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Bernardo Lorente Germán

Biografía

Lorente Germán, Bernardo. Sevilla, 1680 – 15.I.1759. Pintor.

En Sevilla realizó su aprendizaje como pintor durante los últimos años del siglo XVII, probablemente con el maestro Cristóbal López. Aunque no se conocen documentos ni obras firmadas de su primera época, debió de comenzar a pintar en torno a 1700.

En las décadas siguientes consolidó su reputación, de manera que, durante la estancia de la Corte en Sevilla —entre 1729 y 1734—, la calidad de los retratos que pintó le hizo ganar una propuesta para incorporarse al grupo de pintores reales cuando los Monarcas abandonaron la ciudad. Sin embargo, no aceptó la invitación, prefirió permanecer en Sevilla hasta el final de su vida. Ceán Bermúdez difunde estas noticias y lo describe como un hombre melancólico y de trato reservado, en cierta forma lo encasilla como “pintor de las Pastoras”, cuando no pintó esta iconografía, tan demandada desde 1703, en mayor medida que otros artistas. En los años siguientes su producción fue abundante y muy valorada, tuvo como discípulos a Lorenzo de Quirós y Felipe de Castro; no sólo pintó para la clientela sevillana y consiguió una desahogada posición económica. Esta situación le llevó a solicitar hacia el final de su vida, en 1756, su ingreso como miembro de la Real Academia de San Fernando en Madrid, que fue aceptado “por su notoria fama”.

Lorente es un seguidor del estilo de Murillo, como tantos artistas sevillanos que durante la primera mitad del siglo XVIII dieron satisfacción al gusto de sus clientes sin plantearse innovaciones estéticas. En este sentido, el conde del Águila afirmaba que “dióse a copiar e imitar a Murillo” pero, sin embargo, aceptó en su pintura determinadas influencias que la acaban individualizando, como la de los pintores franceses que trabajaron en Sevilla durante el lustro real y el gusto, común en la escuela granadina, por oscurecer los lienzos con betún contrastando las sombras con los toques de luz. Por otro lado, en el conjunto de su producción cabe destacar la desigualdad técnica según los diferentes encargos, lo que podría explicarse por el exceso de trabajo en el taller, situación que sólo le permitiría esmerarse en determinadas obras.

Su pintura más temprana conocida es San Agustín.

Firmada y fechada en 1717, se conserva en el convento de carmelitas descalzas de Jaén. El San Francisco de Borja es de 1726 y se guarda en una colección particular de Madrid; quizá formara pareja con un San Francisco Javier de Sevilla, en ambos destacan las vánitas con los instrumentos de mortificación. Influido por el contexto en el que vivió, representó con frecuencia las escenas populares de tradición murillesca, como el Grupo familiar comiendo melones y el Grupo familiar comiendo uvas y sandía, de colección barcelonesa; igualmente, en cuanto a las mencionadas “Pastoras”, imágenes de la Virgen en una escenografía bucólica tan queridas en la Sevilla del siglo XVIII, son significativos los ejemplos de la iglesia del Santo Ángel y la parroquia de Brenes (Sevilla). La mayoría de las series que pintó Lorente para los conventos han desaparecido, como la serie de seis lienzos encargada por los monjes de la cartuja de Jerez de la Frontera en 1743 sobre la Pasión de Cristo. Este tipo de producción se puede conocer gracias a La Santa Cena y El prendimiento de Cristo, de la capilla del Baratillo en Sevilla, obras de gran formato y esmero compositivo, fechadas en 1735. Los cuatro lienzos para los monjes trinitarios que se conservan en la iglesia de los salesianos de Sevilla también pueden asimilarse con estas series.

Sin embargo, su repertorio temático fue muy amplio: una destacada faceta de su producción fueron los retratos, como el Infante don Felipe del Museo de Bellas Artes de Sevilla, en el que se aprecia la influencia francesa impuesta por los Borbones y el pintor Jean Ranc, al que conoció durante los años del lustro real. El mismo sello cortesano es evidente en los retratos de Don José Vicente Urtusaustegui y su hermana, Doña Manuela Petronila Urtusaustegui, fechados en 1735 y conservados en una colección particular de Madrid, así como los de sus descendientes —La familia del marqués de Torrenueva—, guardados en Sevilla.

