Séneca, Marco Anneo. Córdoba, 55 a. C. – Roma (Italia), 40. Retórico hispano.
Nació en la capital de la Bética en una familia rica perteneciente al orden ecuestre, al que él mismo pertenecería también después. Los primeros estudios los cursó en su ciudad natal. Se trasladó a Roma con Porcio Latro. Quizá fue abogado o funcionario de la administración romana. En el año 15 volvió a Córdoba y se casó con Helvia, dama rica y mucho más joven que él, con la que tuvo tres hijos (Novato, L. Anneo Seneca el menor y M. Anneo Mela, el padre del poeta Lucano), con los que se marchó a Roma, donde permaneció hasta su muerte dedicado a la retórica y a la historia. En Roma se rodeó de retóricos y maestros amigos suyos, como Cayo Albunio Silo, Porcio Latro, Aurelio Fusco, L. Junio Galión, Tito Labieno y Asinio Polión. Lucio Anneo Séneca era chapado a la antigua, nostálgico del pasado, de una moral rígida y de un tradicionalismo provincial. Fue moderadamente hostil al poder. Sus modelos fueron Catón y Cicerón; el primero, por su moral, y el segundo, por su calidad literaria. Despreciaba la cultura griega, y defendía la romana; era devoto de la religión tradicional y partidario de un estoicismo no muy riguroso. Poseía una gran fortuna en Hispania, en Egipto y en Italia, lo que le permitió dedicarse a la literatura. Escribió sus obras siendo ya viejo. Se ha perdido su Historia de Roma, que narraba los sucesos desde las guerras civiles al gobierno de Tiberio. Por los datos que da Lactancio, a comienzo del siglo IV sobre esta obra, M. Anneo Séneca sigue el esquema estoico sobre el acontecer humano. El reinado de Rómulo corresponde a la infancia de Roma; al reinado de los reyes hasta Tarquinio, la adolescencia. A continuación llegó la edad madura, que no soporta la esclavitud. La juventud comenzó terminadas las Guerras Púnicas, durante las cuales se lanzó a la conquista del mundo conocido, lo que ocasionó su ruina. Ello fue el comienzo de la vejez, que culminó con el régimen de un solo gobernante, volviendo a la infancia. Estas ideas rebotaron en Séneca, el filósofo, y en los historiadores Tácito y Floro, y se originaron en la tradición estóica.
Se conservan dos obras de M. Anneo Séneca, que llevan por título Controversiae y Suasoriae, que se publicaron bajo un único título. De las Controversiae se conservan los libros I, II, VII, IX y X, más algunos excerpta de los siglos IV o V, y de las Suasoriae sólo el libro I. Las Controversiae son ejercicios forenses sobre temas que parten de una sentencia, de los inconvenientes y de las ventajas. Continúan con las divisiones del tema, para terminar con el estilo del orador que participa en el proceso. Este género era antiguo en la oratoria latina. Arranca de las declaraciones anteriores a las intervenciones de Cicerón en el foro de Roma y evolucionó hacia la tesis, las causas y las controversias.
Estas últimas eran causas ficticias destinadas a los futuros retores. M. Anneo Séneca presenta multitud de casos, muy variados. Muchas son pinturas de costumbres o inventadas. A veces están sacados de la comedia nueva, y los protagonistas son raptores o piratas. Con estos motivos los retores más famosos de la época hablaban en público y exponían sus opiniones sobre la política, sobre el mundo y sobre las costumbres. Son una fuente importante para el conocimiento de la sociedad romana contemporánea. Las Suasoriae son declamaciones en las que un personaje duda entre varias posibilidades. El fin de la argumentación es persuadir en una determinada dirección. Su estructura es similar a las de las Controversiae. Empiezan por la exposición, a la que sigue la sentencia, y terminan con la división. El estilo es más literario. Los argumentos conservados son: las Guerras Médicas, el sacrificio de Ifigenia, Alejandro Magno y la muerte de Cicerón.
En las Controversiae se pueden espigar algunos datos sobre personajes hispanos de la época. En Contr. I. praef. 16, se menciona a Porcio Latro, al que califica de carácter fuerte y agreste, y de vivir a la manera de los hispanos. Porcio Latro era originario de Córdoba, y amigo de M. Anneo Séneca. Los dos amigos se educaron juntos con Marullo, que era uno de los más importantes oradores. En sus conferencias participaron Augusto, Agrippa y Mecenas. Sus alumnos le imitaron. Tuvo una vitalidad asombrosa y una memoria prodigiosa. Era un talento natural y no daba importancia a la educación de la voz. Tenía menos talento para el uso de argumentos jurídicos. Algunas frases suyas se leen en la poesía de su admirador Ovidio.
