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Francisco Menéndez

Biografía

Menéndez, Francisco. Villaviciosa (Asturias), 1740- 1750 – Ocopa (Perú), 5.VII.1801. Misionero y explorador franciscano (OFM).

Educado en Galicia, recibió el hábito de San Francisco en el municipio de Santiago de Compostela.

Formó parte de uno de los dos contingentes de religiosos enviados desde España al Convento de Santa Rosa de Ocopa en el Perú, en 1768 y 1770, para reforzar la actividad misional luego de la expulsión de los jesuitas A su llegada fue enviado a misionar en Huanta (departamento de Ayacucho), donde permaneció poco tiempo antes de pasar a Chiloé. El Convento de Ocopa no sólo contribuyó a la fundación de los colegios misioneros de Tarija (1754) y Chillán (1756), sino que había sido encargado por el virrey Amat de las misiones en dicho archipiélago (1771) y el 4 de noviembre de 1771 el padre fray Francisco Menéndez, junto con catorce hermanos de la Orden, se embarcó en Callao rumbo al sur. De él dice el padre Izaguirre: “De un modo señalado se hizo notable el padre Menéndez, dotado de eminentes cualidades de explorador. Sus expediciones fueron tan provechosas como felices y acompañadas de un gran atractivo para los expedicionarios”. Una vez en Chiloé fue destinado al Colegio de Castro y tenía a su cargo la “misión circular”, que consistía en salir a visitar periódicamente las diversas misiones y en los meses de verano visitaba las 77 capillas del archipiélago. Quien dedicó no pocos años en Chile al estudio de los viajes y diarios del padre Menéndez y que recorrió las regiones exploradas por este misionero, fue el doctor Francisco Fonck, que publicó en 1900 una obra con el título de Diarios de fray Francisco Menéndez, ilustrada con numerosas notas y algunos mapas. El autor consagra también varios párrafos al elogio del Convento de Ocopa, de donde salía todo este intenso movimiento misionero sudamericano. De él dice el doctor Fonck: “El Convento de Ocopa era y es todavía un establecimiento muy notable, indudablemente uno de los mejores de la América del sur. Recuerda precisamente uno de aquellos magníficos conventos antiguos [...] que solemos encontrar en la culta Europa en los puntos más pintorescos [...] convidando al viajero a la vida contemplativa. Con razón Menéndez, le menciona siempre con singular respeto y amor”. En octubre de 1779, Menéndez a la cabeza de una partida de hombres en dos piraguas, se dirigió a las islas situadas al sur de Chiloé alcanzando hasta la laguna de San Rafael, donde convenció a un grupo de indígenas a trasladarse a Chiloé, para facilitar su evangelización.

Desde su base en Castro, el padre Menéndez realizó dos viajes de exploración del territorio continental.

En el primero se dirigió a la cordillera para tomar noticia de la Ciudad de los Césares. La expedición salió de Castro el 11 de diciembre de 1783 y se internó por el fiordo Comau hacia el interior. Bordeando el río Bodudahue penetraron en las montañas cruzando dos lagunas hasta alcanzar la cima de las cordillera; sin embargo el mal tiempo los obligó a regresar y retornaron a Castro el 6 de febrero siguiente. Menéndez realizó una segunda expedición a la cordillera entre el 18 de noviembre de 1786 y el 19 de enero del año siguiente, siguiendo la misma ruta y con similares resultados.

Menéndez, que había presidido la misión franciscana desde 1784, fue reemplazado en el cargo luego de regresar del segundo viaje, y en 1789 fue destinado “a la cabecera de Chacao”, para que descansara de las fatigas de sus viajes. Al poco tiempo, y pronto a cumplir veinte años en Chiloé, Menéndez obtuvo licencia para regresar a Ocopa, embarcándose para Callao en abril de 1790.

A poco de llegar al Perú, fue informado de que el nuevo virrey Francisco Gil de Taboada y Lemus había resuelto organizar una exploración para redescubrir la laguna de Nahuelhuapi, y reconocer sus alrededores, y pretendía encomendarle la dirección de la empresa.

En diciembre de ese año se encontraba Menéndez de nuevo en Castro y, a comienzos de enero de 1791, la expedición emprendía rumbo al continente. Menéndez y sus compañeros se adentraron por el seno de Reloncavi hasta Ralún, desde donde pasaron al lago de Todos los Santos. Atravesaron el mismo en una piragua y exploraron los alrededores sin poder dar con el paso que buscaban. Ante lo avanzado de la estación y el cansancio de la gente, regresaron a Chiloé adonde llegaron a mediados de marzo.

Menéndez y sus compañeros organizaron una nueva salida en el verano siguiente. Partieron de Castro en noviembre en 1791 tomando el mismo camino hasta el lago de Todos los Santos. En esta oportunidad lograron llegar a la laguna de Nahuelhuapi, donde construyeron una piragua para explorar sus contornos.

