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José Gaspar Rodríguez de Francia

Biografía

Rodríguez de Francia, José Gaspar. Asunción (Paraguay), 6.I.1766 – 20.IX.1840. Doctor en Teología, dictador del Paraguay.

El doctor Francia encarna una de las personalidades más controvertidas y polémicas de la historia paraguaya, fundamentalmente por su actuación en la formación de la nacionalidad. Nació en el seno de una de las principales familias paraguayas. Su padre, José Engracia García Rodríguez Francia, natural de Oporto, llegó al Paraguay hacia 1750 acompañado de otros técnicos portugueses y brasileños, durante el gobierno de Jaime Saint Just. El grupo, contratado por la Real Factoría de Tabacos, venía con el propósito de intensificar y mejorar el cultivo del tabaco e instalar una fábrica de tabaco torcido. Rodríguez Francia se estableció en la provincia y se convirtió en capitán de Artillería. También, se dedicó al comercio y posteriormente se le encargó la administración del pueblo de Yaguarón. Ingresó a través del matrimonio en la elite tradicional de la provincia, casándose con una dama perteneciente a una de las más distinguidas familias de la sociedad asunceña, María Josefa Fabiana de Velasco y Yegros, descendiente del antiguo gobernador del Paraguay, Fulgencio de Yegros y Ledesma. El matrimonio celebrado en 1762 con todas las pompas de la época, llegó a tener cinco hijos: Lorenza, Petrona Regalada, José Gaspar, Pedro y Juan José Ignacio. El tercero de ellos, se ocuparía ulteriormente de los destinos políticos-administrativos del país por casi tres décadas.

Francia recibió sus primeras letras en el hogar paterno y luego realizó cursos de Gramática y Artes en el Colegio regenteado por los franciscanos y de Teología con los dominicos. De allí pasó al Colegio Seminario de San Carlos y, siguiendo el ejemplo de otros conciudadanos, se trasladó a Córdoba a proseguir su educación. Con apenas quince años, se presentó ante el rector del internado del Colegio Convictorio de Montserrat de la Universidad (29 de septiembre de 1781) y solicitó ser matriculado en el segundo año de Teología, presentando al efecto la certificación que avalaban sus estudios anteriores en Asunción —tres años de Filosofía y uno de Teología—. La solicitud fue aceptada de inmediato, con la condición de rendir las materias estipuladas en la admisión. De hecho, al poco tiempo (2 de octubre de 1781), Francia dio satisfactoriamente el examen para bachiller y licenciado en Artes y luego (23 de noviembre de 1781) el correspondiente a toda la Filosofía para graduarse de maestro en Artes. Es indudable que sus estudios previos realizados en Asunción le sirvieron para cumplir con las exigencias regulares de la citada institución, pues en tan corto tiempo, logró obtener tales certificados.

En la ceremonia de graduación (14 de julio de 1782), junto a otros egresados, se le confirieron los grados de bachiller, licenciado y maestro en Artes. Sin embargo, pese a ser un buen estudiante, tenía serios problemas de relacionamiento. Cierta inconducta en la estancia de Caroya motivó su expulsión del internado del Colegio de Montserrat (febrero de 1783).

Simultáneamente a los referidos estudios, Francia ya había cursado favorablemente, como alumno externo, el segundo año de Teología en dicha Universidad y se matriculaba para el tercero (21 de febrero de 1782).

Finalmente, tras tres años, rindió el acto mayor de la Ignaciana (6 de abril de 1785), obteniendo todas las aprobaciones de los examinadores. En el examen de cinco horas, defendió nueve conclusiones teológicas sobre la Summa de santo Tomás y por sus excelentes calificaciones fue laureado con el título de doctor en Sagrada Teología (13 de abril de 1785).

De regreso al Paraguay ejerció por un tiempo la docencia. Enseñó Latinidad en el Real Colegio Seminario de San Carlos y posteriormente ganó un concurso en la misma institución para dictar clases de Teología (27 de marzo de 1789), pero poco después abandonó la enseñanza para ejercer la profesión de abogado, destacándose en ella por su probidad y eficiencia.

Por esos años, llevó una vida bastante disipada que algunos historiadores y biógrafos pretenden atribuir a cierta decepción amorosa. Debido a su ascendencia paterna, fue rechazado por Petrona Zavala, una joven perteneciente al patriciado de la época. Al terminar el siglo, sufrió una grave enfermedad, se retiró a vivir por un tiempo a su chacra de Ybyraí en el valle de la Trinidad y, mal repuesto de ella, retornó a la capital a ejercer nuevamente la abogacía.

