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Juan de Anchieta

Biografía

Anchieta, Juan de. Azpeitia (Guipúzcoa), c. 1533 – Pamplona (Navarra), 30.XI.1588. Escultor y tracista.

Nació en una familia de hijosdalgo del bando oñacino radicada en la casa solar de Anchieta, situada en el barrio de Urrestilla de Azpeitia, que aún se conserva.

Al principio fueron rivales de la otra familia poderosa del lugar, la de Loyola, con la que finalmente acabaron emparentando. Su formación artística fue castellana y su carta de aprendizaje se firma en Valladolid el 26 de octubre de 1551, entre Miguel de Anchieta, su hermano mayor, que aparece como tutor y de oficio ensamblador, y Antonio Martínez, “imaginario” de Medina de Rioseco, por un tiempo de cinco años y medio que fueron considerados suficientes para aprender el oficio. Este contacto vincula al joven aprendiz vasco a la pujante villa de los Almirantes, célebre por sus ferias y mercado, y lugar de asiento de mercaderes, banqueros y cambistas. La colaboración en las obras de su maestro le introduciría en el ambiente artístico vallisoletano cerca de Inocencio Berruguete y del gran escultor Juan de Juni, quien conoció y estimó en gran manera el arte de Anchieta, según se deduce de la elogiosa mención que hace de éste en su testamento (1577): “no ay otra ninguna del dicho arte de quien se pueda fiar la dicha obra (el retablo de Medina de Rioseco) si no es del dicho Juan de Anchieta”, “escultor residente en Vizcaya, que es persona muy perita, hábil y suficiente y de los más esperitos que ay en todo este reyno de Castilla”.

La llegada a la ciudad de Valladolid de Gaspar Becerra en 1557, impulsor de un nuevo concepto de arte basado en la Roma del momento, llamó la atención del prometedor escultor vasco. Cuando en 1558 contrataba Gaspar Becerra el retablo mayor de la catedral de Astorga, es muy probable que reclutase a sus colaboradores entre los buenos oficiales escultores que había entonces en Valladolid, y uno de ellos fue Juan de Anchieta que había finalizado hacía sólo unos meses su aprendizaje. De esta manera Anchieta se convirtió al romanismo miguelangelesco del que fue su principal difusor.

Al finalizar el retablo de Astorga en 1563, Anchieta debió de volver a Valladolid junto a Juan de Juni, o moverse a tierras burgalesas. En 1565 continúa en Valladolid, pues en ese año se fecha la partida de bautismo de un hijo natural del escultor: “Baptizé a Juan, hijo de Juan de Anchieta y de Catalina de Aguilar; no casados; son naturales él de Vizcaya y ella de la ciudad de Burgos”.

Entre 1565-1569 está documentado su trabajo en la escultura del monumental retablo de Santa Clara de Briviesca, que había contratado Pedro López de Gámiz, y tasa en 1571 Juan de Juni, con una estimación muy favorable a los maestros que intervinieron.

Asimismo está aceptada su participación en el retablo de Santa Casilda de la misma población burgalesa.

Los repetidos viajes de Anchieta a Briviesca con motivo de estas obras quedan documentados por la deuda contraída por el vasco con el escultor Juan Bautista Beltrán, quien en su testamento (1569) declara: “me debe Juan de Anchieta noventa y seis reales que le presté quando se fue agora la postrera vez a Birbiesca y asimismo que pagué por él a Pedro de Bárbara veynte y siete reales por yr a buscar la mula que avia llevado el dicho Juan de Anchieta”.

El 7 de agosto de 1568, el vasco, que se declaraba “estante en esta villa de Valladolid”, otorga un poder al escultor Francisco de la Maza, seguidor de Juan de Juni, para cobrar una deuda en la iglesia de San Lorenzo de Villafrechós.

De los datos mencionados se deduce una estancia de Anchieta en tierras vallisoletanas desde 1551 a 1569, con los paréntesis de Astorga y Briviesca que comprendía su período de formación, así como su colaboración esencial en retablos antológicos como el de Astorga y Briviesca. La época de plenitud coincide con el decenio 1570-1580 y constituye una fase mejor conocida, caracterizada por el abandono de Valladolid y su regreso a Azpeitia debidos al matrimonio del escultor con Ana de Aguirre, perteneciente a una ilustre familia de la villa cuya dote comprendía una casa, tierras, alhajas, más 500 ducados, al contrario que el esposo que “no tenía el dicho Anchieta sino sola su persona y habilidad”. A partir de entonces trabajó para una amplia clientela formada por comitentes particulares como María de Idiázquez, viuda del tesorero real de Felipe II, el banquero aragonés Gabriel Zaporta, o Martín de Sarasa, los obispos de Pamplona, Antonio Manrique y Pedro Lafuente, y especialmente para patronos y primicieros de las parroquias y conventos de diversas órdenes religiosas.

También para la cofradía del Rosario de Navarrete, cuya Virgen realiza en 1587. Su escultura será, por tanto, religiosa en su totalidad y realizada en madera policromada con posterioridad y alabastro. Sus oficios fueron los de escultor y tracista de retablos. Sin perder relación con la villa de Azpeitia, fija su residencia en Pamplona, capital del reino de Navarra y sede episcopal, donde empieza a gozar de la protección de sus obispos de origen castellano. Lo hace primero a temporadas, luego desde 1577, reside de manera definitiva, hasta que en 1580 vende su casa y propiedades de Azpeitia. Se debió este cambio, entre otras razones, a la posición céntrica de Pamplona, desde donde podía atender los encargos procedentes de Aragón, País Vasco, Castilla y la propia Navarra, y dominar el mercado artístico ante la ausencia de competidores.

