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Cipriano Rodríguez Díaz

Biografía

Rodríguez Díaz, Cipriano. Laredo (Cantabria), 11.II.1904 – Sierra de la Vall, Gandesa (Tarragona), 2.X.1938. Ingeniero militar, piloto y observador de aeroplano, investigador e inventor.

Su adolescencia transcurrió en su ciudad natal, donde realizó los estudios primarios, en el seno de una familia normal de clase media. Consiguió ingresar en la Academia de Ingenieros de Guadalajara y el 8 de agosto de 1919 empezó sus estudios, que terminó el 8 de agosto de 1923 y ascendió a teniente de Ingenieros. En 1924 fue destinado a la Comandancia de Ingenieros de Melilla y allí permaneció hasta finales de febrero en que fue nombrado alumno del Curso de Observadores de la 21.ª promoción. Su nombre figura en la Real Orden Comunicada del 4 de febrero de 1924.

Al terminar el curso anterior, fue destinado de nuevo a Marruecos y el 8 de mayo se desplazó allí como tripulante en uno de los aeroplanos, que formaban el Grupo Expedicionario Breguet XIV, recientemente creado, aterrizando en el aeródromo de Tauima. Actuó como observador en la segunda escuadrilla, mandada por el capitán Eduardo G. Gallarza, y realizó numerosos vuelos de guerra.

En uno de ellos, volando como observador, en el aeroplano Breguet XIV, pilotado por el capitán Antonio Camacho, al abastecer el poblado de Air Rapta, unos disparos del enemigo impactaron en el motor.

El aeroplano no pudo alcanzar el aeródromo, ni continuar el vuelo y, buscando un lugar para un aterrizaje de emergencia, alcanzaron el puesto sitiado de Tefer e impactaron contra las alambradas. Ilesos los tripulantes, abandonaron rápidamente el avión incorporándose así a las tropas que guarnecían la posición. Participaron durante quince días en la defensa del puesto hasta que fueron evacuados.

Su siguiente destino fue en la Primera Región, en situación de disponible y en Comisión en el Servicio de Aviación, donde permaneció hasta finales de junio. Celebró en 1924 su matrimonio con Carmen Ibran Navarro.

Terminó el año 1924 destinado en el Aeródromo de Cuatro Vientos, donde continuó hasta los primeros meses de 1925. El 6 de mayo de 1925 fue destinado a Los Alcázares a la Escuela de Tiro y Bombardeo, y a continuación, de nuevo a Marruecos, a una escuadrilla de aeroplanos “Bristol”. En el Diario Oficial n.º 167 de 1925 aparece publicada la concesión del título de observador, y fue destinado al Servicio de Aviación.

Por sus nueve campañas en la guerra de Marruecos le concedieron la Cruz de 1.ª Clase con distintivo rojo, publicado en la Real Orden Circular 18-12, Diario Oficial n.º 284. También le otorgaron el 1 de agosto de 1925, la Cruz de la Orden Militar de María Cristina.

Durante los meses de mayo y junio efectuó numerosos vuelos, destinado en el Grupo de escuadrillas con aeroplanos De Havilland-Rolls. Participó en el desembarco de Alhucemas en septiembre de 1925 apoyando a las columnas terrestres, en operaciones decisivas para la terminación de la guerra. Tomaron parte dieciocho mil hombres, sesenta barcos, ciento treinta y seis aeroplanos y treinta y seis hidroaviones.

Esta operación atacó directamente al corazón del Rif, en cooperación con Francia y contribuyó evidentemente a la terminación de la guerra de Marruecos que duraba desde 1909.

Pasó unos meses destinado en el Aeródromo de Cabo Jubi. Solicitó el curso de pilotos de aviación y, terminado el mismo, fue nombrado piloto militar. Volvió a Marruecos a la escuadrilla del capitán Gallego equipada con los nuevos aeroplanos de reconocimiento y bombardeo Breguet XIX. En 1926, pasó al Grupo de Experimentación de Aeroplanos y al Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos y nombrado miembro del Comité de Recepción del Material Aéreo. Ese mismo año, por Reales Decretos de 23 de marzo y 1 de julio se reorganizaron los Servicios de Aeronáutica, constituyéndose una Jefatura Superior Aeronáutica y la Comandancia Exenta de Ingenieros. En esta nueva organización, aparece Rodríguez Díaz clasificado en la escala inicial del Servicio de Aviación como oficial aviador.

En el año 1927 realizó misiones de guerra, volando en Marruecos. En un intermedio de su actividad bélica participó en la primera vuelta nocturna a España.