En 1804 redactó un memorial secreto al virrey de Buenos Aires en el que informaba sobre los abusos cometidos por el gobernador Lázaro de Rivera. Su acercamiento a la elite político-administrativa de la provincia motiva su elección el 1 de enero de 1808, como alcalde de primer voto en el Cabildo asunceño y a inspiración suya, dicho Ayuntamiento reunido en un solemne acto el 16 de septiembre de ese año, decidió proclamar juramento de fidelidad al entonces rey cautivo Fernando VII. Fue electo síndico procurador del mismo Ayuntamiento (1 de enero de 1809) y luego, su nombre integró la terna para la elección de diputados representantes del virreinato del Río de la Plata ante las Cortes españolas.

Cuando se iniciaron los trabajos independentistas, fue llamado por los conspiradores para elaborar el plan de emergencia de la revolución. Es de advertir que Francia era el paraguayo con más luces en esos momentos. Poseía una conspicua biblioteca, en donde abundaban los clásicos y los ilustrados. Su gran pasión era la lectura y las ciencias experimentales. Al lado de su solvencia intelectual, probidad y honradez convivían otras cualidades que menoscababan su personalidad como irascibilidad y la inclemencia.

Desde el mismo instante en que se convirtió en asesor de la Revolución, desempeñó una actuación primordial en los acontecimientos políticos que se sucedieron con ulterioridad. Consumada la independencia nacional (14 y 15 de mayo de 1811), fue nombrado diputado adjunto al gobernador Bernardo de Velasco, juntamente con Juan Valeriano Zevallos, conformando así un gobierno provisorio (16 de mayo de 1811), conocido como el Triunvirato, de breve duración.

Fue el propio Francia quien suspendió al gobernador en sus funciones y a los demás cabildantes el 9 de junio de 1811.

Al iniciarse las sesiones del primer Congreso Nacional (17 de junio de 1811), Francia pronunció el discurso inaugural del gobierno independiente: la Junta Superior Gubernativa e integró la misma en calidad de vocal. A su pluma se debe la célebre nota del 20 de julio, en la cual se orientaba la política paraguaya con relación a Buenos Aires. La nota expresaba sobre todo la resolución inquebrantable del Paraguay de conservar su autonomía. Asimismo, expuso la idea de la Confederación en el Plata, como una vía para lograr la independencia y unidad de las demás provincias.

Molesto por la presión de los militares, se retiró del gobierno (agosto de 1811); pero, alarmado por la llegada a la Asunción de dos comisionados de Buenos Aires, volvió a ocupar su vocalía para convertirse en el principal negociador del Tratado de 12 de octubre suscrito con los delegados porteños Belgrano y Echevarría. Estos informaron al gobierno paraguayo de que Buenos Aires tenía pruebas evidentes de que la Corte de Portugal, establecida en Río de Janeiro, pretendía dominar la costa atlántica de la América del Sur y manifestaron que el Paraguay no debía quedar aislado sino unirse sólidamente con las demás provincias.

Los términos del tratado, elaborado mayormente por Francia, establecían, en síntesis, la extinción del estanco del tabaco; a partir de ahora la provincia del Paraguay se apropiaba del beneficio del tabaco existente en los depósitos del ex virreinato y que hasta el momento pertenecía a España; la supresión de la sisa y arbitrio que se cobraba en Buenos Aires sobre la yerba mate paraguaya; la cesación del derecho de alcabala sobre los otros productos paraguayos; el statuquo de límites en la región del Paraná hasta la fijación definitiva por un congreso general y la remisión de todos los documentos judiciales relacionados con el Paraguay. Tras la firma de este tratado, la idea federativa, pensada por las circunstancias coyunturales, fue totalmente abandonada y nunca más defendida por el Paraguay.

Una nueva crisis en la Junta de Gobierno motivó nuevamente su retiro (15 de diciembre de 1811), sin embargo, la falta de decisión en algunas cuestiones administrativas y la carencia de una dirección centrada capaz de sustituir a Francia, el presidente de la Junta, Fulgencio Yegros y los demás vocales solicitaron su retorno (16 de noviembre de 1812). Mas no volvió solo e indefenso, sujeto al capricho de los oficiales del cuartel. Por expresa disposición, se creó un segundo batallón de Infantería, del cual fue comandante el mencionado vocal decano. Al reintegrarse a sus funciones, era ya el hombre principal de la situación e impuso la destitución de Fernando de la Mora, quien fungía de secretario de gobierno.

La Junta Superior Gubernativa dio por finalizada sus funciones en un Congreso General reunido el 30 de septiembre de 1813, el cual designó a Francia la redacción de un Reglamento de Gobierno. Este instrumento, aprobado por unanimidad de los congresistas el día 12 del mismo mes, establecía la proclamación de una nueva forma gubernativa: la República, la primera instituida en América del Sur, a partir de entonces, con esta denominación, el Paraguay dejaba de ser una provincia.

