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María de la O Lejárraga García

Biografía

Lejárraga García, María de la O. María Martínez Sierra. San Millán de la Cogolla (La Rioja), 28.XII.1874 – Buenos Aires (Argentina), 28.VI.1974. Escritora y política.

Prolífica escritora y traductora destacada en los más variados géneros (teatro, novela, cuento, ensayo, artículo, libreto...), ha pasado también a la historia como una de las pioneras en la vida política española, en su doble compromiso como feminista y socialista. Nació en San Millán de la Cogolla (Logroño), donde su padre, Leandro, trabajaba como médico rural. En 1880 la familia se trasladó a Madrid. La primera enseñanza la recibió en casa, de manos de su madre, Natividad, mujer formada en la cultura francesa que, como su padre, gustaba mucho de la lectura. Posteriormente cursó estudios de Magisterio y profesorado de Comercio en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, donde se familiarizó con los principios liberales de la Institución Libre de Enseñanza. Ganó su plaza de maestra por oposición y ejerció esta profesión durante una década, hasta 1909. En 1905 obtuvo una beca para estudiar el funcionamiento pedagógico de los centros docentes europeos. Pasó entonces una estancia larga en Bélgica, que influyó mucho en su formación como maestra y en su acercamiento a la ideología socialista. Uno de sus primeros libros estuvo, de hecho, vinculado a su vocación docente: Cuentos breves.

Lecturas recreativas para niños (1899), que inauguraba la colección Biblioteca Educativa que ella misma había creado en la Escuela Modelo de Madrid.

En 1897 María estrechó su relación de amistad con el hijo mayor de una familia conocida, Gregorio Martínez Sierra. Su común afición por la literatura y el teatro convirtió en inseparables a los dos jóvenes, que iniciaron entonces una colaboración literaria intensa, que apareció, sin embargo, bajo la firma de él; un hecho que no es difícil relacionar con el escaso aprecio que se prestaba en la época a cualquier manifestación de la creatividad femenina. Ambos contrajeron matrimonio en 1900, cuando ya habían publicado varios títulos escritos conjuntamente. A partir de entonces, la obra creadora de los dos avanzó en paralelo, formando la razón social “Gregorio Martínez Sierra” (Checa Puerta, 1998) dedicada, en diferentes grados y tiempos, a los más diversos campos artísticos: la literatura dramática (con varias obras representadas con éxito en el teatro español de preguerra y traducidas en el extranjero) y la empresa teatral (el Teatro de Arte y la Compañía cómico-dramática Gregorio Martínez Sierra, en el marco de la gestión del teatro Eslava, de Madrid); el cuento y la novela; los ensayos, artículos y conferencias feministas; la empresa editorial (Estrella, Renacimiento y la revista Helios); los guiones y la producción cinematográfica, etc. Durante las últimas dos décadas, son varios los críticos que se han ocupado de intentar dilucidar en qué medida bajo la firma de Gregorio Martínez Sierra se encontraba oculta la autoría exclusiva de María o respondía, como se cree, a un trabajo de colaboración que evolucionó a lo largo de los años y que incluyó alternativamente otras aportaciones de insignes creadores de preguerra, procedentes del campo literario, musical, escenográfico, interpretativo, etc. La larga colaboración de esta pareja pasó, sin duda, por diferentes etapas, por lo que resulta hoy muy difícil precisar y cuantificar en relación con actividades y títulos concretos. Cabe destacar, en este sentido, sus colaboraciones con Santiago Rusiñol y Eduardo Marquina, o como libretistas de relevantes músicos españoles de su tiempo (José María de Usandizaga, Manuel de Falla, Joaquín Turina, María Rodrigo o Conrado del Campo). Lo cierto es que el sistema de colaboración autorial fue una fórmula común en la sociedad literaria y teatral del período, aunque no suponía, generalmente, la anulación total de la firma, como ocurrió en el caso de María, debido en buena parte a la discriminación de género que padecía, también en este ámbito, la mujer española.