Además, la sede de Pamplona, que comprendía en aquel entonces tres cuartas partes de Guipúzcoa, regía y controlaba las contrataciones de obras artísticas.

En 1585 adquirió una gran casa en la calle Navarrería de la ciudad donde residían maestros de los distintos oficios de la madera y la adaptó para hacer un obrador.

Corresponde al decenio mencionado un importante grupo de retablos que se inicia con el de la capilla de San Miguel de la Seo de Zaragoza que Anchieta, ahora vecino de esa ciudad, capitula con Gabriel Zaporta y cobra en 1571. El escultor debía de gozar de considerable fama para entonces, y no se hallaba estable en Aragón, pues el documento preveía “el caso que se muriese o se fuese”. Iba a participar en el frustrado retablo de la iglesia de la Compañía de Zaragoza, y esculpió en alabastro el retablo de la Trinidad de la catedral de Jaca con un monumental Padre Eterno, réplica del Moisés de Miguel Ángel. En la propia seo jacetana interviene en la escultura del sepulcro de Pedro Baguer. Después, o al tiempo de las obras aragonesas, se ocupa de varios retablos para el País Vasco, como son los mayores de Asteasu, Zumaya (1574) y San Miguel de Vitoria (1575), que no llegó a terminarse, más el retablo para la capilla Idiázquez en la parroquia de Azcoitia. De estos últimos años es también el altar portátil con calvario del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Su fama se mantenía viva en tierras de Castilla. Solicitado por Juan de Juni en Valladolid para la terminación del retablo de Medina de Rioseco, lugar donde había hecho su aprendizaje, trabajaba para Burgos en el retablo de la Sala Capitular del monasterio de las Huelgas, encargado por el obispo de Pamplona Antonio Manrique (c. 1577), esculpía los bultos de la Asunción y Coronación del Mayor de la catedral burgalesa (1578), además del banco del retablo de Moneo (Burgos), por encargo del obispo Pedro de Lafuente. Comienza también ahora a trabajar los primeros encargos para Navarra, los retablos mayores de Cáseda y Añorbe y las esculturas de un Crucificado y un San Jerónimo para la catedral de Pamplona (1577), que muestran el dominio del desnudo de sello miguelangelesco por parte de un escultor del Renacimiento.

La fase final comprende desde 1580 a 1588, fecha esta última de la muerte de Anchieta, y están iluminados por el testamento en el que dispone ser enterrado en la catedral de Pamplona y deja limosnas y mandas para diversos monasterios de la ciudad, lo que indica amplias relaciones con las órdenes religiosas, que pudieron ser en muchos casos también artísticas.

Instituye como heredera universal a su mujer Ana de Aguirre y deja legados para algunos parientes y amigos.

La actividad del escultor está marcada por un viaje a El Escorial, en 1583, para tasar la escultura de San Lorenzo, obra de Monegro, lo que le permitiría conocer el gran complejo monasterial ya muy avanzado y la escultura de los Leoni, así como el Crucificado de mármol de Cellini. La escultura de Anchieta adquiere ahora un mayor clasicismo. El retablo de Aoiz (1584) y especialmente el sagrario (1581) y el retablo mayor de Santa María de Tafalla (1588) constituyen su obra más destacada dentro del romanismo miguelangelesco y uno de los retablos más ricos y completos por su traza y programa iconográfico del Renacimiento hispano. La muerte le sorprendió sin terminar ésta su magna obra y fue su discípulo Pedro González de San Pedro quien la finalizó de acuerdo con el proyecto del maestro. La Virgen con el Niño y San Juan del retablo de Obanos (1588) resume el estilo monumental italianizante y suave de excelente técnica juniana del maestro vasco, en cuya lápida funeraria del claustro pamplonés Ceán Bermúdez leyó: “Aquí yace Anchieta que sus obras no alabó ni las de otros despreció”. De esta misma época final es el retablo de Santa María de Tolosa (1588).

 

Obras de ~: Retablo de Santa Clara, Briviesca (Burgos), 1565-1569; retablo de la capilla de San Miguel de la Seo, Zaragoza; retablo de la Trinidad, catedral de Jaca (Huesca); escultura del sepulcro de Pedro Baguer, catedral de Jaca (Huesca); retablo mayor de Asteasu, Zumaya (Guipúzcoa), 1574; retablo de San Miguel, Vitoria, 1575; retablo para la capilla Idiázquez, Azcoitia (Guipúzcoa); altar portatil con Calvario, Museo de Bellas Artes, Bilbao; retablo de la Sala Capitular del Monasterio de las Huelgas, Burgos, c. 1577; Asunción y Coronación del altar mayor, catedral de Burgos, 1578; banco del retablo de Moneo (Burgos); retablo mayor, Cáseda (Navarra); retablo mayor, Añorbe (Navarra); Crucificado y un San Jerónimo de la Catedral, Pamplona, 1577; retablo, Aoiz (Navarra). 1584; retablo mayor de Santa María, Tafalla (Navarra), 1588.

 

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María Concepción García Gainza