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Pedro Ponce de León

Biografía

Ponce de León, Pedro. Sahagún de Campos (León), c. 1510 – Oña (Burgos), 29.VIII.1584. Benedictino (OSB), inventor del arte de hacer hablar a los mudos.

Se desconoce todo de su infancia, pero, siendo natural de la villa de Sahagún, sin duda estudió las primeras letras en el mismo Monasterio de San Benito, llamado antiguamente “el Cluny español” por su numerosa comunidad, prioratos dependientes e ingente patrimonio, donde el 3 de noviembre de 1526 tomó el hábito benedictino observante. Hecha ya la profesión, no se sabe por qué causa —quizás por ser de los partidarios de la reelección de fray Gaspar de Villarroel, como abad, en contra de la voluntad del abad general fray Alonso de Toro—, fue desterrado al también célebre Monasterio burgalés de San Salvador de Oña, donde estaba en 1533, pero retornó a Sahagún en 1535. Al año siguiente regresó a Oña, donde permaneció el resto de su vida y donde inventó su gran obra. Ni aquí ni en la Congregación tuvo cargo alguno de relevancia —quizás porque él mismo los rehusó—, excepto el de procurador de algunos pleitos de Oña, entre 1546 y 1560, y el de mayordomo sustituto “teniente de mayordomo” entre 1546 y 1548; más adelante (1555) fue nombrado visitador de los tres hospitales de Oña, juntamente con fray Diego de Salinas, fray Juan de Quintanilla y fray Andrés de Leyva.

Y quizás prior de Santa María la Vieja, una granja de Oña, que probablemente hay que identificar con Santa María de Lara o de las Viñas. Actuó también como albacea de su discípulo Pedro de Velasco.

Llevado de la perspicacia de su inteligencia y de la compasión de su corazón, se rebeló contra la sentencia atribuida a Aristóteles, y entonces admitida por todos, de que los sordos de nacimiento están imposibilitados para hablar y para elevarse a las ideas abstractas y morales. La ocasión le vino a raíz de la admisión en el Monasterio del noble Gaspar de Burgos, para hermano lego y no para sacerdote, a causa de su sordomudez. Rebelóse interiormente contra esta decisión, y compadeciéndose de él se encargó de instruirle, de manera que logró hacerle hablar, que pudiera confesarse e incluso escribir algunas cosas.

Este primer éxito atrajo la atención de los condestables de Castilla, que eran burgaleses y tenían algunos mudos en la familia. Concretamente, el marqués de Berlanga, Juan Sánchez de Tovar, tenía dos hijos mudos, llamados Pedro y Francisco, y según las leyes de entonces su mudez les hacía incapaces de heredar.

Pero alrededor de 1546, siendo aún niños, fray Pedro Ponce los recibió en Oña, para educarlos.

Su método tuvo éxito y como la noticia del hecho se extendió rápidamente entre los círculos de la Corte y el suceso podía tener consecuencias jurídicas, puesto que si podían hablar podían heredar, aunque fuesen sordos, fue enviado a Oña el licenciado en Derecho Lasso, quien observando el método seguido por fray Pedro escribió un Tratado legal sobre los mudos, cuyo colofón reza: “De aquesta casa e monasterio de Oña, a los 8 de octubre, anno del nascimiento de nuestro Salvador Jesuchristo 1550 annos”. Y aunque al licenciado sólo le interesaban los efectos jurídicos de aquel maravilloso arte de hacer hablar a los mudos, informa de que: “Ni Pedro ni Francisco oyeron nunca, ni hasta venir a su poder de su maestro hablaron palabra alguna.

Lo consiguieron por voluntariosa industria del R. P. Fray Pedro Ponce de León, su maestro, con quien yo muchas veces he comunicado y hablado sobre novedad tan nueva y miraculosa, jamás hasta ahora vista ni oida”. Por tanto, en este año de 1550 los hijos del marqués de Berlanga estaban plenamente desmutizados, puesto que el mismo Lasso dice que vio cómo hablaban, leían, escribían y se confesaban, y Pedro le vio cantar en el coro canto llano acompasadamente, aunque sin llevar el tono con los demás monjes.

