Berrendero Espinosa, Julián. El negro de los ojos azules. San Agustín de Guadalix (Madrid), 8.IV.1912 – Madrid, 1.VIII.1995. Ciclista.
Hijo de Martín Berrendero y de Felipa Espinosa, tuvo una infancia dura, pues a los nueve años ya trabajaba cogiendo pichones y a los diecinueve comenzó a participar en las llamadas carreras “golfas” para ciclistas sin licencia. En 1935, después de haber cumplido su servicio militar, consiguió su primera victoria importante al imponerse en el Campeonato de Castilla por delante de los mejores del ciclismo madrileño. Aquel mismo año ganó también cuatro etapas y la clasificación general del Gran Premio Eibar y la Vuelta a Galicia, y quedó tercero en la Vuelta al País Vasco, en la que rivalizó con Gino Bartali. Al año siguiente fue cuarto y primer español en la Vuelta, lo que le valió ser seleccionado, junto a Ezquerra, Cañardo, Molina y Emiliano Álvarez, para correr el Tour de Francia. En su primera participación en la ronda francesa, en 1936, Berrendero impresionó sobremanera al público galo merced a su gran poderío en la montaña. Tanto fue así que un periodista francés, viéndole desenvolverse en las carreteras de los Pirineos, llegó a escribir: “tiene el más bello estilo de todos los escaladores. Viéndole trepar maravilla y sube mejor cuanto más dura es la pendiente”. Por aquel entonces la Guerra Civil había estallado en España y Berrendero concedió unas declaraciones a la prensa francesa condenando la agresión de Franco contra la República española, lo que más adelante le trajo algunos problemas. A la conclusión de aquel Tour de 1936, Berrendero se proclamó rey de la montaña, clasificándose en undécima posición de la general. Como España estaba en guerra, Berrendero pasó los tres años siguientes en Francia, instalándose cerca de Pau con Mariano Cañardo, merced a una generosa oferta de la casa de bicicletas France Sport.
En 1937 corrió de nuevo el Tour, ganando una etapa, la montañosa Luchon-Pau, y siendo décimoquinto en la general. Al año siguiente ganó un buen número de carreras menores en Francia, e hizo tercero en el Gran Premio de Argel y la Vuelta a Marruecos, carrera en la que ganó dos etapas y el Gran Premio de la Montaña. Luego volvió a tomar la salida en el Tour, pero tuvo una caída a consecuencia de la cual le inyectaron una vacuna antitetánica que le dejó debilitado y sin arrestos para disputar la general. Aquel mismo año le ofrecieron correr en Buenos Aires una prueba de seis días, pero sintiendo nostalgia, y a pesar de la situación que le aguardaba en España, decidió volver con su familia. Al llegar a la frontera, y con su pasaporte sellado por el anterior Gobierno, le detuvieron y le mandaron a un campo de concentración en Burgos, luego a otro en Torrelavega y luego a otro de Rota, desde donde le enviaron al de Cádiz. Allí tuvo la suerte de ser reconocido por el capitán José Llona, un antiguo ciclista de Bilbao que antaño había corrido con él. Éste le protegió, consiguiéndole un destino en un economato en Madrid y facilitándole que pudiera volver a entrenar en bicicleta. De esta forma, Julián Berrendero volvió a tomar contacto con el ciclismo en 1941. Lo hizo en la Subida a Aránzazu, su primera carrera en dieciocho meses, que además ganó. Desde entonces y hasta la fecha de su retirada, en 1949, Julián Berrendero ganó otras sesenta y dos carreras. Entre ellas se cuentan dos Vueltas a España (1941 y 1942), tres Campeonatos de España de Fondo (1942, 1943 y 1944) y dos de ciclo-cross (1942 y 1944), una Vuelta a Levante (1942), un Gran Premio de Eibar (1944), dos Vueltas a Cataluña (1943 y 1946), una Vuelta a Madrid (1946) y otro buen número de pruebas de importancia. En 1948 pudo haber ganado su tercera Vuelta a España, carrera en la que marchaba de líder hasta que abandonó al paso por Astorga, cuando un motorista de la carrera le comunicó que su padre acababa de fallecer. En 1949 no consiguió victorias, pero sí fue tercero en el Campeonato de España y décimo en la muy exigente Vuelta a Marruecos en la que los ciclistas pasaban sed y dormían en jaimas. También hizo decimoctavo en el elitista Critérium du Dauphiné Libéré, lo que le animó a tomar la salida en el Tour de Francia, carrera que abandonó en su quinta etapa, en Briançon. Aquel abandono enfadó al general Moscardó, por entonces máximo dirigente del deporte español, que hizo que la Federación Española de Ciclismo le retirase la licencia por un año. Allí se acabó la vida deportiva de aquel a quien los franceses apodaban “El negro de los ojos azules”, en razón del color bruno de su piel. Berrendero se dedicó entonces a gestionar la tienda de bicicletas que había fundado unos años antes en sociedad con su amigo Manuel Real, si bien también ejerció como director técnico del equipo nacional español tanto en la Vuelta a España como en el Tour de Francia.
El mejor ciclista español de la década de los cuarenta falleció el 1 de agosto de 1995, a los ochenta y nueve años, justo dos días después de haber recibido el homenaje de los organizadores del Circuito de Getxo, carrera que había ganado en 1941 y 1944. Logró más de noventa victorias en la alta competición.
Obras de ~: Mis glorias y mis memorias. Berrendero, Madrid, Pérez del Hoyo, 1949; con M. Real, Ciclismo: Formación ciclista, Madrid, Tesoro, 1955.
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José Antonio Díaz Sáez