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Cristóbal Acosta

Biografía

Acosta, Cristóbal. Ceuta o Tánger, p. s. XVI – Tharsis (Huelva), c. 1594. Naturalista, botánico y médico.

Es incierto el lugar de nacimiento de Cristóbal de Acosta y contradictorios los testimonios que sobre ello aporta la erudición. Nicolás Antonio dice que nació en Tánger o Ceuta, lugares de soberanía portuguesa en la época de su nacimiento. Ese mismo origen le atribuye una parte importante de la historiografía especializada, como Picatoste (1891) y Olmedilla (1899), quienes optaron por fijar su nacimiento en Tánger a finales del siglo XV o comienzos del XVI, período éste más probable. Ésa es la tradición seguida también por el erudito y bibliógrafo Simón Díaz (1972). Otros autores llegaron a proponer un origen de Mozambique o Cabo Verde, pero sólo parece indudable su ascendencia africana en una zona de colonización portuguesa. De hecho, a lo largo de su vida y en sus escritos, Acosta se atribuía frecuentemente el apelativo de “africano”. También se ha planteado su probable origen judío converso, lo que pudo haber influido en el traslado de su familia a África a raíz de la persecución antisemita de 1497.

En 1550, Acosta estuvo como soldado en la India, donde participó en acciones bélicas y conoció al gran naturalista portugués García de Orta. Formado en artes y medicina en una universidad de lengua castellana —probablemente Salamanca—, en abril de 1568, Acosta se embarcó de nuevo hacia la India, esta vez en el séquito de Luiz de Ataide, quien había sido antaño su capitán y entonces acababa de ser nombrado virrey de Portugal para aquellos territorios, después de haber ostentado la representación portuguesa en la Corte de Carlos V. La expedición de Ataide llegó a Goa en septiembre de ese mismo año, poco después del fallecimiento de García de Orta. En la India permaneció varios años, durante el período de virreinato de Ataide. Durante el viaje naval que había emprendido hacia el Hospital Real de Cochin, donde estuvo trabajando como médico y además organizó un jardín botánico, se vio envuelto en una batalla naval contra el Ejército árabe tuvo lugar en el estrecho de Ormuz. Su estancia en la India fue tremendamente fructífera desde el punto de vista de su vocación de naturalista; practicó abundantes herborizaciones en la costa Malabar y en otros lugares de la India, tuvo contacto con la cultura china y conoció sus riquezas y adelantos técnicos.

Acosta regresó probablemente a Portugal tras finalizar el período virreinal de Ataide en 1572. Los testimonios de su trayectoria biográfica proceden principalmente de su obra más importante, el Tractado de las drogas (1578) y también de su Tratado en loor de las mugeres (1592). De ellos se desprende que tras su regresó vivió una temporada en Lisboa y que, en algún momento de esos años, se desplazó a París. Lo cierto es que en abril de 1576 el Ayuntamiento de la ciudad de Burgos lo contrató como médico-cirujano de la ciudad por un período inicial de tres años, en el que alcanzó un gran prestigio profesional. En Burgos imprimió su gran obra científica, el Tractado de las drogas (1578), en el que recogía todos sus conocimientos sobre la flora de las Indias orientales. Dedicó su libro a la ciudad de Burgos en señal de agradecimiento. Su impresor fue Martín de Victoria, cuya actividad impresora es conocida principalmente por esta obra de Acosta, ya que apenas se le conocen un par de títulos más de contenido religioso editados entre 1577 y 1578: una historia pontifical y un misal.

En 1580 el Ayuntamiento de Burgos le renovó el contrato duplicándole su salario a cambio de que asumiera también la función de asistencia sanitaria y atención a los pobres. Los documentos de archivo no ofrecen una fecha exacta de su cese, pero todo indica que Acosta dejó de ejercer como médico-cirujano en Burgos tras el fallecimiento de su esposa y, se sabe que en 1587 ya no ocupaba el puesto. En torno a esa fecha se retiró al eremitorio que él denominaba de “La Peña de Tharsis”, cuya localización no ha podido ser determinada con exactitud, porque tal vez Acosta utilizó esa denominación inspirado en la tradición clásica.

