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Felipe Guamán Poma de Ayala

Biografía

Guamán Poma de Ayala, Felipe. Guamanga (Perú), c. 1534 – 1615 post. Historiador e intérprete.

La información más sustantiva sobre su vida procede de la crónica que él mismo escribió. A ella se suman un par de documentos que dan cuenta de unos litigios que mantuvo por unas tierras ubicadas en el área de Chupas (Prado Tello y Prado Prado, 1991; Zorrilla, 1976) y otros tres que hacen referencia a él como intérprete al servicio del juez de tierras Gabriel Solano de Figueroa (Pereyra, 1997; Porras Barrenechea, 1971). En todos estos casos su presencia ocurre en la última década del siglo xvi. A estas fuentes hay que sumar los dos manuscritos que escribió el padre mercedario fray Martín de Murúa, pues en ellos se nota una presencia indiscutible de este autor indígena.

De todo este bagaje documental, la que sin duda ofrece mayor información es la obra que lo ha inmortalizado: El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno.

Sin embargo, se debe ser muy cauto al aceptarse lo que dice, pues la imagen que trata de presentar sobre su persona está absolutamente contaminada del tono mesiánico y reivindicativo que le otorga a su crónica. En consecuencia, lo que se puede colegir de ella son pinceladas muy gruesas sobre su ubicación en el tiempo, en el espacio y la sociedad de la época. Tal es el grado de cautela que se debe tener que hasta el uso de su nombre puede ser objeto de polémica, ya que hasta sus mismos contemporáneos lo acusan de haberlo falseado, junto con su posición social, atribuyéndole la identidad de un indio pobre llamado Lázaro.

Lo que sí aflora tanto por el lenguaje en que se expresa como por las categorías temporales, espaciales y socio-políticas que maneja es que se trata de un indio.

Es cierto que se expresa en español, pero la construcción de sus frases revelan al típico quechua hablante que imprime a la lengua importada su bagaje sintáctico y fonético. Por otro lado, se ve que tiene dificultades en comprender un cómputo del tiempo sobre premisas lineales asociado a una sucesión de años donde la figura de Cristo aparece como eje de la Historia.

Coincidiendo con esta condición, reivindica, por el lado paterno, ser hijo de un personaje que es denominado Martín Guaman Mallque de Ayala o también, según el litigio que sostiene con unos curacas originarios de Chachapoyas en la última década del siglo xvi, como Domingo Guaman Mallque de Ayala y, por el materno, de Juana Curi Ocllo. Del primero dice que es descendiente de Capac Apo Guaman Chahua, que fue rey del Chinchaysuyo, concretamente de los Yarovilca, y que durante la dominación inca se convirtió en la segunda persona del Monarca cuzqueño. La tierra natal de este personaje es ubicada en Allauca Guánuco, que devino en la sede de una importante ciudadela inca que se conoce como Guánuco Viejo.

La madre, en cambio, es presentada como una hija secundaria del décimo inca Túpac Yupanqui y que como tal tenía el rango de aui o de noble de la condición más baja de acuerdo a la jerarquía de la nobleza femenina cuzqueña.

Entre su parentela indígena también figura su abuela paterna, es decir, la esposa de Capac Apo Guaman Chaua, que lleva por nombre Mama Poma Ualca. Asimismo, como descendiente de ambos, da una lista de cinco personajes de los cuales cuatro aparecen asociados con el manejo de kipus, que eran unos cordones anudados con que se llevaba la contabilidad y otro tipo de registros.

En cuanto a la incorporación del Ayala en su apellido, señala que se deriva del conquistador Luis Dávalos de Ayala, que lo otorgó a su padre en agradecimiento por haberlo salvado de una muerte segura que estuvo a punto de infligirle Martín de Olmos en la batalla de Guarinapampa.

Cuánto hay de cierto en esta estirpe es difícil decirlo, pues no hay ningún testimonio ajeno a él que lo confirme. Si la posición de su padre fue tan alta, deberían existir otras fuentes que lo corroborasen. Desafortunadamente no las hay, lo que lleva a pensar que quizá estos rangos que le otorga a sus progenitores los exagera para acceder a una posición adecuada que le permitiese erigirse como portavoz de los indígenas ante el rey de España en sus demandas de restauración de un orden pasado roto por la conquista. Dado que en el contexto prehispánico nadie de condición baja podía comunicarse directamente con el Inca, es muy posible que pensase que si el monarca español tenía un sitial semejante al del cuzqueño, su Nueva Corónica, que hace las veces de una “carta al Rey” de contenido mesiánico, debía contar con un autor con una jerarquía apropiada.

