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Miguel Martel

Biografía

Martel, Miguel. Madrid, 21.VII.1754 – Salamanca, 16.X.1835. Político, reformador, orador sagrado y filósofo.

Fueron sus padres Diego, contador en la casa de los marqueses de Estepa, y Theresa Marcela Viñas. Tuvo cuatro hermanos: José Laureano, Antonia María de la Paz, Antonio y Rosa. Aparece matriculado por primera vez en el Colegio de Filosofía de la Universidad de Salamanca en el curso de 1771-1772, siendo ya profeso de la Orden Teatina. Desaparece de los Libros de Matrículas en los cursos siguientes porque sigue los estudios eclesiásticos en el colegio de San Cayetano de la ciudad, alcanzando el grado de lector en Sagrada Teología. A esta casa de su Orden, de la que llegó a ser rector, siguió unido hasta 1804, año en el que se pasó al clero secular. De nuevo aparece matriculado en la Universidad en el curso de 1787-1788 y en los meses de agosto, septiembre y octubre obtuvo respectivamente los grados de bachiller, licenciado y maestro en Artes (Filosofía). A partir de octubre, siendo rector Diego Muñoz Torrero, comenzó su actividad docente en una de las cátedras de Lógica, ocupó posteriormente otra de Matemáticas y terminó en la de Filosofía Moral, que era la más prestigiosa del Colegio de Filosofía. En ella alcanzó la jubilación en 1813.

Entró a formar parte del claustro universitario de la mano de Juan Justo García y Judas Tadeo Ortiz, que por esos años luchaban afanosamente en la reforma académica del Colegio de Filosofía; y se integró en el grupo liberal. Frecuentó las tertulias clandestinas, que tenían lugar en casas particulares, entre las que fue famosa la del doctor Salas. A ellas asistían profesores, estudiantes, políticos, juristas, intelectuales, etc., cuya actividad consistía en copiar, traducir y comentar obras de autores modernos propagadores de ideales de democracia y tolerancia.

En 1790 y 1791, con Juan Justo García, publicó en siete volúmenes los Discursos Predicables, obra con la que pretendían reorientar en el fondo y la forma la oratoria sagrada de su tiempo tomando como base otra clásica, las Homilías de Gerónimo Bautista de Lanuza, cuya primera edición tuvo lugar en 1622; pero su refundición fue tan profunda que la original apenas es reconocible en ella. Martel era un destacado orador sagrado. De esta faceta queda el testimonio impreso de varios de sus sermones y oraciones fúnebres predicados a lo largo de su vida: dos Sermones sobre la Eucaristía y la Resurrección del Señor, otro predicado con motivo de la elevación a los altares del que había sido miembro de la Universidad, el beato Juan de Rivera; y el predicado en la catedral el 4 de abril de 1820 para celebrar la restauración de la Constitución de 1812; seis oraciones fúnebres a otros tantos doctores; y el Elogio Fúnebre a D. Antonio Tavira, obispo de Salamanca. En los Libros de Claustros de estos años aparecen innumerables intervenciones y delegaciones en cuestiones muy diversas, destacando las referentes a la defensa y reforma de los Colegios de Filosofía y Medicina. En 1807 Martín Hinojosa, catedrático de Derecho, y Miguel Martel fueron llamados a Madrid por el ministro Caballero para la formación de un plan que unificara todas las universidades españolas.

Éste dio lugar a la supresión de once de las veintidós existentes. Personalmente obtuvo el beneficio de la prebenda de medio-racionero en la catedral de Salamanca.

Una vez secularizado, su intervención en la vida social y política se hizo notar. Ocupó los cargos públicos de síndico personero del Común en los años 1806 y 1807, regidor del Ayuntamiento Constitucional en 1812 y vicesecretario de la Real Junta de Sanidad en el curso 1818-1819. Durante la invasión francesa fue comisionado por el claustro para tratar distintos asuntos con las autoridades municipales y de la ocupación, y colaboró en la formación y redacción del Plan del General Thiebault de 1811 para la Universidad de Salamanca; todo lo cual no fue óbice para que estuviera en entredicho y su casa sufriera registros en reiteradas ocasiones. Con motivo de la segunda entrada de los franceses en Salamanca, huyó a la zona de la sierra de Francia y desde allí, en contacto con el Cuartel General del Ejército Español, fue enviado a entrevistarse con el general Wellington, que se hallaba en Portugal.

