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Marco Porcio Latrón

Biografía

Porcio Latrón, Marco. Marcus Porcius Latro, 54-55 a. C. – ¿Roma (Italia)?, 4-3 d. C. Orador y maestro de retórica y de declamación romano.

Parece haber nacido, seguramente en la Bética en el 55-54 a. C. El praenomen y el nomen lo vinculan a la descendencia de las clientelas hispanas de Catón y el cognomen Latro resulta algo sorprendente, ya que significa pirata o salteador de caminos, con un carácter claramente peyorativo. Es curioso observar el interés por este tipo de personajes que parece tener después este orador y la adecuación a las características tópicas de los hispanos, en el imaginario romano de la época, del mismo. Las noticias que se poseen sobre este personaje dependen fundamentalmente de las Controversias de Séneca padre, en las cuales se deja claro que era hispano y que era no sólo un coetáneo, sino también un compañero queridísimo con el que le unía una amistad que se prolongó desde la infancia hasta la muerte del mismo (contr. praef. 12), en unos términos que recuerdan el De amicitia de Cicerón.

En el mismo pasaje recuerda su capacidad de autocontrol de una elocuencia seria y al mismo tiempo de gran suavidad y dignidad. Las características de su carácter vehemente, que no podía interrumpir su trabajo encadenando las noches con los días, que se compensaban terminado el trabajo, con todo tipo de actividades de ocio divertidas y agradables entre las cuales destacaba la vida campestre y la caza (contr.

praef. 14-15), lo que le producía una completa renovación intelectual, contrapesada por un cansancio físico y mental a veces consecuencia de su vehemencia (contr. praef. 15). Séneca el rétor ha dejado incluso una vívida descripción física: su cuerpo era sólido y robustecido por el mucho ejercicio, su voz era fuerte pero sorda y al principio antes de entrar en materia aparecía casi débil y con la acción se crecía. Según el mismo Séneca, nunca ejercitó la voz y tampoco perdió el carácter rústico y fuerte propio de las costumbres hispanas; trabajaba de noche después de la cena, algo inusual entre los romanos; una buena memoria contribuía a completar sus dotes (contr. praef.

16-17). Hasta tal punto era potente su memoria que decía que escribía en su propio ánimo y que los códices eran superfluos para él, que no olvidaba ni una sola palabra de lo que debía declamar; tenía un conocimiento completo de la historia y bastaba que le mencionasen un general para relatar acto seguido los hechos del mismo con gran fluidez (contr. praef. 19).

Parece que, según sus críticos, su punto débil era la argumentación jurídica, elemento indispensable que intentaba compensar con valoraciones éticas que enmascaraban la poca solidez de su razonamiento legal.

Por último Séneca deja constancia que a quienes habían supuesto en Latrón más fuerza y energía que sutileza había que oponer que si alguna virtud tuvo Porcio Latrón fue la de la sutileza (contr. praef. 20).

Todo el resto del prólogo de las Controversias de Séneca está dedicado al recuerdo de Latrón, a proponer su ejemplo a sus propios discípulos y a rechazar a sus detractores. Al igual que Horacio con su maestro, Séneca niega la capacidad de Marulo, el maestro que compartió con Latrón (contr. praef. 22 y 24), y proclama la superioridad de este último. Los hispanismos debieron efectivamente permanecer en la lengua de Latrón, ya que el declamador Mesala parece haber afirmado que era elocuente en “su lengua particular” (Sen. contr. II, 4, 8).

Latrón y su versatilidad y capacidad para realizar esquemas de controversias sirven de acicate para los alumnos de Séneca el Viejo, que le consagra el monumento de sus propias controversias. Los argumentos son intrincados y muy frecuentemente casi paradójicos y se debe su conocimiento solamente a la obra de Séneca. Las Controversias de Séneca se abren situando en primer lugar una sobre un tío paterno que deshereda a su sobrino (Patruus abdicans), donde Porcius Latro representa el papel del sobrino. La segunda controversia es La sacerdotisa prostituta (Sacerdos prostituta), en la que Porcio Latrón ejerce de acusador y en la cual participa también el común maestro Marulo.

En la Incesta de saxo, la mujer no casta arrojada de una roca, se recoge incluso la división tematica realizada por Latrón, como hará Séneca en otros casos más. Otros ejmplos pueden ser Fortis sine manibus (el valiente sin manos), en el que Latrón toma el lugar del personaje principal, o también el Raptor duarum (el raptor de dos doncellas), controversia en la que Latrón hace de nuevo de acusador. En La hija del jefe pirata (Archipiratae filia), Latrón toma la parte del padre; en El tiranicida liberado por los piratas (A piratis tyrannicida demissus), Latrón asume el rol del hijo tiranicida.