Por otro lado, al presentarse como descendiente de un personaje masculino no-inca de alta alcurnia, de una princesa inca y vinculado por el apellido con un conquistador español, aparte de erigirlo como representante de los tres grandes componente sociales del mundo andino posconquista, le otorgaba la prerrogativa de reivindicar derechos de estas tres esferas.

Que hay mucho de ficción en esta construcción que hace de su jerarquía social, no cabe la menor duda, pero también que no pudo inventarlo todo. Es cierto que no se tiene un documento que acredite que su familia paterna derive de Guanuco, pero la referencia que ofrece de esta región es tan específica, particularmente por sus alusiones a Allauca Guanuco y los Yarovilcas, que se hace difícil no reconocer que haya algo de cierto. Más aún, Allauca Guanuco es la localidad donde se asienta la famosa ciudadela de Guanuco Viejo, que es particularmente notable por los innumerables restos de depósitos que todavía son visibles y que en el pasado inca le dieron el rango de ser un gran centro administrativo. Tener esta condición debió de suponer la presencia de un buen contingente de kipucamayocs que debían llevar la contabilidad. De ser así, no es tan descabellado pensar que entre estos contadores pudiesen haberse incluido sus antepasados, pues curiosamente todos los que ejercen este oficio a lo largo de la crónica de Guaman Poma figuran como hermanos de su padre. Por último, si algo lo predispuso a escribir es porque él mismo fue heredero de las técnicas comunicativas que manejaron sus ancestros y no sería raro que descubriera que detrás de la elaboración de su crónica está encubierto un manejo de kipus.

Pero si su familia era oriunda de Guanuco, ¿por qué decidieron residir en algunas localidades de lo que es hoy el departamento de Ayacucho? Quizá desde la época prehispánica fueron trasplantados en calidad de mitimaes o colonos para seguir ejerciendo sus funciones de contabilidad en esta región. Una vez más, no hay evidencias de cómo se produjo el traslado ni cuándo, pero sí de que lograron un gran arraigo en esta zona que los recibió, tanto que al parecer tuvieron propiedades en un área colindante con la ciudad de Guamanga como fue el valle de Chupas y en una más lejana como el Repartimiento de los Rucanas Antamarcas.

Siguiendo con su afán de querer darle un rol protagónico a su padre, lo presenta tanto en su crónica como en el litigio que sostiene con los Curacas de Chachapoyas asentados en Chupas como fundador de la ciudad de Guamanga. En ambos documentos figura, además, con un indio Caviña llamado Juan Tingo, posiblemente un pariente político, como poseedor de tierras en Chupas. Otro personaje que se le asocia, mencionado, en la Nueva Corónica, es un tal Hernando Cacyamarca que en la Relación del Repartimiento de los Rucanas Antamarcas del visitador Luis de Monzón (M. Jiménez de la Espada, 1965, I: 237) figura como curaca del ayllu Antamarca y como residente del pueblo de Sondondo (ubicado en el repartimiento mencionado) donde el mismo Guaman Poma tenía una casa.

Que pudo estar vinculado tanto a Guamanga como a la región de los Rucanas Antamarcas lo confirma la presencia de muchos mitimaes o colonos de este repartimiento asentados en Guamanga, tanto que dieron lugar a un barrio que hasta la actualidad sigue llevando el nombre de este repartimiento que colinda con otro llamado Santa Ana que agrupa a numerosos tejedores.

El litigio que sostiene con los chachapoyas aparte de coincidir con la Nueva Corónica en un listado largo de propiedades que tuvo en Chupas confirma que el padre fue servidor del hospital de indios de Guamanga y que cuando murió fue enterrado en la capilla de la Limpia Concepción de la iglesia de San Francisco.

