Hijo de los condes de Barcelona Vifredo y Guinedilda, fue ofrecido por ellos, con una considerable herencia, al monasterio de Ripoll cuando tuvo lugar la solemne consagración de su iglesia de Santa María. Al cabo de once años ya intervenía junto al abad Daguí y firmaba como clérigo en sus documentos. Se desconocen las circunstancias que le llevaron a abandonar Ripoll, pero salió con su herencia recuperada que aumentó pronto con compras en los condados de Osona, Berga y Barcelona. En esta ciudad residió como presbítero independiente junto a su madre y su hermano Vifredo o Guifré-Borrell, el nuevo conde de Barcelona, Girona y Osona.

A fines del año 914, poco después de la muerte del obipo Nantigís, fue elegido obispo de Urgell y como tal asistió a la elección del tercer abad de Ripoll junto con sus hermanos Miró, conde de Cerdaña, Sunyer, conde de Barcelona, Girona y Osona, Emma abadesa de Sant Joan de les Abadesses, y del sobrino Borrell, hijo del hermano ausente, Sunifredo conde de Urgell. En su diócesis realizó varias actuaciones, por ejemplo autorizó una donación del conde Ramón de Pallars al monasterio de Gerri, recibió una villa ofrecida a su sede de Santa María, consagró por lo menos cuatro iglesias (Montdarn, Er, Ripoll y Ponts). [...]