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Francisco Vázquez de Coronado

Biografía

Vázquez de Coronado, Francisco. Cíbola. Salamanca, 1510 – Ciudad de México (México), 22.IX.1554. Conquistador y gobernador (Nueva Galicia).

Nace en el seno de una familia noble, siendo sus padres Juan Vázquez de Coronado e Isabel de Luján.

Fue su hermano Gonzalo, el primogénito, quien hereda el mayorazgo, abriéndose para Francisco, al quedar desheredado y carecer de otros medios de subsistencia, otros caminos.

Es muy probable que pasara su primera juventud en Granada, territorio apenas ganado al poder musulmán, donde su padre entra al servicio de Íñigo López de Mendoza y se establecen los primeros vínculos familiares con la ascendente Casa de los Mendoza. Gracias a los servicios prestados a la Corona en las últimas fases de la conquista de la ciudad de la Alhambra, Íñigo López de Mendoza, segundo conde de Tendilla y primer marqués de Mondéjar, es nombrado primer capitán general de la ciudad de la Alhambra, máxima autoridad militar del recién conquistado reino de Granada. Juan Vázquez de Coronado ocuparía varios cargos de su administración.

Cuando Antonio López de Mendoza, hijo del pacificador de Granada, es nombrado primer virrey de la Nueva España (1535), se abre un nuevo horizonte para Vázquez de Coronado al pasar al año siguiente a México formando parte de su séquito y disfrutando de toda su confianza, pues ya su padre había dado muestras de lealtad hacia su propia familia.

Bajo la protección y tutela de Mendoza, Vázquez de Coronado inicia un rápido ascenso. Con apenas veintisiete años entra a formar parte del Cabildo de la Ciudad de México, y recibe del virrey la delicada misión de ir a investigar una sublevación que se está fraguando entre indios y esclavos negros en las minas de Amatepeque (1537). A su llegada procedió a prender y torturar a varios negros con el fin de obtener una confesión, logrando así abortar la sublevación. Según se desprende de la carta enviada al Rey (10 de diciembre de 1537), el virrey Mendoza quedó muy satisfecho con la actuación de Vázquez de Coronado dando cuenta cómo había llevado hasta su presencia, como muestra del buen éxito de la empresa y fidelidad, a varios negros descuartizados y a otros que había salado.

Leal partidario del virrey Mendoza, Vázquez de Coronado vuelve a ser designado para llevar a cabo otra delicada misión. Esta vez se trata de investigar las condiciones de vida de los indios que operan en las minas de plata de Sultepec. Nombrado visitador por el virrey, recabó información acerca del duro trabajo que los indígenas realizaban en las minas y de la explotación a la que estaban sometidos. Además, denunció ante la Real Audiencia que los encomenderos no les enseñaban la doctrina cristiana por lo que éstos fueron castigados.

En 1538 casó con Beatriz de Estrada, de apenas trece años de edad, hija legítima del tesorero Alonso de Estrada y de su mujer Marina Gutiérrez Flores de la Caballería. Tuvieron muchos hijos. El primogénito, Juan Vázquez de Coronado, murió joven; Isabel de Lujan, que casó con Bernardino Pacheco de Bocanegra y no tuvieron sucesión; Mariana Vázquez de Coronado, casada con Nuño Chávez Pacheco de Bocanegra; Luisa de Estrada que casó dos veces, primero con el general Luis Ponce de León y después con el factor Martín de Irigoyen, no teniendo descendencia de ningún matrimonio; y Jerónima Vázquez de Coronado que murió moza.

Por este matrimonio Vázquez de Coronado entró a gozar de la encomienda de Tlapa —una de las más importantes de la Nueva España—, en la parte oriental del actual estado de Guerrero, cedida a su mujer como dote y que había pertenecido a Cortés por haberla apartado para sí debido a su riqueza minera y productos. Hasta 1544, fecha en que las encomiendas pasan a la Corona, otras muchas vendrían a sumarse a la de Tlapa, proporcionando a Vázquez de Coronado una sólida posición económica. En 1538 compró a Juan de Burgos la encomienda de Cuzamala, una parte de Tenango del Valle y Teutenango.

En 1539 se le asignaron, junto a Álvaro Bracamonte, las encomiendas de Ahuacatlán y Xala así como los belicosos indígenas de Cacaluta y Guaxacatlán. En 1540 adquiere la mitad de la encomienda de Guachinango, en el suroeste del actual estado de Jalisco y septentrión de Nayarit; en esta región también poseyó la encomienda de Amaneque, Tepuzuacán, Amatlán, Xalcingo, Istimitique, Atengoychan, y Zacatula.

