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Agustín Luengo Capilla

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Biografía

Luengo Capilla, Agustín. El Gigante Extremeño. Puebla de Alcocer (Badajoz), 15.VIII.1849 – Madrid, 31.XII.1875. Gigante acromegálico.

Es el mayor de los seis hijos de una familia del medio rural con muy escasos recursos. En torno los catorce años su crecimiento se acelera, a causa muy probablemente de una sobreproducción de somatotropina (la hormona del crecimiento), debida a la existencia de un adenoma en la hipófisis (glándula pituitaria). Cuando esta patología se produce durante la etapa habitual del crecimiento, antes de la osificación del cartílago epifisario, se denomina gigantismo; si continúa en momentos posteriores, se conoce como acromegalia. Luengo la padece en ambas fases. Mientras la enfermedad cursa como gigantismo, el crecimiento del cuerpo resulta proporcionado; cuando se transmuta en acromegalia, la mayor parte de los órganos del individuo siguen creciendo, también su esqueleto, con la excepción de los huesos largos, que tras el cierre de las epífisis ya no pueden crecer más. En esta fase, el crecimiento de los huesos del cráneo y de la mandíbula altera de manera radical la forma del rostro: se alarga, se hace prognato, se agranda la base de la nariz y se intensifica el arco superciliar. Además, el exceso de circulación de somatotropina en el torrente sanguíneo, el “efecto masa” ocasionado por el adenoma y el agrandamiento de los órganos internos inciden de forma muy negativa en la salud del enfermo, siendo causa de insuficiencia respiratoria, hipertrofia ventricular, miocardiopatías y diabetes. También es habitual que se produzcan otros muchos trastornos asociados a la enfermedad principal: osteoporosis, debilidad muscular, hipertensión arterial, dolores articulares, cefaleas y un largo etcétera. Por supuesto, todo ello ocurre si no se combate o se extirpa el adenoma hipofisario, circunstancia que afecta a Agustín y al resto de los enfermos acromegálicos hasta bien entrado el siglo XX.

A los diecisiete años tiene ya “la corpulencia de cualquier hombre”, y es entonces cuando comienza a perder la vista y a sufrir intensos dolores de cabeza, típicos trastornos asociados a su enfermedad. Más allá de este y de algún otro escueto dato apuntado por el doctor Pedro González Velasco al redactar su autopsia, nada conocemos de forma fehaciente sobre su vida hasta apenas tres meses antes de su fallecimiento. Todo lo que se ha escrito sobre su vinculación con circos y la presunta venta de su cuerpo (en vida) al citado doctor es mera fantasía.

El 3 de octubre de 1875, el diario madrileño La Correspondencia de España ofrece el primer dato fidedigno sobre el personaje: ha sido presentado al rey Alfonso XII. Sabemos que llegó acompañado por su madre, que venían de Andalucía y que habían pasado por algún balneario, muy probablemente buscando alivio para sus padecimientos. Mientras está en Madrid, su salud empeora. El 10 de diciembre el mismo diario informa de su extrema gravedad y de que carece de recursos económicos, dato que demuestra la falsedad del presunto contrato firmado con Velasco. Muere el 31 de diciembre y, con la autorización de la madre, al día siguiente el cuerpo se traslada al Museo Antropológico que Velasco había inaugurado en Madrid en abril de ese mismo año. Velasco realiza un molde en yeso del cadáver, retira y curte la piel y prepara su esqueleto. A los treinta días de la muerte del pacense su esqueleto y el vaciado se exponen ya en el salón grande del museo (ambos serán presentados por Velasco en la Exposición Universal de París de 1878). Siete meses más tarde, se exhibe una tercera “versión”: la piel montada sobre un maniquí cubierta con sus propias ropas; es decir, se presenta a Luengo taxidermizado. Esta figura debió de ser destruida en la década de 1940; el vaciado (bastante deteriorado) y el esqueleto continúan formando parte de la exposición permanente del Museo Nacional de Antropología, cuya sede es el antiguo museo del doctor.

Según Velasco, la altura que alcanza Agustín en el momento de su muerte es de 2,30 metros, lo que le convierte en el segundo ciudadano español más alto conocido, solo por detrás de Miguel Joaquín Eleicegui Ateaga, el “Gigante de Altzo”, que pudo haber llegado a los 2,42 m. El interés que manifiesta el doctor por el personaje (y por otros casos de teratología humana) es compartido durante la mayor parte del siglo XVIII, el XIX y el primer tercio del XX por naturalistas, médicos y antropólogos, para quienes las extraordinarias características físicas de estos individuos resultan fascinantes. No obstante, ninguno sabe nada sobre las causas de tan desmedido crecimiento, pues es solo en 1909 cuando el neurocirujano norteamericano Harvey Cushing vincula esta patología con la existencia de un adenoma hipofisario.

Desde 2015 la figura de Agustín Luengo cuenta con una exposición permanente en su localidad natal. Aunque presenta algunos materiales de interés, adolece de asumir toda la información apócrifa que circula sobre el personaje. También exhibe dos carteles que presuntamente habría utilizado en sus exhibiciones. No obstante, y pese a exhaustivas búsquedas realizadas en las principales hemerotecas digitales, hasta el momento no se ha localizado información alguna que pueda confirmar dichas presentaciones públicas.

Bibl.: P. González Velasco, “Exposición Universal de París de 1878. Objetos remitidos por el Dr. Velasco”, en El Anfiteatro Anatómico Español y el Pabellón Médico, 122 (1878), pág. 32; P. González Velasco, Catálogo de los objetos presentados en el Exposición Universal de París en 1878 por el doctor D. Pedro G. Velasco, Madrid, Imprenta Central, 1878, págs. 23-29; L. A. Sánchez Gómez, “Anatomías míticas: el caso de Agustín Luengo Capilla, ‘El Gigante Extremeño’”, en Revista Historia Autónoma, 10 (2017), págs. 87-104, https://doi.org/10.15366/rha2017.10.005.

Luis Ángel Sánchez Gómez

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