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Alfonso de Córdoba

Biografía

Córdoba, Alfonso de. Córdoba, c. 1484 – Salamanca, 24.X.1541. Agustino (OSA), filósofo, catedrático y decano de la Facultad de Teología de la Universidad de Salamanca.

Atraído por la fama de la metrópoli cultural más prestigiosa del momento, el joven Alfonso de Córdoba se fue a estudiar a París. Aquí estudió, según apuntan sus biógrafos, Medicina y Teología. En la Universidad de París se formaban por aquellas fechas Juan Luis Vives (1492-1540), Erasmo de Rótterdam (1466-1536), y otros insignes representantes de la cultura europea de la primera mitad del siglo xvi.

Cuando el cardenal Cisneros (1436-1517) intentaba crear un estudio moderno y renacentista, en el que incluía la enseñanza de “nominales”, salió en busca de profesores competentes entre los españoles más florecientes. Alfonso de Córdoba se incorporó a la Universidad Complutense junto con Miguel Prado y Pedro [Sánchez] Ciruelo (1470-1548), según consta en una escritura del curso 1508-1509.

Se sabe que durante el curso 1506-1507 existió un intento de introducir el nominalismo en la Universidad de Salamanca, que no prosperará dada la fuerte oposición de los dominicos, al imponer en el claustro, de fecha 8 de mayo de 1507, la lectura de “autores reales” en Teología y Filosofía. Una nueva ocasión se presentó cuando la Universidad de Alcalá introdujo las tres vías: tomista, escotista y nominalista. Debido a esto, el claustro de profesores salmantinos celebrado el 2 de octubre de 1508 aprobó la creación de tres cátedras de nominales: Teología, Lógica y Filosofía natural. En todas ellas se debía seguir el modus parisiensis.

Para la cátedra nominal no se especificaba qué autor se debía leer. Una comisión fue creada para la contratación de profesores. Esta rapidez de reflejos impidió que alumnos y catedráticos de Salamanca saliesen de forma masiva hacia las aulas alcalaínas El primero a quien se le ofreció la cátedra de nominales fue a Pedro de Monforte, agustino o muy ligado a los agustinos, y que la explicaría de mayo de 1509 hasta final de curso, y Juan de Oria, catedrático de Escoto, continuará la exposición del nominalismo hasta la incorporación de Alfonso de Córdoba.

Éste comenzó a residir en Salamanca en 1509, pues la universidad salmantina le contrató para que leyese lógica, acordando entregarle cien florines anuales durante tres años por la enseñanza de tres horas cada día en las Escuelas menores “ad modum parisiensium”.

El modo pedagógico de París consistía en la intervención de los alumnos con preguntas, o con ejercicios que realizaban bajo la dirección del profesor, o también comentando entre sí las materias expuestas.

De la cátedra tomó posesión Alfonso de Córdoba el 26 de abril de 1510. Previamente, había obtenido la graduación de maestro en Arte y Teología por Salamanca.

El año 1510 ingresó en el convento San Agustín de Salamanca, quizá motivado por la indisciplina de los estudiantes universitarios, y el 30 de mayo de 1511 le fue confiado el cargo de regente de estudios de dicho convento. También determinó el mismo capítulo provincial se leyese constantemente Artes y Teología en dicho convento. El 11 de noviembre de 1512, el prior general, Egidio de Roma, le promovió al grado de maestro en Teología por la Orden de San Agustín, al tiempo que confirmaba sus grados universitarios, convirtiéndose en el primer religioso agustino en recibir el grado de maestro a instancias del provincial de la provincia de Castilla, hasta entonces un tanto reacia a las instituciones académicas.

No se tiene noticia de otro profesor de Lógica hasta 1517, por lo que debió continuar Alfonso de Córdoba la enseñanza de nominales en la universidad salmantina.

Su nombre no figura en el libro de cuentas de la universidad desde el curso 1518-1519 hasta el de 1523-1524. Fue catedrático de Teología nominal de 1524 a 1530, y leyó a Gregorio de Rímini, de indudable influencia ockhamista, aunque crítico con Escoto y Ockham, y partidario de la vuelta a las fuentes de la Teología. En septiembre de 1526 asistió como profesor a la incorporación del grado de magisterio de Francisco de Vitoria a Salamanca. Durante estos años intervino en varios asuntos de la universidad, y también en las Juntas de Valladolid de 1527, en las que se juzgó la ortodoxia de Erasmo. En contraposición a la postura de Dionisio Vázquez, favorable a Erasmo, el catedrático Alfonso de Córdoba se mostró más rigorista y conversador, rebatiendo incluso por escrito varias proposiciones erasmistas. Este mismo año de 1527 formó parte de la junta nombrada para dictaminar acerca de la conveniencia de dividir la provincia agustiniana de España, en dos provincias, Castilla y Andalucía.

Otra cátedra ocupará en Salamanca, la de Filosofía moral, que ganó por oposición el 28 de marzo de 1530. En ella permaneció hasta su fallecimiento, en octubre de 1541. Alfonso de Córdoba ocupó el cargo de decano de Teología en la universidad, pues el 21 de junio de 1529 figura oficiando de decano y padrino en el Libro de juramentos, y así continúa hasta el primero de julio de este mismo año. Firmó como decano de la Universidad de Salamanca la carta que esta universidad envió a Carlos V sobre la necesidad de instruir a los indios en la fe antes de darles el bautismo. En la universidad leyó, según Alonso de Orozco (1500-1591), “más de treinta años y sacó muchos discípulos bien doctos”. Su nombre figura en 1534 entre los testigos presentados por Hernán Núñez de Guzmán, el Pinciano (1475-1553), en el pleito entablado con sus coopositores a la cátedra de retórica en Salamanca.