De esta evidencia se deduce que, si bien Guaman Poma pudo tener lazos con Guanuco, esta región la debió de dejar muy atrás, siendo el escenario principal de su vida el corregimiento de Guamanga, pero muy en particular el valle de Chupas, el repartimiento de los Rucanas Antamarcas y la ciudad de Guamanga.

Éste debió de ser el caso, pues el íntegro de su crónica no hace sino reproducir fielmente paisajes y costumbres peculiares de esta zona que, incluso, se conservan hasta el presente, a la par que infinidad de nombres de personajes que transitaron por estos lares entre los siglos xvi y xvii.

Adicionalmente, también se puede suponer que no fue un indígena pobre, como lo acusaron los chachapoyas.

Es tan detallado en las propiedades que enumera que difícilmente pudo haberse tomado el trabajo de inventarlas. Que tenía problemas para legitimarlas puede ser, pero también que algún derecho debía de asistirle para reclamarlas. Por otro lado, difícilmente alguien que se desempeñaba como intérprete de juez de tierras o de extirpadores de idolatrías podía ser pobre y menos uno que se convirtió en el colaborador de la crónica de un mercedario y mucho menos un escritor que tuvo la habilidad de forjar una crónica de cerca de mil doscientas páginas de las cuales alrededor de cuatrocientas tenían ilustraciones.

Así como se ignora dónde nació, tampoco se sabe la fecha en que este evento tuvo lugar. Se puede inferir, no obstante, que tuvo lugar durante la dominación europea. Quizá pudo ser 1535, como indirectamente él mismo nos sugiere al señalar en 1615, cuando ha terminando su crónica, que cuenta con ochenta años.

Sin embargo, parece difícil que a una edad tan avanzada viajase a Lima, pues en 1614 señala que está haciendo este recorrido para despachar su manuscrito a España. En todo caso, por aquellos años no debía ser muy joven si se tiene en cuenta que ya se desempeñaba como intérprete del padre Cristóbal de Albornoz, cuando en la década de 1560 del siglo xvi se encontraba en sus afanes de extirpar el movimiento mesiánico del Taki Ongoy.

Tampoco se sabe ni dónde ni cuándo murió. El último testimonio que ha legado es una carta escrita desde el pueblo de Santiago de Chipao que lleva como fecha el 14 de febrero de 1615 y que se encuentra en el Archivo de Indias de Sevilla (Porras, 1971: 96-98).

Está dirigida al rey de España y en ella le anuncia que le está enviando su crónica. La localidad a que alude estaba ubicada, al igual que otros pueblos donde señala haber tenido casas como Sondondo y Apcara, en el repartimiento de los Rucanas Antamarcas. Concretamente se trataba de una reducción donde habían sido reubicados miembros del antiguo grupo social o ayllu denominado Omapacha.

La etapa de su vida que está más documentada es aquella entre 1590 y 1606. De estos años datan los pleitos que tuvo con los curacas de Chachapoyas por algunas tierras en Santa Catalina de Chupas. Asimismo, otros dos documentos lo presentan actuando de intérprete del juez de tierras Gabriel Solano en localidades ayacuchanas, como Quinua (Porras, 1971: 94-96) y Totoropampa junto con Rumichaca en los alrededores de Guamanga (Pereyra, 1997: 261-270).

Un tercer documento, todavía inédito, figura también desempeñando este papel en una composición de tierras cerca de Jauja en el valle del Mantaro.

Es muy posible que una colaboración con el mercedario Murúa en la preparación del Origen y Genealogía Real de los Reyes Incas del Perú, que pudo iniciarse en la década de 1580, se continuase en esta década. De ello da cuenta el borrador o copia de una carta con fecha 15 de mayo de 1596 que debía ser firmada por distintas autoridades indígenas del Cuzco apoyando la publicación de este manuscrito que hoy se conoce como “Galvin” (Ossio, 2004: 19).

Los vínculos cordiales que debieron de existir entre estos dos cronistas es muy posible que terminasen a principios del siglo xvii, mientras ambos se encontraban en la provincia de Aimaraes, que hoy forma parte del departamento de Apurímac. Concretamente, el escenario del rompimiento que se produce entre ambos debieron ser los pueblos de Yanaca, Pocahuanca, Pichihua y Pacacica, de donde este sacerdote era doctrinero.