Algunos autores han situado el eremitorio en una zona de la provincia de Huelva. De este modo, siguió idéntica trayectoria vital que tantos otros hombres insignes del Renacimiento. En un posterior Tratado de la Religión y lo religioso (1592) relataba las peculiaridades de su vida de eremita y de su relato se desprende que también entonces ejercía funciones asistenciales como médico y estaba especialmente consagrado al estudio de las plantas medicinales. En sus textos y en los testimonios historiográficos se encuentran pocas referencias a su personalidad; de sus comentarios personales se desprende que padeció algunos problemas de salud, principalmente cólicos abdominales. Seguramente murió en su retiro eremítico, no bien ubicado geográficamente, en torno a 1592 o 1594.

Su obra botánica se enmarca en la corriente renacentista que otorgó un gran impulso a la descripción de especies y a las herborizaciones de carácter local y regional, en la línea de los grandes naturalistas del Renacimiento, como Leonhard Fuchs u Otto Brunfels. Acosta se mostró menos interesado por la taxonomía y la sistemática, como lo estuvieron otros botánicos de su tiempo, y su interés como médico otorgaba a su labor de naturalista una orientación pragmática enfocada principalmente al uso terapéutico de las plantas. Según el estudio realizado por Rodríguez y González (2000), Acosta seguía el método botánico propugnado por Valerius Cordes, consistente en una primera descripción general del vegetal, para después ocuparse de las características de sus elementos morfológicos: raíz, tallo, hojas, flores, frutos, semillas y, finalmente, del entorno geográfico de la planta; todo ello en un lenguaje claro y exento de tecnicismos, empleando principalmente la nomenclatura vulgar de la lengua castellana. A todo ello se añade una referencia explícita a las propiedades terapéuticas y dietéticas de las plantas, a su comercialización y a los usos industriales. La personalidad científica y la ideología médica que se desprenden de sus escritos corresponden al galenismo de corte humanista, en el que se combinan las referencias a los grandes naturalistas clásicos de la antigüedad greco-latina, con las pautas tradicionales de la terapéutica galénica y la experiencia personal adquirida durante años de herborización y práctica clínica. En este sentido, el tono del Tratado de Acosta no es meramente descriptivo, sino que incluye abundantes referencias a las técnicas de obtención y preparación de los remedios, a los abusos fraudulentos de que solían ser objeto, o incluso a detalles de la comercialización y del precio de las plantas.

En su Tractado, Acosta rinde un homenaje a los méritos del gran García de Orta, de quien se proclama deudor, como se desprende de la propia frase final del título del libro “[...] en el cual se verifica mucho de lo que escribió el Doctor García de Orta”.

La obra de Acosta incluye un total de sesenta y nueve especies botánicas de uso medicinal, algunas de las cuales no habían sido mencionadas por su maestro, incluyendo la canela, la pimienta blanca y negra, el clavo, la nuez moscada o el opio. Ofrece una amplia aportación léxica de su denominación en las lenguas peninsulares, tanto en castellano, como en portugués, vasco o catalán, y en otras lenguas europeas y orientales.

Sus descripciones eran de una gran minuciosidad y sus dibujos fueron los primeros que se imprimieron en Europa sobre la flora de las Indias orientales.

Además de su contenido botánico, la obra de Acosta incluye también un curioso estudio ilustrado sobre el elefante, que incluye datos derivados de la observación directa del animal y también otros legendarios procedentes de la tradición clásica y medieval.

En la última etapa de su vida, en 1592, Cristóbal de Acosta publicó dos libros de reflexión moral titulados Tratado en contra y pro de la vida solitaria. Con otros dos tratados uno de la Religión y Religioso, otro contra los hombres que mal viven. Llena de mucha doctrina y exemplo [...] y otro titulado Tratado en loor de las mugeres, y de la castidad, honestidad, constancia, silencio y justicia: con otras muchas particularidades, y varias historias. Dirigido a la serenísima señora Infanta Doña Catalina de Austria [...]. Ambas obras fueron impresas en Venecia por Giacomo Cornetti. En esos tratados morales aflora una honda preocupación por la muerte y por la vida espiritual. Acosta hacía suyos muchos de los asuntos característicos de la cultura renacentista y planteaba en esas obras de ancianidad reflexiones sobre las miserias del mundo, la futilidad de la riqueza y los valores mundanos, al tiempo que ensalzaba como valores morales la soledad y la tristeza.

