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Gerónimo de Benavente-Quiñones y Hurtado

Biografía

Benavente-Quiñones y Hurtado, Gerónimo de. Guadalajara, c. 1611 – ¿Málaga?, c. 1680. Capitán general de Canarias, embajador, gobernador del Franco-Condado, maestre de campo, general del ejército de Flandes y gobernador de Málaga.

Fueron sus padres Gabriel de Benavente-Quiñones y Loaysa, natural de Corpa (Guadalajara), y Magdalena Hurtado y Torres, natural de Guadalajara. Habiendo ingresado joven en el ejército, destinado a Flandes, participó en la guerra con Francia, hallándose en la batalla de Rocroy (1642) como sargento mayor, integrado en el tercio de Gaspar Bonifaz. Venido de Flandes en 1656, pasó al ejército de Extremadura, siendo maestre de campo de dos tercios de infantería. Fue nombrado gobernador de Ciudad Rodrigo, de Zamora, de Olivencia y de Alcántara. Destinado a Flandes, fue allí maestre de campo. Siempre destacó, como se recogen en todas las crónicas, por su celo en el servicio a la Corona. Por ello, en 1657 consiguió en Guadalajara el hábito de caballero de Santiago.

En 1661, fue designado gobernador de Chile, y aunque aceptó el cargo, poco después renunció, según señala José Medina, “por hallarse con tres hijas en situación de tomar estado”. Tampoco aceptó el gobierno de Cartagena de Indias ni el de Filipinas.

En su lugar recibió el despacho de gobernador y capitán general de Canarias, que llevaba aparejada la presidencia de la Audiencia, puesto que desempeñó entre 1661 y 1665. Según Viera, Gerónimo de Benavente empezó como “astro benéfico”, resolviendo las “rencillas [...] entre Audiencia, inquisición y otros tribunales y cuerpos [...] deshizo las parcialidades y bandos que reinaban entre las familias y casas principales. Todo lo puso en paz, todo lo redujo a quietud”. Pero luego se enfrentó con un ministro de la Audiencia y, sobre todo, con dos capitanes bien relacionados (con “muchos amigos principales y deudos”, dice Viera) a los que había destituido bruscamente. También le debió crear enemistades la recuperación de las rentas del tabaco y de los almojarifazgos y la apertura del camino de ronda, actuales ramblas de Santa Cruz de Tenerife, para lo que tuvo que atravesar cercados. Incluso el ayuntamiento declaró en contra de Gerónimo de Benavente.

Finalmente, los capitanes fueron reintegrados en sus destinos y honores, y éste fue cesado en 1665, sustituido interinamente por el obispo. Acabó “desapareciendo como un cometa de influjos perniciosos” en expresión maliciosa de Viera. Benavente consideró que había sido desacreditado con calumnias, y elevó un memorial a la Reina regente solicitando “se sirva de mandar formar una junta de ministros [...] para que con brevedad vean y determinen la causa [...] porque ha cinco años que está pendiente [...]”.

Durante su período en Canarias decretó dos levas de infantería canaria: para la guerra de Extremadura y para el frente de Flandes, en 1664. Con respecto a Portugal, una vez firmada la paz de los Pirineos con Francia, los gobernantes españoles hicieron denodados esfuerzos por la recuperación del reino luso. Sin embargo, el enorme costo financiero jugó en contra de estos deseos. Precisamente, Gerónimo de Benavente decretó el reclutamiento de una compañía canaria para la campaña portuguesa de 1663, con su yerno Diego de Alvarado-Bracamonte (futuro I marqués de La Breña) como maestre de campo y su hijo Gabriel como capitán, que terminó con el desafortunado desenlace de Estremoz, donde las tropas españolas saquearon en su retirada su propio bagaje y Juan José de Austria, jefe de las tropas españolas, fue destituido.

Estremoz, Ameyxial, Castel Rodrigo, Montes Claros y Villaviciosa, fueron todo un corolario de victorias portuguesas que prepararon el camino de su independencia oficial en 1668.

En 1668, una vez ratificada la paz con Francia, Gerónimo de Benavente fue enviado a París como embajador extraordinario, donde permaneció entre 1668 y 1669. Las gestiones diplomáticas del embajador español trataron de restañar las recientes heridas del pasado, con objeto de la Guerra de Devolución.