Siguiendo el modelo de la antigua república romana, el gobierno estaría a cargo de dos cónsules: Gaspar Rodríguez de Francia y Fulgencio Yegros, quienes gobernarían conjuntamente por turnos de cuatro meses y aunque ambos cónsules tuvieron idéntica jerarquía, a Francia le correspondió el primer y el tercer período anual. Yegros no pudo evitar que el verdadero director del gobierno fuera su copartícipe.

Hacia el mes de mayo de 1812, había llegado al país otro comisionado de Buenos Aires, Nicolás de Herrera, quien intentó reiteradamente concertar una alianza entre el Paraguay y el Triunvirato, el nuevo gobierno de Buenos Aires. Francia, ya en su carácter de cónsul, se negó a la citada coalición y a dar auxilio militar pretendido por el representante porteño.

En represalia, el gobierno bonaerense resolvió aplicar nuevos impuestos a la yerba y al tabaco paraguayos.

Entre tanto, el partido españolista continuaba su campaña a favor de la Corona española. En consecuencia la administración consular, dirigida por Francia resolvió disolver esta amenaza con severas medidas, imponiendo a los peninsulares enormes multas y la deportación de un centenar de ellos al exterior.

Pero, sin lugar a dudas una de las resoluciones de mayor trascendencia política y social tomada por el consulado, para debilitar el poder español fue el decreto fechado el 1 de marzo de 1814, por el cual se prohibía a los españoles contraer matrimonio con mujeres blancas, sólo podían hacerlo con indias, negras o mulatas. Francia buscaba con esta disposición debilitar paulatinamente y sin violencia la antigua dirigencia peninsular. A partir de entonces, trabajó intensamente para preparar su gobierno personal y rechazar toda tentativa de dominio de Buenos Aires. No tuvo, pues, obstáculos para que el Congreso, reunido el 3 de octubre de 1814, lo eligiera dictador de la República.

Francia, gran conocedor de la historia romana, pensaba que era conveniente recurrir a la Dictadura, pues era conocedor de las pretensiones anexionistas de Buenos Aires y al mismo tiempo de las intenciones del caudillo uruguayo José Gervasio Artigas, quien, con el fin de formar una gran nación, intentaba someter al Paraguay por la fuerza. Fue elegido por un período de cinco años, durante el cual se excluyó a Yegros de todo mando civil o militar.

En ese transcurso, se establecieron los monopolios de los principales productos y la agricultura mereció especial cuidado del dictador, quien atendía con preferencia los intereses de las comunidades campesinas.

Se liberaron a las comunidades religiosas de todo vínculo de obediencia hacia sus superiores del exterior.

Igualmente, se ordenó que los cargos públicos tanto civiles, militares o eclesiásticos estarían reservados únicamente a paraguayos (21 de diciembre de 1815). Francia reiteró una vez más su política de neutralidad, de no inmiscuirse en los problemas del Río de la Plata y se negó a enviar emisarios al Congreso de Tucumán, donde se definirían los destinos del Río de la Plata. Esta situación alertó a Francia y antes de vencer el término de su gobierno, convocó anticipadamente otro congreso (1 de junio de 1816), que le proclamó dictador perpetuo, “con calidad de ser sin exemplar”. Se dispuso además fijar el sueldo del dictador en 12.000 pesos anuales, suma que Francia rechazó y sólo aceptó 7000, alegando que con esa cantidad podía “vivir decorosamente”. A partir de ahora, los congresos serían convocados cada vez que el dictador lo considerase necesario, pero, de hecho, ningún otro fue convocado durante este período.

Sus primeros años de dictadura perpetua fueron de relativa tolerancia, a pesar de concentrar en sus manos la suma del poder, y se caracterizó por la acrisolada honradez en su administración. Sin embargo, en el firme propósito de mantener la independencia paraguaya contra pretensiones extrañas y anular cualquier levantamiento interno, decretó la prohibición de toda reunión o junta de personas, sin previa autorización del gobierno. Estas disposiciones molestaron a ciertos grupos sociales, especialmente, la clase españolista, a la cual Francia hostigó con multas o encarcelamientos a aquellos que no habían acatado el decreto de la prohibición de casamientos con mujeres blancas.

Asimismo, la antigua aristocracia criolla y los oficiales del alto mando militar se vieron relegados. En consecuencia, se conspiró en su contra y se planeó su asesinato en la tarde del Viernes Santo de 1820, durante su acostumbrado paseo a caballo. La conjura fue descubierta dos días antes de su ejecución, cuando uno de los implicados, confesó el plan a un sacerdote. De inmediato, el dictador adoptó terribles medidas; hizo apresar a numerosas personas, entre ellas, a Fulgencio Yegros, Antonio T. Yegros, Pedro Juan Cavallero, José F. Montiel y a varios civiles más, y ordenó la confiscación de sus bienes. Tras un proceso lento, fueron fusilados Yegros Montiel y el doctor Aristegui. Otros como Iturbe y De la Mora permanecieron encarcelados por largos años. Pedro Juan Cavallero se suicidó en su celda, dejando una nota en donde explicaba su decisión. Después de este trágico episodio, no se volvió a atentar contra la vida del dictador y éste siguió gobernando por veinte años más.

