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Leonor de Castilla

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Biografía

Leonor de Castilla. ?, 1309 – Castrogeriz (Burgos), 1358. Infanta de Castilla, reina de Aragón y Valencia, condesa de Barcelona (1329-1336).

Hija de Fernando IV de Castilla y León y Constanza de Portugal. Al año de nacer, cuando todavía no había nacido el futuro Alfonso XI, en 1308, su padre y el Rey de Aragón acordaron en el monasterio de Santa María de Huerta su futura boda con el primogénito de Jaime II de Aragón, Jaime. En estas primeras conversaciones ya se estipuló que, como dote de Leonor, Castilla obligaría a Aragón las poblaciones y castillos, entre otros, de Requena, Moya, Cañete, Ágreda y Lures. A su vez, Aragón prometió para el mantenimiento de la infanta castellana rentas en Huesca, Daroca, Castellón de Burriana, Játiva, Montblanc y Tárrega. En las vistas reales que se celebraron en Calatayud en 1312, la infanta fue confiada a Jaime II para que fuese educada en su Corte, siendo instalada en el palacio real de Valencia, en compañía de la infanta Violante, hija menor del Monarca aragonés, que tenía dos años de edad, con la que mantuvo siempre unas estrechas relaciones. El carácter solitario y un tanto extraño de Jaime, el prometido de Leonor, y sus continuas dudas sobre su matrimonio, obligaron a Jaime II a intervenir personalmente, obligándole a cumplir su compromiso de boda ante toda la Corte en una ceremonia celebrada por el arzobispo de Tarragona, el 5 de octubre de 1319, en Gandesa.

Con anterioridad el novio había afirmado que no sabía si consumaría o no el matrimonio, ya que los pactos con Castilla sólo obligaban a la celebración de la boda. Las consecuencias que pudiera reportar este enlace se habían devaluado mucho desde el nacimiento del futuro Alfonso XI; se alejaba, por el momento, una posible unión personal de ambas Coronas. Celebrada la ceremonia nupcial en medio de grandes tensiones, Jaime, abandonó precipitadamente la iglesia y el 22 de diciembre del mismo año hizo solemne renuncia a sus derechos al Trono, ingresando al cabo de poco tiempo en la Orden de San Juan de Jerusalén. Este desagradable incidente fue explicado de esta manera por Jaime II a María de Molina: “Muyto dubtamos que por ninguna guisa quiera fincar al siglo, que el mas enfortido homne es en aquest entendimiento que por ningun tiempo fuese visto, assí que nos end somos desesperados”.

Leonor permaneció todavía en tierras de la Corona de Aragón, “doncella, casada y moralmente viuda”, hasta que en 1320 Jaime II se decidió a devolverla a Castilla. En esta decisión, influyeron los hijos del rey aragonés residentes en el reino castellano, Juan, entonces arzobispo de Toledo, Constanza, esposa de Juan Manuel, y María, viuda desde 1319 del infante Pedro de Castilla, que temían represalias. Jaime II quiso borrar aquel desgraciado hecho y congraciarse con Castilla intentando casar a su octavo hijo, Pedro, conde de Ribagorza, con Leonor, ya que el hecho de la devolución de la infanta Leonor a Castilla era uno de los asuntos familiares, con claras connotaciones políticas, que quedaban por resolver. Pero la muerte de Jaime II en 1327 y el hecho de que el nuevo rey, Alfonso IV el Benigno, acabase de enviudar de Teresa de Entenza, permitió recuperar a la infanta castellana diez años después de su fracasado primer matrimonio.

Leonor, a principios de febrero de 1229 se convirtió en reina de Aragón, Valencia y en condesa de Barcelona al contraer matrimonio con Alfonso IV de Aragón en la iglesia de San Miguel de Tarazona. Este nuevo matrimonio del Rey, enfocado para dar seguridad a sus fronteras occidentales, con el tiempo supuso un grave enfrentamiento familiar, debido al hecho de que el heredero de la Corona, el futuro Pedro el Ceremonioso, era fruto del primer matrimonio de su nuevo esposo.

La nueva Reina llegó a la Corona de Aragón acompañada de un numeroso séquito en el que destacaba su abuela Sancha de Velasco, que no tardó en polarizar un núcleo de cortesanos, entre los que destacaba Bernardo de Sarriá. La nueva Reina venía con la intención de imponerse a su débil marido y vengar así su primera humillación. De esta unión nacieron dos hijos, Fernando y Juan, para los cuales la Reina no cejó hasta procurarles un cuantioso patrimonio y asegurar así su futuro. Por otro lado, llevó a cabo una sistemática marginación del heredero de la Corona, sus hijastros Pedro, y su hermano menor, Jaime, conde de Urgell. Pedro el Ceremonioso en su Crónica no duda en afirmar que su madrastra les intentó incluso envenenar.