Su origen debía encontrarse en la reclamación, por parte de Luis XIV, de los Países Bajos españoles para su mujer María Teresa de Austria, hija de Felipe IV de España y, por tanto, hermana de Carlos II. Según el derecho de Brabante, a la muerte de uno de los cónyuges, los bienes del matrimonio debían pasar a los hijos, quedando el cónyuge superviviente como usufructuario vitalicio. La negativa española a admitir los argumentos de Luis XIV llevaron a la invasión de los Países Bajos, lo que originó, además, el temor de otras potencias europeas. Inglaterra, Holanda y Suecia se aliaron formando la llamada Triple Alianza de La Haya y forzaron a Francia a la firma del Tratado de Aquisgrán, el 2 de mayo de 1668. Sin embargo, Gerónimo de Benavente asistió, en virtud de dicho Tratado, al desmantelamiento del poder español en Flandes, por la entrega de doce ciudades y fortalezas hasta entonces españolas a Luis XIV. España, temiendo un nuevo ataque francés, se alió con Holanda mediante el convenio de La Haya, de 17 de diciembre de 1671.

Los últimos diez años de su vida, están bien documentados por las aportaciones de F. Pernot y algunos memoriales de servicios que conserva la Real Academia de la Historia.

En febrero de 1671 Gerónimo de Benavente, que contaba con el favor de la reina Mariana de Austria, había sido nombrado gobernador del Franco-Condado, para un período de dos años, en sustitución del príncipe de Aremberg. Llegado allí en julio con instrucciones de llevar a cabo una política severa, optó en cambio, por seguir una de cordialidad, y consiguió la reconciliación con los enemigos de Aremberg, con la nobleza, el arzobispo y las autoridades locales.

Como recoge Pernot, que sigue a un historiador local, “Quiñones était naturellement bon, sensé, moderé, affable, désintéressé et indépendant [...] avait un sincère désir de calmer et de rapprocher les coeurs et les esprits aliénés, de pacifier amiablement toute chose”. Al principio de 1672 la reina Mariana de Austria y la Junta de Gobierno decidieron, a petición del conde de Monterrey, gobernador de Flandes (de quien dependía administrativa y jerárquicamente el Franco-Condado), la destitución de Gerónimo de Benavente; pero las fuerzas vivas del Franco- Condado se opusieron frontalmente, alegando que el mandato duraba dos años, y Gerónimo iba a ser mantenido en su puesto. Su matrimonio con Charlote de Saint-Mauris ló integró, además, en la nobleza local. Solicitó a la reina una reducción de la carga fiscal y, además, el fin de la dependencia del gobernador de Flandes. Pero la penuria financiera le obligó no sólo a comprometer su patrimonio personal para pagar a las tropas, sino a tomar medidas fiscales impopulares. Apoyado por Luis XIV, Listenois preparó un complot para apoderarse de la fortaleza de Besançon y del gobernador. Gerónimo de Benavente descubrió a tiempo el complot, y sus tropas redujeron a los partidarios de Listenoy en marzo de 1673. Cuando esperaba ser felicitado, recibió la destitución, impulsada por Monterrey, fundamentada en la agitación existente en el Franco-Condado. Su sucesor, Francisco González de Alvelda, que llegó en abril de 1673, volvió a la política de mano dura. Sólo unos meses después, en 1674, las tropas de Luis XIV invadieron el Franco-Condado, perdido definitivamente para España. El tratado de Nimega, firmado en septiembre de 1678, no haría sino sancionar esta nueva amputación de los dominios españoles, porque junto a la entrega de una serie de fortalezas en Flandes se producía la del Franco Condado.

Siguiendo a Pernot, después de su cese, quedó apartado durante dos años. Pero en 1675 se reintegró a funciones estrictamente militares, sin componente político, y fue destinado nuevamente a Flandes, con el rango de maestre de campo general, en sustitución de Pedro da Cunha (Acuña), marqués de Sentar, muerto en 1674 en la batalla de Seneffe. Volvió a España en 1677, se reincorporó al Consejo de Guerra, y terminó su carrera como gobernador de Málaga.

Había casado por primera vez, probablemente en Flandes, con Ana de Orozco, natural de Dunquerque.

Con ella tuvo, al menos, a Jerónima, nacida en Bruselas, que casó con Diego Ladrón de Guevara, caballero de Calatrava, capitán de caballos corazas; a Ana María, que casó en Tenerife con Diego de Alvarado- Bracamonte, caballero de Calatrava, maestre de campo, I marqués de La Breña, por quien continuó la línea, progenitores de los marqueses de La Breña, de Guadalcázar, de Mejorada del Campo y de los condes del Campo de Alange; y a Gabriel, militar, capitán de uno de los tercios de Canarias en la guerra de Portugal. Viudo, volvió a casar (en terceras nupcias, según Pernot) al año de su llegada al Franco-Condado, con la lugareña Charlotte de Saint-Mauris, hija del barón de Choye.