En el año de 1538, después de su matrimonio con Beatriz de Estrada y mostrar su habilidad como visitador en las minas de Sultepec, es nombrado gobernador de la Audiencia de la Nueva Galicia en sustitución de Nuño Beltrán de Guzmán, su conquistador y primer gobernador, quien en 1536 fue relegado por Diego Pérez de la Torre, su juez de residencia. Con esta designación, que anula la realizada por Pérez de la Torre a favor del conquistador Cristóbal de Oñate, el virrey Mendoza dejaba claro su intención de establecer un control más firme sobre esta región fronteriza, que abarcaba gran parte de los actuales estados de Jalisco, Nayarit y Sinaloa, y que Francisco Vázquez de Coronado es de sus hombres de mayor confianza.

Viajó desde México a la ciudad de Compostela, capital de la Nueva Galicia, acompañado del franciscano Marcos de Niza, enviado por el virrey Mendoza para explorar los territorios del norte e informar sobre la veracidad de los informes divulgados, en 1536, por Álvar Núñez Cabeza de Vaca y sus compañeros —sobrevivientes de la expedición a la Florida encabezada por Pánfilo de Narváez—, acerca de la existencia de fabulosas ciudades en las tierras que habían recorrido. A principios de 1539, fray Marcos de Niza partió de Compostela en un viaje exploratorio por la frontera norte. A su regreso, en el verano de ese mismo año, escribió un informe divulgando las riquezas de las Siete Ciudades de Cíbola o Quivira, confirmando las noticias verbales de Cabeza de Vaca.

Difundido que Cíbola es tan rica en oro como el imperio azteca, Mendoza da instrucciones a Vázquez de Coronado para ir en busca de esa mítica ciudad.

En México el virrey busca inversionistas para emprender tan costosa empresa, cubriendo él mismo con sus bienes gran parte de los gastos de la expedición —unos 60.000 ducados—.

A su vez, Vázquez de Coronado hipoteca Tlapa para el financiamiento.

A finales de febrero de 1540 Vázquez de Coronado —de treinta años de edad—, Marcos de Niza, 260 hombres a caballo, 60 infantes —ballesteros y arcabuceros—, y más de mil indios estaban reunidos en Compostela, capital de la Nueva Galicia, listos para partir hacia Cíbola. Con Cristóbal de Oñate como gobernador suplente, la salida de Vázquez de Coronado y sus hombres de guerra es vista con preocupación por algunos por dejar desprotegida la zona, además muchos la juzgan empresa de dudoso éxito.

La expedición se dividió en distintos contingentes.

Por mar, en apoyo a la expedición terrestre, el virrey dispone la salida de varios navíos a lo largo del Golfo de California al mando de Hernando de Alarcón. La idea es establecer contacto en la desembocadura del río Colorado.

Partió la expedición al mando de Vázquez de Coronado rumbo al norte siguiendo la costa occidental hasta Chiametla; llegan cansados y hambrientos. Tras descansar y buscar avituallamiento entre las poblaciones indígenas, los expedicionarios continúan camino al norte hasta San Miguel de Culiacán —villa fundada, en 1531, por Nuño de Guzmán— entrando el segundo día de Pascua de Resurrección. Aquí deja Vázquez de Coronado a la mayor parte de sus hombres al mando de Tristán de Arellano.

El 22 de abril de 1540, Vázquez de Coronado sale rumbo a lo que hoy es Arizona, con fray Marcos de Niza como guía, un destacamento avanzado de 80 jinetes, 20 soldados de a pie y un contingente de aliados indígenas. Tras varias jornadas llegan al río Petatlán —actual estado de Sinaloa—; siguen hasta llegar al río Yaqui y, luego de varios días de camino por el valle de Ures, fundan la villa de San Jerónimo de los Corazones (estado de Sonora) desde donde ordena a Melchor Díaz, jefe de la guarnición y hombre de su confianza, ir con quince jinetes hacia el río Colorado en busca de las provisiones que Alarcón lleva por mar.

Éste, que ha zarpado de Acapulco el 9 de mayo de 1540, llega al extremo norte del golfo de Cortés el 26 de agosto sin encontrar rastro alguno de Vázquez de Coronado. En septiembre se entera por los nativos que la expedición terrestre ha incursionado hacia el noroeste; consciente que es imposible reunirse con ella, decide regresar e informar al virrey Mendoza de lo ocurrido.

Mientras tanto, hambrientos y desesperanzados, los expedicionarios siguen rumbo al Norte y llegan a un lugar llamado Chichilticale —misteriosa ruina de localización incierta, pero que gran número de autores ubica en el suroriente de Arizona—, donde permanecen dos días descansando. De Chichilticale siguieron rumbo al Norte durante quince días a través del desierto y pasos montañosos; en el trayecto mueren algunos hombres y se pierden gran número de caballos. Finalmente, el 7 de julio de 1540 llegan a Cíbola, la primera de las siete míticas ciudades. Lo que encuentran es desolador: un pequeño poblado en un peñasco —el pueblo zuñi de Hawikuh, en Nuevo México—, al que ponen el nombre de Granada. Como Vázquez de Coronado escribió al emperador “solamente una cosa es verdad, el nombre de la ciudad” (3 de agosto de 1540).