La obra más famosa de Alfonso de Córdoba, eminente profesor de Lógica e instaurador del nominalismo en las universidades de Alcalá y Salamanca, es Principia dialectices in terminos, suppositiones, consequentias, parva exponibilia distincta, fratris Alfonsi Cordubensis, in Artibus et Theologia magistri, Ordinis Sancti Augustini, Correcta et adaucta per eodem (Salmanticae, 1519). En continuidad con la tradición lógica de los siglos xiv-xv, la desarrollada por Strode, Ockham, Alberto de Sajonia, Pablo de Venecia, Buridán, etc., expone con cierta originalidad e independencia los materiales, los elementos y nociones de lógica moderna que consideró más fundamentales para la iniciación en el razonamiento de sus alumnos y lectores.

Este escrito manifiesta un cierto nominalismo ecléctico en el desarrollo de los términos, propiedades lógicas, los enunciados exponibiles y de consequentiis.

En cuanto a las citas explícitas se muestra reservado: Aristóteles (siete veces), Pedro Hispano y san Agustín (dos veces cada uno), y una vez cita a Pedro de Venecia, Gregorio de Rímini, Jorge de Bruselas, Juan Dorp, Pedro de Mantua y Averroes.

Obr as de ~: In libros Aristotelis ethicorum Oeconomicorum et politicorum comentaria, inéd.; Principia dialectices in terminos, suppositiones, consequentias, parva exponibilia distincta, Salmanticae, 1519; De orborum differentiis, Salmanticae, 1521; Lectiones theologicas juxta mentem authentici doctoris Gregorii Arisminesis (inéd.); De Eucaristía (inéd.); Calificaciones del Padre Córdoba para examinar la doctrina de Erasmo (inéd.); Carta de consolación que envió a una donzella desposada (inéd.); Apuntamientos. Calificaciones del padre Córdoba para examinar la doctrina de Erasmo (inéd.).

Bibl.: A. de Orozco, Crónica del glorioso padre y doctor de la Iglesia San Agustín y de los santos beatos y de los doctores de su Orden, Sevilla, Imprenta Gregorio de la Torre, 1551, fol. 54 (ed. de M. González de Velasco, Madrid, Fundación Universitaria Española-Universidad Pontificia de Salamanca, 2001, págs. XXVI, LXXXIV, 238, 422); J. Román, Chronica de la Orden de los Ermitaños del Glorioso Padre Sancto Augustín, dividida en doce centurias, Salamanca, Imprenta de Joan Baptista de Terranova, 1569, fol. 112; T. de Herrera, Alphabetum Augustinianum, I, Matriti, Typis Gregorii Rodríguez, 1644, pág. 61; N. Antonio, Bibliotheca Hispana Nova, sive Hispanorum scriptorum qui ab anno MD ad MDCLXXXIV floruere notitia, II, Madrid, Apud Ioachimi Ibarrae, 1788, pág. 20 (ed. esp. Biblioteca Hispana Nueva, o de los escritores españoles que brillaron desde el año MD hasta el de MDCLXXXIV, II, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1999, pág. 24); G. de Santiago Vela, Ensayo de una Biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín. Obra basada en el Catálogo bio-bibliográfico agustiniano de Bonifacio Moral, vol. II, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1915, págs. 77-87; vol. VIII, Madrid, 1931, págs. 459 (nota 5) y 545; M. S olana, Historia de la filosofía española.

Época del Renacimiento (siglo xvi), vol. III, Madrid, Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, 1941, págs. 35-36; V. Beltrán de Heredia, “Accidentada y efímera aparición del nominalismo en Salamanca”, en Ciencia Tomista, 62 (1942), págs. 77-78, 80 y 85-87; E. Domínguez Carretero, “La Escuela Teológica Agustiniana de Salamanca”, en La Ciudad de Dios (CD), 169 (1956), págs. 650-651; V. Muñoz Delgado, La lógica nominalista en la Universidad de Salamanca (1510-1530), Madrid, Revista Estudios, 1964, págs. 117-122; M. Bataillon, Erasmo y España. Estudios sobre la historia espiritual del siglo xvi, México-Madrid-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1966, págs. 17, 242, 253-254, 257 y 260-262 (4.ª reimpr., 1991); “La lógica en Salamanca durante la primera mitad del siglo xvi”, en Salmanticensis, 14 (1967), págs. 171-207; “Los ‘Principia Dialectices’ (1519) de Alfonso de Córdoba”, en CD, 185 (1972), págs. 44-72; “España en la historia de la lógica pre-renacentista (1350-1550)”, en CD, 186 (1973), págs. 372-394; G. Díaz Díaz, Hombres y Documentos de la Filosofía Española, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1983, págs. 390-391; M. C. Muriel Tapia, Antifeminismo y subestimación de la mujer en la literatura medieval castellana, Cáceres, Guadiloba, 1991, págs. 58- 63, 69-71, 83, 98, 108-109, 132, 218, 226, 241, 243, 245, 256, 259 y 272-273.

 

Rafael Lazcano González

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