En 1928 se encontraba destinado de nuevo en el Aeródromo de Cuatro Vientos, en el Grupo de Experimentación de Aeroplanos, lo que le dio ocasión para realizar numerosos vuelos de pruebas de aeroplanos y motores, por todo el territorio nacional. Intervino en las pruebas específicas de los aeroplanos A.M.E. diseñados por los ingenieros militares Bada Vasallo y González Gil y construidos por los talleres militares de Cuatro Vientos y los Loring RIII del también ingeniero Jorge Loring. En el mismo año Construcciones Aeronáuticas (CASA) recibió un contrato para construir dos aeroplanos de gran radio de acción, a partir del Breguet XIX que fabricaba bajo licencia. Los dos aeroplanos se destinarían en principio a los proyectos de vuelos de largo alcance a realizar por los aviadores militares, Barberán, González-Gil, Iglesias y Jiménez.

En 1930 fue nombrado jefe de escuadrilla. Con la oportuna autorización oficial toma parte en la “Challenger Internacional” organizada por Alemania. El 4 de agosto asiste al Curso de Mando, consiguiendo el ascenso a capitán el 13 de marzo de 1930.

Uno de los aeroplanos Breguet XIX “Gran Raid”, el número 71, con motor de 650 caballos de potencia y muchas modificaciones que fueron realizadas por CASA se encontraba en fase de terminación y con esta aeronave se pretendía batir marcas internacionales de duración, carga y velocidad. Aunque el avión estuvo disponible en octubre de 1929, no fue adjudicado a la Escuadrilla de Experimentación hasta febrero de 1930. La orden procedía de la superioridad —comunicación del Negociado de Mando al jefe de la Escuadrilla de Experimentación—, el capitán Rodríguez Díaz. Éste y el teniente Haya llevaban tiempo preparándose y entrenándose para batir marcas internacionales y en especial figuraba un vuelo de 24 horas. Se preparó el aeroplano con 3300 litros para las pruebas de consumo y velocidad. El vuelo solo duró 14:14 horas y tuvo lugar el 11 de junio, pero se obtuvieron datos muy significativos para intentar vuelos de mayor duración.

Con el mismo aeroplano los dos aviadores batieron las marcas mundiales de 5000 kilómetros. Lo harían en el triángulo Sevilla-Utrera-Carmona-Sevilla (circuito de 250 kilómetros) controlado por la Federación Aeronáutica Internacional. La altitud elegida era de 1500 metros. El despegue tuvo lugar el 7 de octubre de 1930 a las 6 horas, 32 minutos y 5 segundos.

En la vuelta décimo octava al circuito, los aviadores ya habían batido la marca de velocidad, que estaba en 188,310 km/h, pues habían volado a 208,152 km/h.

Aterrizaron a las 7 horas, 48 minutos 5 segundos del día 8 de octubre de 1930, con una permanencia en el aire de 25 horas 16 minutos.

El día 11 de octubre de 1930 los dos aviadores volvieron al aire para batir la marca de 2000 km con carga de 500 kg. El avión despegó a las 6 horas, 58 minutos y 22 segundos y aterrizó a las 16 horas, 42 minutos y 30 segundos, habiendo alcanzado una velocidad de 220,428 km/h. También batieron la marca de 2000 km sin carga. Conquistaron el Trofeo Harmon, concedido por Estados Unidos y que les fue entregado en marzo de 1931. También conquistaron el Diploma de Honor y la Medalla de la Liga Internacional de Aviadores.

En 1931 por reorganización de los servicios de aviación pasó destinado al Mando de Material y a su Laboratorio de Ensayos del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos. Por motivos personales, causó baja en el Servicio de Aviación, quedando en la situación B con el 20 por ciento del sueldo.

De nuevo con el aviador teniente Haya presentó una “Memoria” para realizar con el Breguet XIX, n.º 71, un vuelo sin escalas a la Guinea Ecuatorial Española.

La superioridad les concedió el permiso. La preparación del vuelo fue muy minuciosa y le dedicaron ambos aviadores innumerables horas sacándolas del tiempo libre después del servicio de cada día. Realizados todos los estudios previos, despegaron de Sevilla el 24 de diciembre de 1931 a las 10:40 horas y alcanzaron Bata (Guinea) el 25 de diciembre a las 13:52 horas. Recorrieron 4312 km a una velocidad media de 158,08 km/h. El 3 de enero de 1932 emprendieron el vuelo de regreso y tomaron tierra en Niamey.

El mismo día volvieron a despegar, pero encontraron una tormenta de arena al llevar recorridos unos 800 km, por lo que aterrizaron cerca del poblado de Korondongon.

El vuelo terminó el mismo día 3, con un accidente al despegar por agarrotamiento de una rueda, y el aeroplano quedó fuera de servicio.

En 1933, los aviadores Rodríguez Díaz y Haya conquistaron el segundo trofeo Harmon.