Al testimonio de Lasso hay que juntar los de fray Ambrosio de Morales (1575), fray Juan de Castañiza, compañero de fray Pedro Ponce (1583), Francisco de Vallés, médico de Felipe II (1585), de fray Antonio de Yepes (1607), de fray Mauro de Tosantos, abad de Oña (1644), de fray Gregorio de Argaiz, profeso de Oña (1675), y en el siglo XVIII del padre Benito Feijoo y de Hervás y Panduro. Morales dice: “El otro español de ingenio peregrino y de industria increíble, sino lo hubiéramos visto, es el que ha enseñado a hablar los mudos con arte perfecta que él ha inventado. Y es el P. fray Pedro Ponce, que ha mostrado hablar a dos hermanos y una hermana del Condestable mudos. Y agora muestra a un hijo del Justicia de Aragón [...] Se les habla por señas y se les escribe, y ellos responden luego de palabra, y también escriben muy concertadamente una carta y qualquier cosa. Uno de los hermanos del Condestable se llamó don Pedro de Velasco, que aya gloria. Vivió poco más de veinte años, y en esta edad fue espanto lo que aprendió, pues, además de castellano, hablaba y escribía el latín casi sin solecismo, y algunas veces con elegancia y escribía también con caracteres griegos”. Y transcribe la confesión que le hizo el propio don Pedro: “Sepa vuestra merced, que cuando yo era niño, que no sabía nada, ut lapis, comencé a aprender a escribir, primero, las materias que mi maestro me enseñó; y después a escribir todos los vocablos castellanos en un libro mío que para esto se había hecho. Después, Deo adjuvante, comencé a deletrear y, después, pronunciar con toda la fuerza que podía, aunque se me salió mucha abundante saliva. Comencé después a leer historias, que en diez años he leído historias de todo el mundo; y después aprendí latín. Y todo era por la gran misericordia de Dios, que sin ella ningún mudo lo podía pasar”.

El padre Castañiza, testigo ocular, escribe: “Enseña a hablar a los mudos por verdadera filosofía, la posibilidad y las razones que hay para ello, y lo dejaron bien probado en un libro que de ello tiene escrito”.

Este libro se conservaba en Oña a mediados del siglo XVII, pues en un informe del abad fray Mauro de Tosantos, referente a los servicios prestados por el Monasterio de Oña a la casa de Velasco, afirma del primer marqués de Berlanga: “El cual tuvo dos hijos, don Pedro, que murió a los 20 años, y doña Juana, los cuales, habiendo nacido mudos, vinieron a hablar, criándose en esta casa a la sombra del P. Pedro Ponce, cuya memoria será perpetua en ella y en España [...] Fuera meterme en nuevo laberinto el querer tratar de su crianza, y cómo les enseñaron a hablar y responder, aunque quedaban sordos, y los libros se conservan en el archivo con los caracteres de las letras”, pero en el siglo XVIII el padre Feijoo preguntó por ellos y no pudieron ser hallados. Bartolomé José Gallardo en 1821 asegura, no obstante, que “en un convento de Castilla consta por los inventarios de las bibliotecas de los monasterios suprimidos, enviados a la de las Cortes por el Gobierno, existía un libro de doctrina para los mudos sordos, compuesto por el maestro fray Pedro Ponce, inventor del arte milagroso”. El divino Vallés dice respecto al método seguido por fray Pedro Ponce: “Su método consistía en hacerles primero escribir, indicándoles luego con el dedo las cosas que se indican con aquellos caracteres”. Nada más se sabe del arte y método de fray Pedro Ponce, no superado hasta hoy, puesto que se perdió el tratado donde exponía los principios de su arte, pues dice Lasso que, acerca de la industria, “sólo el