A petición del ministro de la Gobernación, la Universidad de Salamanca redactó en 1813-1814 un Informe para la reforma de la enseñanza, en el que Martel asumió una parte importante. Este Informe se publicó en 1820 a fin de que sirviera de guía a la Ley de Instrucción Pública de las Cortes. El objetivo que inspiraba a los ilustrados universitarios salmantinos en todas las reformas era el de colocar los estudios en España al mismo nivel de los existentes en los países más desarrollados de Europa.

Restaurado el absolutismo en 1814, fue acusado de adhesión a la Constitución y de ofensas al Rey.

Su causa fue llevada por la Chancillería de Valladolid, que en mayo de 1818 lo eximió de cargos, pero, mientras llegó la sentencia favorable y definitiva, sufrió un arresto entre 1816 y 1817 en el convento de San Esteban y en el Real Seminario de San Carlos con la privación de sus rentas, tiempo que aprovechó para redactar los Elementos de Filosofía Moral, que no vio la luz hasta 1820. En esta obra, sin renunciar a cuestiones básicas el pensamiento escolástico, incorporó elementos fundamentales del sensismo francés. En el mismo volumen aparecieron publicadas las Prenociones fisiológicas sobre el alma del hombre y la existencia de Dios, en las que pretendía sentar unas elementales bases metafísicas para la moral.

Alcanzó el más alto nivel político con la elección de diputado a las Cortes Extraordinarias de 1820, en las que fue vicepresidente y redactor del Diario de Sesiones. Fue sobresaliente su participación en las comisiones de Instrucción Pública, Beneficencia y Eclesiástica. Finalizada su labor en las Cortes, se le encomendó oficialmente la formación del Reglamento General de las Juntas de Beneficencia y fue nombrado miembro de la Junta Auxiliar encargada del arreglo de asuntos relacionados con el clero.

Durante la Década Ominosa, habiéndose destacado como liberal y ferviente defensor de la Constitución, fue detenido, arrestado y sancionado. Fueron para él estos años muy difíciles, pues, a estas circunstancias y a su ya avanzada edad, tuvo que añadir el hacer frente a otra causa que tenía abierta, en la que se le acusaba de mala gestión económica del Colegio de Huérfanos, cuyo rectorado había ejercido de 1807 a 1827. Pero no murió impurificado. Con casi ochenta años, en abril de 1834, recibió la noticia de que la regente, la reina María Cristina, le levantaba todas las sanciones y le concedía una canonjía, dignidad de arcediano de Medina, en la iglesia catedral de Salamanca en reconocimiento de sus méritos. Murió el 16 de octubre de 1835, siendo enterrado al día siguiente en el cementerio municipal.

 