Porcio Latro fue uno de los mejores retóricos de su tiempo. Augusto, durante su estancia en Tarragona, años 26-25 a. C., con motivo de la Guerra Cántabra, oía con frecuencia los discursos del abogado Gavio Silón, a quien alaba mucho. Gavio Silón había nacido en Hispania, posiblemente en Tarragona (Contr., X, praef., 14). Clodio Turrinio era otro abogado de fama de Hispania por aquellos años. También era de origen hispano (Contr., X, praef., 16). Un poeta natural de Córdoba era Sextilio Ena, al que Cicerón menciona. Recitó un trozo de un poema dedicado a la muerte de Cicerón (Suas, VI, 27).
En las obras de M. Anneo Séneca queda muy claro su pensamiento. Su pensamiento político es muy coherente. Los ideales son los de tradición republicana. El poder está en manos del pueblo. Debe ejercerse con clemencia y moderación. Acepta los supuestos establecidos por Panecio, por Polibio y por Cicerón.
La visión política de los romanos concibió la monarquía, la aristocracia y la democracia. M. Anneo Séneca es partidario de la oligarquía constitucional. La idea de servicio es una constante. La justicia moral privada desembocaba en la moral política y en la pública. El estado debe garantizar la unidad de la comunidad política.
Es contrario a la idea de concordia predicada por el régimen de Augusto, porque perpetra la disolución del régimen civil, y la desaparición progresiva de las antiguas constituciones políticas y de las libertades. Bajo la apariencia de democracia se camufla una política centralista y autoritaria. El único moderador era el príncipe. Defiende al tiranicidio, que considera un beneficio público. Se plantea el problema de si el beneficio que supone el tiranicidio anula los efectos de castigo del crimen. El tiranicida quiere implantar el orden justo. Desconfía de la monarquía. M. Anneo Séneca se muestra en su obra republicano a ultranza. El régimen republicano es el único que otorga la plena libertad. Muestra su aversión al monarca arbitrario y déspota.
A M. Anneo Séneca le interesa el sustrato sobre el que se basa el imperio universal, que es la soberanía del pueblo romano y su majestad. Le importan la lealtad y el servicio a la república. Censura a todos los que la perjudican. Las virtudes que hicieron la grandeza de Roma fueron la piedad, la gravedad y la sencillez, cuyo ejercicio es de gran importancia. Otras grandes virtudes son la hospitalidad y el parentesco.
M. Anneo Séneca era furibundo enemigo de la guerra. Los efectos de las guerras son funestos, principalmente de las guerras civiles.
El autor se muestra muy vinculado a la tradición religiosa romana. Acepta la religión romana por la autoridad de la religión. La reforma religiosa de Augusto se cimienta sobre un programa frío, vinculado a cuestiones formales, cuya finalidad era reformar las otras medidas implantadas. El resultado fue la propagación de creencias místicas y extranjeras, que amenazaban a la religión tradicional. El estoicismo respondió a la religiosidad del momento. No admite que los dioses deban estar al servicio de determinados intereses. Los dioses deben favorecer el cumplimiento de la justicia.
La religión debe responder a dos conceptos sagrados para todo romano, los dioses y la patria. En lo religioso es conservador. Acepta que en la sociedad y en la política no está vigente el antiguo esquema politeísta.
La religiosidad en el pensamiento del retórico es esencialmente antimítica. Le interesa principalmente la naturaleza divina, en lo que sigue concepciones estoicas. En el cosmos se puede comprobar la presencia de la divinidad. Esta presencia es la prueba irrefutable de su asimilación a la fuerza y al orden que gobierna el universo.
No admite unos dioses con los mismos defectos y limitaciones que los hombres. Admira las prerrogativas de omnisciencia, omnipresencia y omnipotencia de los dioses, que hacen de la divinidad un ser superior.
El milagro es una prueba del poder divino. No acepta la intervención de los dioses en la vida humana. La interpretación del destino es estoica, al admitir que es el nexo de unión entre los hombres y la divinidad, y es providencia, en cuanto ley superior. La voluntad divina es el elemento superior del universo. Se plantea el problema del mal y no le satisface la solución propuesta por los estoicos de considerar el mal como espejo en el que se refleja un bien mayor. Interpreta el mal como yunque en el que se forja la virtud. La muerte es liberación del mal, la muerte es el descanso.
El hombre debe esperar la muerte con serenidad y afrontarla con valor, no espantarse ante los temores.
El hombre es un microcosmos, cuya desaparición es parte de la ley que rige el macrocosmos.
M. Anneo Séneca muestra en su obra una actitud desmitificadora. En este aspecto continúa la tarea iniciada por Cicerón de atacar a los mitos, seguida por Séneca el filósofo y por Lucano. No acepta el uso de la mitología con fines políticos. Rechaza la reforma religiosa de Augusto, que sería columna vertebral del poder del soberano. Es contrario a la literatura servil y aduladora. La clave de toda acción buena se debe a dos factores: a la naturaleza, que lleva al hombre al bien, y a la inestabilidad de la fortuna.
La moral senequista tiene un fuerte fondo religioso.
No relaciona la moral con la idea de ultratumba, ni la actuación buena o mala repercute en la otra vida.