En su tratado en loor de las mujeres, escrito en el más puro estilo renacentista, elogiaba las virtudes de la mujer cristiana, el matrimonio, la castidad y la honestidad, y utilizaba como pretexto una supuesta epístola misógina que afirmaba haber recibido de un interlocutor cuyo nombre silencia. Sus pensamientos sobre las mujeres pueden alinearse con los de otros tratadistas españoles del Renacimiento, como Luis Vives o Fray Luis de León.

La obra científica de Cristóbal de Acosta gozó de una amplia y temprana difusión por Europa gracias a la versión latina de su Tratado de las drogas y medicinas de las Indias orientales realizada por Charles de l’Écluse [Carolus Clusius] y publicada en los talleres de Amberes de la célebre imprenta de Plantin. Clusius mantuvo a lo largo de su vida un gran empeño por compendiar, traducir y divulgar las obras botánicas de Cristóbal de Acosta, García de Orta y Nicolás Monardes, al advertir en ellas la presencia de grandes novedades de la flora exótica de las colonias, que eran desconocidas para los naturalistas europeos. Como las obras botánicas de esos autores habían sido escritas en castellano o portugués, Clusius se encargó personalmente de traducirlas al latín, mejorar su contenido y las reproducciones de las plantas y garantizar su difusión entre los grandes naturalistas europeos del Renacimiento.

Clusius había tenido noticias de los importantes trabajos de la tradición botánica hispano-portuguesa en el Nuevo Mundo y en las Indias orientales durante su recorrido por la Península Ibérica a lo largo de 1564. Acompañaba entonces a Jacobo Fugger, hijo de un acaudalado banquero germano, quien había desarrollado una amplia estrategia comercial con productos americanos y detentaba el monopolio del comercio del guayaco. Durante aquel viaje, Clusius tomó contacto con médicos y naturalistas españoles, con los que mantuvo hasta su muerte relaciones de correspondencia e intercambio de información, plantas y semillas para su aclimatación en Europa.

Según su propio testimonio, al descubrir la obra de García de Orta Coloquios dos simples quedó tan impresionado que la tradujo de inmediato al latín. El libro vio la luz en 1567 bajo el título de Aromatum et simplicium aliquot medicamentorum apud indos nascentium historia. En la Dedicatoria de ese libro señalaba Clusius que “[e]n este viaje por España encontré por casualidad un libro que, publicado en Goa, había llegado recientemente de las Indias Orientales.

Había sido escrito en lengua lusitana y su redacción me gustó tanto que me decidí a publicar la historia de las plantas indias y de los aromas. Después de leerlo comprobé que no había sido escrito con título falso. Efectivamente, recuerda muchas plantas que en modo alguno fueron descritas por los antiguos y trata de los aromas que fueron descritos, aunque no lo bastante profundamente por ellos”.

En 1571, durante una estancia en las Islas Británicas llegó a manos de Clusius el libro de Nicolás Monardes Primera, segunda y tercera partes de la Historia Medicinal: de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, que sirven en medicina. Poco después esta obra de Monardes se publicó en una primera versión abreviada hecha por Clusius bajo el título De simplicibus medicamentis ex occidentali India delatis quorum in medicina usus est [Amberes, Plantin, 1574].

Poco después, Clusius se trasladó a Viena, contratado por el emperador Maximiliano II para dirigir el Jardín Botánico de aquella ciudad y allí vivió un largo período de catorce años. Fue en esa época, al parecer en el curso de un viaje a Inglaterra, cuando conoció el Tractado de las drogas [...] de Cristóbal de Acosta, que se encargó también de llevar a la imprenta en 1582 bajo el título de Aromatum et medicamentorum in orientalii India nascentium liber, impreso en los talleres de Plantin en Amberes. Ese mismo año, Clusius imprimió unas Aliquot notae in garciae aromatum historiam, a partir de las anotaciones sobre las costas occidentales americanas que le había brindado Francis Drake a su regreso de la expedición al Pacífico.