La expedición está hambrienta y Vázquez de Coronado decide entrar con su ejército en Cíbola en busca de comida. Los zuñis responden con flechas y piedras que lanzan desde las azoteas; en la batalla Vázquez de Coronado recibe una fuerte pedrada y cae a tierra herido de gravedad. Sus hombres le prestan auxilio. Cuando recupera el sentido, los zuñis se han entregado y la ciudad es tomada. Provista de abundante maíz y otros alimentos, se convierte en campamento base de donde salen expediciones a explorar la región.

Al igual que éste, el resto de los pueblos zuñis, la tan ansiada Cíbola, no son las maravillosas ciudades cubiertas de oro y plata descritas por Marcos de Niza, sino pequeñas aldeas escasamente pobladas. Sin embargo, y ante el infructuoso resultado, Vázquez de Coronado decide enviar a sus capitanes a explorar la zona en busca de nuevas tierras y ciudades. Pedro de Tovar se dirige al Oeste, a través del desierto de la meseta de Colorado, incorporando a los pueblos de los indios Hopi; García López de Cárdenas descubre el Cañón del Colorado, y Hernando de Alvarado se dirige al Este hasta llegar a Tiguex.

Malogradas otras fuentes de abastecimiento, Vázquez de Coronado cuenta ahora únicamente con las provisiones que han quedado en la retaguardia al mando de Tristán de Arellano. La lentitud de la marcha, ya que se trata del grueso de la expedición que viaja con las cabezas de ganado y la distancia por recorrer desde Sonora a Cíbola, pone en peligro la supervivencia del grupo. El problema se agrava aún más cuando Vázquez de Coronado decide reunirse con Hernando de Alvarado en Tiguex —en la rivera del río Grande cerca de Bernalillo, Nuevo México—, pues las noticias que le han llegado de la avanzada expedicionaria es que se trata de una región más rica y poblada que Cíbola.

En Tiguex les sorprendió el invierno y la nieve.

Como los soldados se quejan del frío y hambre, Vázquez de Coronado solicita a los indios la entrega ropa y alimento. Aunque los indios al principio fueron amables, más tarde responden con hostilidad desatándose una guerra que dura hasta la primavera de 1541. En esta fecha parten rumbo a Quivira pues tienen noticia de que es una rica tierra donde encontrarán plata y oro.

Después de semanas de ver sólo pasto, bisontes y cielo —recorriendo las llanuras de los actuales estados de Texas, Oklahoma y Kansas— llegan a Quivira —un asentamiento indígena del que se desconoce su ubicación, cerca del actual Lindsborg, Kansas— volviendo a desilusionarse: tan sólo encontraron casas de zacate. Vázquez de Coronado decide regresar a Tiguex, donde ya ha llegado el grueso de la expedición con los bastimentos. Allí decide pasar el invierno de 1541-1542, con la idea de iniciar nuevas expediciones en primavera. Sin embargo, estos planes se desvanecen al llegar la noticia de la rebelión indígena desatada en la Nueva Galicia, más tarde conocida como Guerra de Mixtón (1541-1542), que pone en peligro no sólo los asentamientos fronterizos, sino al gobierno de la Nueva España. El levantamiento corta toda comunicación entre la expedición y el virrey; además Vázquez de Coronado a punto está de perder la vida a causa de una caída de caballo.

Agotados los expedicionarios y frustradas todas las esperanzas de encontrar riquezas, en abril de 1542 se decide emprender el camino de regreso a México.

Vázquez de Coronado, que regresa con las manos vacías y un ejército amotinado y desorganizado, encuentra el levantamiento prácticamente sofocado. Su expedición y la salida de gran número de hombres es tachada de imprudente por los colonos de la Nueva Galicia, al apuntarse como ocasión propicia para el inicio de las hostilidades.

Por su parte el virrey Mendoza tampoco puede ocultar el descontento hacia su protegido por el abandono de la empresa, pues era mucha la inversión realizada.

Sin embargo, Vázquez de Coronado retoma el gobierno de la Nueva Galicia hasta 1544, ahora sin su apoyo. En el verano de 1544 el licenciado Lerdo de Tejada procedió a tomar su residencia. Aunque fue acusado de negligencia y corrupción, pudo demostrar gracias a una batalla legal, la inconsistencia de los cargos imputados. En 1545 renuncia al cargo y regresa a la Ciudad de México, donde vuelve a actuar como miembro del cabildo. Durante los años siguientes hasta su muerte en 1554, su esfuerzo se orienta a reclamar las encomiendas que durante su expedición han pasado a manos de la Corona.

 

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María del Pilar Gutiérrez Lorenzo

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