Cuesta Pérez, María. Vigo (Pontevedra), 13.VIII.1870 – 21.XI.1965. Religiosa de la Compañía de Nuestra Señora (ODN), provincial y superiora general.
Descendiente de una de las familias más renombradas de Vigo, de la que salieron ilustres personajes, como el afamado almirante Méndez Núñez, luego de una buena formación religiosa y científica, al entrar en la juventud sintió la llamada de Dios a la vida religiosa y renunció al porvenir brillante que le prometía el mundo para ingresar en la Compañía de María, iniciando el noviciado el 2 de febrero de 1902 en el mismo colegio de la Compañía de María que en 1890 habían fundado en Vigo. En 1907 hizo sus votos perpetuos, entregándose luego a la enseñanza de la juventud femenina. Tal prestigio y reputación adquirió en la comunidad, que fue elegida superiora de la misma en 1916, cargo que desempeñó hasta 1923. En 1921 asistió al Capítulo General celebrado en Roma, en el cual se determinó la unión de la Compañía bajo un solo gobierno de una superiora general. En 1923 la nombraron provincial de México, cargo que le llegaba en una situación de lo más desagradable que se ha dado en aquella nación. Eran los tiempos en que gobernaba el tristemente célebre presidente Calles, que tantos mártires ocasionó a la Iglesia. Se comprende que siendo la responsable de varios colegios de religiosas, al verlas disueltas y perseguidas con saña, tales padecimientos repercutieran hondamente en su corazón de madre. Pero como no hay mal que por bien no venga, sus hijas expulsadas de los colegios mexicanos las trasladó a Cuba y Estados Unidos, donde erigió ocho casas en las cuales siguieron trabajando en la formación de la juventud.
En todos los puestos por donde pasaba dejó una impronta imborrable en todos los aspectos, por lo que nada extraña que al llegar la elección de superiora general, todos los votos se volcaran en madre María Cuesta, quedando constituida madre de todas las religiosas de la Congregación. Precisamente esta elección la realizaron en 1936, época que no pudo ser más catastrófica para España por el estallido de la guerra.
Otra vez a ver perseguidas a sus hijas, expulsadas de los colegios, algunos de ellos incendiados por los revolucionarios.
Es comprensible que el corazón de la madre María sintiera en su alma no sólo la guerra fratricida entre hermanos, sino la preocupación por sus hijas expuestas a ser martirizadas, como tantos centenares de ellas cayeron sacrificadas por la revolución.
Fueron cerrados los colegios, convertidos en cuarteles o checas, y, como se ha dicho, quemados algunos. La madre no descansaba y recurría a todos los medios con el fin de lograr que las religiosas salieran de las ciudades en poder del comunismo y se trasladaran a Francia, Inglaterra, Italia u otros países. Las que lograron llegar a la casa generalicia fueron destinadas al Brasil.
El 25 de abril, recién terminada la contienda española, Su Santidad Pío XII le concedió una audiencia privada en la que se interesó por todos los problemas de la Compañía, de manera especial en lo relacionado con España, que califició de “nación mártir y heroica” (29 de abril de 1939). La estancia de la madre en Roma coincidió con la Segunda Guerra Mundial que afectó de manera directa a Italia. Enmedio de todos los sufrimientos y privaciones que pasaron, supo difundir y mantener a su alrededor una paz y serenidad admirables. En 1946 regresó a Vigo con la salud quebrantada a causa de tantos padecimientos, pero en nada disminuyó la fortaleza y la ejemplaridad que conservó hasta el último momento, siendo verdadero espejo para sus hijas.
Bibl.: A. Montero Moreno, Historia de la persecución religiosa en España (1936-1939), Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1961; H. Estoa, “Cuesta Pérez, María”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 658.
Damián Yáñez Neira, OCSO