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Dámaso Antonio Larrañaga

Biografía

Larrañaga, Dámaso Antonio. Montevideo (Uruguay), 9.XII.1771 – 16.II.1848. Presbítero y naturalista.

Tercer hijo del matrimonio formado por Manuel de Larrañaga, español, y Bernardina Piris, criolla montevideana.

Cursó estudios de primeras letras (Gramática, Retórica, Latín) en el colegio de San Bernardino a cargo de la Orden Franciscana de Montevideo, y luego al Real Colegio de San Carlos de Buenos Aires (1789-1793). Al término, se le expidió certificado para comenzar estudios sacerdotales, los que cumplió en la Universidad de Córdoba del Tucumán, finalizándolos en 1797. Se ordenó sacerdote en Río de Janeiro (1798), regresando a Montevideo (1799) para desempeñar su oficio religioso. El destino le depararía otras tareas, al lado de su inocultable vocación de naturalista, nunca imaginadas por el joven presbítero como diplomático, político, bibliotecólogo y museólogo, educador y aún puericultor. Como religioso, alcanzó todas las jerarquías posibles en su país. Fue desde teniente cura de la iglesia catedral de Montevideo (1804) hasta vicario apostólico (1832) y protonotario apostólico (1837).

Las turbulencias de la época independentista y revolucionaria le atraparon. Participó en el Cabildo Abierto que se reunió en Montevideo el 21 de septiembre de 1808, después de conocerse los pormenores de la situación política en la metrópoli. Allí se creó una Junta Gubernativa, la primera en tierras sudamericanas.

En marzo de 1811, ya desatada la Revolución Emancipadora del Pueblo Oriental (así llamado por estar al oriente del río Uruguay), abandonó Montevideo incorporándose a las fuerzas patriotas del jefe de la Revolución, el general José Artigas. Delegado al Congreso de Representantes de la provincia en el paraje de las Tres Cruces (1813), fue designado diputado con expresas instrucciones ante la Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, en Buenos Aires. Ya constituida la República Oriental del Uruguay (1830), fue miembro de su primer Senado (1830-1834).

Abrió la primera biblioteca pública del país con una Oración Inaugural (1816), de la cual fue director, donando parte de sus libros y todas sus colecciones de los tres reinos de la naturaleza, que por mudanzas y descuido de las autoridades, se malograron y perdieron irremediablemente. Bajo la dominación portuguesa (1817-1824) propició ante las autoridades ocupantes y obtuvo la apertura de la primera Casa de Niños Expósitos e Inclusa anexa al Hospital de Caridad (1818) y obró como intermediario para la instalación del método británico (lancasteriano) de enseñanza escolar a instancias de su iniciador en Montevideo que fue el delegado de la sociedad respectiva, James Thomson (1821). Presidió la Comisión de Biblioteca y Museo Nacional (1837).

Pero donde el presbítero Larrañaga tuvo mayor importancia fue en el campo de las ciencias naturales, aunque fue ignorado para la comunidad académica por la falta de publicación de sus investigaciones. Esta lamentable omisión, explicable por la época y la falta de cultura científica en su medio, explica el que muchas especies botánicas y zoológicas por él descritas quedaran ignoradas y no llevaran su nombre. Sólo con la publicación de sus Escritos (1923-1930) en tres volúmenes de texto y dos de atlas, con láminas dibujadas y coloreadas por el presbítero y leyendas en latín, se tuvo idea de la enorme labor desarrollada.

Auténtico autodidacta, cultivó ampliamente las ramas de las ciencias naturales: Botánica sobre todo, pero también Zoología, y aún Parasitología y algo de Paleontología. Conoció y dispuso de obras capitales para su época, como los nueve volúmenes en tres tomos del Sistema Naturae de Linneo (1778) cuya clasificación adoptó para sus hallazgos; y los Apuntamientos para la historia natural de los quadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata, del naturalista aragonés Félix de Azara (1802), al cual le dedicó un género de venado de campo, Azarina, conocido como Guazubirá.