En Ter fortis, El héroe por tres veces, que trata el caso de un hombre que es desheredado por su padre al negarse a combatir por cuarta vez, Latrón asumirá el papel de padre; por el contrario en el Adoptandus post tres abdicatos, defiende la razón del hijo de un hombre pobre al que un rico, después de desheredar a sus tres hijos, le pide el suyo en adopción, a lo que cede el padre pero el hijo se niega, por lo que es a su vez desheredado, argumento que da origen a una larguísima controversia. Cuanto se acaba de decir permite ver el corte de este tipo de controversias en las que el recuerdo de Latrón está presente, a las que hay que sumar otras cinco del libro segundo. No se sabe la importancia exacta que pudo revestir Porcio Latrón para los libros siguientes de las Controversia senequianas, conservados sólo en extractos. Aparece sin embargo de nuevo en el libro séptimo, así como también su división de la argumentación en casi todos los casos.

Falta de nuevo su figura en el libro octavo, ya que se trata de extractos y de nuevo está presente en los dos últimos libros, el noveno y el décimo. En las Suasorias del mismo Séneca se recuerdan también algunas de sus afirmaciones argumentadas, en tres casos de las siete conservadas, y en la suasoria sexta incluso una de sus divisiones. El papel de Latrón en la obra de Séneca que no puede pasar desapercibido y permite, a través del mismo, ver la importancia que revistió como declamador, así como una buena parte de sus temas y la agudeza de estilo en el tratamiento de los mismos.

Se trata del más importante de los declamadores de su tiempo y es importante valorar para ello la mención que hace de Marco Porcio Latrón, Plinio el Viejo (Historia natural, 20, 160), que afirma que fue el más famoso entre los maestros de elocuencia y que sus seguidores buscaban artificios para imitar incluso su palidez provocada por el estudio; hay que recordar, además, que Plinio es contemporáneo suyo. Su magisterio debió de empezar en torno al año 30 a. C., Ovidio parece haber sido alumno suyo (Tristes, 4, 10, 30), como lo fue también de Arelio Fusco, e incluso Floro (9, 2, 23) y personajes menos conocidos como Esparso o Arbronio Silón. No en vano es todavía recordado como el primer profesor de gran renombre por Quintiliano en su Institución oratoria (10, 5, 18), que alaba además su sutileza en la argumentación de sus personajes (9, 2, 91). No se sabe si su obra fue o no publicada, cuál fue en todo caso su circulación, o si quizás era sólo conocida por la obra de Seneca el Viejo. Se le ha atribuido también una Declamación contra Lucio Sergio Catilina que es considerada generalmente por la crítica como posterior.

De su vida se sabe poco salvo que realizó al menos un viaje a Hispania, probablemente en compañía de su amigo Séneca (contr. IX, praef. 3) y que parece haberse enemistado con el amigo y yerno de Augusto, el todopoderoso Marco Vipsanio Agripa, en torno al 12 a. C. San Jerónimo menciona en sus adiciones a su traducción de la Crónica de Eusebio (168 H.) que su muerte se produjo en el 4-3 a. C. por suicidio para escapar a los dolores que le producían unas fiebres cuartanas.

Su ingenio y el “color” retórico de sus obras oratorias han pasado a la posteridad, sea cual sea la causa de su pérdida. La tradición literaria y la obra de Séneca el Padre han mantenido vivo su recuerdo.

 

Bibl.: T. Froment, “Porcius Latro et la déclamation sous Auguste”, en Annales de la Faculté des Lettres de Bordeaux, 4 (1882), pág. 335; H. Bornecque, Les declamations et les déclamateurs d’après Sénèque le Père, Lille, 1902; H. Kristoferson, “Declamatio”, en L. Sergium Catilinam, Text och tradition, Goteborg, 1928; M. Schanz y C. Hosius, Geschichte der Römischen Literatur bis zum Gesetzgebungswerk des Kaisers Justinian, vol. II, Munich, 1967 (reimpr. de la 4.ª ed. de 1935, págs. 347-348; M. Winterbottom (ed.), The Elder Seneca Declamations, Cambridge (Ma.), London, 1974, 2 vols.; I. J. Adiego, E. Artigas y A. de Riquer, Séneca el Viejo, Controversias. Libros I-V, Madrid, 2006 y Controversias. Libros VI-X. Suasorias, Madrid, 2006.

 

Marc Mayer Olive

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