Ayuda

Moctezuma II Xocoyotl

Biografía

Moctezuma II Xocoyotl. Señor Encolerizado, El Chico. Ciudad de México, antes Tenochtitlán (México), 1468 – 30.VI.1520.

Era bisnieto de Moctezuma I, Ilhuicamina (El Encolerizado, Flechador del Cielo) (1440-1468), quinto hueytlatoani (supremo portador de la palabra, que se traduce por emperador), que había expandido notablemente el imperio azteca. Hijo primogénito de Axayacatl, que sería elegido a la muerte de su abuelo, sexto hueytlatoani mexica (1468-1481) y de Azcalxochitl Xochiquetzal, llamada también Xohicueyetl, hija del gran soberano de Texcoco, Nezahualcoyotl, llamado el rey poeta.

Moctezuma II fue el último Soberano de la gran confederación azteca antes de la llegada de los españoles.

Ésta, compuesta por las ciudades de Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan (Tacuba), dominaba un vasto territorio que iba desde Oxitipán en el norte, a unos trescientos kilómetros de la actual Ciudad de México, hasta Zacatula en el océano Pacífico, al norte, e Ixhuatlán, al sur, en tierra maya, dentro de la cual también estaba el principado de Soconusco, con las ciudades de Mazatlán y Ayotlán, más al sur. Las tres ciudades estaban gobernadas por señores emparentados y Tenochtitlán tenía las funciones de dirigir la guerra, Texcoco era el foco de irradiación cultural, heredera de la antigua casa real Tolteca y Tlacopan iba a la zaga, pero gozaba de los privilegios de ser una de las tres ciudades que recibían tributos del vasto territorio imperial, que, no obstante, carecía de una verdadera cohesión, ya que dentro del mismo había diversos principados independientes: Tlaxcala y Hexotzinco, en el valle que lleva su nombre, a la sombra de los volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl, Yopitzinco y Tototepec, en la costa del Pacífico. El territorio, poco cohesionado, estaba unido por el miedo a la represión mexica y bajo su dominio militar.

Cuando nació el futuro Moctezuma II, el imperio estaba en expansión. Meses después, en 1468, murió su bisabuelo, Moctezuma I, y se produjo el cambio de Emperador. Su padre, Axayacatl, fue elegido por el Consejo para suceder a su abuelo como soberano de Tenochtitlán con sólo diecinueve años, lo cual le hacía ser hijo del Soberano reinante y, cuando Moctezuma tenía cuatro años, murió su abuelo, Nezahalcoyotl, señor de Texcoco, y le sucedió en el trono un Rey niño, el señor Nezahualpilli.

En 1473, se produjo la revuelta de la ciudad gemela de Tenochtitlán, Tlatelolco, que culminó con la muerte a su señor, Moquihuix, que pasó a ser tributaria, perdiendo casi todos sus privilegios, sufriendo los señores Tlatelolcas humillaciones. El gran mercado será en adelante controlado por las autoridades de Tenochtitlán.

El joven príncipe Moctezuma, como hijo primogénito del Soberano reinante que, además, era, tanto por su padre como por su madre, descendiente directo del fundador de la dinastía, Acamapichtli, que reinó desde 1373 hasta 1391, y de la vieja realeza tolteca, estaba llamado a grandes destinos. Entre los aztecas, la costumbre era que los hijos de los príncipes y los de los nobles, constituidos en una casta que se llamaban los Pipiltin, estudiaran en el Calmecac, escuela para jóvenes, una vez que se les separaba de sus madres, a temprana edad, para formarlos en las disciplinas que les serían de utilidad en su vida y en el servicio de la nación y de los dioses. Moctezuma recibió esta cuidadosa educación como los demás príncipes y nobles de su edad. Allí aprendió todo lo necesario para después ser destinado a los grandes puestos del Estado que le iban a corresponder uno detrás de otro, tras demostrar su valía, hasta llegar al trono imperial.

