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Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio

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Biografía

Domecq y Núñez de Villavicencio, Pedro. Marqués de Casa Domecq (I), en la Santa Sede. Jerez de la Frontera (Cádiz), 13.IX.1869 – 9.II.1921. Empresario bodeguero.

Hijo de Pedro Domecq Loustau y de Carmen Núñez de Villavicencio y Olaguer-Feliú, recibió una esmerada educación muy imbuida de la piedad cristiana, pues su madre era un modelo de caridad y devoción.

Las virtudes de ambos fueron incluso reconocidas por la Corona, que concedió la merced de marqués de Domecq de D’Usquain a Carmen cuando hubo enviudado.

Su padre había heredado de sus antecesores un próspero negocio bodeguero que supo acrecentar, pues sacó al mercado un sucedáneo del coñac francés, el llamado brandy de Jerez. Desde la muerte de su progenitor en 1894 y hasta su propio fallecimiento, Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio se hizo cargo del negocio familiar sacando enormes beneficios al invento de su predecesor, pues se encargó de difundir su consumo no sólo por España, sino que comenzó a exportarlo consiguiendo fabulosas ventas. Además, el capital acumulado por sus antecesores en la gestión de la empresa le permitió comprar a bajo precio tierras a pequeños propietarios arruinados por la plaga de filoxera que asoló la campiña jerezana a finales del siglo xix, lo que le hizo aumentar considerablemente el patrimonio inmobiliario de la bodega. En otro orden de cosas, fue un entusiasta de la ganadería caballar, gastando enormes sumas en su fomento y consiguiendo ejemplares excepcionales.

Patriota destacado, tuvo una estrecha relación con el monarca Alfonso XIII, que visitó Jerez y las bodegas Domecq en varias ocasiones. De hecho, Pedro Domecq fue gentilhombre de Cámara de Su Majestad, además de ser caballero de la Orden Militar de Calatrava, caballero de la Orden de Carlos III y ser condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica.

También desempeñó el cargo de vicecónsul de Bélgica en Jerez.

Según era fama y voz pública en Jerez, destacó por sus obras de caridad y amor a los pobres. Contribuyó con su limosna al desarrollo en la ciudad de los colegios de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, de la Asociación de Niños Católicos, de la Congregación de las Huérfanas de las Preservadas, de las Salesianas y de numerosos asilos. Las noticias de sus virtudes para con los más necesitados llegaron a conocimiento de Pío X, que le concedió el título pontificio de marqués de Casa Domecq.

Sin embargo, hubo en su época quien no tenía tan buena opinión de Pedro. En 1905 veía la luz la primera edición de La bodega de Vicente Blasco Ibáñez, en la que se hacía una dura crítica a la familia Domecq, personificada en el prohombre que nos ocupa, que aparece en la obra como Pablo Dupont, un ser hipócrita y despreciable que si bien de cara al pueblo estaba constantemente haciendo el bien al prójimo, en su vida privada se mostraba en toda su vileza.

Fuera cierta o no esta historia, Pedro Domecq Núñez de Villavicencio intentó por todos los medios que le fueron posibles hacer desaparecer esta novela del mercado, enviando agentes por todo el país que se encargaban de comprar y destruir cuantos ejemplares del libro llegaban a sus manos.

A la muerte de Pedro Domecq en 1921 sus paisanos le dispensaron toda clase de honores al cadáver, que fue enterrado en el panteón familiar sito en la colegiata de San Salvador. Además, un grupo de jerezanos acaudalados realizó, con el apoyo absoluto del ayuntamiento, las gestiones necesarias para erigir un monumento al prócer, obra que se encargó al escultor Lorenzo Collault Valera y que se inauguró en 1923.

La escultura aún permanece en la alameda Cristina, su emplazamiento original, frente al palacio que habitó Pedro en vida y en ella se exaltan los valores cristianos de Pedro, haciendo hincapié en la caridad hacia los más desfavorecidos.

 

Bibl.: J. A. Delgado y Orellana, La Casa Domecq D’Usquain, Sevilla, Gráficas Sevillanas, 1966; E. Fedriani Fuentes, Jerezanos Insignes, Jerez, Gráficas San Luis, 1974, pág. 121; J. M. Álvarez Cruz, “El monumento al Marqués de Casa Domecq”, en Revista de Historia de Jerez, 7 (2001); A. Mariscal Trujillo, Jerezanos para la historia, Jerez, Libros el Laberinto, 2006, págs. 85-86.

 

Manuel Romero Bejarano