En contraposición a los anteriores, el San Fernando —también de colección particular sevillana— deriva de la iconografía murillesca. Más sorprendente resulta su interés por las representaciones mitológicas, de las que se conservan dos ejemplos en una colección madrileña, El rapto de Europa y El Triunfo de Anfítrite, escenas inspiradas en las obras de Cartari.

Por último, cabe destacar la pintura de trampantojos por su calidad técnica. Son magníficas las Alegoría del vino y Alegoría del tabaco, pintadas entre 1730 y 1740 y conservadas en el Museo del Louvre de París; probablemente formaron parte de una serie dedicada a los cinco sentidos, en este caso, aluden al gusto y el olfato. Igual esmero en su ejecución se observa en la Alacena abierta de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

Casi al final de su carrera, en 1757, pintó el aparatoso San Miguel luchando contra los demonios de la catedral de Jaén.

 

Obras de ~: Grupo familiar comiendo melones, p. t. s. XVIII; Grupo familiar comiendo uvas y sandía, p. t. s. XVIII; San Fernando, p. t. s. XVIII; San Agustín, 1717; San Francisco de Borja, 1726; San Francisco Javier, 1726; El rapto de Europa, 1729- 1734; El Triunfo de Anfítrite, 1729-1734; Alacena abierta, 1729-1734; Alegoría del vino, 1730-1740; Alegoría del tabaco, 1730-1740; Infante don Felipe, 1732; La Santa Cena, 1735; El Prendimiento de Cristo, 1735; Don José Vicente Urtusaustegui, 1735; Doña Manuela Petronila Urtusaustegui, 1735; Retratos de la familia del marqués de Torrenueva, 1735; Serie sobre la Pasión de Cristo, 1743; Pastoras, m. s. XVIII; Serie para los trinitarios, m. s. XVIII; San Miguel luchando contra los demonios, 1757.

 

Bibl.: A. Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, t. II, Madrid, Imprenta de la Viuda de Ibarra, 1800, pág. 181; J. Gestoso, Ensayo de un diccionario de artífices que florecieron en Sevilla, t. II, Sevilla, 1899-1909, pág. 181; J. M. Carriazo, “Correspondencia de d. Antonio Ponz con el conde del Águila”, en Archivo Español de Arte y Arqueología (AEAA) (Madrid), V, 14 (1929), págs. 157-183 (espec. 181); J. Guerrero Lovillo, La pintura sevillana en el siglo XVIII, Sevilla, 1954, págs. 40-42; J. Milicua, “Bernardo Lorente Germán: el retrato del infante don Fernando”, en Archivo de Arte Español (AEA) (1961), págs. 313-316; D. Angulo, Murillo y su escuela en colecciones particulares, Exposición Sevilla 10-26 de marzo de 1975, Sevilla, Caja de Ahorros de San Fernando, 1975, págs. 7-8; E. Valdivieso y J. M. Serrera, Pintura sevillana de seculo XVII, catálogo de la exposición Pintura sevilhana do seculo XVII, Rio de Janeiro, 1983, pág. 178, n.º 72; A. Aranda Bernal, “Obligaciones de lienzos de Bernardo Germán Lorente para la Cartuja de Jerez”, en Atrio (Sevilla), 1 (1989); F. Quiles, Fuentes para la historia del arte andaluz. Noticias de pintura (1700-1720), Sevilla, Guadalquivir, 1990; A. Aragón Molina, “Noticias en torno a Bernardo Lorente Germán”, en Senda de las Huertas (Jaén), 22 (1991), pág. 47; I. Gutiérrez Pastor, “Dos series de retratos de Bernardo Germán Lorente con un nexo familiar: los Urtusuastegui y los Marqueses de Torrenueva”, en AEAA, t. 62, 286 (1999), págs. 175-181; E. Valdivieso, Historia de la pintura sevillana, Sevilla, Guadalquivir, 2002, pág. 315; Pintura barroca sevillana, Sevilla, Guadalquivir, 2003, págs. 504-515; F. Quiles y I. Cano, Bernardo Germán Lorente y la pintura sevillana de su tiempo, Madrid, Fernando Villaverde, 2006.

 

Ana Aranda Bernal