De este modo, las aportaciones de Acosta alcanzaron una extensa difusión en todo el continente europeo.

 

Obras de ~: Tractado de las drogas, y medicinas de las Indias Orientales, con sus plantas debuxadas al vivo por Cristóbal Acosta medico y cirujano que las vio ocularmente. En el qual se verifica mucho de lo que escribió el Doctor García de Orta. Dirigido a la muy noble y muy mas leal ciudad de Burgos, cabeça de Castilla y camara de su Majestad, en Burgos, por Martín de Victoria impresor de Su Majestad, 1578; Tratado en contra y pro de la vida solitaria. Con otros dos tratados, uno de la religión y religioso, otro contra los hombres que mal viven. Llena de mucha doctrina, y exemplo. Dirigidos al Rey Don Phelippe Nuestro Señor [...], Venetia, MDXCII, Presso Giacomo Corneti; Tratado en loor de las mugeres, y de la Castidad, Honestidad, Constancia, Silencio, y Iusticia: Con otras muchas particularidades y vasrias Historias.

Dirigido a la Serenísima Señora Infanta Doña Catalina de Austria [...], Venetia, MDXCII, Presso Giacomo Cornetti.

 

Bibl.: F. Picatoste Rodríguez, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo xvi. Apuntes biográficos y bibliográficos de ciencias exactas, físicas y naturales y sus inmediatas aplicaciones en dicho siglo, Madrid, Manuel Tello, 1891; J. Olmedilla Puig, Estudio histórico de la vida y escritos del sabio médico, botánico y escritor del siglo xvi Cristóbal Acosta, Madrid, Hijos de M. G. Hernández, 1899; U. G. Paoli, “Cristóbal Acosta e le sue opere”, en Archeion, 19, (1937), págs. 317-346; A. Merck, “El tratamiento empleado por el médico titular de Burgos, Cristóbal de Acosta, contra los efectos perjudiciales del abuso del opio en el año 1578”, en El Monitor de la Farmacia y de la terapéutica, 1514, (1951), págs. 274-275; J. Walter (introducción, traducción y notas), en C. Costa, Tratado das drogas e medicinas das indias orientais, Lisboa, Junta de Investigaçoes do Ultramar, 1964; F. Guerra, “La política imperial sobre las drogas de las Indias”, en Revista de Indias, 103-104, (1966), págs. 31-58; F. Guerra, “Acosta, Cristóbal”, en C. C. Gillispie (ed.), Dictionary of Scientific Biography, vol. 1, New York, Ch. Schreibner’s Sons, 1970, págs. 47-48; J. Simón Díaz, “Acosta, Cristóbal”, en Bibliografía de la Literatura Hispánica, 2.ª ed., Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1972; J. M. López Piñero, “Acosta, Cristóbal”, en J. M. López Piñero et al., Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España, vol. 1, Barcelona, Península, 1983, págs. 21-22; R. G. C. Desmond, The european discovery of the Indian flora, Oxford, Oxford University Press, 1992; R. de M. Leyra, Cristôbao da Costa, médico hispano-português: revisâo da sua naturalidade, da sua época e sua formaçao salmantina, Madrid, Colegio Heráldico de España y de las Indias, 1995.; A. Vinayo Gonález, “Introducción” en C. Acosta, Tratado de las drogas y medicinas de las Indias Orientales, León-Universidad de León/ Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de León, 1995; J. A. Sagredo y Fernández, Fuentes para el estudio de la imprenta en Burgos, Madrid, Copegraf/Visagrafic, 1997; J. L. Barona y X. Gómez Font, La correspondencia de Carolus Clusius con los científicos españoles, Valencia, Universitat de Valencia, Seminari d’Estudis sobre la Ciència, 1998; R. Rodríguez Nozal y A. González Bueno, El Tratado de las drogas de Acosta (Burgos, 1578). Utilidad comercial y materia médica de las Indias orientales en la Europa renacentista, Madrid, 2000.

 

Josep Lluís Barona Vilar

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