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Manuel de León y Saravia

Biografía

León y Saravia, Manuel de. Paredes de Nava (Palencia), c. 1615 – Manila (Islas Filipinas), 11.IV.1677. Militar.

Contaba diecinueve años cuando se alistó en una compañía de Infantería, que reclutaba soldados en su localidad natal, a principios de 1634. Trasladado a Lisboa, embarcó en mayo hacia Flandes, con el tercio de Francisco Palomino, y combatió en el socorro de Breda que, al mando del duque de Lerma, obligó a los holandeses a levantar su asedio el 8 de septiembre de 1634. De regreso de aquella operación, 15 de octubre del mismo año, su tercio fue reformado y pasó a servir en el de Alonso Ladrón de Guevara (Soria), donde habría de permanecer los siguientes dieciocho años, pese a los dificiles comienzos. En efecto, dicho tercio fue prácticamente aniquilado en la batalla de Les Avins (20 de mayo de 1635), que los franceses llaman Avein, donde ganó el sobrenombre de “Tercio de la Sangre”, al sacrificarse para permitir la retirada del ejército que el príncipe Tomás de Saboya (1596-1656) había llevado temerariamente a una lucha muy desigual. Muy pocos lograron escapar de la muerte o del cautiverio y Manuel, herido, fue llevado prisionero a Maastricht, de donde lograría evadirse seis meses después. Restaurado el tercio con refuerzos llegados de España, luchó en la invasión de Francia del año siguiente (1636), saldada con las tomas de La Capelle (8 de julio), Châtelet (24 de julio) y Corbie (15 de agosto); en la reconquista de Aimeries y Berlaymont, en Artois (1637), y en el socorro de St. Omer (1638), en el curso del cual participó en el combate de Watten (4 de junio de 1638), donde fueron apresados dos regimientos franceses. Durante el asedio francés de Arras (1640), se le ordenó salir de la plaza sitiada para dar cuenta de su situación al cardenal infante y coordinar el socorro, y regresar después a ella, tras haber atravesado las líneas de circunvalación enemigas tanto para salir como para volver a entrar.

Aquella brillante acción le supuso el ascenso a capitán en el mismo tercio, y recibió la compañía que tuvo el mallorquín Jorge Dameto-Caller y Burguet, que había vuelto a España con licencia.

Mandó su compañía en la reconquista de Aire (7 de diciembre de 1641), en las tomas de Lens (15 de abril de 1642) y La Bassée (13 de mayo de 1642), en la victoriosa batalla de Honnecourt sobre el ejército francés del mariscal De Guiche (26 de mayo de 1642) y en la invasión del Boulonnais, que cerraría una de las campañas más brillantes del ejército de Flandes. Sin embargo, al comenzar la siguiente fue herido y cayó de nuevo prisionero en la batalla de Rocroi (19 de mayo de 1643), donde su tercio, que mandaba a la sazón el conde de Villalba, fue desbaratado por las sucesivas cargas de la Infantería y Caballería francesas, aunque los supervivientes lograron reformarse en el escuadrón del conde de Garcíez, que capitularía “en campaña rasa” su traslado a Fuenterrabía. Manuel había sido herido y capturado antes y, por tanto, no estaba comprendido en dicha capitulación, permaneció prisionero en Francia hasta su liberación en el canje general de octubre de 1646. Reincorporado a la disciplina de su tercio, que ya mandaba Fernando de Solís, tomó parte en la victoriosa campaña de 1647, a lo largo de la cual el archiduque Leopoldo consiguió recobrar las plazas de Armentières (31 de mayo), Comines (11 de junio), Landrecies (28 de junio) y Dixmude (5 de octubre), también estuvo en el socorro de Lens, sitiada por el mariscal Gassion el 11 de agosto, que fue obligado a levantarlo el día 13. No obstante, los franceses la sitiarían de nuevo (23 de septiembre), mientras que el ejército español se hallaba sobre Dixmude, y logró apoderarse de ella (3 de octubre) pese a la pérdida de su mariscal, mortalmente herido durante el ataque.

