raimundo III de Pallars; Toda, casada con el conde Sancho Gómez; Elvira, mujer del rey de León Bermudo III y Urraca y Óneca, que abrazaron la vida religiosa ingresando en el monasterio de Covarrubias y en el de San Juan de Villaperlata respectivamente.
La prematura muerte de su padre hacia el año 960, y la ausencia de un heredero en la siguiente generación (ninguno de sus hermanos varones había aportado vástagos a la sucesión familiar), abocó al condado a una cierta crisis. Para finales del siglo x, el único personaje sobre el que podía recaer el futuro dinástico era Guillermo, fruto de una relación extramatrimonial de Isarno, hermano de Ava, que fue enviado a Castilla junto a ella, ya viuda, para ser educado. No obstante, en un breve espacio de tiempo, y tras las campañas musulmanas que habían arrasado el sector nuclear del condado (1006), incluida la sede episcopal de Roda, murieron sus condes dirigentes: Isarno (1003), su cuñado Suñer (1011) y el mencionado Guillermo (1017). De esa forma la herencia ribagorzana recayó en una de las hijas de Ava: Mayor de Castilla, repudiada por su esposo y retirada a los valles de Benasque y Sos, en la alta Ribagorza. Así, tras una serie de circunstancias y gracias a la intervención militar de Sancho el Mayor, casado con una nieta de Ava, este condado epicarolingio se integró en el conglomerado soberano de Pamplona (1018 y 1025).
Ava participó, al parecer, junto a su marido, en alguna de las actividades condales según varios documentos, entre los que cabe destacar el de la fundación del infantado de Covarrubias, donde radicaba el monasterio de San Cosme y San Damián (978), para su hija Urraca. Además esta vinculación de Castilla con Ribagorza, si bien en forma de alianza matrimonial, ensanchó el radio de influencia de esta primera fuerza política, al enlazar con asuntos pirenaicos. En otro orden de cosas, no debe darse crédito a la leyenda que narra la conspiración protagonizada por Ava contra su marido, recogida por Ramón Menéndez Pidal.
La condesa está enterrada en el panteón del monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos), lugar donde también reposan los restos mortales de su marido.
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Julia Pavón Benito