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Erardo de la Marca

Biografía

Marca, Erardo de la. Alemania, s. m. s. XV – Lieja (Bélgica), 27.II.1538. Arzobispo, obispo-príncipe.

Pertenecía a la familia, por línea paterna, del emperador Carlos V. Era obispo de Carnoy (Chartres) y Lieja, en el Flandes Oriental, cargo que conllevaba el poder temporal sobre todo el principado de Lieja.

Esta ciudad, por aquellos años, ostentaba un gran esplendor en lo social, económico y cultural, poseía hermosas y artísticas iglesias. El mismo palacio episcopal, hoy día el palacio de Justicia de esta ciudad flamenca, era un impresionante conjunto arquitectónico de gran valor artístico.

Al llegar a Valencia la noticia del fallecimiento de Alfonso de Aragón, acaecida el 23 de febrero de 1520, el Cabildo catedralicio quiso hacer uso de la antigua facultad de elegir obispo y lo hizo en la persona del arcediano mayor, Gaspar Jofré de Borja, pero el papa León X no confirmó la elección, la revocó y nombró, a petición del emperador Carlos V, a su pariente Erardo de la Marca, que era obispo de Lieja y Carnoy (actual Chartres), según bula expedida por el papa León X, en Roma el 28 de marzo de 1520. El mismo año, el 9 de agosto, fue creado cardenal del título de San Juan Crisóstomo.

El nuevo arzobispo tomó posesión de la diócesis por medio de su procurador, Simón Tisnach, el 25 de junio de 1520, autorizado por acta notarial fechada en Lieja el 9 de mayo del mismo año. Este prelado no visitó durante su pontificado la diócesis, residiendo en su principado de Lieja. La rigió por medio de sus obispos auxiliares, el dominico Ausias Carbonell y Francisco Estaña.

Coinciden los primeros años del pontificado de Erardo de la Marca con los comienzos del reinado de Carlos I, que había heredado de sus abuelos, los Reyes Católicos, las Coronas de Aragón y Castilla, y que al proceder de Flandes, donde había nacido en 1500, produjo un gran desconcierto en la sociedad española al entregar en un principio el gobierno y el control virtual de las tierras peninsulares a sus consejeros flamencos.

Esto provocó serias revueltas en Castilla con el movimiento comunero y en Valencia con la guerra de las Germanías.

Durante el bienio 1520-1522 las tierras valencianas se vieron ensangrentadas por la lucha fratricida que produjo esta revuelta. Derrotados los agermanados por los nobles y las tropas del emperador Carlos V, se acentuó el problema de los moriscos.

Con el fin de debilitar el poder de los nobles en el campo, contra los que se habían rebelado los agermanados, bautizaron a los moriscos, liberándolos así de sus onerosas relaciones con los nobles. Desaparecía así, de derecho, la religión musulmana y surgía el problema de la instrucción de los moriscos en la nueva fe, que ignoraban.

En 1526, al terminar el plazo que les concedió el rey Fernando el Católico para que se convirtieran al cristianismo, Carlos I ordenó que abandonasen las costumbres mahometanas, pero ellos pidieron que se les concediese un nuevo plazo de cuarenta años. Para atraerlos a la fe cristiana se realizaron notables esfuerzos.

Por otra parte, los piratas musulmanes eran un constante peligro para los pueblos vecinos al mar, ya que con sus frecuentes incursiones profanaban las iglesias y se llevaban cautivas a sus gentes para pedir luego un rescate.

Superada la crisis que produjeron las Germanías en la sociedad valenciana, siguieron años de prosperidad al normalizarse la situación. El panorama económico se mostró halagüeño.

Los duques de Calabria, Fernando de Aragón y Germana de Foix, virreyes de Valencia, ejercieron un importante mecenazgo humanista, con un espléndido resurgimiento literario y artístico. En todo este renacimiento la Iglesia se caracterizó por su total abstención, con una serie de arzobispos que brillaron por su ausencia en las tareas pastorales y vivieron de espaldas a toda preocupación eclesial.

Erardo de la Marca falleció en Lieja el 27 de febrero de 1538. Dejó un legado para que se hicieran en la catedral de Valencia tres capas, casullas, dalmáticas y un paño, todo de brocado rico. Con él terminaba la ausencia, más que centenaria, de los prelados valentinos de su diócesis.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Catedral de Valencia, Recopilación de especies sueltas perdidas pertenecientes a esta Iglesia Metropolitana [...] constituciones, ordenaciones, deliberaciones.

Privilegios, bulas, t. I, fols. 48v. y 120v.; t. XIII, fols. 321v.- 322; 58: 66v.

G. Escolano, Década Primera de la Historia de Valencia, Librería X, Valencia, Pedro Patricio Mey, 1611 (ed. facs., Valencia, Universidad, Departamento de Historia Moderna, 1972, págs. 1739-1742); M. Fernández Herrero, Historia de las Germanías de Valencia, Madrid, Viuda é Hijos de M. Álvarez, 1870; J. Daris, Histoire du diocèse et de la principautè de Liege, Liège, L. Demarteau, 1890; P. Boronat Barrachina, Los moriscos españoles y su expulsión, Valencia, Imprenta de Francisco Vives y Mora, 1901; G. von Gulik y C. Eubel, Hierarchia catholica medii et recentioris aevi, vol. III, Monasterio, 1933, pág. 225; J. Teixidor, Episcopologio de Valencia (1092-1773), intr. y transcr. por A. Esponera Cerdán, Valencia, Facultad de Teología, 1998 (col. Series Valentina, LXL), pág. 100; A. Llin Cháfer, Arzobispos y obispos de Valencia, Valencia, Ediciones Iglesia en Misión, 1996, págs. 91-93; V. Cárcel Ortí, Historia de las tres diócesis valencianas, Valencia, Generalitat Valenciana, 2001, pág. 193.

 

Arturo Llin Cháfer