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Hernando de Sepúlveda

Biografía

Sepúlveda, Hernando de. Sepúlveda (Segovia), f. s. xv – Santo Domingo (República Dominicana), m. s. xvi. Arquiatra y primer protomédico del Perú.

Hernando de Sepúlveda, miembro de una distinguida familia de Sepúlveda, en Segovia, siguiendo los ideales renacentistas, se trasladó a Santo Domingo en los primeros momentos de la conquista y años después pasó al Perú para continuar su labor como uno de esos médicos que presiden en las ciudades el ejercicio del arte de curar o acompañan a los ejércitos en las expediciones de conquista.

Su vida es más desconocida que la de los propios conquistadores, sabemos que había sido lector de Articella en la Universidad de Salamanca y que fue autor de un Manipulus medicinarum aparecido en 1523. Prestó sus servicios médicos en Santo Domingo y Perú, con las limitaciones propias de su época, intentando alejar curanderos y supersticiones del ámbito de la medicina. Siguiendo un criterio científico, también se acercó a las primitivas prácticas curativas de los indígenas, sobre todo en lo que se refiere a la farmacopea, a partir de plantas medicinales conocidas y utilizadas tradicionalmente por ellos, haciendo inevitable el contacto entre el curandero indígena y el médico español.

El doctor Sepúlveda intervino en la organización del ejercicio de la medicina en las Indias, que pasó por la instauración, con el rigor debido, del protomedicato.

Respecto a esta antigua institución, los Reyes Católicos habían dispuesto ya el 30 de marzo de 1477 que el protomédico real y los alcaldes mayores sean quienes, “en todo el reino examinen a los físicos y cirujanos y ensalmadores y boticarios y especieros y herbolarios y otras personas que en todo o en parte usaran estos oficios [...] para darles carta de aprobación”, así como los encargados de realizar una labor inspectora sobre especierías y boticas, para destruir las falsas medicinas y aquellas otras cuya eficacia y composición hubieran desaparecido con el tiempo.

Un primer paso para la creación del protomedicato en Indias fue el poder dado por los protomédicos hispanos a dos físicos y a un boticario residentes en Santo Domingo, para que a su vez usaran el oficio de protomédicos y examinaran a “los físicos, cirujanos, especieros, herbolarios, oculistas e ensalmadores y maestros de curar roturas e curar bubas e de los enfermos de lepra”.

Sin embargo, el nombramiento no prosperó por diferencias con el Cabildo, que en 1519 les revocó el título.

Años más tarde, en 1528, el doctor Sepúlveda que trabajaba en el Hospital de Santo Domingo, solicitó al rey Carlos I ser nombrado protomédico de la ciudad, como “leal dador o inspector del azúcar y la cañafístola”, y además para “sangrar, hacer ungüentos o curar llagas”, pero tampoco prosperó su petición. Sin embargo, en 1533 Hernando de Sepúlveda y Rodrigo Navarro efectuaron en Santo Domingo la primera autopsia en aquellas tierras, movidos por dudas religiosas, buscando saber si tenían un alma o dos unos gemelos toracópagos, y así se le pudiesen administrar uno o dos bautismos: “Vivió este monstruo doble durante ocho días, y el bachiller Johan Camacho, en presencia de los doctores Hernando de Sepúlveda y Rodrigo Navarro [...]”.

En Santo Domingo, antes de la fundación de la universidad, hubo intentos individuales de docencia médica, y se puede considerar que precisamente un primer acto académico tuvo lugar en la Catedral con la solemne incorporación en 1532 del doctor Sepúlveda al claustro magistral del Colegio Convento de la Orden de Santo Domingo. A pesar de ello, el doctor Sepúlveda hubo de buscar el ejercicio de su profesión en otro lugar, trasladándose a Lima, mientras que uno de sus colegas, Pedro López, lo haría a México, siendo los dos primeros protomédicos reconocidos por los Cabildos de una y otra ciudad.

El doctor Sepúlveda fue reconocido como protomédico por el Cabildo de Lima en abril de 1537, a los dos años de fundada la ciudad, atendiendo al “poder dado por los protomédicos de Su Majestad”.

