Le Roy, Philippe. Bélgica, 1596 – Broechem (Bélgica), 15.XII.1679. Consejero y diplomático al servicio de la Monarquía hispánica.
Philippe Le Roy fue el hijo natural de Jacques Le Roy, miembro de la baja nobleza flamenca al servicio de la Monarquía Hispánica. Si bien no se ha podido comprobar, alegó haber entrado al servicio del emperador Matías en Praga en 1612, lo que, de ser cierto, hubiera supuesto un excelente adiestramiento en la vida cortesana. En 1618 aparecía ya como comisario general de la pólvora y el salitre, heredando el puesto del que había gozado su padre, que carecía de herederos legítimos directos. Durante las décadas siguientes fue acumulando cargos dentro de la Administración Real en Flandes, convirtiéndose en el superintendente general encargado del avituallamiento del ejército en 1642. Su ascenso social continuó, llevándole a ser nombrado caballero y consejero de finanzas en 1647; aumentó al mismo tiempo sus bienes inmuebles, comprando las propiedades y títulos anejos de diversas propiedades, y convirtiéndose en señor de Saint- Lambert, de La Tour y de Broechem. El 29 de marzo de 1631 había contraído matrimonio con su prima Marie de Raet. Los retratos de la pareja, encargados a Anton van Dyck para celebrar el enlace, están considerados entre las mejores obras del pintor flamenco.
La pareja tuvo varios hijos, entre ellos su primogénito Jacques (1633-1719), famoso historiador y heredero de su cargo en el Consejo de Finanzas, al que sumó el de superintendente de comercio.
Probablemente, como consecuencia de los servicios que había ya prestado a la Monarquía de Felipe IV, por intervención del Rey se falló en su favor el pleito por la herencia del castillo de Bosschestein en 1644, pero fue en esas fechas cuando comenzó su misión diplomática más relevante. Cuando se llevaban a cabo las negociaciones secretas para intentar llegar a un acuerdo entre Felipe IV y el príncipe de Orange, Federico Enrique Nassau, para poner fin a la larga guerra entre la Monarquía y las Provincias Unidas, el primer candidato para transmitir las propuestas reales al estatúder, Joseph Bergaine, se vio imposibilitado para entrar en territorio holandés al serle negado el salvoconducto. Fue entonces el turno de Philippe Le Roy, al que sí se le concedió permiso para entrar en las Provincias Unidas para tratar de asuntos privados, no de negocios públicos.
Aunque logró entrevistarse con el estatúder, fue rápidamente expulsado. En 1646 obtenía de nuevo un pasaporte para tratar “asuntos públicos y particulares” de Felipe IV, pero desde su llegada a La Haya no hizo sino llevar a cabo labores de embajador aún careciendo de título oficial para ello. La instrucción que llevaba consigo le ordenaba intentar alejar a los neerlandeses de su alianza con Francia y llevarles a convertir el acuerdo, del que se trataba en Münster entre la Monarquía Hispánica y las Provincias Unidas dentro de las negociaciones generales de la Paz de Westfalia, en un tratado de paz. Además del apoyo de los Estados de la provincia de Holanda, tradicionales abogados de un acuerdo de paz, logró ganarse al anciano estatúder, el cual abandonaba en sus últimos años su alianza con Francia. Con ambos apoyos el camino hacia la paz separada se hizo factible pese a los esfuerzos de los embajadores franceses en La Haya y en Münster.
El papel jugado por Philippe le Roy en el acuerdo de paz entre la República Holandesa y la Monarquía católica fue reconocido tanto por Felipe IV como en el Imperio. Su retirada de la vida pública, cediendo a su hijo los cargos que ejercía en Bruselas en 1661, no significó el fin de los reconocimientos a los servicios prestados a los Habsburgo. En agradecimiento a su mediación él y todos sus descendientes fueron elevados al rango de barones de Broechem por el emperador Leopoldo I en 1671, título en el que fue confirmado por la reina gobernadora Mariana de Austria en abril de 1675. Y fue en su baronía donde murió pocos años más tarde.
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Laura Manzano Baena