Hortolà, Damián. Perpiñán (Francia), 1493 – Vilabertrán (Gerona), 3.II.1568. Biblista y humanista.
Tras iniciar sus estudios en Gerona, donde se trasladó su familia, Damián Hortolà marchó al colegio Trilingüe de Alcalá y luego se encaminó a París para completar su formación. Allí se dedicó al estudio de la Filosofía, Matemáticas y Medicina, acudiendo directamente a los textos de los autores griegos, y se procuró el caudal de conocimientos que pudiera allanarle el camino en el estudio de la ciencia sagrada. Emprendió el estudio del Hebreo y Caldeo bajo la dirección del insigne maestro Francisco Vatablo, con lo cual en breve tiempo pudo hacer notables progresos en Teología. Después pasó a Bolonia, en cuya Universidad se graduó en Derecho Canónico y Teología. El cardenal Contarini quiso que se estableciese en Roma, pero prefirió volver a su Cataluña natal para asistir a su padre en sus últimos días. El Ayuntamiento de Barcelona, conocedor de la sabiduría que atesoraba, le convenció entonces para que regentara una cátedra de Filosofía en 1542. Considerado el verdadero restaurador de la Universidad de Barcelona, Hortolà fue rector de la misma en varias ocasiones, organizó con gran acierto los estudios y enseñó, por espacio de diecisiete años, Filosofía, Teología Dogmática y Sagrada Escritura. Su figura responde al perfil de homo publicus: fue consultor de obispos, inquisidores y virreyes, e intervino activamente en la vida política, cultural y religiosa de su tiempo.
Al convocarse por vez primera el Concilio de Trento, Hortolà quiso asistir, pero no logró desentenderse de los compromisos contraídos con el Estudio General de Barcelona. En 1562, Felipe II lo eligió como el primero de los teólogos de Cataluña para asistir a la segunda convocatoria del Concilio. Por estas fechas era ya abad de los canónigos regulares de San Agustín de Santa María de Vilabertrán, en la diócesis de Gerona. Como se excusara a causa de su edad y achaques, fue presionado por el Rey, que le mandó decir “que fuese aunque con algún riesgo de su vida”. En Trento cobró fama de gran teólogo por sus brillantes intervenciones sobre el sacramento del matrimonio. Al regresar a Cataluña, tomó posesión de la abadía en 1564, luchando contra la relajación e indisciplina de los canónigos y gobernándola con gran celo reformatorio. Luego asistió al Concilio Provincial Tarraconense, congregado en 1564 por el arzobispo de Tarragona Fernando de Loazes. Como monumento insigne de su ciencia escriturística, legó a la posteridad In Canticum Canticorum Salomonis explanatio [...], obra que para Menéndez Pelayo era digna de citarse al lado de la de fray Luis de León. Humanista partidario de la versión de la Biblia de Vatablo, adoptó una postura crítica hacia la Vulgata, frente a los escolásticos, que la consideraban perfecta y divinamente infalible. Hortolà fue uno de los más destacados representantes de la exégesis bíblica de la España del siglo XVI, aunque la mayor parte de su obra permaneció inédita.
Obras de ~: In Canticum Canticorum Salomonis explanatio in isagogen, paraphrasim et quinq. posteriores pleniores interpretationis libros distributa, Barcelona, Iacobi Cendrat, 1583.
Bibl.: A. Schott, Hispaniae bibliotheca, seu Rerum urbiumq. Hispaniae, Lusitaniae, Aethiopiae et Indiae scriptores varii, Francofurti, Claudium Marnium & haeredes Iohannis Aubrij, 1603-1608, 4 vols.; F. Torres Amat, Memorias para ayudar a formar un diccionario crítico de los escritores catalanes, Barcelona, Curial, 1973 (ed. facs.); N. Antonio, Biblioteca hispana nueva, o, de los escritores que brillaron desde el año MD hasta el de MDCLXXXIV, trad. de G. de Andrés y M. Matilla Martínez, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1999; A. Fernández Luzón, La Universidad de Barcelona en el siglo XVI, Barcelona, Publicaciones de la Universidad, 2005.
Antonio Fernández Luzón