El año siguiente asistió a las reconquistas de Courtrai (18 de junio), Furnes (29 de julio), Eteres (5 de agosto) y Lens (18 de agosto), y estuvo también en la innecesaria batalla, que se dio ante dicha villa, contra el ejército francés que venía a socorrerla, al mando del príncipe de Condé, cuando ya se retiraba tras conocer la pérdida de la plaza (20 de agosto). Manuel volvió a caer herido y prisionero, aunque fue intercambiado a finales de 1649, y el año siguiente se hallaba en la invasión de Francia por Champagne, en que tras conquistar las plazas de La Capelle, Châtelet, Rethel, Mousson y Guise, el archiduque se presentó ante el castillo de Vincennes para liberar al cautivo príncipe de Condé, su vencedor dos años antes, que ya había sido trasladado de prisión. De regreso a los Países Bajos, acudió a las reconquistas de Furnes y Bergues, en 1651, y el año siguiente en las de Gravelines (18 de mayo de 1652) y Dunkerque (16 de septiembre).

Al término de aquella campaña obtuvo licencia para la Corte, donde se le concedió el empleo de sargento mayor del tercio que había de formar Martín de Zayas, que no llegó a levarse, por lo que se le dio el mismo empleo en el tercio canario de Francisco Antonio Castrejón, formado el 4 de julio de 1654, con el cual se embarcó de nuevo hacia los Países Bajos, y desembarcó en Ostende en enero de 1655. El tercio tomó parte en el socorro de Valenciennes, donde Juan de Austria y el príncipe de Condé, entonces al servicio de España, derrotaron completamente al mariscal de la Ferté, al que hicieron prisionero con todo su ejército, artillería y bagajes (16 de agosto de 1656); no obstante, el tercio fue reformado en octubre y Manuel recibió licencia para volver a España.

El año siguiente se le expidió una nueva patente de sargento mayor del Tercio del marqués de Jódar, con el cual embarcó en Barcelona para el Estado de Milán, donde sirvió hasta el 3 de mayo de 1659, en que regresó a España porque el Rey le había concedido el mando de un tercio de infantería de los que servían en el reino de Galicia. Con dicho puesto, más el accesorio de gobernador del fuerte de San Luis Gonzaga, continuó sirviendo en aquel reino hasta la conclusión de la paz con Portugal (13 de febrero de 1668), aunque en 1664 rechazó el empleo de capitán general de Puerto Rico, que el Rey le había conferido (29 de julio de 1664) a propuesta de la Junta de Guerra del Consejo de Indias, yendo en su lugar Jerónimo de Velasco. En cambio, aceptó la capitanía general de Filipinas, con la presidencia de la Audiencia de Manila, para el que fue designado el 30 de enero de 1668 y cuyo título se le despachó en la Corte el 24 de junio de dicho año. De allí partió a Cádiz, donde embarcó el 21 de agosto hacia Veracruz; luego, tras atravesar México por tierra, embarcó en Acapulco, a bordo del galeón San José (27 de marzo de 1669). Debido a los temporales, el galeón no pudo dirigirse y entrar en Manila, por lo que tuvo que desembarcar al gobernador en Papalag (julio), en la provincia de Leyte, por lo que hubo de atravesar por tierra las provincias de Camarines, Tayabas y Laguna Bay antes de entrar en Manila el 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen, tras haber empleado algo más de un año en completar su periplo desde Cádiz.

Su mandato iba a prolongarse durante casi ocho años, aunque desde 1672 su salud comenzó a quebrantarse.