inventor de ella la tiene esculpida, guardada y reservada para sí”. Su invento no se perdió tras la muerte de fray Pedro Ponce, porque seguramente tuvo el original o una copia de él de la cual se aprovechó primero Manuel Ramírez de Carrión, que desmutizó a Bernardino de Velasco, cuando éste tenía seis años (1616), y a su hermano el marqués del Fresno, que se había quedado mudo cuando tenía dos años (1615-1618), retirándose luego a Montilla, donde tuvo otros discípulos. Y después, el aragonés Juan Pablo Bonet, nacido en 1560, secretario del condestable Juan de Velasco en Burgos y en el Milanesado, que vuelto a España publicó el primer tratado de sordomudística, intitulado: Reducción de las letras y arte de enseñar a hablar a los mudos (Madrid, 1620), aunque uno y otro se guardaron bien de mencionar el origen de sus conocimientos. Se ha sospechado si Bonet sólo ordenó los apuntes del benedictino, pero es imposible demostrarlo. En todo caso, él no fue su inventor, sino fray Pedro Ponce, de entre cuyos discípulos hay que contar a dos hermanas de Pedro de Velasco, Bernardina y Juana —que fueron monjas en Berlanga y en Medina de Pomar—, Gaspar de Gurrea, los hijos del justicia de Aragón y otros. El 24 de agosto de 1578 fray Pedro Ponce hizo fundación de una capellanía y memoria en el Monasterio de Oña, dotándola de cierta cantidad para misas en sufragio de su alma y de los monjes y bienhechores difuntos, que perduró hasta el siglo xix, y para salario de un médico que debía atender a los monjes ancianos y la enfermería, en cuya acta se dice que la dota de sus ahorros y “de las limosnas de discípulos que he tenido, a los cuales con la industria que Dios fue servido de me dar en esta santa casa, por méritos del señor San Juan Bautista y de Nuestro Padre San Íñigo, enseñé a hablar; pues tuve discípulos que eran sordos y mudos a nativitate, hijos de grandes señores o de personas principales, a quienes mostré hablar y leer y escribir e contar y a rezar y ayudar a misa y saber la doctrina cristiana, a saberse por la palabra confesar, e algunos latín, e algunos latín y griego, y entender la lengua italiana, y éste vino a ser ordenado y a tener oficio y beneficio de la Iglesia y rezar horas canónicas, y ansí éste y algunos otros vinieron a saver y entender la filosofía natural y astrología, y otro que sucedía en un mayorazgo e marquesado y había de seguir la milicia, en jugar de todas las armas a pie y a caballo. Sin todo esto, fueron grandes historiadores de todas las historias españolas y extrangeras, e sobre todo usaron la doctrina política y disciplina de que les privó Aristóteles”. La Confederación Nacional de Sordos de España dedicó un monumento a fray Pedro Ponce de León, junto a la escalinata de acceso a la iglesia del Monasterio de San Salvador de Oña, en el IV centenario de su muerte (1984), obra del escultor Eladio Martínez Arosa. Fray Pedro Ponce de León fue un hombre de estirpe luchadora, que supo compaginar la lectura de la Biblia con la de Aristóteles, inquieto y emprendedor, que no se conformó con lo admitido en su época como irreformable, sino que abandonando los caminos trillados buscó nuevas vías para solucionar los problemas de los sordos, hasta entonces insolubles, y el reconocimiento de todos sus derechos. Su espíritu inquieto le llevó a interesarse por las plantas medicinales y otras investigaciones de fenómenos naturales para descubrir sus secretos, someterlos a la razón y utilizarlos en beneficio de los humanos, obligando a la naturaleza a producir lo que naturalmente no había dado.