Obras de ~: con J. Justo García, Predicables o Las Homilías del Ilmo. y Venerable Señor Don Fr. Gerónimo Bautista de Lanuza, del Orden de Predicadores, Obispo de Barbastro y de Albarracín: Dispuestos por orden de materias, y acomodados en la mejor forma para el uso de los Señores Párrocos y Oradores, Salamanca, Imprenta de D. Francisco Tóxar, 1790-1791; Sermones sobre los misterios de la Eucaristía y Resurrección del Señor, Madrid, Oficina de Ramón Ruiz, 1793; Sermón predicado en la solemne fiesta que la Universidad de Salamanca hizo en la Iglesia de religiosos Agustinos Recoletos, de dicha ciudad, en el día 22 de mayo de 1798, con motivo de la beatificación de su Ilustrísimo hijo Don Juan de Rivera, Doctor y catedrático de Teología en la misma Universidad, Arzobispo de Valencia, Virrey de aquel reino, y Patriarca de Antioquía, Madrid, Viuda e Hijo de Morín, 1798; Oración Fúnebre a la buena memoria del Señor Doctor Don Santos Rodríguez de Robles, del gremio y Claustro de la Universidad de Salamanca, y su catedrático de Prima de Cánones. Dixo en el día 27 de julio de 1799. Salamanca, Imprenta de D. Antonio Tóxar, ¿1799?; Oración fúnebre, que a la memoria del Doctor Don Pedro Navarro del Campo, Doctor y Catedrático de Prima de Leyes jubilado en esta Universidad. Dixo en la Capilla de San Jerónimo el día 18 de junio de 1801, Salamanca, Imprenta de María Eugenia Villagordo, ¿1801?; Oración fúnebre, que a la memoria del Señor Doctor D. Ignacio López Ansó, del gremio y claustro de la Universidad de Salamanca, Dr. en Leyes, Dignidad de Arcediano de Medina y Prebendado de la Santa Iglesia Catedral dixo en la Capilla de San Jerónimo en el día 20 de julio de 1802, Salamanca, Imprenta de Don Antonio Tóxar, ¿1802?; Oración fúnebre, que a la memoria del Ilustrísimo Señor Don Antonio Gaona, Obispo Prior de la Real Casa de Santiago de Uclés, dixo en la Capilla de San Jerónimo de la Universidad de Salamanca el día 28 de julio de 1804, Salamanca, Imprenta de Don Francisco Tóxar, ¿1804?; Oración fúnebre, que a la buena memoria del Doctor D. Gaspar González Candamo, Canónigo Magistral de la Santa Iglesia de México, dixo el día 20 de diciembre de 1805, Salamanca, Imprenta de D. Juan Vallegera, Impresor de la Universidad, ¿1805?; Elogio Fúnebre del Ilustrísimo Señor Don Antonio Tavira y Almazán, del Consejo de S. M., Obispo de Salamanca, día 7 de septiembre de 1807, Salamanca, Imprenta de Don Francisco Tóxar, ¿1807?; Sermón predicado en la Santa Iglesia Catedral de Salamanca el día 4 de abril en la solemne proclamación de la Constitución política de la Monarquía Española publicada en Cádiz por las Cortes Generales y Extraordinarias en 19 de marzo de 1812, jurada por S. M. el Rey Fernando VII el 9 de marzo de este año: dispuesta por las autoridades y Ayuntamiento Constitucionales de esta Ciudad, Salamanca, Imprenta de Blanco, 1820; Los Elementos de Filosofía Moral, Madrid, Imprenta que fue de García, 1820; Prenociones fisiológicas sobre el alma del hombre y la existencia de Dios, Madrid, Imprenta que fue de García, 1820.

 

Bibl.: G. Vidal y Díaz, Memoria histórica de la Universidad de Salamanca, Salamanca, Imprenta Oliva y Hermano, 1869, pág. 596; J. Beneyto Pérez, La escuela iluminista salmantina. Discurso leído en la apertura del cuso académico 1949-1950, Madrid, Imprenta Ribadeneyra, 1949, pág. 25; N. Cuesta Dutari, El maestro Juan Justo García, presbítero natural de Zafra (1752-1830), segundo catedrático de Álgebra desde 1774-1792, Salamanca, Universidad, 1974, págs. 18- 19 y 207-217; M. Gómez Martín, Las reformas educativas de principios del siglo XIX y la Universidad de Salamanca, Salamanca, Centro de Estudios Salmantinos, 1974, págs. 71- 72; S. Rodríguez Domínguez, Renacimiento universitario salmantino a finales del siglo XVIII. Ideología liberal de Ramón de Salas y Cortés, Salamanca, Ediciones Universidad, 1979, págs. 111, 121, 137, 145-146, 174 y 246-247; B. García Martín, C. Lucas Rodríguez y A. García Pérez, “El sensimo decimonónico salmantino: Miguel Martel”, en VV. AA., I Congreso de Historia de Salamanca, vol. III, Salamanca, 1992, págs. 289-295; A. García Pérez, “Las fuentes del pensamiento de Miguel Martel”, en El Basilisco, 2.ª época, n.º 21 (1996), págs. 34-35; C. Calles Hernández, “La revolución de 1820 en Salamanca”, en Revista de Estudios, 46 (2001), págs. 110-112.

 

Arcadio García Pérez

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