El joven Moctezuma destacó desde niño por su piedad y disciplina. Era un joven solemne, que cumplía con sus deberes, con sus maestros y con los dioses y al que afectó profundamente la temprana muerte de su padre, cuando sólo tenía trece años. Le sucedió en el trono y, por tanto, fue séptino Hueytlatoani de Tenochtitlán su tío Tizoc, hermano de su padre, que había de reinar de 1481 a 1486. En 1484, el joven Moctezuma recibió su iniciación sacerdotal en el cerro de la Estrella y se le consideraba ya un experto en la lectura de códices antiguos.

La primera batalla en la que tomó parte debió de ser sobre el final del reinado de su tío Tizoc, ya que era costumbre entre los aztecas que los jóvenes señores tuvieran su bautismo de sangre sobre los diecisiete años, y no se consideraba a un hombre adulto hasta que había participado en combate y capturado al menos a un prisionero y sólo recibía honores cuando había capturado al menos a cuatro capitanes. Murió Tizoc de modo extraño y prematuro, como antes Axayacatl, y el elegido para sucederle, octavo hueytlatoani mexica, fue otro hermano de los dos, el poderoso Ahuitzotl, que reinó de 1482 a 1502 y fue un Soberano guerrero que había de expandir el imperio notablemente y que sería el antecesor en el trono de Moctezuma II.

Moctezuma alcanzó el grado de Tequihua, es decir, que había capturado a cuatro capitanes enemigos, sobre 1490. Poco después, iba a ser nombrado Tlacaltecatl (general) por su tío Ahuitzotl, por su valor en campaña. Contrajo un primer matrimonio con la dama Miahuaxochitl, descendiente de los antiguos señores toltecas de Tula, la antigua. Este enlace debió de inclinarle, más aún, al trato de la gente de clase alta, que era de su gusto, pues Moctezuma II, a diferencia de su tío el soberano reinante Ahuitzotl, pensaba que la nobleza de sangre debía ocupar todos los cargos del Estado y no creía en la meritocracia que hasta entonces regía en la sociedad azteca.

A la muerte de Ahuitzotl, el imperio estaba en su máxima expansión y al elegirle a Moctezuma II Xocoyotl como noveno hueytlatoani, en 1502, lo hacían sabiendo que el señor era un príncipe capaz y preparado para la gran consolidación de las conquistas del Soberano anterior. Sería su primo Nezahualpilli, señor de Texcoco, quien inclinaría la balanza de su parte en la elección frente a otros candidatos al trono.

Pronto mostraría Moctezuma II cuál era su carácter.

Sus primeras órdenes a Tlacotzin, su cihuacoatl (mujer serpiente), cargo de mayor importancia después del de hueytlatoani, fue que ningún plebeyo, fuera cual fuese el cargo que ocupaba hasta entonces, siguiera en adelante en palacio, ni pudiera entrar en él.

Sólo los príncipes de la sangre y los pipiltin —nobles aztecas— tendrían acceso a palacio en adelante, los altos cargos del gobierno del imperio les corresponderían en exclusiva y se les exigiría la excelencia en el cumplimiento de sus funciones. Otro decreto ordenaba que, desde ese momento, nadie podría volver a acercarse a la persona imperial, sino siguiendo un estricto protocolo, que fue impuesto de modo implacable.

Incluso los príncipes y nobles debían vestir de saco, inclinarse tres veces ante el trono mientras pronunciaban las frases rituales: “¡Oh señor!, mi señor gran señor”, mientras, de rodillas, daban los pasos que los acercaban hasta el trono imperial, donde debían quedar postrados ante el Terrible Señor mexica y esperar a que éste se dirigiera a ellos. Nadie podría volverse a mirar su rostro directamente, bajo pena de muerte, y nadie podría hablarle sin ser interpelado previamente por él. Moctezuma II se colocaba, así, sólo a un paso de la divinidad.

La primera campaña de Moctezuma II fue sobre la ciudad de Nopallán, alcanzando una reñida victoria.

Las fiestas de su coronación serían impresionantes, reuniéndose a todos los señores de los reinos tributarios de la Confederación Mexica para mostrarles el esplendor del nuevo soberano.