 

Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, D-35, fol. 117v.; Memorial de servicios del capitán general Don Gerónimo de Benavente Quiñones, a la Reina doña Mariana de Austria, en el que pide se forme una Junta de Ministros de todos los consejos para que juzguen su causa, s. l., c. 1670, U-18, fols. 191-194; Memorial de los servicios del maestre de campo general D. Gerónimo de Benavente Quiñones, en el que pide se le paguen los sueldos atrasados, s. l., 1674, T-45, fols. 249-252v.; Memoria del beneficio que tuvo la Real Hazienda, por mano del maestre de campo general don Gerónimo de Benavente Quiñones, en el tiempo que estuvo sirviendo en el govierno de las Islas de Canarias, T-45, fols. 252, 252v.; Archivo Histórico nacional, Consejos, libros de plazas, 728, fol. 446v.

J. Viera y Clavijo, Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, Madrid, 1776 [vol. II, Santa Cruz de Tenerife, Goya Ediciones, 1982 (8.ª ed.)]; V. Vignau y F. R. de Uhagón, Índice de pruebas de los caballeros que han vestido el hábito de Santiago desde el año 1501 hasta la fecha, vol. I, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la viuda de hijos de M. Tello, 1901; J. T. Medina, Diccionario Biográfico Colonial de Chile, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1906; G. Maura y Gamazo, duque de Maura, Carlos II y su Corte, vol. I. 1661-1669, Madrid, Librería F. Beltrán, 1911, págs. 70 y ss.; V. der Essen, Le Cardinal Infant et la politique européenne de l’Espagne, 1609-1641, Bruselas, Editions Universitaires, 1944; A. Javierre Mur y C. Gutiérrez del arroyo, Guía de la sección de Órdenes Militares del Archivo Histórico Nacional, Madrid, Patronato Nacional de Archivos Históricos, 1950; H. Kamen, La España de Carlos II, Barcelona, Crítica, 1981; J. I. Israel, The Dutch Republic and the Hispanic World, 1606-1661, Oxford, Oxford University Press, 1982; R. A. Stradling, Europa y el declive de la estructura imperial española (1580-1720), Madrid, Cátedra, 1983; F. Sánchez Marcos, Cataluña y el gobierno central tras la Guerra de los Segadores, 1652-1679: el papel de Don Juan de Austria en las relaciones entre Cataluña y el gobierno central, Barcelona, Promociones y Publicaciones Universitarias, 1983; P. Vilar, Cataluña en la España Moderna, Barcelona, Crítica, 1987; R. A. Stradling, Felipe IV y el gobierno de España, Madrid, Cátedra, 1989; R. A. Stradling, Felipe IV y el gobierno de España, 1621-1665, Madrid, Cátedra, 1989; J. Calvo Poyato, Carlos II el hechizado y su época, Barcelona, Planeta, 1991; P. Sanz Camañes, Política, hacienda y milicia en el Aragón de los últimos Austrias, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1997; M. A. Echevarría, Flandes y la Monarquía Hispánica, 1500-1713, Madrid, Sílex, 1998; V. Herrera Mediavilla (coord.), Archivo Biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, München, K. G. Saur, 2001, I, 111, pág. 27; S. Contarini, Estado de la Monarquía española a principios del siglo xvii: (Manuscrito del siglo XVII), Málaga, Algazara, 2001; J. A. Alcalá-Zamora y Queipo de Llano, España, Flandes y el Mar del Norte (1618-1639). La última ofensiva europea de los Austrias madrileños, Barcelona, 1975 (reed. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2001); M. A. Ochoa Brun, Embajadas y embajadores en la Historia de España, Madrid, Aguilar, 2002; J. Contreras, Carlos II el hechizado. Poder y melancolía en la Corte del último Austria, Madrid, Temas de Hoy, 2003; F. Pernot, “Don Gerónimo Benavente de Quiñones, gouverneur du comté de Bourgogne (1671-1673): le contrôle et le renvoi d’un agent du pouvoir royal espagnol”, en L. Feller (dir.), Contrôler les agents du pouvoir. Actes du Colloque organisé par l’Équipe d’accueil “Histoire Comparée des pouvoirs”, Limoges, Pulim, 2004, págs. 213-231.

 

Pedro Rodriguez-Ponga y Salamanca y Porfirio Sanz Camañes