En síntesis, el gobierno de Francia se caracterizó, en el orden social, por su opresión de las clases directivas reposando en el poder extraído de la exaltación de masas populares y en el sistemático empobrecimiento de las fortunas particulares por multas y confiscaciones.

En cuanto a la política interna, clausuró el Cabildo, institución de origen hispano (30 de diciembre de 1824), los alcaldes de Asunción fueron sustituidos por los jueces de primer y segundo voto, por los jueces de mercados y abastos, por los defensores de pobres, de menores y de naturales; en los ayuntamientos rurales, por los delegados de gobierno y los por los comandantes militares, funciones desempeñadas bajo la estricta vigilancia del dictador. En el orden económico, debido al bloqueo del río Paraná, única salida del Paraguay al exterior, impuesto por las provincias del norte argentino, Francia aplicó la política de aislamiento: de esta manera, el país logró autoabastecerse en los principales rubros agro-ganaderos.

Se sembraba y cosechaba en dos partidas anuales; estimuló a los campesinos con repartimientos de tierras y herramientas agrícolas. Además de controlar el desarrollo de las industrias caseras, también recibieron un especial cuidado las estancias de la patria, propiedades del Estado en donde se fomentaba la cría del ganado vacuno, caballar y mular. En el orden internacional, recibió en calidad de asilado político al caudillo uruguayo, José Gervasio Artigas, quien anteriormente pretendió invadir el país; veló por la integridad territorial y reivindicó los límites nacionales establecidos al final de la colonia. En cuanto al orden religioso-educativo, clausuró el Colegio Seminario de San Carlos (1823), único establecimiento de enseñanza superior; decretó la secularización de los bienes de las comunidades religiosas (20 de septiembre de 1824) y, el cierre de todos los monasterios y conventos del país, los que fueron transformados en cuarteles.

Con estas medidas, la iglesia paraguaya cayó en completa dependencia del gobierno. La educación primaria era regida por la obligatoriedad y gratuidad en las escuelas públicas y para fomentar el desarrollo de la educación rural, estableció sueldos de 6 pesos fuertes mensuales a todos los maestros de campaña (12 de octubre de 1836) que atendían a unos cinco mil niños.

El dictador Francia, probo y austero durante todo su gobierno, llevó una vida solitaria de cenobita, con repulsa absoluta a toda riqueza personal, administrando con celosa diligencia el patrimonio nacional.

Después de una breve enfermedad, falleció sin nombrar sucesor. Fue enterrado en la iglesia de la Encarnación, colocándose un monolito sobre su sepultura, señal desaparecida por orden del posterior gobierno con el fin evitar profanaciones por parte de sus antiguos enemigos.

 

Bibl.: C. Báez, Ensayo sobre el Doctor Francia y la Dictadura en Sud-América, Asunción, Editorial Talleres Nacionales de H. Kraus, 1910; J. C. Chaves, El Supremo Dictador, Buenos Aires, Editorial Ayacucho, 1946; M. A. Laconich, “El Supremo Dictador”, en Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas Dr. José G. R. de Francia (Asunción), año I, n.° 1 (1979); R. A. Ramos, “Falsedades en la historia del Dr. Francia”, en Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas Dr. José G. R. de Francia (Asunción), año V, n.° V (1983); A. Viola, Doctrina, Economía, Obras Públicas y la Iglesia durante la Dictadura del Dr. Francia, Asunción, Editorial Clásicos Colorados, 1984; B. Romero de Viola, “El padre del Dictador Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia”, en Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas Dr. José G. R. de Francia (Asunción), año VI, n.° VI (1984); L. Livieres Guggiari, “Los estudios de José Gaspar Francia en la Universidad de Córdoba”, en Estudios Paraguayos (Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción”), vol. XII, n.º ½ (1984); J. P. Benítez, La vida solitaria del doctor Gaspar Rodríguez de Francia, Asunción, Carlos Schauman Editor, 1984 (2.ª ed.); A. Viola (comp.), Cartas y Decretos del Dictador, vols. I, II y III Asunción, Biblioteca de Estudios Paraguayos, Universidad Católica, 1990; Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, defensor de la Independencia del Paraguay, Asunción, Carlos Schauman Editor, 1992.

 

Mary Monte de López Moreira