 

Obras de ~: Arte de enseñar a los mudos (ms. perdido); Pliego sobre el maestro de sordomudos, Archivo Histórico Nacional de Madrid, Clero, leg. 1319; Escritura de donación al monasterio de los censos para la fundación de la memoria y capellanía. 20 de agosto 1584, ibíd., leg. 1306; Relación de quién fue la Reyna Doña Urraca López, fundadora del monasterio de Vileña, ordenada por el Venerable P. Fr. Pedro Ponce de León, de gloriosa memoria, dirigida y escrita a la muy magnífica señora, mi señora, Doña Ana Guzmán, abbadesa muy digna del Monasterio de Vileña, Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 13127, fols. 182r.- 188r.; “Escritura de fundación de la capellanía y misas, 24 de agosto de 1578”, en J. Feijoo, Cartas eruditas, Madrid, Clásicos Castellanos, LXXXV, 1928, págs. 178-179.

 

Bibl.: A. de Morales, Antigüedades de las ciudades de España, Alcalá de Henares, en casa de Iuan Iñiguez de Lequerica, 1575, págs. 28-29; J. de Castañiza, Historia de San Benito, Salamanca, 1583; A. de Yepes, Crónica General de la Orden de San Benito, vol. V, Valladolid, 1615, fol. 337r.; M. Ramírez de Carrión, Maravillas de la Naturaleza, Córdoba, en la imp. de Francisco García, 1629; F. Vallés, De sacra philosophia, Lugduni, Sumptibus Petri Rigaud, 1652; G. de Argaiz, La soledad laureada por San Benito y sus hijos, vol. VI, Madrid, por Francisco García Fernández, a costa de Gabriel de León, 1675, pág. 524; R. Escalona, Historia del Real Monasterio de Sahagún: sacada de la que dexó escrita el Padre Maestro Fr. Joseph Perez, Madrid, Imprenta de Joachin Ibarra, 1782, pág. 206; N. Antonio, Biblioteca Hispana Nova, vol. II, Madrid, 1783, pág. 28 (trad. cast. de G. de Andrés y M. Matilla, Biblioteca Hispana, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1998); L. Hervás y Panduro, Escuela española de Sordomudos ó arte para enseñarles á escribir y hablar el idioma español, Madrid, Imprenta Real [t. I] e Imprenta de Fermín Villalpando [t. II], 1795, 2 ts., pág. 296; F. Fernández Villabrille, “Fray Pedro Ponce de León, primer maestro de los sordomudos”, en Revista de la Enseñanza de Sordomudos, 1851; J. Ballesteros, Discurso de inauguración del busto de P. Ponce de León en el Colegio Nacional de Sordomudos de Madrid, Madrid, 1866; O. Mingote, Varones ilustres de la Provincia de León, León, Miñón, 1880; D. Vaca, “Ponce de León. Noticias inéditas”, en Boletín de la Asociación de Sordomudos de Madrid (BASM), 25 (1901), págs. 73 y ss.; A. Bonilla y San Martín, “Aristóteles y los sordomudos”, en BASM, 2 (1906); J. Olmedilla, Pedro Ponce de León, Madrid, 1912; E. Herrera Oria, Oña y su Real Monasterio, Madrid, 1917, pág. 124; Ldo. Lasso, Tratado legal sobre los mudos, Madrid, Biblioteca Nacional de Madrid, España, ms. 6330 [ed. de Á. López Núñez, Madrid, Sobrinos de la Suc. de M. Minuesa de los Ríos, 1919]; W. Fernández Luna, Monografía histórica de Sahagún y breve noticia de sus hijos ilustres, León, 1921, págs. 239-245; E. Emmerig, Pedro Ponce de León, der Begründer des Taubstummenunterrichtes, 5 MGBO, 43 (1925), págs. 98-122; B. J. Feijoo, Cartas Eruditas, IV, Carta VII, n.os 16-17, Madrid, La Lectura, 1928 (col. Clásicos Castellanos, LXXXV), págs. 178-179; J. B. Ibarrondo, In memoriam. Fray Pedro Ponce de León, Vitoria, 1929; J. P. Bonet, Reducción de las letras y arte para enseñar a hablar a los mudos: Estudio crítico biográfico sobre Juan Pablo Bonet y su obra, ed. de J. Orellana y L. Gascón, Madrid, Francisco Beltrán, 1930 (col. Biblioteca Moderna de Filosofía y Ciencias Sociales); J. Pérez de Urbel, “Fray Pedro Ponce de León”, en Revista de Educación (RE), 12 (1956), págs. 40-48; E. Aucirenea de Bergareche, Fr. Pedro Ponce de León (siglo XVI), tesis doctoral del curso 1959/1960, Madrid, Universidad Complutense; “Fray Pedro Ponce de León, el inventor del arte de hacer hablar a los mudos”, en RE (1967), págs. 3-17; Fray Pedro Ponce de León y el origen del Arte de Enseñar a hablar a los Mudos, Madrid, Obras Selectas, 1973; “Ponce de León, Fray Pedro, O.S.B.”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de historia eclesiástica de España, vol. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1973, págs. 1992-1994; “Cuna y linaje de fray Pedro Ponce”, en Archivos Leoneses, 28 (1974), págs. 321 y ss.; A. Fernández Fernández, “Feijoo y su interés por la problemática de los sordomudos”, en VV. AA., II Simposio sobre el Padre Feijoo y su siglo, Oviedo, Centro de Estudios del siglo XVIII, Cátedra Feijoo, 1981, págs. 355-560; A. Eguiluz Angoitia, Fr. Pedro Ponce de León. La nueva personalidad del sordomudo, Madrid, Instituto Profesional de Sordomudos “Ponce de León”, 1986; A. Gascón Ricao y J. G. Storch de Gracia y Asensio, Historia de la Educación de los sordos en España y su influencia en Europa y América, Madrid, Editorial Universitaria Ramón Areces, 2004; M. López Torrijo, La educación de las personas con sordera. La Escuela Oralista española, Valencia, Universitat de València, 2005, págs. 13-35; A. Gascón Ricao y J. G. Storch de Gracia y Asensio, Fray Pedro Ponce de León, el mito mediático (Los mitos antiguos sobre la educación de los sordos en España), Madrid, Editorial Universitaria Ramón Areces, 2006.

 

Ernesto Zaragoza Pascual