Durante más de diez años, los esposos trabajaron con total dedicación para asentar su nombre en el medio teatral y en la vida literaria española, en la que se distinguieron por su reiterado tratamiento de diversos temas relacionados con la mujer y el feminismo. En su producción narrativa, que alcanzó menos resonancia, cabe destacar la novela Tú eres la paz (1906). Como autores, adaptadores y traductores completaron un corpus dramático cercano al centenar de títulos. Tras sus primeras obras de teatro, La sombra del padre (1909) y El ama de la casa (1910), el éxito les llegó rotundo con Canción de cuna (1911), comedia que les consagró entonces y que ha pasado a formar parte del canon dramático español. Se iniciaba el período dorado de su producción teatral, con títulos como Lirio entre espinas (1911), Primavera en otoño (1911), Madame Pepita (1912), Mamá (1912), Las golondrinas (1914) —música de José María Usandizaga—, Amanecer (1915), El Amor brujo (1915) —música de Manuel de Falla—, Navidad (1916) —música de Joaquín Turina—, El Reino de Dios (1916), El corregidor y la molinera (1917) —música de Manuel de Falla—, Rosina es frágil (1918), Sueño de una noche de agosto (1918), El corazón ciego (1919), Don Juan de España (1921), El pavo real (1922) —en colaboración con Eduardo Marquina—, Mujer (1925), Juventud, divino tesoro (1926), Seamos felices (1929) y Triángulo (1930), algunos aparecidos con posterioridad a su separación matrimonial, ocurrida en 1922, que no supuso en un principio la ruptura de la razón social “Gregorio Martínez Sierra”.

María de la O Lejárraga tuvo además un relevante protagonismo en la vida pública española en el período de entreguerras. Trabajó activamente como promotora del asociacionismo feminista español que se desarrolló en España a partir de la Primera Guerra Mundial. Fue nombrada como secretaria española de la Alianza Internacional del Sufragio de la Mujer (IWSA). Desarrolló una intensa actividad como directora de la Unión de Mujeres Españolas (UME), fundada en 1918 con la marquesa del Ter. La UME se mantuvo activa sólo un par de años, pero pronto cristalizó en un nuevo esfuerzo organizativo liderado por María, la Asociación Femenina de Educación Cívica (AFEC), en 1931, en el que contó con el apoyo fundacional de María Rodrigo y de Pura Maórtua de Ucelay. Cabe destacar también su labor como socia promotora del Lyceum Club Femenino, de Madrid, bajo la dirección de María de Maeztu, desde 1926.

Presidió también el Patronato para la Protección de la Mujer, que se ocupaba del problema de la trata de blancas, a través de la Sociedad Española de Abolicionismo.

Sus convicciones feministas tuvieron directa expresión en un relevante corpus de artículos (Blanco y Negro, 1915-1916 y 1932) y ensayos sobre la “cuestión femenina” (Blanco, 2003), que aparecieron también bajo el nombre de Gregorio Martínez Sierra: Cartas a las mujeres de España (1916), Feminismo, feminidad, españolismo (1917), La mujer moderna (1920), Nuevas cartas a las mujeres (1932) y Cartas a las mujeres de América (1941). Sólo apareció con su firma un sexto título, que recogía las conferencias impartidas previamente por ella en el Ateneo de Madrid: La mujer española ante la República (1931).

Paralelamente, su proximidad ideológica con el socialismo la condujo, con la llegada de la Segunda República, a afiliarse al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y se comprometió entonces a hacer campaña para las primeras elecciones generales, siendo una de las primeras diputadas de las Cortes españolas (elegida por Granada en 1933). Un año después abandonó su escaño en protesta por la dura represión ejercida por las fuerzas gubernamentales en la Revolución de Asturias. Colaboró en la organización del Comité Pro-presos del PSOE, la Unión General de Trabajadores (UGT) y las Juventudes Socialistas, para organizar la solidaridad con los presos asturianos, y participó también en el Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, presidido por Dolores Ibárruri. Volvió a hacer campaña electoral con el Frente Popular en 1936. Tras el comienzo de la Guerra Civil Española, fue nombrada por la República agregada comercial del Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio en Suiza. En 1938 fue encargada por el Gobierno republicano para organizar la acogida de los niños españoles evacuados a Bélgica.

Su largo exilio como miembro representativo de la España vencida continuó en Niza (Francia), donde residió hasta su marcha definitiva a América en 1950, una vez perdida toda esperanza de poder regresar a su país. Viajó por Estados Unidos y México, antes de asentarse en Argentina, en 1953, donde vivió de la escritura de cuentos y artículos para la prensa, así como de su trabajo como traductora (Jean Anouilh, Eugène Ionesco, Thornton Wilder, etc.). Sus experiencias vitales (literarias y políticas) aparecen plasmadas en dos libros autobiográficos publicados en el exilio americano: Una mujer por caminos de España (1952) y Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración (1953). Su muerte se produjo en 1974, con casi cien años de edad.

