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Teodoro Miguel Simón Vilardebó y Matuliche

Biografía

Vilardebó y Matuliche, Teodoro Miguel Simón. Montevideo (Uruguay), 9.XI.1803 – 29.III.1857. Médico y naturalista.

Meritísimo científico uruguayo, el primer médico de formación académica, que continuó la tradición científica iniciada en su país por los presbíteros José M. Pérez Castellano y Dámaso Antonio Larrañaga.

Fue el primogénito del matrimonio del rico comerciante e importador catalán Miguel Antonio Vilardebó con Martina Matuliche y Salas, natural del país. Después de los estudios primarios en Montevideo, como hijo de una familia rica fue enviado a la edad de trece años a continuarlos en Barcelona (1815). Inició allí estudios de ingeniería en la Academia de la Lonja pero se orientó definitivamente hacia la Cirugía, cursando hasta el quinto año (el penúltimo de la carrera) en la prestigiosa Escuela de Cirugía, haciendo la práctica de curaciones, vendajes, ligaduras y amputaciones como ayudante en el Hospital Militar. En otro giro vocacional, decidió estudiar Medicina (especialidad independiente), pero no conforme con la Escuela existente en Cataluña, pasó a París (1825). Aquí inició una nueva carrera en su Faculté de Médecine culminándola con doble título: doctor en Medicina (1830) con una tesis sobre el tratamiento quirúrgico de las hemorragias arteriales traumáticas (la primera de un uruguayo en París); y doctor en Cirugía (1831) con otra tesis sobre un método para operar las dilataciones arteriales conocidas como aneurismas. Todavía, su sed de conocimientos le hizo estudiar Química en el laboratorio del afamado Jean-Baptiste Dumas, y simultáneamente Historia natural aplicada, Mecánica y Construcciones en la Escuela de Artes y Oficios (1830). Después de un viaje con una misión española para el estudio del cólera, y asistencia a un congreso de médicos y naturalistas alemanes, ambos en la ciudad de Viena (1833), retornó a Montevideo con treinta años. Sin duda, arribó como el más completo médico de su época.

Revalidó sus títulos y se aplicó de lleno a su profesión.

Miembro de la Junta de Higiene (1834-1841), incluyendo su presidencia, y de la Junta de Sanidad (1836), se sintió particularmente atraído por la epidemiología e higiene pública (epidemias y medidas de control, reglamentación de la prostitución, sanidad marítima, registro de títulos médicos, vacunación, cementerios).

A la muerte de su padre, y en medio de una guerra prolongada en el país con Montevideo sitiado (Guerra Grande, 1843-1851), se exilió en Río de Janeiro (1844-1847) revalidando allí sus títulos para poder ejercer en Brasil. Presentó una nueva tesis, sobre escorbuto (1844), basada en su experiencia, recogida en la epidemia de esa enfermedad en Montevideo (1843). No se adaptó a ese nuevo ambiente, sin recursos económicos, decidiendo volver a su añorado París (1846). En esta segunda y prolongada estadía asistió al primer curso que Claude Bernard dictara sobre Fisiología experimental en el Collége de France (1847-1848), del cual dejó un minucioso diario que milagrosamente ha sido ubicado y publicado hace pocos años, no así una historia de su país, manuscrito en tres volúmenes, que entregó para su publicación a Alcides d’Orbigny.

En 1853, regresó a Montevideo, vinculándose a la naciente Sociedad de Medicina Montevideana y a sus Anales (1853-1856); en sus once números se publicaron los primeros trabajos médicos uruguayos. Era, sin duda, el más prestigioso de los médicos residentes en Montevideo, aureolado por su formación académica, dividiendo el tiempo entre su sala de cirugía del Hospital de Caridad, la clientela privada e interconsultas, y la siempre solicitada asesoría como sapiente perito médico.