A partir de este momento, tal es el encono de Guaman Poma hacia este sacerdote que las cinco referencias que hace en su crónica es sólo para denostarlo, llegando incluso a levantarle la acusación de haberle robado a su mujer.

Aunque es muy posible que ya desde los días en que colaboraba con Murúa haciéndole los dibujos para su manuscrito más temprano, Guaman Poma venía acopiando materiales que incluiría en su crónica, y quizá este rompimiento debió de ser un acicate definitivo para concluirla y lograr su publicación. Curiosamente, por los mismos años en que Murúa está terminando la versión final de su historia, el cronista indígena también le está dando los últimos toques a la suya. Por una serie de detalles incluidos en la Nueva Corónica es posible deducir que a fines de 1612 y 1613 Guaman Poma ya tenía prácticamente concluida su obra. Es entonces cuando decide viajar a Lima para intentar que fuese despachada a España. Su viaje está tan lleno de incidentes que no puede sino registrarlos e insertar las páginas que escribe en su ya terminado manuscrito.

Una consecuencia de ello es que tiene que modificar la numeración de las páginas del texto que sigue a la inserción y otra es que esta última no aparece consignada en el índice. Esta etapa debió de transcurrir por 1614, pues hay una referencia a este año en estas páginas añadidas. Finalmente, el último año que figura en la crónica es 1615, que coincide con la carta que, vuelto a su terruño, escribió al rey de España.

Después de 1615 ya no existen rastros sobre su persona, y su obra quedó perdida hasta 1908 en que el gran americanista Richard Pietchmann la encontró en la Biblioteca Real de Copenhague. Esto no quiere decir, sin embargo, que su obra fuese ignorada. Uno de los primeros en dar señas de haberla conocido es el franciscano fray Buenaventura de Salinas y Córdova en su Memorial de las historias del Nuevo Mundo, que data de 1630. Luego se ve su influencia en unas acuarelas que representan a varios monarcas incas dibujadas por el cardenal Camilo Massimo posiblemente entre 1655 y 1658, mientras se desempeñó como nuncio apostólico en España (Estenssoro, 1994). Siguiendo con su influencia en el campo del arte pictórico, es muy posible que Guaman Poma haya estado detrás de unas galerías que representan a doce soberanos incas seguidos de reyes españoles que se empiezan a difundir en el siglo xviii y que cuentan con seguidores hasta en el siglo xix. Dos exponentes antiguos de estos lienzos se encuentran uno en el convento de Copacabana en Lima y otro en la iglesia de San Francisco de la ciudad de Ayacucho. En todos estos casos, sin embargo, ninguno de los autores tuvo la hidalguía de mencionar su fuente.

Pietchmann escribió varios artículos sobre su descubrimiento y estimuló a muchos estudiosos a que le prestasen atención. Siendo prácticamente un clamor generalizado su difusión en una publicación, el americanista francés Paul Rivet, desempeñándose como director del Museo del Hombre, decidió acometer esta empresa en 1936. Gracias a su iniciativa se cuenta con una edición facsímile que se ha reproducido varias veces. Además, existen muchas otras con el texto transcrito y hasta se ha hecho una digitalización del original (http://www.kb.dk/elib/mss/poma/ index-en.htm).

Para concluir, resta mencionar que El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno tiene 1179 páginas de las cuales 399 contienen dibujos. Como el título sugiere, está dividida en dos partes. Una primera es la crónica que incluye una narración de la historia de los andinos que se extiende desde la época preincaica hasta el gobierno de los virreyes. La segunda es el Buen Gobierno que presenta un retrato de la sociedad colonial y un sinnúmero de críticas al marco institucional y administrativo del régimen que la gobernaba.

Además de aportar numerosos datos que no se consignan en otras fuentes, esta obra tiene el gran mérito de presentar el punto de vista de un indígena sobre la dominación española y sobre la historia de sus antepasados, valiéndose de un esmerado manejo de la palabra escrita y de un arte pictórico figurativo.

Adoptando la perspectiva de la cultura de su autor esta crónica también puede ser caracterizada como una “carta al Rey”, donde solicita al monarca español, concibiéndolo como un Inca, que restablezca un orden de dimensiones cósmicas que fue desbaratado con la Conquista.

