Gualba, José. ?, p. m. s. xvii – Zaragoza, c. 1778. Bordador.
Fue uno de los más importantes bordadores de la ciudad de Zaragoza en el siglo xviii y trabajó para importantes instituciones aragonesas. Además, su renombre hizo que sus servicios fueran requeridos desde otros lugares de la Península Ibérica.
En 1762, José Gualba tenía uno de los talleres de bordado más grandes e importantes de la capital aragonesa.
En el mismo trabajaban su hermano Juan Gualba, un oficial llamado Andrés Lázaro, un mancebo, de nombre Tomás Sierra, así como un aprendiz, Francisco Giral. En 1777 trasladaría su obrador a los alrededores de la parroquia de San Gil, en torno a la que se asentaron también otros muchos bordadores de la ciudad. La situación económica de José Gualba en estas fechas no podía ser más desahogada. Fue el bordador más próspero de Zaragoza, sin duda debido a la importancia y volumen de los encargos que recibía.
Sobre su quehacer profesional existen con varias noticias. En 1752 los regidores de la ciudad de Zaragoza acordaban pagar a José Gualba 220 libras por el bordado de un manto y capa de la imagen de Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja. La calidad de esta obra y de otras ejecutadas por este mismo artista determinó que el Ayuntamiento de la ciudad lo nombrara bordador de la misma en 1753. Este cargo suponía que Gualba se hacía cargo de la decoración bordada de toda obra textil que se necesitara en las ceremonias religiosas y públicas a cargo del Ayuntamiento de Zaragoza.
Entre 1760 y 1770 son numerosas las referencias sobre la vinculación de este bordador a la catedral de San Salvador de Zaragoza. En muchas ocasiones en solitario y en otras en colaboración con el bordador Francisco Lizuáin, José Gualba se ocupó de la reparación y nueva hechura de ornamentos para la catedral zaragozana. No cabe duda de que Gualba fue el autor de algunas de las piezas litúrgicas bordadas más ricas de esta iglesia catedralicia.
La colaboración de José Gualba con las principales instituciones civiles y eclesiásticas de Zaragoza ratifica la calidad de su trabajo y su pericia en el arte de la aguja, en un momento de gran esplendor de esta faceta artística en la ciudad. La fama alcanzada por los bordadores zaragozanos en esta época y el puesto sobresaliente que ocupaba Gualba entre ellos, explicaría que desde otros lugares de la geografía española se llamase a este artífice para decorar diversos ornamentos sacros. En 1763, José Gualba decoró un terno para el convento de Santa Clara de la villa de Estella (Navarra), cuya casulla guarda gran semejanza con otras dos piezas, una del convento de San Benito de esa población y otra de la parroquia de San Pablo de Zaragoza, y que cabe atribuir, a tenor de ese parecido técnico y ornamental, a este mismo artífice.
Por otro lado, José Gualba fue el encargado de bordar el terno del Corpus de la catedral de Granada, patrocinado por el arzobispo Antonio Jorge y Galbán.
El cojunto fue realizado entre 1777 y 1780 y tuvo que ser terminado por el taller del bordador, a cuyo frente quedó su viuda, tras el fallecimiento del artista.
Finalmente, hay que mencionar que José Gualba se distinguió no sólo por el carácter excepcional de sus trabajos, sino también por haber sido maestro y patrón de futuros bordadores, como Joaquín Lázaro.
Obras de ~: Manto y capa de la imagen de Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja, Zaragoza, 1752; Decoración de un terno, convento de Santa Clara, Estella (Navarra), 1763; Terno del Corpus, catedral, Granada, 1777 y 1780.
Bibl.: C. García Gainza, M. C. Heredia Rivas y J. Rivas Carmona, Catálogo Monumental de Navarra. II* Merindad de Estella Abaigar-Eulate, Pamplona, Institución Príncipe de Viana-Arzobispado de Pamplona-Universidad de Navarra, 1982, págs. 542 y 550; C. Eisman Lasaga, El arte del bordado en Granada, Granada, Universidad-Diputación Provincial, 1989, págs. 138-139; A. M.ª Ágreda Pino, Los ornamentos en las iglesias zaragozanas. Siglos xvi-xviii. Aportaciones al estudio de los talleres de bordado y de las artes textiles en Aragón en la Edad Moderna, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2001.
Ana María Ágreda Pino
