Loinaz Torres, Francisco de. Aya (Guipúzcoa), c. 1730 – Madrid, 17.VII.1801. Funcionario ilustrado.
Nada se sabe de sus primeros años de vida y juventud, que debió de pasarlos en la pequeña localidad guipuzcoana donde nació, fruto del matrimonio entre Juan Bautista de Loinaz y Teresa de Torres. Su tardía aparición en Madrid, en 1768, como tesorero de la Renta del Tabaco, pone sobre la pista de lo que podría haber sido su carrera administrativa. Resulta revelador comprobar que el apellido Loinaz se repite con bastante frecuencia entre los funcionarios que trabajaban en las dependencias del estanco tabaquero de Cuba, Mallorca o Madrid. No parece una casualidad que por aquellos años fuera director general en la Corte y ministro de la Real Junta de Tabaco el también guipuzcoano Martín de Loinaz y Oñativia, por lo que no hay que descartar que Francisco de Loinaz se hubiera formado en la administración de este estanco bajo el amparo de alguno de sus paisanos.
Sea como fuere, en aquellas fechas era un miembro muy activo de la colonia vasca organizada en torno a la Real Congregación de San Ignacio de Loyola, de la que fue su celador secular por Guipúzcoa en 1775. Fue testigo directo de la creación en Madrid de una estructura administrativa que apoyó las gestiones de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País ante las autoridades reales. Ingresó en esta novedosa entidad ilustrada en 1772, como amigo benemérito y de mérito. Un año después fue nombrado su vicerrecaudador en Madrid, con la tarea de repartir las patentes a los nuevos socios, dar los avisos y extender los justificantes de cobro.
Se mantuvo en el cargo hasta el verano de 1776 desarrollando una labor incansable en la tramitación de los asuntos de la Sociedad, siempre secundado con acierto por el marqués de Valdelirios, Domingo de Marcoleta, o el agente Manuel de Amilaga. Participó activamente en el proyecto de la Bascongada de establecer una Compañía de Pesca de Cecial, de la que fue su recaudador de fondos para acciones y el encargado de la distribución de las primeras remesas de pescado en los mercados madrileños. Lo mismo se podría decir de las gestiones realizadas con el general Ricardos, el conde de O’Reylli o la tienda de Geniani para comercializar manufacturas fabricadas en el País Vasco, como botones dorados y plateados para uniformes militares, puños de espada y bocados de caballerías.
En 1770 casó con María Teresa Andrés Chapati, viuda del también guipuzcoano Juan Bautista de Olasagasti, caballero de la Orden de Santiago. Un ventajoso matrimonio que le reportó una hacienda valorada en más de medio millón de reales. Viudo y sin hijos, testó a favor de sus sobrinos en el mes de junio de 1800, cuando era miembro del tribunal de la Contaduría Mayor de Cuentas.
Bibl.: Noticia del origen, fundación, objeto y constituciones de la Real Congregación de naturales y originarios de las tres provincias vascongadas establecida bajo la advocación del glorioso San Ignacio de Loyola, Madrid, D. Eusebio Aguado, 1864; La Ilustración vasca. Cartas de Xavier María de Munibe, Conde de Peñaflorida, a Pedro Jacinto de Álava, Vitoria, Parlamento Vasco, 1987; J. Astigarraga, “La Compañía General de Pesca Marítima en las costas del mar Cantábrico (1770-1782)”, en Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, vol. XLVIII (1992), págs. 137-158; Epistolario del Fondo Prestamero, Vitoria, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 1996; M. C. Urdiain, Catálogo del fondo de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, Vitoria, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 1997.
Juan Luis Blanco Mozo