Hacia 1675, su correspondencia revela una firma temblorosa y, a partir del siguiente, ya ni siquiera puede firmarla. Tal es el caso de la carta que escribió al Rey (12 de julio de 1676) solicitando que se le enviase sucesor y se le permitiera salir de las islas “sin que se le pretexte la residencia y no se le impida pasar a la Nueva España en el primer viaje y desde aquel reino a los de España por su mucha edad y falta de salud”. El Rey le respondió favorablemente (1 de junio de 1677), aunque para entonces Manuel había fallecido ya en Manila. Durante su gobierno, introdujo en las islas el cultivo del cacao, que supondría una importante transformación de la economía local. Merece destacarse su tacto con los reyes islámicos de Mindanao, negándose a reedificar el presidio de Zamboaga, como se le ordenó en 1672, para no comprometer la paz; pero tras la muerte del rey Corralat, supo imponerse también ante su belicoso sucesor, Barajamán, manejando hábilmente la persuasión con las demostraciones de fuerza. En política interior, favoreció la evangelización y las misiones jesuitas, lo que pudo acarrearle la enemistad de los dominicos, que dominaban en Luzón y le acusaron repetidamente de connivencia en casos de concusión de oficiales reales. Manuel no supo medir sus fuerzas en este asunto, llegando a enfrentarse con el arzobispo (1673), lo que le valió la reprimenda real. En su juicio de residencia, concluido en 1682, fue condenado en siete sentencias, aunque no de la gravedad que le hubieran impedido futuros desempeños.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Expediente de Juan de Azcona y Angulo, capitán del Tercio de Manuel de León, 1623, apd. 1; Archivo General de Indias (Sevilla), Indiferente general, 120 n.º 77, Relación de servicios del maestre de campo D. Manuel de León, 19 de septiembre de 1662; Contratación, 5435, n.º 3, Licencia de pasajero a Indias del maestre de campo Manuel de León, gobernador y capitán general de Filipinas, con su sobrino Alonso de León, a Filipinas, 21 de agosto de 1668; Filipinas, 10, r. 1, n.º 2, Carta de Manuel de León, gobernador de Filipinas, dando cuenta de haber pasado por las islas llamadas “de los Ladrones” donde los padres misioneros jesuitas le informaron sobre la conversión que realizaban y de la necesidad de gente y armas que tenían. Manila, 10 de junio de 1670; Filipinas, 86, n.º 31, Carta de fray Juan de Santa María, en que denuncia al gobernador Manuel de León por faltar a su obligación en la comisión que tuvo contra el oidor Juan Manuel de la Peña. Manila, 5 de julio de 1672; Filipinas, 331, lib. 7, fols. 8r.-8v., Real Cédula a Manuel de León, gobernador de Filipinas, aprobándole el haber enviado a comprar armas a Macao. Madrid, 9 de julio de 1672; Filipinas, 122, n.º 1, Carta de Manuel de León, gobernador de Filipinas, dando cuenta de haber recibido la cédula de 27 de agosto de 1672 en la que se le manda que restituya el presidio de Zamboanga y las dificultades que hay para ello; Filipinas, 331, lib. 7, fols. 83r.-84r., Real Cédula a Manuel de León, gobernador de Filipinas, aprobándole lo que obro con ocasión de la muerte de Corralat, rey de Mindanao, la ayuda al infante Curay y la respuesta que dio al embajador del nuevo rey Barajaman. Madrid, 25 de julio de 1674; Filipinas, 331, lib. 7, fols. 97r.-97v., Real Cédula a Manuel de León, gobernador de Filipinas, advirtiéndole sobre su modo de vida para que satisfaga la confianza en él depositada, Madrid, 14 de febrero de 1675; Filipinas, 341, lib. 7, fols. 210r.-211v., Real Cédula para que se deje salir para Nueva España a Manuel de León, gobernador que fue de Filipinas, dejando fianza justa para su residencia, Madrid, 1 de julio de 1677.

C. Díaz, Conquistas de las Islas Filipinas, Valladolid, L. D. de Gaviria, 1890; E. H. Blair y J. A. Robertson, The Philippine Islands, 1494-1898, vols. XVII y XXXVII, Cleveland, 1903- 1909, pág. 292 y págs. 274-278 respect.; M. L. Díaz-Trechuelo, Arquitectura española en Filipinas (1565-1800), Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1959, págs. 194 y 364-365; W. Lytle Schurtz, El galeón de Manila, Madrid, Cultura Hispánica, 1992, pág. 36 (ed. ingl., 1939).

 

Juan Luis Sánchez Martín