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Martín de Ursúa y Arizmendi

Biografía

Ursúa y Arizmendi, Martín de. Conde de Lizárraga (I). Navarra, 7.II.1653 – Filipinas, 4.II.1715. Caballero de la Orden de Santiago, gobernador de Filipinas.

Nació en el seno de una antigua familia de Navarra, era hijo de Juan de Ursúa Arizmendi, natural de Arizcún (13 de abril de 1613) y muerto allí mismo (24 de septiembre de 1660), y de María de Aguirre y Latadi. Su abuelo paterno era hermano de Pedro de Ursúa Arizmendi, I conde de Gerena (1650), caballero de la Orden de Santiago y del Consejo de Guerra, que casó con Adriana Egues y Beaumont, natural de Sevilla, hija que era de Martín de Egues y Beaumont, caballero de la Orden de Calatrava, que murió como presidente de la Real Audiencia de Charcas, unión de la que nació Pedro de Ursúa Arizmendi y Egues, natural de Sevilla, colegial en el Mayor de Cuenca, fiscal del Crimen en Valladolid (1685) y oidor en el mismo tribunal (1688), consejero de Hacienda (1691), regente de la Audiencia de los Grados de Sevilla (1698), consejero de Castilla (1707), regente de la Real Audiencia de Aragón (1711), consejero de Guerra (1714) y nuevamente consejero de Castilla (1715).

Pasó a la Nueva España y allí, como consecuencia de los capítulos que el obispo de Yucatán puso al gobernador Roque Soberanis, el virrey de México nombró a Martín de Ursúa como gobernador interino de la provincia de Yucatán, el que más tarde obtendría en propiedad. Desde el principio de su mandato acometió la tarea de abrir el camino que uniera a su provincia, en particular al puerto de Campeche, con la de Guatemala, tarea que ya iniciaba el presidente de la Audiencia de esta última provincia. Encomendó las obras al regidor perpetuo de Campeche Alonso García de Paredes, bajo la dirección del piloto e ingeniero militar Manuel Jorge de Zezere, comenzándose a talar los montes en la región de Volonchén de Cagüiche (12 de junio de 1695) en compañía de cuatro religiosos franciscanos para la reducción a la fe de los naturales que fuesen encontrando a su paso, y en el curso de esta obra y expedición llegó al Reino de Itzá, a cuyo Rey el capitán Francisco de Ariza envió al indio del Tipu Mateo Vicab para que se entregase en paz al gremio de la iglesia y a la obediencia real, respondiendo que si no era con guerra se sometería junto a sus ochenta mil vasallos y así lo hizo y fue bautizado junto a toda su gente. Por estas acciones solicitó, sin éxito, que se le concediera el adelantamiento del Itzá y Petén con una encomienda de 4000 ducados anuales por juro de heredad.

También desplegó una incesante actividad para desalojar a los ingleses que incursionaban en el paraje de las Cocinas en la costa de Honduras y acabado su gobierno (1703) fue nombrado para sucederle Fernando de Meneses Bravo de Sarabia, a quien se encomendó que le tomara la correspondiente residencia, la que concluyó en 1715.

Casi de inmediato se dirigió a los Reinos de España, donde presentó un Memorial para que se le tuviera presente para el gobierno de Filipinas al acabar el término de Domingo de Zabalburu y Echavarri, instancia que fue acogida y, sobre consulta del Consejo de Indias (3 de agosto de 1704), fue nombrado gobernador y capitán general de Filipinas y presidente de su Real Audiencia, despachándosele sus títulos pocos días más tarde (19 de agosto de 1704), pero sólo se le concedió licencia para embarcar dos años después (25 de febrero de 1706) y lo hizo junto a trece criados, si bien por las alteraciones de la guerra sólo llegó a tomar posesión de sus empleos tres años más tarde (25 de agosto de 1709).

Durante su gobierno se ocupó en el descubrimiento de las islas Palaos, y así socorrió a los religiosos y población que había quedado en una de ellas nombrada Sonsorral (1710) y tiempo después facilitó la expedición del jesuita Andrés Serrano (1712), que no tuvo éxito, sin perjuicio de lo cual se le ordenó que prosiguiera en dichos descubrimientos (1715), y también se le mandó que dispusiera todo lo necesario para restablecer el presidio de Zamboanga (1712), encomendándosele, igualmente (1712) que dispusiera el envío a las islas Marianas de la gente y socorros que el virrey de la Nueva España le enviaría, pues los ingleses habían arribado a ella y apresado la almiranta Nuestra Señora de la Encarnación, que su antecesor Zabalburu había despachado a México (1709). Preocupada la Corona por el aumento en Manila de comerciantes moros, armenios y malabares, que no eran católicos, se le previno para que cuidara de que no convivieran con la población cristiana y que arbitrara el modo de reducirlos al Parián de los sangleyes o a otro lugar apartado, ocupándose también en la continuación de las obras del Real Seminario de Manila.

Como solía ser habitual hubo en su tiempo diversos desencuentros entre los ministros de la Real Audiencia de Manila, y algunos de ellos fueron acusados de negociaciones ilícitas y cohecho, comisionándose al gobernador Ursúa Arizmendi (1712) para que averiguara las acusaciones que se habían formulado contra del oidor Agustín Miguel de Barrientos y Ribera.

A su muerte asumió el gobierno interino el oidor decano José Torralba y Salinas, quien lo entregaría al propietario Fernando Manuel de Bustamante y Bustillo, y se encomendó el juicio de residencia del conde de Lizárraga al oidor Julián Ignacio de Velasco y concluyó algo más de diez años después de la muerte del residenciado (1729).

Hijo suyo fue Joaquín Francisco de Ursúa, que le sucedió en el condado de Lizárraga, casado con Juana de Arizaga y Alejalde, quienes pasaron a la Nueva España en 1736.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Contratación, 5.463, n. 68; Contratación, 5.483, n. 1, r. 35; Escribanía, 322 A; Escribanía, 421 A, B, C; Escribanía, 443 A, B y C; Filipinas, 118, n. 8; Filipinas, 205, n. 1; Filipinas, 332, l. 11, fols. 356v.-359v., 368r.-371v.; Filipinas, 333, l. 2, fols. 169r.-170r.; Filipinas, 333, l. 2, fols. 27v.-35r.; Filipinas, 349, l. 7, fols. 63r.-76v.; Guatemala, 339 A y B; Indiferente General, 139, n. 62; Méjico, 62, r. 3, n. 19; Méjico, 363, r. 5, n. 88, 100; Méjico, 363, r. 6, n. 83, 85, 90, 91, 92, 93, 99, 101, 102, 103; Méjico, 1.014, 1.019; Patronato, 237, r. 1, 3, 9, 10, 11, 12; Archivo Histórico Nacional (Madrid), Órdenes, Expedientillos, exp. 6.102; Órdenes, Santiago, exp. 8.371.

G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, t. III, Madrid, Alianza Editorial, 1979, pág. 858.

 

Javier Barrientos Grandon

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