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Francisco del Rincón

Biografía

Rincón, Francisco del. Borox (Toledo), 1650 – Bogotá (Colombia), 27.VI.1723. Religioso mínimo (OM), obispo y gobernador.

Perteneciente a la Orden de los Mínimos, cursó estudios en Bolonia y desempeñó varios cargos en la Congregación, entre ellos el de provincial de Castilla.

Participó en los capítulos generales de 1697 y 1702.

Siendo lector jubilado de Teología, predicador real y calificador de la Inquisición, entre 1702 y 1705 figuró en las listas de propuestos para los obispados americanos de Santa Cruz de la Sierra, Concepción, Buenos Aires, Puerto Rico y Manila. Por fin, en el verano de 1705 fue nombrado para el arzobispado de Santo Domingo. A finales del mismo año, se expidieron sus bulas y en febrero del año siguiente, las correspondientes ejecutoriales.

Rincón se embarcó para su sede en marzo de 1706, pero la balandra que tenía que desembarcarlo en La Española fue apresada por los holandeses; tras robarle todo su equipaje, lo dejaron en la costa de Puerto Rico, de forma que el mínimo no pudo llegar a su diócesis hasta el mes de agosto. Allí se ocupó enseguida de solicitar que se cubrieran las prebendas vacantes en la catedral y de tratar de remediar la falta de presbíteros de que adolecía el obispado. El 29 de junio de 1707 fue consagrado en Puerto Príncipe (Camagüey, Cuba); a solicitud del obispo del lugar, que no podía por enfermedad, inició la visita pastoral de aquel obispado, confirmando en ella a más de once mil personas. De regreso a su sede, procedió, asimismo, a la visita pastoral de la diócesis; concluyó tal visita en junio de 1709, después de haber confirmado a trece mil personas; a continuación, solicitó al Rey ayuda para remediar el deplorable estado en que estaban los edificios de las iglesias y las graves carencias de material de culto y ornamentos.

A propuesta del Consejo de Indias de 14 de septiembre de 1711, Rincón fue designado para el obispado de Caracas, que se hallaba sin pastor desde hacía seis años. Enseguida se expidieron las correspondientes reales cédulas para que fuera recibido y se le dejase gobernar mientras se despachaban las bulas. Rincón tardó todavía en llegar. Zarpó en junio de 1712, pero el peligro de corsarios le obligó a regresar a La Española.

Por fin, en octubre del mismo año, llegó al Puerto de la Guaira y al día siguiente entró en Caracas.

En la sede venezolana, tuvo diversos conflictos con el excéntrico gobernador José Francisco de Cañas y Merino; terminaron cuando éste fue depuesto por Jorge Lozano y Peralta, oidor de Santo Domingo comisionado para ello. Al frente de la diócesis venezolana, Rincón efectuó una importante labor. Se preocupó especialmente de mejorar la formación de los seminaristas. Empleó dos años y medio en la visita del obispado, proveyendo curatos, doctrinas, mayordomías de iglesias y hospitales, desmantelando adoratorios idolátricos de los indios, procurando la reparación de ermitas e iglesias, reconociendo la labor misionera de los capuchinos y administrando el sacramento de la Confirmación a casi cincuenta y seis mil personas.

En marzo de 1716, siguiendo el parecer de su confesor Guillermo Dauberton, Felipe V designó a fray Francisco del Rincón para el arzobispado de Santa Fe de Bogotá. Una real cédula expedida el 5 de julio de 1716 rogaba y encargaba al arzobispo electo no sólo que tan pronto la recibiese dispusiera inmediatamente su marcha a Bogotá para regir la diócesis, sino que, además, verificada que fuese in situ la noticia de la deposición y prendimiento de Francisco de Meneses, presidente de aquella Audiencia, tomase en sí la posesión de los cargos de gobernador, capitán general del Nuevo Reino de Granada y presidente de la Audiencia, siempre y cuando el virrey del Perú no hubiera adoptado ya disposiciones al respecto. Acompañado por el oidor Antonio Cobián (comisionado para la averiguación de lo sucedido en el asunto Meneses), el mínimo entró en Santa Fe de Bogotá el 28 de abril de 1717, tomando inmediatamente posesión de sus cargos de máxima autoridad real. Gobernó pacíficamente durante trece meses, hasta la llegada del oidor Antonio de la Pedrosa encargado de establecer el nuevo virreinato de Nueva Granada. Se sabe que, en el gobierno de la archidiócesis, Rincón, siempre preocupado por la calidad de los estudios eclesiásticos, trató de aliviar la penuria de profesores en el Colegio del Rosario. Se ocupó también de apoyar a las comunidades religiosas, en concreto remedió la decadencia en que se hallaba el monasterio de carmelitas descalzas de Leiva. Fomentó el traslado del Hospital de San Juan de Dios a lugar más amplio e idóneo.

Falleció en su sede el 27 de junio de 1723, siendo enterrado al día siguiente en la capilla de San Francisco de Paula de la catedral, dejando sentido recuerdo por su rectitud y generosa austeridad. Como a todo cargo público, se le tomó la correspondiente residencia; la sentencia de dicho juicio, dictada en la capital de Nueva Granada cuatro años después de la muerte del prelado, declaraba que había desempeñado correctamente sus empleos de presidente, gobernador y capitán general, absolviéndole del único cargo que se le había hecho (haber nombrado por alguacil mayor interinario de las Reales Cajas a un hermano de su secretario).

 

Bibl.: E. Restrepo Tirado, Gobernantes del Nuevo Reyno de Granada durante el siglo xviii, Buenos Aires, Facultad Filosofía y Letras, 1934; C. de Utrera, Episcopologio dominicopolitano, Ciudad Trujillo, Tipografía Franciscana, 1956; J. Restrepo Posada, Arquidiócesis de Bogotá. Datos biográficos de sus Prelados, vol. I, Bogotá, Lumen Christi, 1961; “Partidas de bautismo de los arzobispos de Bogotá”, en Boletín de Historia y de Antigüedades, 57 (1970), pág. 94; L. C. Mantilla, Historia de la Arquidiócesis de Bogotá. Su itinerario evangelizador 1564-1993, Bogotá, Bco. de la República, 1994; J. M. Prunés, “Obispos Mínimos en Indias (1617-1751)”, en Bollettino Ufficiale dell’Ordine dei Minimi, 48 (2002), págs. 133-174.

 

José María Prunés Casterás, OM

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