El 21 de julio de 1933, el presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra recompensó a Rodríguez Díaz, con la Cruz de 1.ª Clase del Mérito Militar, con distintivo blanco, pensionada con el 20 por ciento de su actual sueldo hasta su ascenso al empleo inmediato por haber ideado y construido un aparato de transmisión eléctrica para lanzar bombas desde avión denominado “Lanzabombas electrico marte”.

En octubre de 1934 llegaron a Madrid, procedentes de Inglaterra, dos autogiros del modelo C-30 pilotados por los tenientes de navío Guitián y de la Guardia.

Tomaron tierra en el aeródromo de Getafe. El capitán Rodríguez Díaz se interesó por los autogiros, realizó numerosos vuelos y posteriormente escribió un artículo analizando sus aplicaciones militares y recomendando la adquisición de una patrulla independiente para cubrir misiones de enlace.

En julio de 1936, se encontraba cursando sus estudios del primer año de la carrera de Ingeniero de Telecomunicación, cuando estalló la Guerra Civil. El 16 de agosto se encontraba en Plencia de vacaciones, en zona republicana. Logró camuflarse, pero fue detenido y conducido a la cárcel de Bilbao. Días después fue devuelto a Plencia. Preparó su paso a la “zona nacional” y pudo llegar a San Sebastián el 20 de septiembre, presentándose seguidamente a las autoridades militares. Comprobada su adhesión a la “causa nacional”, el general Kindelán —jefe de la Aviación Nacional— el 7 de octubre de 1936 le autorizó a prestar servicios en Aviación, destinándole a la Jefatura del Aire, en Salamanca, donde desarrolló una importante labor de organización de las Fuerzas Aéreas.

El 26 de marzo de 1937, coincidiendo con el ascenso a comandante, le fue encomendado el mando del Grupo 6-G-15 de nueva creación, dotado con aviones alemanes Heinkel 45 “Pavos”, con los que voló en numerosas misiones de guerra en los frentes Norte y Brunete.

Después, fue destinado el 7 de octubre al Estado Mayor de la Brigada Aérea y posteriormente como jefe del Grupo Savoia-81 a la batalla del Ebro. Pocos meses más tarde, fue nombrado jefe del Grupo 4-G-12, equipado con aviones italianos Romeo-37, que hicieron famoso el bombardeo en “cadena”.

Murió en el frente del Ebro cuando el aparato que pilotaba, un Romeo 37, fue alcanzado a las 9:28 del 2 de octubre de 1938 por los disparos de las baterías antiaéreas. De tripulante le acompañaba el teniente Leopoldo de Castro García. No tuvieron otro recurso que lanzarse en paracaídas, pero el del comandante Rodríguez Díaz se desprendió y se estrelló contra el suelo, muriendo en el acto. El teniente Castro quedó ileso.

El 10 de octubre de 1938 le concedieron la Medalla Militar individual, por acuerdo del Cuartel General de Franco. A su viuda, Carmen Ibran Navarro, le dieron la Medalla de Sufrimientos por la Patria. En 1940, el 27 de junio, fue ascendido póstumamente a teniente coronel, por méritos de guerra. En 1941, el 28 de junio, le concedieron la Cruz del Águila Alemana.

Por sus nueve campañas en la guerra de Marruecos tenía concedida la Cruz de 1.ª Clase con distintivo rojo, publicado en la Real Orden Circular 18-12, Diario Oficial, n.º 284.

 

Obras de ~: Aeronáutica, Madrid, Espasa Calpe, 1931.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico del Ejército del Aire (Villaviciosa de Odón, Madrid), Escalillas 1910-1933, Exp. P433.

J. Cubillo Fluiters, “La protección del vuelo a Guinea del ‘12-71’”, en Revista de Aeronáutica (abril de 1931), págs. 16- 21; J. García Morato, Guerra en el aire, Madrid, Editora Nacional, 1940; J. Goma Orduña, Historia de la Aeronáutica Española, t. I, Madrid, Imprenta Prensa Española, 1946; Historia de la Aeronáutica Española, t. II, Madrid, Imprenta Huérfanos del Ejército del Aire, 1951; G. Michelet, Breguet, Paris, ed. France-Empire, 1963; A. García Lacalle, Mitos y verdades. La aviación de caza en la guerra española, México, Oasis, 1973; E. Herrera Alonso, “Semblanzas. Cipriano Rodríguez Díaz (“Cucufate”)”, en Revista de Aeronáutica y Astronáutica (1980); J. Aguilar Hornos et al., Grandes vuelos de la aviación española, Madrid, Espasa Calpe, 1983; A. González-Betés Fierro et al., Grandes vuelos de la aviación española, Madrid, Espasa Calpe, 1983; VV. AA., Historia de los Aeropuertos Españoles, Madrid, AENA, 1996; A. González-Betés Fierro, Historia Gráfica de la Aviación española, Madrid, COIAE, 1998, págs. 286, 302, 305 y 682.

 

Antonio González-Betés Fierro