 

Obras de ~: El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno, París, Institut d’Ethnologie, 1936; El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno, La Paz, Instituto “Tiahuanacu” de Antropología, Etnografía y Prehistoria, 1944; El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno, México, Siglo XXI, 1980; El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1980; El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno, México, Fondo de Cultura Económica, 1993; El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno, en www.kb.dk/elib/mss/poma/index-en.htm, 2001.

Bibl.: R. Pietchmann, “Nueva corónica y buen gobierno de Don Felipe Guaman Poma de Ayala, eine peruaniche Bilderhandschrift”, en Nachrichten von der königlichen Gesselschaft der Wissenschaften zu Göttingen. Philologisch-historische Klasse aus dem Jabre 1908, Berlin, Weidmannsche Buchhandlung, 1908, págs. 637-659; “Some account of the illustrated chronicle y the peruvian indian D. Felipe Guaman Poma de Ayala”, en VV. AA., International Congress of Americanists. Proceedings of the XVIII session, London, Harrison and Sons, 45, Pall mall, SW part II, 1913, págs. 510-521; M. de Murúa, Historia del origen y genealogía real de los Reyes Incas del Perú, ed. C. Bayle, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1946; B. Salinas y Cordova, Memorial de las Historias del Nuevo Mundo, Lima, UNMSM, 1957; R. Porras Barrenechea, Los Cronistas del Perú, Lima, San Martí y Cía., 1962; M. de Murúa, Historia General del Perú, ts. I y II, Madrid, Instituto González Fernández de Oviedo, 1962 y 1964, respect.; J. M. Ossio, The Idea of History in Felipe Guaman Poma de Ayala, tesis de grado, Oxford, Universidad, 1970 (inéd.); R. Porras Barrenechea, El Cronista Huaman Poma de Ayala, Lima, Imprenta editores, 1971; J. M. Ossio, “Guaman Poma: Nueva Coronica o Carta al Rey”, en Ideología Mesiánica del Mundo Andino, Lima, Ed. Ignacio Prado Pastor, 1973; J. C. Zorrilla, “La posesión de Chiara por los indios Chachapoyas”, en Wari (Ayacucho), n.º 1 (1976); J. M. Ossio, “Guaman Poma y la Historiografía Indianista de los siglos xvi y xvii”, en Historia Cultura, n.º 10 (1976-1977); “Myth and History: Guamán Poma de Ayala”, en Text and Context: The Social Anthropology of Tradition, ed. de R. K. Jain, Filadelfia, Institute for the Study of the Human Issues, 1977, págs. 51-93; “Las Cinco Edades del Mundo según Felipe Guaman Poma de Ayala”, en Revista de la Universidad Católica (Lima), n.º 2 (1977); E. Prado Tello y A. Prado Prado, Y no ay rremedio, Lima, CIPA, 1991; J. C. Estenssoro, “Los Incas del Cardenal: Acuarelas de la Colección Massimo”, en Revista Andina (Cuzco, Centro Bartolomé de las Casas), n.º 24 (1994), págs. 403-426; N. Pereyra, “Un documento sobre Guaman Poma de Ayala existente en el Archivo Departamental de Ayacucho”, en Histórica, vol. XXI, n.º 2, Lima, Fondo Editorial de la PUCP, 1997; J. M. Ossio, “Algunas reflexiones en torno a la historicidad del cronista indio Felipe Guaman Poma de Ayala”, en El hombre y los Andes, Homenaje a Franklin Pease G.Y., t. I, Lima, Fondo Editorial de la PUCP, 2002, págs. 325-344; “Introducción”, en Códice Murúa, Madrid, Testimonio Compañía Editorial, 2004; M. de Murúa, “Historia del origen y genealogía real de los reyes Ingas del Pirú de sus hechos, costumbres, trajes, y manera de gouierno. 1590”, en Códice Murúa. Historia y genealogía, de los reyes Incas del Perú del padre mercedario fray Martín de Murúa. Códice Galvin, vol. I, Madrid, Testimonio Compañía Editorial, Madrid, 2004 (ed. facs.).

 

Juan M. Ossio Acuña