Galba. Servius Sulpicius Ser(vi) f(ilius) P(ubli) n(epos) Galba. Italia, c. 194 a. C. – c. 124 a. C. Senador romano y pretor de la Hispania ulterior.
Fue el primer personaje de esta conocida familia patricia de magistrados romanos en obtener un destino en Hispania; desconocemos si su origen fue Lanuvium (Lanuvio, Italia), como había ocurrido con los más antiguos miembros de la familia en el siglo iii a. C., y si la tribus en que fue censado como ciudadano fue la Camerina. Nieto del cónsul Publius Sulpicius Galba Maximus (RE, n.º 64) e hijo del pretor del año 187 a. C. Servius Sulpicius Galba (RE, n.º 57), fue padre del Servius Sulpicius Galba (RE, n.º 59) que también tendría destino en Hispania a finales del siglo ii a. C. Münzer calculó que pudo haber nacido hacia el año 194 a. C. por una referencia de Cicerón (Bruto, 82) en la que éste dice que era algo mayor que Caius Laelius y que Publius Cornelius Scipio Aemilianus Africanus Numantinus, el destructor de Numancia.
Comenzó su carrera el año 168 a. C. como tribuno militar a las órdenes de Lucius Aemilius Paullus, el padre de Scipio Aemilianus Africanus Numantinus, en la batalla de Pydna de la Tercera Guerra Macedónica (Livio 45, 35, 8; Plutarco, Emilio Paulo, 30, 3) y estuvo al lado de él hasta el año 167.
Su notoriedad histórica se debe a su presencia en la Península Ibérica como pretor de la Hispania ulterior en los años 151 y 150 a. C.; según Apiano (Guerras ibéricas, 58), en el primer año combatió a los lusitanos y pasó el invierno en la ciudad de Conistorgis, de ubicación desconocida en la Hispania meridional.
En el segundo, el 150, recibió a una embajada lusitana haciéndoles ver que entendía que sus acciones bélicas se debían a la esterilidad del suelo y a la pobreza en que vivían; tras prometerles tierras y reunirles para su distribución, les ordenó deponer las armas y los aniquiló (Apiano, Guerras ibéricas, 59-60) en un número que Suetonio (Galba, 3) establece en treinta mil personas y que Valerio Máximo deja en ocho mil, indicando que el resto fueron vendidos como esclavos (Hechos y dichos memorables, 9, 6, 2); los supervivientes atacarían al año siguiente las ricas tierras de Turdetania (Apiano, Guerras ibéricas, 61). Apiano indica que Viriato fue uno de los que consiguió escapar (Apiano, Guerras ibéricas, 60), por lo que Servius Sulpicius Galba pasaría por ser el causante de las guerras que terminarían con la caída de Numancia.
De vuelta a Roma, fue juzgado por esos crímenes el año 149 a. C., actuando como defensor de Lusitania el antiguo cónsul Marcus Porcius Cato, Catón el censor, que ya había rebasado por entonces los ochenta y cinco años de edad (Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, 8, 1, 2; 8, 7, 1); aunque Valerio Máximo (8, 1, 2) consideró la acción de Galba como uno de los mayores delitos de la historia de Roma, el acusado fue absuelto tras asumir su responsabilidad e implorar por sus hijos.
Seguramente por su capacidad para eludir la acción de la justicia, el propio Valerio Máximo (Hechos y dichos memorables, 8, 7, 1) le llama elocuentísimo y Suetonio (Galba, 3) dice que fue el mejor orador de su tiempo, opinión en la que coincide con Cicerón (Bruto, 98). Por Apiano sabemos que poseía una gran fortuna, pese a lo cual fue tremendamente avaro (Guerras ibéricas, 60). De los últimos años de su carrera data su acceso al consulado el 144 a. C. y su envío como embajador a Creta para mediar en la guerra entre Hierapytna e Itanos en el 141 a. C.
Bibl.: F. Münzer, “Ser. Sulpicius Galba”, en Paulys Realenciclopädie der Classischen Altertums-wissenschaft (RE), vol. IV. A1, Stuttgart, Alfred Druchenmüller, 1931 (2.ª ed. 1970), cols. 759-767, n.º 58; A. Schulten, Fontes Hispaniae Antiquae IV. Las guerras del 154 a 72 a. C., Barcelona, Universidad, 1937; T. R. S. Broughton, The Magistrates of the Roman Republic I-II, New York, American Philological Association, 1950-1960 (vol. I, 1950, págs. 429, 434, 455-457, 470 y 478, n.º 58; vol. II, 1952, pág. 623); H. H. Scullard, Roman Politics 220-150 B. C., Oxford, University Press, 1951; J. M.ª Blázquez, “La religiosidad de los pueblos hispanos vista por los autores griegos y latinos”, en Emerita, 26 (1958), pág. 89; H. Simon, Roms Kriege in Spanien 154-133 v.Chr., Frankfurt, Klostermann, 1962, págs. 101-108; J. M.ª Blázquez, “El impacto de la conquista de Hispania en Roma (154- 83 a. C.)”, en Klio, 41 (1963), págs. 168-186; “Causas de la romanización de Hispania”, en Hispania, 96 (1964), págs. 488 y 502-503, y “Economía de Hispania durante la República romana”, en Revista Internacional de Sociología, 32, n.os 9-10 (1974), pág. 21; R. C. Knapp, Aspects of the Roman experience in Iberia 200-100 B. C., Valladolid, Universidad, 1977; J. S. Richardson, Hispania y los romanos (Historia de España, II), Barcelona, Crítica, 1998, págs. 60-63.
Juan Manuel Abascal Palazón