El nuevo emperador era muy celoso de que sus órdenes se ejecutaran puntualmente y de que nadie transgrediera las leyes, ni siquiera los nobles, algunos de los cuales fueron ejecutados por ser encontrados culpables de prevaricación al ejercer la justicia. Enemigo de la ociosidad, tendía a tener siempre ocupados a sus vasallos.

También al iniciar la campaña de pacificación del lejano principado de Soconusco, en tierras mayas, hizo una gran segunda limpieza entre los servidores de palacio, de los que desconfiaba, ordenando, antes de partir, la muerte de todos los tutores y guardianes de sus hijos y de los servidores de sus esposas, que ya eran varias. Durante la gran hambruna de 1505 y 1506, al principio de su reinado, viendo los problemas de suministro de cereal, se ocupó de que, en adelante, los almacenes de grano estuvieran siempre bien repletos y que hubiera un abastecimiento suficiente. Conquistó y pacificó la región de Oaxaca, que convirtió en su señorío personal, donde ordenó construir un palacio digno de su magnificencia. También intentó conquistar los principados independientes que estaban dentro de los límites del imperio durante todo su reinado. Al respecto de Huexotzinco y Tlaxcalla, los enemigos más cercanos, pues estaban a las puertas del valle de Anahuac, fracasó en sus intentos diplomáticos de 1508 y 1509, con los nobles huexotzincas y luego, en 1512 y 1513, en los intentos de conquista. Dado el escaso apoyo militar que recibía de los dos aliados de la Confederación, fue en esa época cuando Moctezuma II decidió asumir el mando supremo del imperio, desdeñando a los otros dos príncipes, que quedaron subordinados a su poder: Nezahalpilli de Texcoco y Totoquihuatizin II de Tlacopan. Al primero lo respetaba por su sabiduría, además de ser primo suyo, y con el último había establecido una especial relación familiar al tomar como emperatriz o primera esposa a su hija Teizalco o Teotlacho (Tierra Divina). Nacieron de este enlace la princesa Tecuixpo (Noble Doncella), la futura Isabel de Moctezuma, y el príncipe Axayacatl, muerto durante la Noche Triste.

A la muerte de Nezahualpilli, su primo, en 1515, hizo elegir a su sobrino Cacama, hijo de una hermana suya, como señor de Texcoco, venciendo la candidatura del príncipe Ixtlixóchitl. Su control sobre el imperio fue entonces total. No obstante, su intento de conquistar el principado independiente de Tlaxcalla fracasó de nuevo en 1518, mientras el resto del imperio fue pacificado y pagó cuantiosos y ricos tributos que le permitieron enriquecer Tenochtitlán hasta convertirla en la ciudad más hermosa y envidiada del imperio y foco de irradiación cultural, cuyos palacios, canales, templos y monolitos eran impresionantes y de cuyos talleres salieron las obras de arte más destacadas en piedra, en pluma y en oro.

En 1519, en pleno momento cenital, se produjo el encuentro de Hernán Cortés con el imperio azteca, que lo haría declinar rápidamente. Tras la llegada del conquistador a la que sería después llamada Villa Rica de la Vera Cruz y su alianza con el cacique de Cempoala, comenzó el periplo que llevó al conquistador con sus quinientos ocho soldados y casi cien marineros a dominar el imperio más rico y populoso descubierto hasta el momento, que tenía en ese momento más de siete millones de súbditos. Una serie de prodigios en el cielo, el cumplimiento de una fatídica profecía que anunciaba el final de los tiempos y la creencia de que el que llegaba era el dios Quetzalcoatl en persona, paralizaron al poderoso Moctezuma II, aunque hizo diversos intentos para que Cortés no llegara a México, pero, finalmente, no pudo evitar la victoria del español sobre Tlaxcalla, y su alianza con los enemigos tradicionales de los aztecas.

