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Domingo Ereño

Biografía

Ereño, Domingo. Lemona (Vizcaya), 6.V.1811 – Buenos Aires (Argentina), 23.III.1871. Sacerdote.

Vistió los hábitos de carmelitas de Lazcano, Guipúzcoa, a los dieciséis años de edad. Se trasladó a Burgos, y más tarde a Pamplona, donde amplió sus estudios teológicos para ordenarse sacerdote en Logroño e ingresar en el convento de Marquina.

Su espíritu combativo le llevó a tomar partido en la guerra entre carlistas e isabelinos, tomando partido por los primeros. En 1839, al firmarse el Convenio de Bergara, que ponía fin a este enfrentamiento y otorgaba el triunfo a los isabelinos, debió exiliarse. Llegó a Montevideo en 1842 y participó del sitio de la ciudad como teniente cura del Cordón. Tomó partido por el general Oribe, para cuya causa militó durante toda su vida. Poco después se trasladó al pueblo del Cardal, más tarde pueblo de la Restauración, donde levantó la primera de las tres iglesias que mandaría construir. Oribe le tomó bajo su protección, nombrándolo párroco de la iglesia de San Agustín. A causa de un motín que se produjo en Montevideo, las fuerzas leales a Oribe —en las que militaba el presbítero Ereño— se vieron obligadas a deponer las armas ante las órdenes del presidente Giró. Ereño tomó el camino del destierro y se estableció en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, donde obtuvo el amparo del gobernador general Urquiza. Demostró su lealtad a la causa federal manifestando apoyo y devoción por Urquiza y también por el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. En Villaguay, en la misma provincia de Entre Ríos, fue designado cura y vicario, y como tal mandó construir un nuevo templo para la ciudad. Unos años más tarde se estableció en Concepción del Uruguay, donde inició su actuación docente en el histórico Colegio Nacional del Uruguay, junto al doctor Benjamín Victorica. Allí se desempeñó como profesor de Latín y vicerrector. Como cura de parroquia, proyectó y realizó la construcción del tercer templo, el de la Inmaculada Concepción.

Jamás dejó de lado su participación política y su compromiso social. Mantuvo una cuantiosa correspondencia con sus amigos de la Banda Oriental del Uruguay y con el general Urquiza. En mérito a los servicios prestados a la causa federal, fue designado en 1860 Arcediano honorario de la Iglesia Catedral de Paraná. Al año siguiente se le nombró cura vicario foráneo de la capital. Al producirse la trágica muerte del general Urquiza en San José, el presbítero Ereño se alejó a Buenos Aires para ejercer su ministerio. Allí falleció víctima del flagelo de la fiebre amarilla. Sus restos fueron repatriados en 1882 para descansar en la iglesia de San Agustín, en Uruguay. Una avenida de la localidad de Concepción del Uruguay, en la provincia de Entre Ríos, lleva su nombre.

 

Bibl.: R. Sero Mantero, El presbítero don Domingo Ereño.

Vicerrector del histórico Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, Paraná, 1943, págs. 22-37; L. Bonavita, Aguafuertes de la Restauración, Montevideo, 1943; M. C. Gras, Rosas y Urquiza, Buenos Aires, 1948; M. J. Magariños de Mello, El gobierno del Cerrito, t. II, vol. I, Montevideo, El Siglo Ilustrado, 1954, pág. 519.

 

Sandra Fabiana Olivero

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