El castigo de la mala acción es el remordimiento y la quiebra de la paz interior. El reconocimiento de la culpa tiene carácter liberador y purificador, teoría típicamente griega. El remordimiento es el castigo enviado por los dioses.
Defiende el sacerdocio. Las virtudes deben adornar a los sacerdotes y a las vestales. Éstas tienen que ser honestas. La negligencia en el cumplimiento del deber ha castigado al pontífice máximo. En caso de quebrantar el voto de castidad, se las condena a la muerte, enterrándolas vivas. La preocupación de los sacerdotes y de las sacerdotisas era honrar a su sagrado ministerio y llevar a la práctica los ideales de la virtud y de la piedad. Se encontraban próximos a los dioses.
El juramento tenía un carácter religioso. El sacrilegio tenía efectos perniciosos.
Se muestra partidario, en lo referente al culto, de venerar a los Manes, los Penates y a las imágenes de los mayores, cumplir los ritos funerarios, de respetar los templos y los objetos sagrados. Se mofa de las hechicerías de las brujas y de los magos, tales prácticas de adivinación produjeron el descrédito de la religión oficial y la devoción por los cultos extranjeros, que se consideraban superstición. Ataca a la astrología, pero no a la ciencia astrológica.
M. Anneo Séneca se interesa por la cuestión social. Apoya al débil y al inferior. Piensa que la avaricia y el afán desmedido de riqueza ocasionaron catastróficas consecuencias. Escribió frecuentemente contra el lujo y la ostentación. Fue indiferente ante el dinero y la riqueza. Proclamó que la pobreza es un estado ideal, en el que se practican las virtudes. La riqueza trae consigo graves peligros, la pobreza no. La riqueza y la pobreza son las causas de la desigualdad social que el retórico cordobés combate. La desigualdad social causa un descontento. M. Anneo Séneca es contrario a la esclavitud, basado en que no se nace libre o esclavo, sino hombre. Los esclavos no deben ser excluidos de la organización social. Pueden desempeñar las mismas funciones que los hombres libres. Es injusto dedicarlos a oficios bajos y deshonrosos. La esclavitud es contraria al derecho natural. Alaba a los amos que se portan bien con los esclavos.
Prueba de libertad es el matrimonio. El retórico cordobés luchó contra el vicio y el lujo. En este ataque siguió los clichés de los retóricos. Atacó la impudicia y la corrupción, que arrancan de la juventud. Fue contrario a la construcción de ríos artificiales, de parques, de lagos y de invernaderos.
M. Anneo Séneca fue partidario de la liberación y del progreso en las relaciones familiares. Fue contrario al absolutismo del padre, y favorable a consolidar los vínculos de afecto y de interdependencia. El padre tiene derecho a la abdicación de la patria potestad. Reclamó que la madre pueda ejercer la tutela sobre los hijos y gozar de los mismos derechos que el padre. Se mostró intransigente en lo referente al matrimonio, al recato, a la sumisión y a la fidelidad conyugal. El marido debe ser amo y señor. La esposa debe ser honesta, y sólo desear el amor del marido. El matrimonio legaliza la unión de hombre y mujer. Los esposos se comprometen a cumplir derechos y obligaciones. Debe ser libre. Problemas especiales son la procreación y el adulterio. Defiende la paternidad. La mayor felicidad de la madre son los hijos. El concubinato no estaba reprobado ni por la sociedad ni por la ley. M. Anneo Séneca presentó a alguna concubina como modelo. Defendió el matrimonio duradero. Admitió la propiedad comunitaria dentro del matrimonio.
Bibl.: L. Wickert, Prosopographia Imperii Romani saec. I, II, III. Editio altera (PIR²), Pars I, Berlin-Leipzig, Walter de Gruyter, 1933, pág. 102, n.º A 616; R. Grosse, Fontes Hispaniae Antiquae. Las fuentes desde César hasta el siglo v d. C., Barcelona, Librería Roch, 1959, págs. 143-145; M. Griffin, “The Elder Seneca and Spain”, en Journal of Roman Studies, 62 (1972), págs. 1-19; P. León, Séneca, el viejo. Vida y obra, Sevilla, Publicaciones de la Universidad, 1982; K. A. Blueher y J. Conde, Séneca en España: investigaciones sobre la recepción de Séneca en España desde el siglo XIII hasta el siglo XVII, Madrid, Gredos, 1983; K. Abel, “Seneca. Leben und Leistung”, en Aufstieg und Niedergand der römischen Welt, II.32.2, Berlin, De Gruyter, 1985, págs. 653-775; J. Mangas, Séneca o el poder de la cultura, Madrid, Debate, 2001 (sobre Séneca el menor); A. Pociña, “Bibliografía española sobre Séneca”, en Florentia Iliberritana, 17 (2006), págs. 359-410; J. Solana Pujalte (coord.), La obra de Séneca y su pervivencia: cinco estudios, Córdoba, Universidad, 2008.
José María Blázquez