Era uno de los primeros profesionales de la medicina en llegar al Perú, cuando el conquistador Diego de Almagro ya se hacía acompañar del bachiller Marín, y más tarde, en el camino de regreso de la expedición a Chile, a partir de Copiapó, del bachiller Enríquez, “hábil y suficiente y que tenía mucha gracia en curar”. Por su parte, Pizarro pondría ya su salud en manos de Hernando de Sepúlveda, que sería uno de los primeros médicos que hubo en Lima, en los solares que pertenecieron a dicho conquistador. El Dr. Sepúlveda era además amigo de Diego de Almagro, por lo que hubo de actuar como su albacea testamentario cuando éste fue decapitado en la Plaza Mayor del Cuzco el 8 de julio de 1538. En el testamento puede leerse que “para cumplir y pagar las mandas y legados testamentales, [Almagro] nombra albaceas suyos a Diego de Alvarado, al doctor Hernando de Sepúlveda, a Juan de Rada, su mayordomo, a Juan Balza, su contador, a don Alonso Enríquez y al contador Juan de Guzmán, estantes en la ciudad del Cuzco”.

Desde el reconocimiento del doctor Sepúlveda por el Cabildo de Lima en 1537, y hasta 1568, el cargo de Protomédico estuvo en manos de médicos con poderes del protomedicato peninsular, reconocidos por el Cabildo, con capacidad para expedir las oportunas licencias, en términos cómo: “Licencia que el dotor Hernando de Sepulveda, protomedico de su Magestad en estos los sus reynos e señorios, da a Marco Corzo, para que pueda curar el mal de bubas, llagas e tumores dellas, por todos los reynos e señorios de su Magestad donde el dicho [...]”.

Esta situación cambió finalmente, cuando por Real Cédula de 14 de febrero de 1568 el rey Felipe II nombró al doctor granadino Francisco Sánchez de Renedo para el cargo de Protomédico, y éste, en su calidad de médico de cámara, ya se negó a presentar ante el Cabildo de Lima su título, entendiendo que su nombramiento emanaba del Rey y no podía una autoridad inferior revisar los actos de la Corona. Una vez creada la Universidad de San Marcos, el doctor Renedo también sucedió en el cargo de Rector al médico Gaspar de Meneses.

Desde 1537, cuando pasó a Lima, hasta 1539, sabemos, por la “información de servicios del doctor Hernando de Sepúlveda” (hecha en Santo Domingo el 5 de enero de 1585 por su hijo, “Hernando de Sepúlveda, vecino y natural de la ciudad de Santo Domingo en la Isla Española, hijo del Dr. Hernando de Sepúlveda y de Ana de Benavides”), que el doctor Sepúlveda fue protomédico del Perú, y que en ese momento solicitó regresar a Santo Domingo para unirse con su esposa, Ana de Benavides. Se desconoce la fecha de su muerte, pero en 1554 “Hernando de Sepúlveda, natural de Santo Domingo, hijo del doctor Hernando de Sepúlveda y de Ana de Benavides, viajó de España a Santo Domingo, donde tenía a su madre y su casa”, lo que lleva a pensar que su padre ya podría haber fallecido.

 

Obras de ~: Manipulus medicinarum, 1523.

 

Bibl.: F. Pizarro, El Testamento de Pizarro, París, Imprimeries Les Presses modernes, 1936; C. Bermúdez Plata, Catálogo de pasajeros a Indias durante los siglos xvi, xvii y xviii, Madrid, Archivo General de Indias, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1940, pág. 181; J. B. Lastres, Médicos y cirujanos de Pizarro y Almagro, Lima, Editorial San Marcos, 1958, págs. 7, 16 y 19; G. Fernández de Oviedo y Valdés, Historia general y natural de las Indias, ed. de Juan Pérez de Tudela y Bueso, Madrid, Ediciones Atlas, 1959 (Biblioteca de Autores Españoles); F. Esteve Barba, Cultura virreinal, Barcelona, Salvat Editores, 1965, págs. 762, 770 y 789; J. A. del Busto Duthurburu, Diccionario histórico biográfico de los conquistadores del Perú, Lima, Editorial Arica, 1973; F. Fuentenebro Zamarro, Segovianos en el Descubrimiento de América (1492-1577), Madrid, Imp. Fareso, 1991, págs. 288-289; A. I. Martín Ferreira, El humanismo médico en Alcalá en el siglo xvi, Alcalá de Henares, Universidad, 1995; F. Guerra Pérez, La educación médica en Hispanoamérica y Filipinas durante el dominio español, Alcalá de Henares, Universidad, 1998, pág. 45; G. Rodríguez Morel, Cartas del Cabildo de la Ciudad de Santo Domingo en el siglo xvi, Santo Domingo, Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, 1999.

 

Manuel Casado Arboniés

 

 

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