 

Obras de ~: Cuentos breves, Madrid, Imprrenta de Enrique Rojas, 1899; La mujer española ante la República, Madrid, Ediciones Esfinge, 1931; Una mujer por caminos de España, Buenos Aires, Losada [1952] (ed. de Alda Blanco, Madrid, Castalia, 1989); Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración, México, Gandesa, 1953 (ed. de Alda Blanco, Valencia, Pre-textos, 2000); Viajes de una gota de agua, Buenos Aires, Hachette, 1954; Fiesta en el Olimpo (Tragedia de la perra vida; El amor vuela; Es así; Sueños en la venta; Televisión sin pantalla), Buenos Aires, Aguilar, 1960; Teatro escogido (Tragedia de la perra vida; Sueños en la venta; La abuela vuelve en sí; La última confidencia; Es así), ed. de E. Pérez-Rasilla, Madrid, ADE, 1996; “Un cobarde”, en Estreno, XXIX, 1 (2003), págs. 13-17. Véanse, también, las obras de Gregorio Martínez Sierra.

 

Bibl.: R. Gullón, Relaciones amistosas y literarias entre Juan Ramón Jiménez y los Martínez Sierra, Puerto Rico, Ediciones de la Torre, 1961; E. García, La actuación de la mujer en las Cortes de la II República, Madrid, Ministerio de Cultura, 1979; R. Scari, “Los Martínez Sierra y el feminismo de Emilia Pardo Bazán”, en Romance Notes, 20 (1980), págs. 310-316; C. Fagoaga, La voz y el voto de las mujeres. El sufragismo en España (1877-1931), Barcelona, Icaria, 1985; P. O’Connor, María y Gregorio Martínez Sierra: crónica de una colaboración, Madrid, La Avispa, 1987; M. Salgado, “Gregorio y yo: la verídica historia de dos personas distintas y un solo autor verdadero”, en Hispanófila, 32.2 (1989), págs. 35-43; D. Dougherty y M.ª F. Vilches, La escena madrileña entre 1918 y 1925: un lustro de transición, Madrid, Fundamentos, 1990; A. Rodrigo, María Lejárraga, una mujer en la sombra, Barcelona, Círculo de Lectores, 1992; P. Nieva, Autoras dramáticas españolas entre 1918 y 1936, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1993; J. A. Hormigón (dir.), Autoras en la historia del teatro español, vol. II, Madrid, ADE, 1997, págs. 690-703; M.ª F. Vilches y D. Dougherty, La escena madrileña entre 1926 y 1931: un lustro de transición, Madrid, Fundamentos, 1997; J. Checa, Los teatros de Gregorio Martínez Sierra, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1998; A. Blanco, María Martínez Sierra (1874-1974), Madrid, Ediciones del Orto, 1999; S. Mangini, Las modernas de Madrid: las grandes intelectuales españolas de la vanguardia, Barcelona, Península, 2001; J. Aguilera (coord.), María Martínez Sierra y la República: ilusión y compromiso, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos (IER), 2002; A. Blanco, A las mujeres: ensayos feministas de María Martínez Sierra, Logroño, IER, 2003; P. O’Connor, Mito y realidad de una dramaturga española: María Martínez Sierra, Logroño, IER, 2003; J. R. Jones, “Lejárraga as libretist and lyricist: thestate of the Question”, en Estreno, XXIX.1 (2003), págs. 18-22; I. Lizárraga, María Lejárraga, pedagoga: Cuentos breves y otros textos, Logroño, IER, 2004; P. Nieva, “La memoria del teatro en la narrativa de las escritoras exiliadas”, en Anales de la Literatura Española Contemporánea (ALEC), 29.2 (2004), págs. 63-91; J. Checa, “Gregorio Martínez Sierra y los epistolarios: algunas apostillas”, en ALEC, 31.2 (2006), págs. 119/505-144/530; J. Aguilera Sastre (ed.), María Martínez Sierra. Feminismo y música, Logroño, IER, 2008.

 

Pilar Nieva-de la Paz

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