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Joaquín Buendía Peña

Biografía

Buendía Peña, Joaquín. Sevilla, 14.XI.1907 – 14.V.2004. Ganadero de reses bravas.

Desde su infancia sintió interés por el mundo del campo y, de manera especial, hacia el oficio de ganadero, afición que heredó de su padre, Juan Buendía Reina, y de su padrino, Felipe Bartolomé, quienes compraron en 1921 la ganadería de Surga. De este modo comenzó a tener sus primeros contactos con el toro bravo en su hábitat natural. Juan Buendía y Felipe Bartolomé profundizaron en su labor como ganaderos de bravo y compraron, en 1932, el hierro y todas las reses de Enrique de Queralt y Maquieria, conde de Santa Coloma. Esta ganadería procedía del cruce que el conde hizo en 1905 con reses de Eduardo Ibarra y parte de la ganadería de Antonio Rueda y Quintanilla, marqués de Saltillo, aunque la misma se hallaba diezmada, con problemas de saneamiento y sin el prestigio del que había disfrutado en otros tiempos.

Con la ganadería pastando en la finca Bucaré, en el término municipal de Alcalá de Guadaira (Sevilla), José Buendía y Felipe Bartolomé decidieron dejar al joven Joaquín, que contaba con tan sólo veinticinco años, la responsabilidad de levantar este hierro mítico.

La primera decisión del ganadero consistió en desechar gran parte de los machos para cubrir como sementales. Asimismo, descartó a un elevado número de vacas reproductoras. Tan dura fue la selección llevada a cabo que durante los primeros cinco años no lidió ninguna de sus reses en plazas de toros, enviando al matadero las camadas enteras. Teniendo como fondo el clásico debate entre tratadistas y genealogistas sobre el porcentaje de sangre Saltillo e Ibarra que existe en la vacada madre del encaste de Santa Coloma, se puede asegurar que Joaquín Buendía siguió con el método que siempre usó el conde de Santa Coloma consistente en dejar que padrearan en la ganadería tan sólo los machos del tronco de Saltillo, valiéndose de las vacas ibarreñas —junto a las ya cruzadas— como reproductoras o de vientre.

Con ello, la vacada tomó una clara inclinación hacia la rama Saltillo. Fruto de esta selección nacieron machos que padrearon como sementales y que reconstituyeron la ganadería, siendo de reseñar un toro de nombre Rivero, que vino dentro del lote, como añojo que aún estaba con su madre, cuando se compró la vacada al conde de Santa Coloma, que fue uno de los revulsivos para levantar la ganadería, ya que padreó durante diecisiete años. Otros sementales importantes fueron Lisito, Maloscascos, Olivero, Calesero o Pescador.

Paulatinamente, las características fundamentales de los toros de Buendía fueron sustituyendo el genio y poca entrega que tenían gran parte de las reses santacolomeñas por condiciones óptimas para hacer el toreo estético que solicitaba el público. Sin embargo, Buendía no sacrificó ni un ápice de movilidad, casta y pujanza, ofreciendo de esta forma un toro que exigía a los toreros, pero que, por otro lado, era muy agradecido, pues el comportamiento encastado de sus reses hacía que tanto el gran público como los aficionados valoraran la destreza y el oficio para lidiar reses de tan contrastada bravura.

De este modo, las figuras del toreo de la década de 1960 comenzaron a solicitar sus toros para lidiarlos en las plazas importantes. Eran toreros como Carlos Arruza, Pepe Luis Vázquez, Luis Miguel Dominguín, César Girón, Antonio Chenel Antoñete, José María Manzanares, Francisco Rivera Paquirri, Pedro Moya El Niño la Capea, José Ortega Cano o Julio Robles; y, por encima de ellos, Paco Camino, uno de los grandes conocedores de este encaste, con el que tuvo triunfos muy importantes.

De otra parte, a Bucaré llegaron algunos ganaderos con el fin de poder adquirir los toros y vacas de la casa para fundar nuevas ganaderías. Buendía fue generoso e hizo algunas ventas a otros ganaderos interesados por su vacada. Salieron ganaderías como la de Manuel Chopera, San Martín, Hernández Plá o algunos machos que padrearon en la jerezana vacada de Ana Romero; hasta algunos toreros, como Arruza, Pepe Luis Vázquez o el mismo Paco Camino, formaron sus ganaderías con reses de Buendía.

Finalmente, con noventa y seis años, este ganadero que había destacado por la selección y cuidado del toro bravo de lidia, falleció en su ciudad natal de Sevilla el 14 de mayo de 2004. Recibió cristiana sepultura en el cementerio de San Fernando tras el funeral en la parroquia de Los Remedios, donde muchas personalidades del mundo taurino se dieron cita para dar el último adiós a tan importante ganadero. La obra que creó con su ganadería de encaste Santa Coloma recayó en sus trece hijos, que fueron fruto del matrimonio con María Luisa Ramírez de Arellano Santaolalla, quedando la vacada dividida en tres hierros que se designan Joaquín Buendía Peña, Ganadería de Rehuelga y Bucaré.

 

Bibl.: Archivo de Rafael Buendía y Ramírez de Arellano (Sevilla).

F. Mira, Hierros y encastes del toro bravo de lidia, Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 1981; A. Rodríguez Montesinos, Prototipos Raciales del Vacuno de Lidia, Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 2002; J. López del Ramo, Las claves del toro, Madrid, Espasa Calpe, 2002.

 

Manuel Sotelino Polonio

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