Un gran impulso a su conocimiento aconteció al trasladarse a Buenos Aires y ser nombrado subdirector de su Biblioteca Pública (1813-1815); tuvo allí acceso a un acervo bibliográfico imposible de obtener en la provincia oriental. A medida que identificaba especies botánicas y zoológicas, las anotaba en su Diario de historia natural, que en su primer tomo abarcó los años de 1808 a 1813 (tenía hechas por entonces novecientas descripciones y más de mil clasificaciones con el sistema de Linneo), y en su segundo tomo los años de 1813 a 1824. Mantuvo correspondencia con importantes científicos de su época (1812-1822), como Aimé Bonpland, Louis de Freycinet y Auguste de Saint-Hilaire. Precisamente a este último le comunicó (1823) un tipo de maíz original hasta entonces, de la especie Zea Tunicata y que en la nomenclatura científica actual se conoce como Zea mays var. Tunicata (Larrañaga, 1823), según Parodi (1959). Hay además una prioridad zoológica indiscutible: la subespecie de Felis fasciatus o “gato pajero” que Klappenbach (1997) reclama para el presbítero como Felis colocola fasciatus (Larrañaga, 1823).

En 1818 inició otro diario que se cierra en 1823, el Diario de la chácara con observaciones; hay allí anotaciones de todo tipo —meteorológicas, botánicas, zoológicas, agronómicas, noticias curiosas y aun disposiciones testamentarias—. Lamentablemente, acusó una progresiva disminución de visión por cataratas que lo llevó a la ceguera hacia 1825, frisando los cincuenta y cuatro años, que la cirugía de la época no pudo resolver. Desde entonces se apagó el naturalista y sólo el rumor del viento, el canto de los pájaros y el olor de la flora le recordaron sus años de vitalidad científica. Murió en su chacra de los aledaños de Montevideo el 16 de febrero de 1848.

 

Obras de ~: Common place book, Montevideo, 1807-1819 (inéd.); “Memoria geológica sobre la formación del río de la Plata deducida de sus conchas fósiles”, en Anales del Museo Nacional de Montevideo, 1 (1894), págs. 3-12; con J. Raymundo Guerra, “Apuntes históricos sobre el descubrimiento y población de la banda oriental del Río de la Plata”, en Revista Histórica (Montevideo), vols. VI y VII (1913 y 1915), págs. 611- 627 y págs. 81-108 y 532-557, respect.; Fábulas americanas. En consonancia con los usos, costumbres e historia natural del país, Montevideo, Mariano B. Berro, 1919; Escritos de don Dámaso Antonio Larrañaga, Montevideo, Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, 1922-1930; Oración inaugural que en la apertura de la biblioteca pública de Montevideo celebrada en sus fiestas mayas de 1816 dixo ~ director de este establecimiento, Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias-Biblioteca de Impresos Raros Americanos, 1951; Diario del viaje de Montevideo a Paysandú, Montevideo, Ministerio de Transporte y Obras Públicas-Instituto Nacional del Libro, 1994.

 

Bibl.: C. M. de Pena, “Por vía de introducción”, en Anales del Museo Nacional de Montevideo, 1 (1894), págs. VII-XLVII; A. Lamas, “Don Dámaso Antonio Larrañaga”, en Revista Histórica (Montevideo), 3 (1910), págs. 139-152; M. Falcao Espalter, “Cartas científicas de Larrañaga”, en Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, 1 (1920-1921), págs. 295-342; R. Algorta Camusso, El Padre Dámaso Antonio Larrañaga. Apuntes para su biografía, Montevideo, Talleres Gráficos A. Barreiro y Ramos, 1922; I. de María, Rasgos biográficos de hombres notables de la República Oriental del Uruguay, vol. I, Montevideo, Claudio García y Cía., 1939, págs. 1-207; C. G. Villademoros, “Breve noticia sobre la vida del Dr. Don Dámaso Antonio Larrañaga”, en Revista Nacional (Montevideo), (1943), págs. 121-130; E. Favaro, Dámaso Antonio Larrañaga. Su vida y su época, Montevideo, Impresora Rex, 1950; L. R. Parodi, Enciclopedia argentina de agricultura y jardinería, vol. 1, Buenos Aires, 1959, págs. I-XV y 1-931; A. R. Castellanos, Prólogo a la Selección de Escritos de Dámaso Antonio Larrañaga, Montevideo, Biblioteca Artigas, 1965; M. A. Klappenbach, “Larrañaga naturalista”, en Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, 27 (1997), págs. 287-304; F. Mañe Garzón, “Un manuscrito inédito de D. A. L. Diario de historia natural”, en Cuadernos de Marcha (Montevideo) (2000), págs. 59-64; M. A. Klappenbach, “Larrañaga y el viejo museo”, en Publicación Extra del Museo Nacional de Historia Natural y Antropología (Montevideo), 53 (2004), págs. 1-32.

 

Augusto Soiza Larrosa

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