Allí encontraron los restos de la antigua misión jesuita y establecieron contacto con un grupo de indios puelches. A comienzos de febrero de 1792, Menéndez ya estaba de regreso en Chiloé y al mes siguiente emprendió viaje a Lima donde informó al virrey sobre sus exploraciones.

Los franciscanos propusieron formar una misión en Nahuelhuapi, pero el virrey estimó que antes era preciso reconocer debidamente el lugar y tener mayores noticias de los pueblos que habitaban esas comarcas.

Alistados los preparativos para una tercera expedición, Menéndez regresó a Chiloé. Entre enero y marzo de 1793 Menéndez viajó a Nahuelhuapi a la cabeza de una numerosa expedición. En esta oportunidad exploraron el río Limai que desagua la citada laguna, hasta las cercanías de su confluencia con el río Colluncura, aunque no lograron la colaboración de los indios para entrar en contacto con otras parcialidades y con una supuesta población de los Césares.

Tras volver al Perú, Menéndez fue enviado a Chiloé para realizar un cuarto viaje a Nahuelhuapi, con el fin de reconocer a las distintas naciones de indios que habitaban al norte y sur de dicha laguna.

Partiendo de San Carlos de Ancud, Menéndez y sus compañeros volvieron a Nahuelhuapi adonde llegaron a comienzos de febrero de 1794. No obtuvieron los resultados esperados, aunque supieron que algunos de los muchos indios allí reunidos habían estado en contacto con el fuerte de Carmen de Patagones, fundado en la costa atlántica por las autoridades de Buenos Aires.

Desde 1779 hasta 1794 hizo ocho expediciones, de las cuales dejó minuciosos diarios publicados por el doctor Fonck y por el padre B. Izaguirre (OFM) en su Historia de las misiones franciscanas en el Perú. En total estuvo casi veinte años en el archipiélago de Chiloé.

Luego de su último viaje a Nahuelhuapi, Menéndez pasó a Lima y Ocopa. Volvió de nuevo a Chiloé a fines de 1795 en calidad de presidente de las misiones.

Sin embargo, su posición debió haberse visto afectada por el ascenso al virreinato del Perú de Ambrosio Higgins, hasta entonces gobernador de Chile, que no se interesaba mayormente por los Césares y Chiloé.

Parece que el padre Menéndez se retiró a Ocopa en 1795, pues en este año ya aparece como discreto de Ocopa, lo mismo que en 1798. En el Capítulo de 1801, hallándose de discreto y muy enfermo, renunció al derecho de elegir, renuncia que le fue aceptada.

Murió en el Convento de Ocopa el día 5 de julio de 1801.

 

Bibl.: P. González de Agüeros (OFM), Descripción historial, Madrid, 1791; M. A. Fuentes, Biblioteca Peruana, t. I; H. Skinner, Voyages au Perou (1791-1794) par les PP. Manuel Sobreviela et Narciso Girbal, Paris, 1809; A. Raimondi, El Perú, t. II, Lima, Imprenta del Estado, 1874, págs. 416- 430; J. T. Medina, La imprenta en Lima, e Historia de la literatura colonial de Chile, Santiago de Chile, Imprenta de la Librería del Mercurio, 1878; F. Fonck, Viajes de Fray Francisco Menéndez a la Cordillera publicados y comentados por [...], Valparaíso, En comisión de Carlos F. Niemeyer, 1896; F. Fonck, Viajes de Fray Francisco Menéndez a Nahuelhuapi. Publicados y comentados por [...], Valparaíso, En comisión de Carlos F. Niemeyer, 1900; C. Busquets, Oración fúnebre pronunciada en las honras solemnes en sufragio del alma del reverendo padre Pío Sarobe, Jauja, 1910; B. Izaguirre (OFM) (ed.), Biografías de los padres Leonardo Cortés, Pío Sarobe y Juan Zulaica, Barcelona, 1915; Historia de las misiones franciscanas del Perú, t. II, Lima, 1922- 1929; H. Unanue y M. Sobrevuela, Historia de las misiones de Cajamarquilla y reducción de las de Manoa, Madrid, 1963; J. M. Lienhart, El Perú, tierra de santos, Lima, Biblioteca Nacional del Perú, 1964; J. Heras, Libro de incorporaciones de Ocopa, Lima, San Antonio, 1970; J. Amich (OFM), Historia de las misiones del Convento de Ocopa, Lima, Editorial Milla Batres, 1975; W. Hanisch, La isla de Chiloé, capitana de las rutas australes, Santiago, Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Santiago, 1982.

 

Ricardo Couyoumdjian Bergamali y Julián Heras Díez, OFM

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