Aunque abulense por nacimiento y patrimonio, su profesión y carrera política le llevan a afincarse en Madrid. Frecuenta sus ambientes culturales, es miembro de la Sociedad Económica Matritense y socio del Ateneo Científico, Literario y Artístico (1849) sin menoscabo de su profesión, jefe superior de Administración Civil. Pronto abrazó las ideas progresistas y salta a la política. En las elecciones de diciembre de 1846 sale elegido diputado progresista por Rivadavia (Orense). En lo que queda de esta legislatura de 1847-1848, participa con sus discursos sobre la propiedad y la jurisdicción de minas. En la siguiente de 1849-1850 es secretario del Congreso, forma parte de las comisiones de corrección de estilo, secretario de la de libertad de imprenta, sobre la que versan todos sus discursos, y miembro de la que felicitaría a la reina por su embarazo. Su decisión de continuar en la política le lleva a volver los ojos a la provincia que le vio nacer, al distrito de Arévalo donde tiene sus propiedades. Agustín Alfaro oscila entre el 41-42 mayor contribuyente por territorial entre 1872-1876 y conservará durante toda su vida sus propiedades rústicas en Maello, Sanchidrián, Donvidas, Madrigal, Aldeaseca, Barromán, Castellanos de Zapardiel, Moraleja, San Vicente de Arévalo y Canales, además de sus fincas de Arévalo exentas de cargas. De ahí la importancia de este distrito y provincia en su trayectoria política. En las elecciones de agosto de 1850 fue elegido diputado por Arévalo, repite como secretario del Congreso en las comisiones citadas y en otras nuevas, como la permanente de actas y de presupuestos, de las que es secretario, de las de contestación al discurso de la Corona, inspectora de deuda pública y enajenación de varias minas y fábricas del Estado. [...]