Su primer hijo, el infante Fernando, recibió el título de marqués de Tortosa, por donación perpetua de dicha ciudad, además de Albarracín, Alicante, Murviedro, Maella, Burriana, Castellón, Játiva, Orihuela, Guardamar, Novelda y el valle de Elda. De esta manera, Fernando se convirtió en el señor más importante de la Corona y en el señor de una serie de tierras que, situadas entre Valencia y Murcia, que eran tradicionalmente objeto de disputa entre Castilla y la Corona de Aragón y que, por tanto, le daban una amplia fuerza política. Las poblaciones valencianas entregadas en señorío se rebelaron contra esta decisión real, siendo defendida esta postura por el jurado de Valencia, Francisco de Vinatea, que también es conocido por Guillem de Vinatea, que se enfrentó personalmente a la Reina, y exigió de manera enérgica ante los Reyes la revocación de tales concesiones. Este incidente llevó a decir a Leonor a su débil esposo, que tales cosas nunca hubiesen sido permitidas en Castilla por su hermano Alfonso XI. El rey Alfonso el Benigno aceptó las peticiones exigidas por Vinatea.

La persecución llevada a cabo por Leonor contra sus hijastros fracasó ante la protección que recibieron éstos por parte de nobles catalanes y muy en especial de Pedro de Luna, arzobispo de Zaragoza, y un grupo de señores aragoneses, uno de los cuales, Lope de Conçut, fue hecho prisionero por la Reina y mandado ejecutar, por ser culpable de haber hecho un conjuro que la impedía tener más hijos. El cada vez mayor poder y autoritarismo de Leonor llevó a solicitar a un grupo de miembros del Consejo Real y de prelados de la tarraconense la expulsión de la Corte de la abuela de la Reina, Sancha de Velasco, como así sucedió. A partir de entonces, comenzó a disminuir la influencia de Leonor, hecho que coincidió también con el agravamiento del estado de salud del Rey. Ante el cambio de situación, Leonor abandonó con sus hijos la Corte y a su marido enfermo en 1335, buscando refugio en la Corte de su hermano Alfonso XI de Castilla. Un año después, murió Alfonso IV el Benigno y su sucesor, Pedro el Ceremonioso, anuló todas las concesiones abusivas hechas por su padre, incluidas las de su madrastra y sus hermanastros. Este hecho tensó las relaciones con Castilla hasta el punto de casi estallar la guerra, pero gracias a la intervención de la Santa Sede y, entre otros, del infante don Juan Manuel, viudo de Constanza de Aragón, y, por lo tanto, tío político de Pedro el Ceremonioso, se llegó a un acuerdo tras la reunión de los representantes del rey de Castilla y de Aragón en los parlamentos tenidos en Daroca y Gandesa. De esta manera, se solucionó el llamado pleito de la madrastra, devolviéndose a Leonor las posesiones que le correspondieran por su dote y por donación expresa del difunto Rey, únicamente dándole las rentas de las posesiones que reclamase, pero quedando para el Rey todas las jurisdicciones. También los hijos de Leonor eran repuestos en sus bienes, aunque al hijo menor, Juan, se le tuvo que hacer una permuta de tierras por negarse los habitantes de Castellón, Burriana y Liria a dejar la jurisdicción real; en compensación, se le entregó Elche y Crevillente.

La reina viuda Leonor regresó de nuevo junto a su hijo mayor, Fernando, a la Corona de Aragón, y se instaló en Valencia. En las luchas de las Uniones contra Pedro el Ceremonioso, el papel de la Reina viuda y de su hijo Fernando fue ambivalente y poco claro.

En el último episodio de la Unión Valenciana, la derrota del infante Fernando, obligó en 1348 a la Reina viuda y sus dos hijos a abandonar Valencia y a instalarse de nuevo en la Corte de Alfonso XI de Castilla.

En 1356, Pedro I el Cruel de Castilla esgrimió ante Pedro el Ceremonioso el mal trato que había dado a Leonor de Castilla y a sus hijos, siendo unas de las causas alegadas para el inicio de la llamada “Guerra de los dos Pedros”, en la que los hijos de Leonor de Castilla, y especialmente Fernando, estuvieron a favor de Pedro I. Los sucesos internos en Castilla, debido a la inestabilidad de carácter de su Rey, hicieron que Fernando de Aragón se pasase al bando de Enrique de Trastámara y finalmente acabase reconciliándose con su hermano el rey de Aragón, que le nombró procurador general de sus reinos.

Leonor de Castilla intervino en la conjura tramada contra su sobrino Pedro el Cruel, en la que intervinieron los hermanos bastardos del Rey, Tello y Fadrique.

Descubierta la conjura, la venganza de Pedro I fue total y la reina viuda de Aragón fue encerrada en el castillo de Castrogeriz en 1358, en donde la hizo asesinar poco después.

 

Bibl.: J. E. Martínez Ferrando, Els fills de Jaime II, Barcelona, Aymà, 1950; J. E. Martínez Ferrando, S. Sobrequés y E. Bagué, Els descendents de Pere el Gran, Barcelona, Vicens Vives, 1954; R. Tasis, Pere el Cerimoniós i els seus fills, Barcelona, Teide, 1957; F. Soldevilla (ed.), “Crónica de Pere III el Ceremoniós”, en Les quatre grans cròniques, Barcelona, Selecta, 1971; S. Claramunt, “La política matrimonial de la casa condal de Barcelona y real de Aragón desde 1213 hasta Fernando el Católico”, en Acta Historica et Archaeologica Medieaevalia (Barcelona), 24-24 (2003), págs. 195-235.

 

Salvador Claramunt Rodríguez