El 8 de noviembre de 1519, Cortés llegó a Tenochtitlán y Moctezuma le dio la bienvenida sin luchar, como si fuera el dios en persona que regresaba. Hubo voces en contra, como la del hermano de Moctezuma y su sucesor, Cuitlahuac, señor de Iztapalapa. Tras el encuentro hubo un paréntesis tenso que duraría algo más de siete meses. Se dio la prohibición de nuevos sacrificios humanos, se produjeron muchas humillaciones, entre las que destacó la prisión del Emperador en el palacio de su padre, que soliviantó al pueblo azteca, y la matanza de jóvenes nobles ordenada por Alvarado, en la fiesta del Toxcatl, ante el templo mayor, mientras Cortés, que le había dejado al mando en su ausencia, iba a reunirse con Pánfilo de Narváez.

Los guerreros aztecas se preparaban para echar a los españoles de su ciudad. A finales de junio, salió Cuitlahuac de palacio, investido por su hermano del rango de Hueytlatoani. Fue el mayor error político que pudo cometer Cortés. El décimo Emperador dirigió la batalla del día 30 de junio de 1520. La muerte de Moctezuma II, herido por las piedras que le arrojaron sus antiguos súbditos, en el balcón desde el que se asomó por orden de Cortés para pacificarlos, fue el principio de la llamada Noche Triste, en que los españoles sufrieron la pérdida de dos tercios de sus efectivos, más de mil hombres en la retirada de la ciudad y se dejaron en los canales el tesoro saqueado durante su estancia en la ciudad.

 

