López de Haro y Ruiz de Castro, Urraca. Nájera (La Rioja), c. 1170 – Monasterio de Cañas (La Rioja), 6.V.1260. Religiosa cisterciense (OCist.), abadesa y cofundadora de Cañas.
El 6 de mayo de cada año, las religiosas cistercienses de Cañas —La Rioja— celebran la fiesta de la beata Urraca, hija de los fundadores del monasterio —Lope Díaz de Haro y Aldonza Ruiz de Castro—, la cual es considerada igualmente fundadora del monasterio, en el sentido de que a ella se debe la obra monumental que se conserva, el gótico del siglo xiii que hoy se puede admirar, en todo su esplendor, sobre todo el sepulcro que con posterioridad dedicó a su memoria, más que en pago de esta obra, por haber dejado fama de santa y atribuírsele numerosos milagros. El hecho de que la casi totalidad de los autores le apliquen el calificativo de beata es debido más a la fama de santidad y milagros obrados sobre su sepulcro, que al hecho de haberlo autorizado Roma, que, al parecer, no consta, ni tampoco que se haya tratado nunca de introducir su causa de beatificación, dado el poco interés que la Orden cisterciense tuvo durante siglos en elevar a los altares a sus monjes o monjas.
Fue la benjamina de los hijos del citado matrimonio, y debió de nacer poco antes de fallecer su padre en 1170. Aldonza, que era su segunda esposa, al quedar viuda, ingresó en Cañas, monasterio que ella venía fundando en unión de su esposo. Así lo asegura Manrique, quien transmite estos datos sobre este punto: “Aldonza, inmediatamente de muerto su esposo, ingresó monja, entregando al convento su persona, la hija más amada de todas, y cuanto pudo”. Indudablemente se refiere aquí el cronista a la hija de estos señores de Vizcaya, que después había de ser beata Urraca, IV.ª abadesa de este monasterio, la cual debía de ser muy pequeña. En Cañas se formó en la piedad y en las letras, entre las esposas del Señor, a la vista de aquella madre que gozaba de fama de muy virtuosa, “Urraca —según uno de sus mejores biógrafos— abrió los ojos a la vida en este sagrado recinto de piedad y de virtud, y que, juntamente con su lactancia, respiró un puro ambiente de fe y santidad y nutrió su alma con el sano alimento de la práctica y observancia religiosa de la que después había de dar tan excelentes ejemplos”.
Fue en los años de su infancia cuando el monasterio se convirtió en lugar donde se concentraron varios jóvenes de la familia, bien atraídas las mujeres por la vida de consagración a Cristo, bien para sortear las grandes persecuciones de que fueron objeto desde diversos flancos, por parte del sucesor Alfonso IX, a la muerte de Fernando II de León. A pesar de todo, Urraca no se dio cuenta de los grandes problemas que rodearon a su madre y demás familiares, porque todavía era una niña. Lo importante es saber que supo aprovechar el tiempo, de suerte que todas vieron en ella una esperanza para la casa, en el momento que fallecieran las primeras abadesas que dejaron honda reputación. En 1225 la eligieron para regir los destinos de la comunidad, en cuyo cargo resplandeció por sus virtudes, sobre todo el desprendimiento de los bienes de la tierra y el amor a los pobres. Es tradición que se comportó como verdadera madre de sus hijas, y tratando siempre de cumplir el precepto de la regla benedictina, ir delante con el ejemplo de su vida.
La huella que dejó de su paso por el monasterio no pudo ser más excelente. La gran obra monumental de su iglesia, y sala capitular, son fruto de sus constantes desvelos por embellecer la casa del Señor. Después de un prolongado y fecundo gobierno de treinta y siete años, murió cuando contaba alrededor de noventa años.
Bibl.: A. Manrique, Anales Cistercienses, t. II, Lugduni, Iacobi Cardon, 1642, año 1169, pág. 483, n.º 6; C. Henríquez, Menologium Cisterciense, Antuerpiae, ex officina Plantiniana Balthasaris Moreti, 1664, día 7 de junio, pág. 253: Cita algunos santorales extranjeros; Fr. A. de Heredia, Vidas de Santos, Bienaventurados [...] de la Sagrada Religión de San Benito [...], t. II, Madrid, por Melchor Álvarez, 1683, día 7 de junio, pág. 742; P. Ciria Raxis, Vidas de Santas y Mujeres ilustres de la Orden de San Benito, t. II, Granada, por Francisco Gómez Garrido, 1688, pág. 171; F. Sáenz y Andrés, La Beata doña Urraca López de Haro y Ruiz de Castro, y su Sepulcro en Cañas, Vitoria, Editorial Social Católica, 1941; “Real monasterio de Santa María de San Salvador de Cañas. Fundación de los señores de Vizcaya”, en Cistercium, 13, 77 (1961); F. Abad León, Real Monasterio de Cañas, Nueve siglos de fidelidad, Logroño, Ochoa, 1984.
Damián Yáñez Neira, OCSO