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Jacinto Grau Delgado

Biografía

Grau Delgado, Jacinto. Barcelona, 1877 – Buenos Aires (Argentina), 14.VIII.1958. Dramaturgo.

Hijo de padre barcelonés (médico militar) y de madre andaluza, el futuro dramaturgo se educó en el ámbito catalán, por lo que se le reprochó casi siempre (y a partir de la opinión de Joan Maragall al prologar su primer libro) su imperfecto uso de la lengua castellana, si bien lo cierto es que Grau pasó escaso tiempo en la Cataluña en la que nació, y él mismo se defendió de las tachas idiomáticas que se le adjudicaban, negándolas de plano: “Mi idioma natal fue el castellano a pesar de vivir en Barcelona parte de mi niñez, por ser el idioma materno el que se impuso en mi familia” (según declara en una carta a Marie González, de junio de 1942). Tras las segundas nupcias de su madre con otro médico militar, el general Illas, la familia de Grau vivió en diferentes lugares de la Península a causa de los diversos traslados de destino del padrastro, y hasta en el extranjero (Francia y Suiza). Durante estos años de formación el joven Jacinto leyó mucho teatro clásico español y a grandes dramaturgos extranjeros (desde Shakespeare a Shaw pasando por Hebbel, Maeterlinck o D’Annunzio) junto a grandes pensadores de su tiempo, como Nietzsche, Schopenhauer y Unamuno (la influencia de este último en su obra es patente, y sobre él escribió un ensayo en 1946). Cursó Derecho en la Universidad de Valencia y en los primeros años del siglo xx se instaló en Madrid, en donde vivió hasta 1936, totalmente relacionado con el mundillo teatral madrileño de aquellos años. Fueron el dramaturgo Martínez Sierra y el crítico Ricardo Baeza sus primeros valedores, y gustó ampliamente de las satisfacciones y de los sinsabores de la vida teatral. Grau, por su inquebrantable y en ocasiones agresiva sinceridad y rigor, se granjeó más enemistades que amistades en las trincheras teatrales tan propicias a las envidias y a los falsos halagos, y su difícil carácter y trato pudieron explicar, en parte, la mala fama de “autor gafe” que alcanzó entre los empresarios, lo que fue en detrimento del posible éxito y de la recepción de su teatro.

Contrajo matrimonio con la actriz Herminia Peñaranda y en 1923 participó en la gira argentina de la compañía Guerrero-Díaz de Mendoza, acompañando a su mujer, miembro de la citada compañía. En 1936 fue nombrado por el gobierno republicano cónsul en Panamá, a donde marchó nada más estallar la Guerra Civil, dejando en Madrid todo su archivo y algunos originales de obras teatrales. Varias estancias en países sudamericanos (Chile, Bolivia) precedieron a su instalación en Buenos Aires, en donde permaneció hasta su muerte, procurando vivir, con no escasos aprietos económicos, mediante la escritura y estreno de nuevas obras teatrales, de artículos, de conferencias y procurando publicar sus libros en la prestigiosa Editorial Losada.