Bibl.: F. López de Gómara, Historia de las Conquistas de Hernán Cortés, México, Imprenta de la T. de Ontiveros, 1826, 2 vols.; E. K. Kingsborough, Viscount. Antiquities of México, London, R. Havel, 1831-1848, 9 vols.; G. Fernández de Oviedo, Historia General y natural de las Inidas, Islas y tierra firme, Madrid, 1851-1855; A. de Tapia, Relación hecha por el señor Andrés de Tapia, México, J. M. Andrade, 1856- 1866, págs. 554-594 (Col. de Documentos para la Historia de México, vol. II); B. de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Madrid, 1879; F. de San Antón Muñoz, Chimalpaín Quauhtlehuanitzin, “Sixième et septième Relations (1258-1612)”, en Maison Neuve et Ch. Leclerc, Paris, 1889; D. L. de Moctezuma, Corona Mexicana, Madrid, 1913; F. Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España, Madrid, Hauser y Menet, 1914; Relación de algunas cosas de la Nueva España y de la gran ciudad de Temestitán, México, Editorial Alcancía, 1938; M. Orozco y Berra, Los conquistadores de México, México, Pedro Robredo, 1938; B. Díaz del Castillo, Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España, México, Robredo, 1939, 3 vols.; A. de Zurita, Breve y sumaria relación de los Señores y Maneras y diferencias que había en ellos en la Nueva España, México, Chávez Hayhoe, 1941 (Nueva Colección de Documentos para la Historia de México); J. de Torquemada, Monarquía Indiana, México, Chávez Hayhoe, 1943-1944, 3 vols.; P. Mártir de Anglería, Décadas del Nuevo Mundo, Buenos Aires, Editorial Bajel, 1944; A. de Molina, Vocabulario de lengua española y mexicana, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1944; J. de Tovar, Historia de los Indios Mexicanos (también llamado códice Ramírez), México, 1944; F. J. Clavijero, Historia Antigua de México, México, Editorial Porrúa, 1945 (Col. Escritores Mexicanos, vol. 4); T. Motolinía, Historia de los indios de la Nueva España, México, Salvador Chávez Hayhoe, 1945; S. de Madariaga, Hernán Cortés, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1945; R. H. Barlow, “Conquistas de los Antiguos mexicanos”, en Minutes of the XXVIII International Congress of Americanists, Paris, 1947; D. Muñoz Camargo, Historia de Tlaxcala, México, Publicaciones del Ateneo de Ciencias y Artes de México, 1947; H. Alvarado Tezozomoc, Crónica Mexicana, México, Universidad Nacional Autónoma (UNAM), 1949; R. H. Barlow, “Las extensión del imperio de los Culhúa”, en Iberoamericana, n.º 28, Berkeley, University of California Press, 1949; “La fundación de la Triple Alianza”, en Anales del Instituto Nacional de Antropología (México), vol. III (1949); A. Caso, El pueblo del sol, México, Fondo de Cultura Económica, 1953; B. Vázquez de Tapia, Relación de méritos y servicios del conquistador B. Vázquez de Tapia. Vecino y regidor de esta gran ciudad de Tenustitlán, México, Antigua Librería Robredo, 1953; M. Muñoz de San Pedro e Higuero, conde de Canilleros y de San Miguel, “Doña Isabel de Moctezuma, la novia de Extremadura”, en Historia 8. Cuadernos de Alcántara (Cáceres) (1954); M. Cabrera Ipiña de Corsi, Cuatro grandes dinastías mexicanas en los descendientes de los hermanos Fernández de Lima y Barragán, Madrid, Academia Internacional de Genealogía y Heráldica, 1956; M. León Portilla, La filosofía Náhuatl, estudiada en sus fuentes, México, Instituto Indigenista Interamericano, 1956; M. Orozco y Berra, Historia antigua y de la Conquista de México, México, Editorial Porrúa, 1960, 4 vols.; A. M. Garibay, Llave del Nahuatl, México, Editorial Porrúa, 1961; M. León Portilla, Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, México, Fondo de Cultura Económica, 1961; J. de Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias, México, Fondo de Cultura Económica, 1962; M. Moreno, La organización Política y social de los aztecas, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1962; D. Durán, Historia de las Indias de la Nueva España e Islas de la tierra firme, México, Editorial Porrúa, 1967, 2 vols.; C. Gibson, Los aztecas bajo dominio español (1519-1810), México, Editorial Siglo XXI, 1967; H. Cortés, Cartas de Relación de la conquista de México, México, Editorial Porrúa, 1969 (Col. “Sepan cuántos”, n.º 7); M. Muñoz de San Pedro e Higuero, conde de Canilleros y de San Miguel, La sangre de las dinastías mexicanas en Extremadura, Madrid, Instituto Salazar y Castro, Hidalguía, 1970; C. Pereira, Hernán Cortés, México, Editorial Porrúa, 1971; J. L. Martínez, Nezahualcoyotl. Vida y Obra, México, Fondo de Cultura Económica, 1972; N. Davies, The Aztecs. A History, London, Macmillan Limited, 1973; N. Davies, Los Mexica. Primeros pasos hacia el imperio, México, UNAM, 1973; M. León Portilla, De Teotihuacán a los aztecas, México, UNAM, 1977; P. de Arenas, Vocabulario manual de las lenguas castellana y mexicana, México, UNAM, 1982 (ed. facs.); J. Soustelle, El universo de los aztecas, México, Fondo de Cultura Económica, 1983; M. León Portilla, Visión de los Vencidos. Relaciones indígenas de la Conquista, México, UNAM, 1984; L. Sejourne, Pensamiento y religión en el México antiguo, México, Fondo de Cultura Económica, 1984 (Col. Lecturas Mexicanas); N. Sánchez Albornoz (coord.), Historia de la América Latina, ts. I y II, Madrid, Alianza América, Alianza Editorial, 1985; F. Alva Ixtlixóchitl, Obras históricas, México, UNAM, 1985, 2 vols.; M. Orozco y Berra, La civilización azteca, México, Conafe SEP, 1988 (Col. Cien de México); R. García Moll, F. Solís y J. Bali, El Tesoro de Moctezuma, 1990 (Col. Editorial de Arte Chrisler); C. A. Guzmán Higareda, Cuitlahuac. Fraternidad Indoamericana de Medicina Tradicional y Alternativa. A. C. México, México, Balam Ediciones, 1990; F. Alva Ixtlixóchitl, Historia de la Nación Chichimeca, ed. de G. Vázquez Chamorro, México, Dastin Historia, 2000; J. M. Carrillo de Albornoz y Muñoz de San Pedro, Moctezuma II, el semidiós destronado, Madrid, Espasa Forum, 2003; G. Vázquez Chamorro, Moctezuma, Madrid, Editorial Algaba, 2006.

 

José Miguel Carrillo de Albornoz y Muñoz de San Pedro

Personajes similares