Al lado de su vocación medicoquirúrgica debe destacarse su pasión por las ciencias naturales, que ocupó gran parte de su vida desde el temprano aprendizaje en París. Con Dámaso Antonio Larrañaga y Bernardo Prudencio Berro (luego presidente de la República) integró por designación del Gobierno (1837) una Comisión para recrear la Biblioteca Pública (y también Museo de Historia Natural), que se había inaugurado en 1816 con el legado hecho por el presbítero José María Pérez Castellano, luego cerrada durante la dominación lusobrasileña. Precisamente con Berro, como integrantes de esa Comisión (y extraoficialmente Arséne Isabelle, del consulado de Francia) viajaron a los arroyos Pedernal y del Descarnado (hoy en el departamento de Canelones) para rescatar y examinar en Montevideo unos restos fósiles allí aparecidos, concretamente huesos y caparazón (1837). El informe elaborado (1838) y que elevó Larrañaga (en quien reconocen Vilardebó y Berro la primacía de la descripción) al gobierno, se reputa como la contribución más importante, publicada, a la ciencia nacional. Se trataba de un mamífero desdentado, un tatú o armadillo gigante fósil que los informantes clasificaron dentro de la familia Dasypidae, Linneo como Dasypus giganteus (Vilardebó y Berro, 1838), posteriormente reclasificado como género Glyptodon clavipes (Owen, 1839), aunque la prioridad se les reconoce a Vilardebó y Berro.

Vilardebó dejó además una descripción de la técnica del daguerrotipo (1840); un breve vocabulario de la lengua indígena charrúa (1841) y fue fundador del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay (1842).

Durante su permanencia en Brasil, nombrado miembro del Instituto Histórico y Geográfico de Río de Janeiro, por su versación paleontológica, integró la Comisión encargada de informar sobre otros restos fósiles encontrados en el distrito de Cantagallo.

Durante la epidemia de fiebre amarilla que azotó Montevideo (1857), viviendo en la ciudad vieja en casa cercana al hospital, enfermó del virus y murió en pocos días. Una sala de ese hospital y el viejo Manicomio Nacional llevan su nombre.

 

Obras de ~: Essai sur les moyens que la chirurgie oppose aux hemorrhagies traumatiques primitives, Paris, De L’Imprimerie De Didot Le Jeune, 1830; De l’operation de l’anéurysme selon la methode de Brasdor, Paris, De L’Imprimerie De Didot Le Jeune, 1831; con B. P. Berro, “Informe presentado a la Comisión de Biblioteca y Museo Público por los miembros de ella, Dr. Teodoro M. Vilardebó y Bernardo P. Berro, sobre el reciente descubrimiento de un animal, fósil, en el Partido de Piedra Sola, Departamento de Colonia”, en El Universal (Montevideo), 2551, 2552, 2553 y 2555 (1838) [reimp. en R. Schiaffino, “Vida y obra de Teodoro M. Vilardebó (1803- 1857)”, en Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, XV (1939); Montevideo, Imp. El Siglo ilustrado, 1940]; “Descripción del daguerrotipo”, en El Nacional (Montevideo), época 2, n.º 384 (1840); Silva, Benito. Noticias sobre los indios charrúas dadas por el Sargento Mayor y recogidas por el Dr. Teodoro Miguel Vilardebó (1841), en Archivo del Museo Histórico Nacional, Montevideo, Colección de manuscritos, t. 193 (ed. anotada de B. L. Mezzera, Noticias sobre los charrúas (Códice Vilardebó), Montevideo, Artes Gráficas Covadonga, 1963); Algunas reflexoes ácerca do scorbuto que reinou em Montevideo o anno de 1843, Río de Janeiro, Typographía Franceza, 1844; “Legislación médica del Estado Oriental del Uruguay. Informe y proyecto de decreto reformando el Reglamento de Policía Sanitaria vigente y su aprobación por el gobierno, 31 de mayo-16 de junio de 1841”, en Anales de la Sociedad de Medicina Montevideana, año 1 (1853), págs. 59-60; Apuntes tomados por Teodoro Miguel Vilardebó del primer curso sobre Phisiologie Experiméntale dictado por Claude Bernard en el Collége de France (1847-1848), Montevideo, Academia Nacional de Medicina del Uruguay, 1989.

 

Bibl.: I. de María, Rasgos biográficos de hombres notables de la República Oriental del Uruguay, vol. 4, Montevideo, Tipografía Solís, 1886 (ed., bio. y notas bibl. de J. E. Pivel Devoto, Montevideo, Claudio García y Cía., 1939, vol. 2); O. Araujo, Perfiles biográficos trazados para la niñez, Montevideo, Dornaleche y Reyes, 1908; R. Schiaffino, op. cit.; F. Mañé Garzón, Vilardebó (1803-1857). Primer médico uruguayo, Montevideo, Fundación Beisso-Fleurquin, 1989.

 

Augusto Soiza Larrosa