Lorea, Isidro. Villafranca (Navarra), p. m. s. xviii – Buenos Aires (Argentina), 9.VII.1807. Constructor, tallista, industrial.
Cursó estudios de Arquitectura y de Talla en España. Siendo muy joven llegó a Buenos Aires, en 1760, y se dedicó a los negocios, gracias a los cuales obtuvo fortuna rápidamente. Contrajo matrimonio en 1768 con la porteña Isabel Gutiérrez Humanes de Molina y Echeverría, miembro de una distinguida familia que le posibilitó frecuentar e incorporarse a la elite de la ciudad. En 1782 el virrey Sobremonte le propuso construir una plaza en medio de sus propiedades, en pleno centro de la ciudad, para que sirviera de parada de carretas que venían de la campaña conduciendo frutos para el abasto de la ciudad. También se levantarían edificios dotados de recovas, donde pudieran instalarse tiendas. Por los beneficios que todo ello reportaría a la población, Lorea quedaba exonerado del pago de impuestos. Isidro Lorea fue también importador de maderas, y tuvo galpones repletos de ellas, siendo el primero en presentarse en las licitaciones.
Organizó un exitoso taller de carpintería para enseñar el oficio a los interesados. En 1785 ejecutó el altar mayor de la catedral de Buenos Aires, y trabajó también en otros muchos altares, púlpitos y confesionarios de los templos bonaerenses. Entre 1788 y 1791 construyó una importante casa para vivienda del deán Pedro Ignacio de Picasarri, una de las casas más bellas y sofisticadas de la ciudad. En marzo de 1790 comenzó a edificar la iglesia y convento de las capuchinas. Trabajó en otras obras como en el Almacén del Estado que la Administración de Tabacos hizo levantar en el Rincón de San Pedro.
Intervino en las invasiones inglesas, en las jornadas de julio de 1807, donde fue gravemente herido por los británicos, a consecuencia de lo cual falleció cinco días después. Su esposa murió a los pocos días, también en un ataque inglés, por una herida de bayoneta, siendo su casa saqueada por los invasores. El terreno, que era propiedad de la familia, fue donado a la muerte de Isidro, y actualmente ocupa la plaza Lorea, que lleva ese nombre desde 1808, como homenaje a la memoria de su propietario. Durante muchos años, hasta que se convirtió en una verdadera plaza con árboles y jardines en 1860, ese lugar era conocido con el nombre de “Hueco de Lorea”, primitivo estacionamiento de carretas que venían del norte del país y depositaban basura en tiempos del gobernador Juan Manuel de Rosas. En el centro de dicha plaza se levantó el primer tanque de agua corriente de la ciudad, que funcionó desde 1869 hasta 1887.
Bibl.: E. Udaondo, Diccionario biográfico colonial argentino, Buenos Aires, Huarpes, 1945, pág. 516; A. Ruiz Rivera y H. Schenone, “Tallistas y escultores del Buenos Aires colonial”, en Revista de la Universidad de Buenos Aires (enero-marzo 1948), pág. 28; V. O. Cutolo, Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, t. IV, Buenos Aires, Elche, 1969, págs. 270-271.
Sandra Fabiana Olivero