Jacinto Grau escribió teatro durante más de cincuenta años, aunque su presencia en los escenarios, de la Península y de Buenos Aires, no se correspondiera con tan larga e intensa dedicación. Fue su teatro de una calidad y de una novedad inversamente proporcional a la atonía y vejez del teatro vigente en la escena española antes de la Guerra Civil. Y todo ello pese a que ciertas obras de Grau merecieron la atención de grandes figuras del teatro europeo de su tiempo, estrenando algunos de sus textos: Dullin en el Vieux Colombier de París, los hermanos Kapek en Praga. Grau apostó por sacar al teatro español de su rutina mostrenca, y en esa osadía radicó su mala suerte, y en empecinarse en escribir de espaldas a los gustos del público de su momento: el teatro español al que quiso redimir le volvió la espalda o le restringió al máximo el reconocimiento que se merecía. Recuérdese que su mejor y más ambiciosa obra, El señor de Pigmalión, se estrenó en Madrid (1928) cinco años después de que hubiese triunfado en diversos escenarios europeos (se estrenó en 1923, en el teatro Monmartre de París). En los prólogos a la edición de sus obras teatrales Grau se pronunció ampliamente acerca de su mala opinión de un teatro con el que no se supo entender, y del que decía que había sido “una amable y a veces graciosa adormidera burguesa, más o menos ágilmente dialogada” (prólogo a la edición de La casa del diablo y En Ildaria). Y Grau hacía reposar la responsabilidad de ese teatro tan deficiente en la concurrencia de cuatro factores negativos: el empresario, el autor, el actor y el crítico. La estética teatral que se propuso ofrecer Grau en sus obras se basaba en una absoluta libertad de reglas, un teatro sincero, sin concesión alguna, un teatro de tanta valía como de minoritaria recepción. En la variedad temática de sus obras destacan las de argumentos bíblicos (El hijo pródigo), las relacionadas con el romancero (El conde Alarcos), las que ensayan un teatro psicológico (Entre llamas), las que abordan algunos asuntos socio-políticos (En Ildaria), las que se orientan acerca del destino, la ilusión y la muerte (Los tres locos del mundo) o su aportación al mito donjuanesco (El burlador que no se burla) al lado de la mejor contribución hispana a la innovación escénica del italiano Pirandello y a la influencia del gran guiñol, que eso vino a ser su Señor de Pigmalión: el escultor Pigmalión se enfrenta a la rebelión de los muñecos que ha creado, hasta destruirlo.

 

Obras de ~: Don Juan de Carillana (comedia), Madrid, Librería de Francisco Beltrán, 1913; Entre llamas (tragedia), Madrid, Renacimiento, 1915 (Buenos Aires, Losada, 1948); El conde Alarcos (tragedia romancesca), Madrid, Editorial Minerva, 1917 (Buenos Aires, Losada, 1939); En Ildaria (comedia), Madrid, Editorial Minerva, 1917 (Buenos Aires, Losada, 1945); El hijo pródigo (parábola bíblica), Madrid, Atenea, 1918 (Buenos Aires, Losada, 1940); El dominio del mundo (novela), Madrid, La novela mundial, 1927; El señor de Pigmalión (farsa tragicómica de hombres y muñecos), Madrid, Tipografía y Editorial Yagüe, 1921 (Buenos Aires, Losada, 1940; New York, Las Américas, 1963; ed. de L. García Lorenzo, Salamanca, Anaya, 1972); El caballero Varona (comedia), Madrid, El Teatro Moderno, 1929 (Buenos Aires, Losada, 1939); El burlador que no se burla (tragicomedia), Madrid, Mundo Latino, 1930; Los tres locos del mundo (farsa escénica), Madrid, Aguilar, 1930; La casa del diablo (estampas de comedia), Buenos Aires, Losada, 1939; Unamuno y la España de su tiempo (ensayo), Buenos Aires, Patronato Hispano-Argentino de Cultura, 1943; En el infierno se están mudando, Tabarín, Bibí Carabé (farsas), Buenos Aires, Losada, 1959; Teatro selecto, selecc. e introd. de L. García Lorenzo, Madrid, Escelicer, 1971.

 

Bibl.: L. García Lorenzo, “Los prólogos de Jacinto Grau”, en Cuadernos Hispanoamericanos, 224-225 (1968), págs. 622- 631; “Estudio preliminar”, en Teatro selecto de Jacinto Grau, op. cit., págs. 7-96; M. Navascués, El teatro de Jacinto Grau: estudios de sus obras principales, Madrid, Playor, 1975; M.ª P. Yáñez, “El concepto de tragedia en Jacinto Grau”, en Actas del XIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, vol. II, Madrid, Castalia, 2000, págs. 790-796; M. Aznar Soler y J. R. López García (eds.), Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, vol. 2, Sevilla, Renacimiento, 2016, pág. 525-528.

 

Gregorio Torres Nebrera

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